Óscar sostuvo con sus grandes manos, las pequeñas de su hija. Su mirada se centró en la dulzura de aquellos ojos color azul, que tanto le recordaban a su esposa. En ese momento todo dejó de existir para él. Siendo sólo ellos; entonces, una oleada de agradables sensaciones lo recorrieron, esparciéndose una magia especial en ese instante y que de manera única ocurría entre un padre y una hija. Su corazón se agitó de alegría, sabiendo que les esperaban grandes momentos como el que estaban viviendo en ese instante, que perpetuaría en su memoria por siempre.
Samantha filmaba observando con ternura a su pequeña junto a su papá, suspiró profundo al notar la gran sonrisa que esbozaba su niña, y como sus ojos brillaban. Apretó sus puños con impotencia al recordar que por culpa de una mala mujer, los tres se habían perdido momentos in
Dos horas después, y luego de haber disfrutado de un almuerzo ameno, los tres subieron por el elevador hacia el apartamento de Samantha, cuando las puertas se abrieron, la azulada mirada de un hombre de imponente altura, y cabello rubio se posó en ellos. — ¡Alex! —gritó Norita y se soltó de la mano de su papá para correr a abrazar por las piernas al caballero, quién al verla esbozó una amplia sonrisa, se inclinó alzando a la pequeña en sus brazos y abrazarla. Óscar miró atento como es que, con mucha efusividad, su hija corrió hacia el amigo de Sam, entonces lo reconoció, era el hombre con quien el investigador había vinculado a Sam, prefirió no decir nada, después de todo lo que Samantha le dijo en el hospital. Los labios de Sam perfilaron una amplia sonrisa, de inmediato se acercó a él. — ¿Por qué no nos avisaste? —indagó. Alex dejó a
Alex asintió, se acercó al sillón en donde Norita se encontraba sentada, y besó su frente, luego se despidió de Samantha, y Óscar, estaba por salir del apartamento cuando la puerta se abrió, y Gabriela apareció junto a su hijo.Gaby sostenía una mochila en su dorso y a su pequeño entre sus brazos, sonrió con emoción al observarlos.—No sabía que habría distinguidas visitas —refirió. —¿Ya te vas? —indagó a Alex.El joven sonrió al verla y se aproximó a su encuentro.—Me da gusto volver a verte —mencionó y acarició la cabeza del pequeño Ángel, y después besó la mejilla de ella—. Estaba por irme —respondió, y luego ladeó lo
Enseguida ambos abandonaron la alcoba de Norita.—Voy por la cobija —expresó—, los sillones son muy cómodos.Óscar se retiró la camisa en la sala de la casa, miró a Sam y luego sonrió divertido, caminando hacia su habitación.—No puedes ser descortés con tus visitas —refirió—, es una grosería que me dejes en ese sillón tan pequeño —comentó—. Voy a amanecer torcido —explicó retirándose los zapatos y calcetines.Sam abrió sus ojos de par en par, no pudo evitar recorrerlo con su mirada, mordió su labio inferior al contemplar en bien formado cuerpo de Óscar, entonces luego de unos segundos reaccionó y se aclaró la garganta.—Mis visitantes no son tan atrevidos como vos
Luego de dormitar un rato, Óscar retiró los brazos que tenía sobre Sam con cuidado de no despertarla, se puso de pie y salió hacia la cocina por un vaso con agua. Justo en ese momento el sonido de la puerta se escuchó, ladeó los labios sonriendo al ver llegar a Gaby, por lo que se acercó a ella, luego de que encendió la luz.— ¿Cómo te fue? —refirió bajito.Gabriela se sobresaltó al verlo ahí.—No sabía que aún estabas aquí —susurró—. Me fue bien, Alex es una persona muy agradable.—Norita me invitó a quedarme a dormir —explicó mirándola atento a los ojos.Ella rio sin poder evitarlo.—Y por supuesto no te pudiste negar —bromeó, sintiendo gran nervio
Minutos después que llegaron tomaron asiento, de inmediato fueron recibidos con varias botellas de mezcal, naranja, sal y chile en polvo, además de algunas botanas.—¿Deseas algo en especial? —Óscar cuestionó a Norita.—Quiero ver ese gusano del que hablaban —indicó. —¿Se los pueden comer? —indagó con curiosidad.—Está dentro de las botellas —respondió levantando una de ellas, para que lo viera—. Sí, muchas personas se los comen —comentó.Norita abrió sus ojos de par en par, presionó los párpados y se escondió detrás de Sam.—No pasa nada —susurró ella—. No va a salir de la botella, ni hace daño —refirió inclinándose a la misma altura de la
En horas de la noche.Carlos Gabriel, Alex y Óscar se dirigieron a un pequeño bar cerca de la ciudad, luego de que fueron a dejar a Sam y a Norita. La tenue luz del lugar y la trova combinaban de modo perfecto, para que pudieran charlar y hablar un rato.El tema “Ojalá by Silvio Rodríguez” amenizaba a los presentes. Los jóvenes caminaron entre las mesas en tono oscuro del bar, para tomar asiento un poco alejados y charlar con calma.Varias de las chicas solteras que se hallaban en el sitio observaban a los jóvenes, susurraban entre ellas y les sonreían.—Parece que son famosos por estos lados —comentó Alex dirigiendo su azulada mirada a aquella mesa, les brindó una sonrisa a las chicas—. Creo que soy el único disponible, ya que ustedes están comprometidos —comentó observando a
Días después.Samantha despertó gracias al mensaje que desde hacía una semana recibía por parte de Óscar, inhaló profundo y su mirada se iluminó al leer el texto.«Espero que hoy, tengas un excelente día. Te extraño»Sam presionó sus labios, y suspiró profundo; recordó el domingo anterior y la celebración que tuvieron en la casa de sus padres. Aquel día sintió una enorme felicidad al festejar a su papá y su esposo, además que notó que ahora los dos se llevaban mejor; sin embargo, esa mañana percibía cierto nerviosismo, era el primer viaje de Norita a Puerto Escondido con Óscar, entonces tecleó una respuesta.«Gracias, deseo lo mismo para vos, los voy a extrañar» envió y se puso de
Alondra no podía evitar sentir picor en su garganta al escuchar aquel nombre que le traía sublime y dolorosos recuerdos a la vez.—Soy Alondra —respondió con aquellos ojos aceitunados que arrastraban de nuevo gran melancolía—. Es un placer tenerte con nosotros —refirió—. Mi esposo es Álvaro, tu abuelo —indicó divisando a su atractivo marido.—Hola —contestó la niña observando al señor.—¿Cómo estás? —El abuelo se acercó y extendió su mano para saludarla, deseando poder abrazarla, pero no estaba seguro de que la pequeña se sintiera cómoda ante aquella efusividad—, no tarda en llegar tu tía Andy —refirió—. Estoy seguro de que con ella y sus visitas, no te aburrirás. —Sonrió.