Capítulo 56

Enseguida ambos abandonaron la alcoba de Norita. 

—Voy por la cobija —expresó—, los sillones son muy cómodos. 

Óscar se retiró la camisa en la sala de la casa, miró a Sam y luego sonrió divertido, caminando hacia su habitación.

—No puedes ser descortés con tus visitas —refirió—, es una grosería que me dejes en ese sillón tan pequeño —comentó—. Voy a amanecer torcido —explicó retirándose los zapatos y calcetines.

Sam abrió sus ojos de par en par, no pudo evitar recorrerlo con su mirada, mordió su labio inferior al contemplar en bien formado cuerpo de Óscar, entonces luego de unos segundos reaccionó y se aclaró la garganta. 

—Mis visitantes no son tan atrevidos como vos

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