Al día siguiente, luego de dejar a Norita en la escuela, Samantha se dirigió como todos los días a su agencia de viajes, abrió las puertas, y saludó con Jovita, la señora de la limpieza, y quién en ocasiones le colaboraba cuando Gabriela no podía hacerlo.
Sam envió a la señora a realizar unos trámites y ella se puso a mirar en su computador los tours que tenían que confirmar sus clientes. Suspiraba de vez en cuando con tristeza. Intentaba concentrarse en sus labores, pero le era imposible, más cuando debía llevar a Norita al laboratorio para la prueba de ADN que solicitó el juez por pedido de Óscar. Cerró sus ojos intentando liberar aquella opresión que sentía en su pecho.
Óscar estacionó su auto frente a la agencia de Sam, sus manos sudaban del nerviosismo que percibía al no sa
Óscar presionó con fuerza su mentón.—No te entretengo más —respondió ladeando los labios al ver su reacción—. Espero que no te arrepientas de tener tratos con ese —mencionó—. Renato es una mala persona, no lo quiero cerca de mi hija —expresó—. Tengo motivos para desearlo lejos… «Hasta de ti», pensó en su mente.Samantha lo observó con atención.— ¿Cuáles son esos motivos? —indagó—. Lo que ocurrió en el pasado entre los tres, quedó en el olvido. Renato se ha portado muy bien conmigo, es un excelente amigo, me ayuda con los proyectos, gracias a él he conseguido muy buenos clientes —comentó.Óscar negó con su cabeza, recordó la última vez que est
Norita presionó sus labios y tomó los dedos de él, caminó a su lado.—Pero podría ser nuestro secreto, si me das nada más un chocolate, yo no le avisaré a mi mamá, y tú tampoco —sugirió mirándolo con ternura.Óscar sonrió al escucharla.—De ninguna manera —contestó—. Mejor ve pensando en que te gustaría comer —solicitó.—¿Lo que yo quiera? —preguntó parpadeando con emoción.—Necesito escuchar lo que deseas para decidirlo —respondió sabiendo que era más inteligente que muchos.—Ya te dije lo que me gusta, pero hoy quiero pizza —expresó lamiendo sus labios—. También las malteadas de chocolate —añ
El corazón de Óscar se estrujó al escucharla hablar de su familia. —Tu mamá siempre ha sido una buena persona, me agrada que sigas tan unida a ella —mencionó con alegría al recordarla—. Lamento que estés alejada de tu papá, no tengo ninguna objeción en que lo vea, siempre y que no le meta ideas prejuiciosas. —Suspiró—. Salúdame a tu hermano y a tu mamá cuando hables con ellos, espero que no me guarden rencor. Samantha colocó los platos sobre la mesa del comedor, y luego puso los cubiertos. —Parece que ese señor aprendió la lección, con Norita se comporta de la misma forma que cuando yo era niña —expresó con melancolía—. Toma asiento —solicitó—. Con respecto a mi mamá, y mi hermano, desconozco qué sentimientos tengan hacia vos —informó—. Imagino que tus papás me detestan, después de la manera en la que te dejé. —Observó con atención a Óscar. Él negó con la cabeza.
Puerto Escondido, Oaxaca.El señor Roberto Escandón recién acababa de llegar de un viaje al interior de la república, luego de una gira por algunos estados del país, ya que estaba como candidato para luchar por la presidencia.Sonreía con orgullo al ver cómo es que las encuestas que se hacían eran a su favor. Llegó a su despacho y comenzó a buscar algunos números telefónicos de importantes empresarios para agradecer su confianza. Cuando escuchó el fuerte portazo de la puerta por lo que salió de inmediato para averiguar qué ocurría, entonces observó a su hijo ingresar.—¿Todo en orden? —indagó con seriedad.Renato giró su rostro para verlo.—No sabía que habías regresado &md
Puerto Escondido, Oaxaca. Alondra y Álvaro se encontraban observando un álbum fotográfico, ambos miraban con profunda nostalgia las fotos de su familia, sintiendo el corazón partido al no tener noticias de Pau. —La vamos a encontrar, lo juro —Álvaro miró con ternura a su esposa, e intento sonreír, en ese momento la llegada de su hijo, les cambió aquella nostalgia. —¡Óscar! —Alondra exclamó con emoción y corrió hacia él, El joven sonrió con entusiasmo, y extendió sus cálidos brazos y la estrechó con profundo amor. —Quise darles una sorpresa —mencionó con ilusión. —Pues lo has hecho, cariño —Alondra respondió colocando sus suaves manos en sus mejillas y luego lo miró atenta. —¿Has llorado? —cuestionó. Óscar inclinó su rostro unos segundos y volvió a abrazar a su madre. Álvaro se puso de pie y se ac
Samantha sonrió al escucharlo, cuando él la abrazó de improviso, se estremeció. En la calidez de sus brazos, siempre encontraba calma, entonces suspiró profundo, y separó su rostro del cuello de él. —Discutí con mi papá —declaró—, con él las cosas siempre son iguales —expresó con tristeza. Óscar sintió una agitación al sentirla tan cerca, la escuchó con atención y luego la observó reflejándose en su azulada mirada. —¿Por qué no lo perdonas? —cuestionó aclarándose la garganta. Samantha plantó su vista en él, lo contempló con melancolía. —¿Después de todo lo que nos hizo? —indagó resoplando. —¿Se te olvidó? —cuestionó. —¿Ya no recuerdas sus humillaciones y como me quitó su apoyo por haberme casado con vos? Óscar inhaló profundo. —Recuerdo todo con claridad —mencionó—. Por desgracia lo que
«Esta ausencia by David Bisbal» se escuchaba en las bocinas del pequeño y acogedor restaurante al que Óscar llevó a Samantha.La joven liberó un suspiro mientras las notas de la melodía se clavaban en su alma, entonces sus ojos se enfocaron en la rústica decoración, y aquellos muros de piedra que evocaban épocas pasadas, las baldosas color barro combinaban a la perfección con la madera de las sillas.«Esta ausencia infinita, de noches y días, no tiene final. Fue tan fácil decir, que el adiós sanaría las espinas clavadas, en tu alma y la mía…»La canción finalizaba y tanto Samantha y Óscar permanecían en silencio, sumidos en sus recuerdos. Ambos intentando borrar de sus memorias los nefastos acontecimientos que sucedieron antes de su se
Una vez que Óscar subió a su auto, encendió las luces de su Bugatti, abrochó su cinturón de seguridad y se encaminó hacia Matatlán, el rugir de su voraz máquina, lo hizo sonreír ante cada cambio de velocidad, entonces seleccionó la música que iría escuchando.Momentos después su vista se posó desde su espejo retrovisor, en los faros de un auto, que se movió al mismo tiempo que él, prosiguió su camino por las oscuras calles de la ciudad, viró en una desviación para tomar la carretera, entonces notó que aquel auto, también lo hizo.—Estás paranoico, Óscar —refirió hablando solo; sin embargo, algo de eso lo inquietó. Por lo que con rapidez comenzó a acelerar, pisando con agilidad el embrague del carro. Haciendo los cambios de velocidad de man