Luego de dormitar un rato, Óscar retiró los brazos que tenía sobre Sam con cuidado de no despertarla, se puso de pie y salió hacia la cocina por un vaso con agua. Justo en ese momento el sonido de la puerta se escuchó, ladeó los labios sonriendo al ver llegar a Gaby, por lo que se acercó a ella, luego de que encendió la luz.
— ¿Cómo te fue? —refirió bajito.
Gabriela se sobresaltó al verlo ahí.
—No sabía que aún estabas aquí —susurró—. Me fue bien, Alex es una persona muy agradable.
—Norita me invitó a quedarme a dormir —explicó mirándola atento a los ojos.
Ella rio sin poder evitarlo.
—Y por supuesto no te pudiste negar —bromeó, sintiendo gran nervio
Minutos después que llegaron tomaron asiento, de inmediato fueron recibidos con varias botellas de mezcal, naranja, sal y chile en polvo, además de algunas botanas.—¿Deseas algo en especial? —Óscar cuestionó a Norita.—Quiero ver ese gusano del que hablaban —indicó. —¿Se los pueden comer? —indagó con curiosidad.—Está dentro de las botellas —respondió levantando una de ellas, para que lo viera—. Sí, muchas personas se los comen —comentó.Norita abrió sus ojos de par en par, presionó los párpados y se escondió detrás de Sam.—No pasa nada —susurró ella—. No va a salir de la botella, ni hace daño —refirió inclinándose a la misma altura de la
En horas de la noche.Carlos Gabriel, Alex y Óscar se dirigieron a un pequeño bar cerca de la ciudad, luego de que fueron a dejar a Sam y a Norita. La tenue luz del lugar y la trova combinaban de modo perfecto, para que pudieran charlar y hablar un rato.El tema “Ojalá by Silvio Rodríguez” amenizaba a los presentes. Los jóvenes caminaron entre las mesas en tono oscuro del bar, para tomar asiento un poco alejados y charlar con calma.Varias de las chicas solteras que se hallaban en el sitio observaban a los jóvenes, susurraban entre ellas y les sonreían.—Parece que son famosos por estos lados —comentó Alex dirigiendo su azulada mirada a aquella mesa, les brindó una sonrisa a las chicas—. Creo que soy el único disponible, ya que ustedes están comprometidos —comentó observando a
Días después.Samantha despertó gracias al mensaje que desde hacía una semana recibía por parte de Óscar, inhaló profundo y su mirada se iluminó al leer el texto.«Espero que hoy, tengas un excelente día. Te extraño»Sam presionó sus labios, y suspiró profundo; recordó el domingo anterior y la celebración que tuvieron en la casa de sus padres. Aquel día sintió una enorme felicidad al festejar a su papá y su esposo, además que notó que ahora los dos se llevaban mejor; sin embargo, esa mañana percibía cierto nerviosismo, era el primer viaje de Norita a Puerto Escondido con Óscar, entonces tecleó una respuesta.«Gracias, deseo lo mismo para vos, los voy a extrañar» envió y se puso de
Alondra no podía evitar sentir picor en su garganta al escuchar aquel nombre que le traía sublime y dolorosos recuerdos a la vez.—Soy Alondra —respondió con aquellos ojos aceitunados que arrastraban de nuevo gran melancolía—. Es un placer tenerte con nosotros —refirió—. Mi esposo es Álvaro, tu abuelo —indicó divisando a su atractivo marido.—Hola —contestó la niña observando al señor.—¿Cómo estás? —El abuelo se acercó y extendió su mano para saludarla, deseando poder abrazarla, pero no estaba seguro de que la pequeña se sintiera cómoda ante aquella efusividad—, no tarda en llegar tu tía Andy —refirió—. Estoy seguro de que con ella y sus visitas, no te aburrirás. —Sonrió.
Oaxaca- México.Samantha miraba con impaciencia su reloj, esperando noticias de Norita, pero no tenía ninguna, caminaba de un lado a otro por el apartamento llena de ansiedad, miraba a Gaby preparar el almuerzo y a Angelito jugando con unos cubos en el suelo.—¿Crees que ya hayan llegado? —indagó a su amiga. —¿Les habrá pasado algo malo? —averiguó con la mirada llena de angustia.Pau dejó las cosas que hacía para atender a su amiga.—Ya debieron llegar, estoy segura de que no tardan en hablarte —mencionó—. Han de estar dándoles la bienvenida. —Suspiró con nostalgia—, ten un poco de paciencia y si se demoran más, les llamas tú, pero considero que les des un voto de confianza —sugirió.Justo en ese instante el móvil de Sam vibró en la mesa de centro, ensegu
Samantha cerró la puerta del apartamento, y caminó a sentarse en una banca frente a una de las jardineras que había en el pasillo.—¿Qué tienes que ver vos con la negación de los permisos de funcionamiento del palenque de Óscar? —indagó sin preámbulos, mirando al joven con seriedad.Renato movió la cabeza hacia los lados, resopló con gran molestia al escucharla mencionarlo.—¿Todo se trata de ese bastardo, muerto de hambre? —indagó con furia. —¿Por qué no me lo pregunta él? ¿Acaso necesita escudarse tras tus faldas y tus encantos? —frunció el ceño.Las mejillas de Samantha enrojecieron de la ira que sintió, percibió la adrenalina correr por sus venas, y sin pensarlo, lanzó una bofetada en el rostro de Renato, fue tal la fuerza con la
En horas de la noche, cuando todos se habían ido a dormir, siendo algo tarde, Óscar llevó a Norita en sus fuertes y cálidos brazos a su habitación. Tomó la maleta de viaje de su hija y buscó el pijama con el que se iba a recostar, suspiró y la miró con profunda ternura.—¿Te divertiste? —cuestionó, mientras le ayudaba a retirar su ropa para cambiarse y ponerse cómoda.—Sí —respondió, bostezando, cansada. —¿Vas a dormir conmigo? —indagó.Óscar ladeó los labios.—No, tú vas a hacerlo junto a mí —refirió—. Esta es mi habitación —comentó con una amplia emoción—, cuidaré de ti —aseguró.Norita sonrió y lo abrazó, recargó su cabeza en el pecho de &e
Yesi salió de la habitación con la mirada cristalizada, entonces escuchó aquellas palabras de Teresita.—Eres una desgraciada —expresó alzando en sus brazos a su sobrina—. Sabes muy qué no eres bien recibida en esta casa —inquirió con dureza—. Quiero que te largues y me entregues las llaves —ordenó estirando una de sus manos para recibirla.Teresita tembló de coraje al escucharla.—No puedes, mi madrina me quiere más que a ti. —La miró con hostilidad.Yesi elevó su rostro al saber que no mentía, entonces le arrebató el bolso de la joven y lo volteó lanzando todas las cosas al suelo. Colocó a la pequeña en el sillón para tomar las llaves y luego sacarla a empujones.—Ni Óscar ni yo te queremos aquí