Óscar sonrió, movió su cabeza indicando a su gente que subieran a la chica al helicóptero mientras él daba instrucciones para que en el helipuerto lo alcanzara otro equipo de seguridad. Una vez que lo hizo, subió a lado de Samantha.
—Espero que disfrutes el viaje —comentó colocándole el protector para oídos—. Esta noche te podrás olvidar de la relación que tienes con Franco, ya veo que no se porta del todo bien contigo.
Sam lo miró mal y no respondió a su comentario, no confiaba en él, y no sabía si solo quería sacarle información.
Luego de viajar durante una hora, quince minutos aproximadamente, y de ver las hermosas luces que la ciudad les ofrecía, aquel imponente helicóptero arribo en un helipuerto privado, en cuanto disminuyeron de velocidad las hélices, la seguridad privada de Óscar abrió la puerta y descendió, esperando a que Sam hiciera lo mismo.
—Bienvenida a los Ángeles, Califo
Doña Ofe regresando del más allá, para salvar a los suyos.
Samantha permanecía en el suelo, abrazada a sus piernas, balanceándose, atemorizada luego de todo lo ocurrido. Su rostro estaba cubierto de lágrimas, y no sabía si en algún momento aquel enloquecido hombre terminaría matándola o haciendo algo peor.Una agradable calidez rodeó a la joven, llenándola de una suave luz.—Ponte de pie, mija. Una mujer como tú no debe estar ahí —habló la amable dama que se apareció—. No voy a permitir que nadie te haga daño —indicó—. Me interesa mucho que vivas, porque aún debes la compostura de mi cama. —Sonrió.Samantha se estremeció y se talló los ojos pensando que alucinaba al igual que Franco, entonces la observó sin poder creerlo.—Estoy muerta, ¿verdad? —indag&oa
Óscar bebió un sorbo de whisky. Miró con preocupación su reloj, sabiendo que, en un par de horas, todo había acabado, aunque no sabía el resultado de aquel operativo, esperaba que saliera a su favor, entonces una calidez lo abordó, sintiéndose reconfortado ante la angustia que sentía. —No pensarías que te dejaría, solo ¿o sí, mijo?, doña Ofe se hizo presente. Óscar abrió de par en por sus ojos sintiendo como su mirada se cristalizaba al verla, no pudo frotarse los párpados para no arruinar la máscara, entonces se quedó callado contemplándola. —Jamás abandono a mi sangre y en estos momentos mis nietos me necesitan, más que nunca —refirió—. Por cierto, no es suerte lo que has tenido, ya veo que tus habilidades en el arte del juego, no me llegan ni a los talones, debí traerte más seguido con Andrea y Paula María —señaló—, pero bueno, me morí y ya no pude hacerlo, estate listo que hoy tendremos acción y seremos el dúo
Años antes.Quebec, Canadá.Óscar condujo a Sam hacia aquella hermosa ciudad, luego de aterrizar en Quebec, después de haber rentado una casa, en la que buscaba tener paz y poder pasar tiempo a solas. Durante el trayecto al lugar, el camino se llenó de grandes construcciones de antaño con la distinguida arquitectura francesa.—¿Hablas francés? —cuestionó fingiendo no saber la respuesta.—Oui (Sí) —respondió Sam—, estudié turismo y hotelería en mi país, sé varios idiomas.—Perfecto, no tendremos problemas para comunicarnos —refirió aparcando el auto frente a la casa en la que permanecerían un tiempo.Sam miró la fachada de esa residencia de estilo antiguo, que parecía más bien
Después de abandonar la pista, se dirigieron en busca de un bar. Caminaron por aquellos callejones adoquinados y entraron a uno. Se sentaron en una mesa cerca de la ventana. Desde ahí podían mirar la nieve, caer, y a las parejas transitar con los dedos entrelazados, entonces la mirada de Sam se llenó de nostalgia. Su mente trajo el recuerdo de Óscar, lo extrañaba; sin embargo, la compañía de John le agradaba, y demasiado, entonces sacudió su cabeza, necesitaba volver a México con urgencia.Óscar solicitó un tequila para Sam y un whisky para él entonces elevó su copa.—Salud por tu compañía —pronunció con cariño..Sam lo miró a los ojos, extrañada, jamás le había mencionado que le agradaba el tequila, y él casi siempre parecía adivinar sus gusto
Sam subió corriendo a su alcoba, y se encerró ahí, no salió en el resto de la tarde, a pesar de que su estómago crujía por alimento, y el aroma a pavo horneado inundaba toda la estancia.Después de lo ocurrido Óscar se dirigió a la cocina y terminó de preparar el puré de manzana y la pasta que tanto le gustaba. Mientras lo hacía tomó la decisión de que antes de que finalizara el año le diría la verdad y la llevaría donde le dijera, pero que esos días intentaría mantener la fiesta en paz y hacer de ese tiempo, momentos especiales.Subió por las escaleras escuchando el crujir de cada escalón por la vieja madera y tocó a su puerta.—Solo vine a invitarte a cenar, está todo listo. Sí, así lo deseas, te espero no más de media hora para que podamos comer juntos, si no bajas lo
Sam gimió al sentir la enorme erección de él, inhaló profundo y unió sus labios a los de John, lo besó con intensidad. Mientras Óscar correspondía a sus besos, recordó que traía la máscara y que necesitaba pensar en algo, por lo que se separó de ella y cerró las persianas dejando en total oscuridad aquel lugar. —Vamos a jugar un poco —refirió y tomó una pañoleta que estaba sobre el tocador, luego se aproximó y la volvió a besar deslizando sus manos hacia sus firmes glúteos presionándolos para acercar su zona femenina a su virilidad—. Eres la mujer perfecta —susurró. — ¿Qué juego? —indagó Sam sintiendo como un cálido fuego recorría su piel. Óscar sonrió y dobló la pañoleta, entonces la colocó en sus ojos. —Yo te voy a dar todo el placer que quieras, pero tú no te la puedes quitar, solo me vas a decir cuando desees más y yo te haré estallar de gozo. —Mordisqueó el lóbulo de su oreja.
Época actual.Después de recordar los momentos por los que atravesó, para llegar a Sam y llevársela de las garras de ese infeliz, su corazón dolió al saber que después de todo lo que le hizo, la perdió. Limpió las lágrimas que corrieron por sus mejillas, luego de eso los remordimientos llegaron por haber discutido y salido molesto de la casa de ella, después de que Norita pateó a Renato y tampoco fue para despedirse de su hija.—Tengo que disculparme —mencionó avergonzado—. No puedes comportarte como un adolescente celoso y hacer un berrinche e irte —se reprochó.Con rapidez se enfundó en uno de sus finos trajes que le quedaba justo a la medida y bajó a la oficina para ver los pendientes que tenía y dirigirse al palenque para apurarse y salir a buscarlas.
Al día siguiente, luego de dejar a Norita en la escuela, Samantha se dirigió como todos los días a su agencia de viajes, abrió las puertas, y saludó con Jovita, la señora de la limpieza, y quién en ocasiones le colaboraba cuando Gabriela no podía hacerlo.Sam envió a la señora a realizar unos trámites y ella se puso a mirar en su computador los tours que tenían que confirmar sus clientes. Suspiraba de vez en cuando con tristeza. Intentaba concentrarse en sus labores, pero le era imposible, más cuando debía llevar a Norita al laboratorio para la prueba de ADN que solicitó el juez por pedido de Óscar. Cerró sus ojos intentando liberar aquella opresión que sentía en su pecho.Óscar estacionó su auto frente a la agencia de Sam, sus manos sudaban del nerviosismo que percibía al no sa