Capítulo 27

Sam se aclaró la garganta y presionó sus ojos. 

—Ya nos estamos haciendo cargo, gracias —expresó y se acercó al garrafón de agua para servirse en un vaso—. Además, esa decisión no depende de mí, sino de la mamá del niño —comunicó y lo miró a los ojos. 

—Lo comprendo, pero tengan en cuenta mi ayuda, no me gustaría que corriera peligro un pequeño, por falta de atención médica —comentó y se dirigió a la cocina a mover el caldo de pollo—. La comida no tarda en estar —informó. —¿Te sientes mejor? —indagó.

Sam inhaló profundo, no pudo evitar estremecerse al escucharlo. Su mente evocó las ocasiones en las que él cocinaba para ella cuando vivían juntos, aspiró el delicioso aroma que emanaba su receta, y su estómago crujió de hambre, además que él guisaba excelente. 

—Me duele un poco la cabeza —informó—, por eso vine por agua para tomar una medicina, huele muy bien —murmuró. 

Angellyna Merida

Dicen que en dónde hubo fuego, cenizas quedan, y estos dos parece que desean volver a quemarse. ¿Qué opinan ustedes?

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