«Esta ausencia by David Bisbal» se escuchaba en las bocinas del pequeño y acogedor restaurante al que Óscar llevó a Samantha.
La joven liberó un suspiro mientras las notas de la melodía se clavaban en su alma, entonces sus ojos se enfocaron en la rústica decoración, y aquellos muros de piedra que evocaban épocas pasadas, las baldosas color barro combinaban a la perfección con la madera de las sillas.
«Esta ausencia infinita, de noches y días, no tiene final. Fue tan fácil decir, que el adiós sanaría las espinas clavadas, en tu alma y la mía…»
La canción finalizaba y tanto Samantha y Óscar permanecían en silencio, sumidos en sus recuerdos. Ambos intentando borrar de sus memorias los nefastos acontecimientos que sucedieron antes de su se
Una vez que Óscar subió a su auto, encendió las luces de su Bugatti, abrochó su cinturón de seguridad y se encaminó hacia Matatlán, el rugir de su voraz máquina, lo hizo sonreír ante cada cambio de velocidad, entonces seleccionó la música que iría escuchando.Momentos después su vista se posó desde su espejo retrovisor, en los faros de un auto, que se movió al mismo tiempo que él, prosiguió su camino por las oscuras calles de la ciudad, viró en una desviación para tomar la carretera, entonces notó que aquel auto, también lo hizo.—Estás paranoico, Óscar —refirió hablando solo; sin embargo, algo de eso lo inquietó. Por lo que con rapidez comenzó a acelerar, pisando con agilidad el embrague del carro. Haciendo los cambios de velocidad de man
Carlos Gabriel bebió un sorbo de agua, y negó con la cabeza, enfocó su profunda mirada en su amiga.—A Paula María Alvarado, la olvidé hace mucho tiempo —expresó con sinceridad—, no sé nada de su vida, y no me interesa conocer en donde se encuentra, ni con quién.Sam inclinó la cabeza al escucharlo.—¿Amas a Melisa? —indagó con seriedad.—La quiero, ha estado conmigo en mis peores momentos, me entiende, nos comprendemos —explicó.Sam negó con la cabeza y su corazón se entristeció.—Eso no es suficiente para tener una relación con alguien, estás con ella por no sentirte solo, no creo que te hayas olvidado de Pau.Gabo resopló a
Un par de noches después, Samantha revisaba la propuesta que tenía para los trípticos que iba a mandar a realizar, y así promocionar los tours al palenque. Se hallaba concentrada en su trabajo cuando el sonido de su móvil, la sobresaltó. Frunció el ceño, extrañada, era tarde, y la llamaba su mamá.—Buenas noches —saludó Sam.—Hola Sam, sé que es tarde, solo te quería informar que tuve que traer a tu papá al hospital —resopló.Samantha se puso de pie de un solo golpe, su corazón se agitó.—¿Qué le pasó? ¿Está bien? —indagó, y sus ojos se llenaron de lágrimas.—Lo están revisando —comentó Angie.&mda
El corazón de Óscar se agitó al sentir la calidez de sus labios, la observó con aquella mirada color miel, limpia que tenía y sonrió con emoción, entonces se encaminó hacia la habitación del padre de Sam.—Me dijo Sam que desea verme. —Óscar asomó su rostro después de tocar la puerta.Francisco apagó la televisión con el control remoto, su mirada se dirigió al joven.—Pasa, por favor —solicitó.Óscar ingresó y se colocó frente a él.—¿Cómo se siente? —indagó con voz tranquila.—Bastante bien —respondió acomodando su almohada para incorporarse y así hablar con el joven con calma—. Gracias por venir.
Samantha sintió su cuerpo estremecerse ante su pregunta, su corazón se agitó, sonrió debido a lo último que Óscar mencionó. —Si me urgiera el divorcio, ten por seguro que mi abogado ya te habría visitado —confesó y lo miró a los ojos—. Es cierto que te pedí empezar de cero, y vos me presentaste como tu novia ante Kim, pero en realidad no sé qué somos —contestó—. Sabemos que existe un documento de por medio, pero hace cinco años que no somos una pareja —declaró y lo miró atenta—. No tienes idea de lo que estás diciendo, si te conviertes en mi esclavo, puedo hacerte cosas muy malas —susurró. Óscar presionó con fuerza sus labios al escuchar aquel murmullo, ladeó la boca, y sonrió. —Imaginé que no deseas divorciarte, porque yo tampoco lo quiero. También sé que no tenemos nada definido; sin embargo, nunca hemos sido una pareja convencional —sonrió—. Deseo que tengan claro que a nadie amo más en esta vi
Óscar sostuvo con sus grandes manos, las pequeñas de su hija. Su mirada se centró en la dulzura de aquellos ojos color azul, que tanto le recordaban a su esposa. En ese momento todo dejó de existir para él. Siendo sólo ellos; entonces, una oleada de agradables sensaciones lo recorrieron, esparciéndose una magia especial en ese instante y que de manera única ocurría entre un padre y una hija. Su corazón se agitó de alegría, sabiendo que les esperaban grandes momentos como el que estaban viviendo en ese instante, que perpetuaría en su memoria por siempre.Samantha filmaba observando con ternura a su pequeña junto a su papá, suspiró profundo al notar la gran sonrisa que esbozaba su niña, y como sus ojos brillaban. Apretó sus puños con impotencia al recordar que por culpa de una mala mujer, los tres se habían perdido momentos in
Dos horas después, y luego de haber disfrutado de un almuerzo ameno, los tres subieron por el elevador hacia el apartamento de Samantha, cuando las puertas se abrieron, la azulada mirada de un hombre de imponente altura, y cabello rubio se posó en ellos. — ¡Alex! —gritó Norita y se soltó de la mano de su papá para correr a abrazar por las piernas al caballero, quién al verla esbozó una amplia sonrisa, se inclinó alzando a la pequeña en sus brazos y abrazarla. Óscar miró atento como es que, con mucha efusividad, su hija corrió hacia el amigo de Sam, entonces lo reconoció, era el hombre con quien el investigador había vinculado a Sam, prefirió no decir nada, después de todo lo que Samantha le dijo en el hospital. Los labios de Sam perfilaron una amplia sonrisa, de inmediato se acercó a él. — ¿Por qué no nos avisaste? —indagó. Alex dejó a
Alex asintió, se acercó al sillón en donde Norita se encontraba sentada, y besó su frente, luego se despidió de Samantha, y Óscar, estaba por salir del apartamento cuando la puerta se abrió, y Gabriela apareció junto a su hijo.Gaby sostenía una mochila en su dorso y a su pequeño entre sus brazos, sonrió con emoción al observarlos.—No sabía que habría distinguidas visitas —refirió. —¿Ya te vas? —indagó a Alex.El joven sonrió al verla y se aproximó a su encuentro.—Me da gusto volver a verte —mencionó y acarició la cabeza del pequeño Ángel, y después besó la mejilla de ella—. Estaba por irme —respondió, y luego ladeó lo