Capítulo 48

Una vez que Óscar subió a su auto, encendió las luces de su Bugatti, abrochó su cinturón de seguridad y se encaminó hacia Matatlán, el rugir de su voraz máquina, lo hizo sonreír ante cada cambio de velocidad, entonces seleccionó la música que iría escuchando.

Momentos después su vista se posó desde su espejo retrovisor, en los faros de un auto, que se movió al mismo tiempo que él, prosiguió su camino por las oscuras calles de la ciudad, viró en una desviación para tomar la carretera, entonces notó que aquel auto, también lo hizo.

—Estás paranoico, Óscar —refirió hablando solo; sin embargo, algo de eso lo inquietó. Por lo que con rapidez comenzó a acelerar, pisando con agilidad el embrague del carro. Haciendo los cambios de velocidad de man

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