Al día siguiente Jamie esperaba en la puerta principal de la empresa a que apareciera Emma, pero era extraño no verla, nunca llegaba tarde, siempre exacta, miró de nuevo el reloj y ya habían pasado cinco minutos después de la hora que solía llegar.
— ¿Dónde estará si siempre es estrictamente puntual al llegar? —arrugó su ceño y entró al edificio, durante el camino al elevador pensó que quizás para no encontrárselo en la entrada, subió antes a su oficina. Así que antes de empezar labores, iría a intentar tener una conversación decente, estaba a nada ya de la boda y tenía que celebrarse. Al llegar al piso, varios empleados especialistas en riesgo tomaban sus escritorios, Jamie se acercó a la jefa de Emma. —Buenos días, señora Byrne, estoy buscando a Emma, ¿Sabe de casualidad donde puedo encontrarla? ¿Y ha llegado? —la señora Byrne arrugó su ceño.
— ¿Emma? —extrañada a su pregunta—A Emma le di el día de ayer y hoy para que tuviese más tiempo para revisar los últimos detalles de su boda, —luego entrecerró sus ojos—¿Está todo bien? —Jamie asintió.
—Sí, todo bien, es solo que ayer tuve que hacer unas cosas fuera de casa y…—Jamie ya no sabía que más decir, —Gracias, llamaré a su celular. —ella asintió y luego siguió su mirada a la pantalla de su computadora que tenía frente a ella.
Jamie torció la boca, «Entonces por eso llegó antes al departamento», pensando que quizás alguien le había puesto una trampa.
Durante el resto del día, Jamie llamó a Emma muchas veces hasta que la última que llamó no volvió a entrar. Imaginó que pudo haber bloqueado las llamadas y los mensajes por qué al parecer no se conectaba. El celular sonó y él creyó que finalmente Emma le regresó la llamada, pero no, era su madre.
—Dime, madre. —dijo al contestar.
— ¿Cómo está eso que no habrá boda? —Jamie abrió sus ojos de par en par.
—No es nada, si habrá boda, y…—su madre lo interrumpió.
—Emma ha enviado un texto diciendo que la boda se cancela y que me agradecía por el hijo que había hecho, entonces me pregunto ¿Qué es lo que has hecho? ¿Sabes la vergüenza que pasaremos si no hay una boda? He invitado a muchas personas a esta boda, Jamie. No sé lo que hiciste, pero tienes que solucionarlo AHORA. —luego colgó la llamada la señora. Jamie soltó un largo suspiro y pensó en lo que tenía que hacer.
Del otro lado de la ciudad, Emma estaba tomando su segunda taza de café de la mañana a la hora habitual solo que esta vez es desde su lugar favorito que era la ventana de su habitación, desde ahí tenía una de las mejores vistas a Central Park, disfrutó por un momento esa sensación de tranquilidad que la albergó de la nada, creyó en que no necesitaba de Jamie y menos la desconfianza ahora que había creado en ella, se preguntó dos veces más ¿Qué era lo que había pasado como para tomar la decisión de engañarla? Era bonita, se cuidaba físicamente, era amable, educada, paciente y demasiado accesible para cuando se trataba en probar nuevas cosas en la cama, entonces negó.
«Hombres insatisfechos»
Había cancelado todo lo de la boda sin obtener una pérdida tan alta, a excepción de la luna de miel que no sería reembolsado, así que decidió adelantar el viaje a Hawái para salir esta misma tarde, había dado un pago por lo del cambio de fecha y había empezado a empacar, en medio de aquella gran cama de su habitación la maleta grande estaba abierta con ropa doblada a la perfección, con bolsas del mismo color donde tenía su ropa interior, sus pinturas y más. Cuando iba a salir del armario para desenfundar el vestido de novia y revisar que estuviese bien para regresarlo con el personal de la misma tienda que iría a recogerlos ellos mismos, sonó el intercomunicador. Fue hasta a él y contestó.
—Dime, Dock —le decían así al portero.
—Buenas tardes, señorita Spencer, el código negro ha llegado.
—Bien, dile que suba, pero al pendiente por si te toca subir a bajarlo a jalones.
—Cuente con ello que espero con ansia hacerlo. —luego Emma colgó, caminó hasta la sala donde tenía un par de maletas con todo lo de Jamie, ropa, trofeos, diplomas, champú, jabones, cepillos, había sacado toda la presencia de él. El timbre sonó y ella presionó sus labios.
—Que empiece el drama, —la puerta la abrió y ahí estaba, Jamie con cara de perrito mojado. —Ahí están tus maletas, puedes pagarle a Dock para que las baje por ti.
— ¿Podemos siquiera hablar y solucionarlo, cariño? —ella arqueó una ceja.
—Has perdido el privilegio de llamarme de esa manera, Jamie, creo que el verte con otra mujer revolcándote en mis nuevas sábanas debe de decirte algo.
—He cometido un error, soy humano, Emma.
—Pero yo no soy pendeja, ni tu tapasol y menos la que perdona una infidelidad, sabes perfectamente lo que pienso de eso y, aun así, lo hiciste. No hay vuelta atrás, toma las maletas y adiós.
— ¿Así tan fácil me vas a desechar? —preguntó Jamie sorprendido por verla con tanta seguridad.
— ¿Así tan fácil te metiste con otra a días de casarnos? —Emma se cruzó de brazos. —Y no te atrevas a pedirme el anillo de compromiso que pagaste con mi tarjeta de crédito y que dijiste que pagarías, yo lo he regresado, así como las argollas, el salón, la comida, la música, meseros y loza.
— ¿Qué? ¿Y la luna de miel? —Emma sonrió.
—Esa…—Emma miró su reloj y luego levantó la mirada a él. —… Me está esperando.
— ¿Qué? ¿Cómo que te irás a Hawái sin mí? ¡Yo elegí ese lugar! —exclamó ofendido.
—Y yo quien lo pagó. Así que tengo prisa, toma tus cosas y adiós. —se dio la vuelta Emma, pero la mano de Jamie la atrapó con fuerza y volviéndola hacia él casi chocando su pecho contra el de ella.
—No puedes hacerme esto, Emma. —se miraron a los ojos, Emma arqueó una ceja y se soltó del agarre bruscamente.
—Solo mírame. —tomó el intercomunicador. —Dock, sube. —Jamie arrugó su ceño y entonces momentos después apareció el cuerpo fornido, alto e intimidante de Dock, apareció una sonrisa.
— ¿Qué necesita, señorita Spencer? —Jamie se tensó y entonces entendió lo del código negro que había dicho anteriormente.
—Saldré por mi cuenta, no es necesario usar la fuerza en esto. —no podría contra Dock el mastodonte como le decía en su cabeza. Emma esperó a que Jamie sacara las maletas y que el portero lo sacara del edificio. —Le partirás el corazón a mi madre.
—Dile que tú me lo partiste a mi primero y que, por ende, será el de ella cuando escuche por tu boca que es lo que me hiciste.
—Emma, hablemos por favor, ¿No merezco una segunda oportunidad?
—No. Adiós, gracias Dock. —y cerró la puerta delante de la cara de Jamie, al hacerlo se quedó ahí, de pie, viendo la puerta e imaginando la cara de su ahora ex prometido. Soltó un largo suspiro, pensando que en cualquier momento aparecería el dolor y las lágrimas, pero…
Siguieron sin aparecer.
Hawái, Estados UnidosLa habitación prenupcial era de las mejores de ese hotel que en el que había hecho reservación, suspiró cuando se retiró el collar de flores silvestres que le regalaron al llegar al aeropuerto, revisó el itinerario que en su mayoría era en pareja por obviedad, pero decidió pedir uno nuevo que se adaptara a ella, hacerlo sola y explorar cada actividad. La primera que apareció en la lista, era la aventura de buceo de superficie en Molokini a bordo de Calypso, leyó que se vería cara a cara con las tortugas verdes hawaianas, desayuno y almuerzo mientras se navega en la costa, el catamarán tenía toboganes que claramente ella no se subiría y menos se vería con las tortugas. Así qué lo descartó.—Tiene que haber algo más…—murmuró bajando su mirada a la lista del itinerario. —Aventura en scooter en submarino en Oahu, danza de cuchillos en la ceremonia de bienvenida, bailar hula, hula, tejer diadema con hoja de coco, festín hawaiano. —siguió leyendo—Tour por las cataratas
Hotel Paradise, Hawái.Suite presidencialLa luz del sol entró por aquella ventana, las cortinas blancas ondeaban por la brisa fresca, el ruido de las olas estrellarse se escuchó de fondo. Emma se movió y buscó a tientas la sábana para tirar de ella y cubrirse al sentir un escalofrío. Pero no la encontró. Encontró el dorso desnudo de alguien que estaba a su lado aún dormido y con la boca entreabierta. Retiró sus dedos lentamente, abrió su ojo un poco para mirar y entonces abrió los dos. Pasó saliva con dificultad, “¿Quién es?” Las imágenes de la noche anterior, desfilaron rápidamente una por su mente. Cerró los ojos y los apretó con fuerza, el recordarlo despertó el calor que anoche había surgido con el hombre alemán. Negó para sí misma, “¿Cómo es posible sentir algo así por un extraño a quien tenía unas cuantas horas de conocer?” Era como si un apetito sexual que ni ella conocía hubiera despertado por primera vez.—Buenos días, leona. —la voz ronca, adormilada y sexy del hombre a su
Max caminó de un lado a otro mientras esperaba subir al avión, cuatro amigos lo miraron empezando a ponerse nerviosos.— ¿Qué es lo que vas a hacer? —preguntó Alex, este se mordió distraídamente su uña del pulgar sin dejar de ver a su amigo que no dejó de caminar.—No lo sé, venir a Hawái para cubrir las apariencias de que yo no sé nada, creo que ha sido un error. Debo de estar ahí y enfrentarlos. —Gus, negó.—No me digas que venir y salir del infierno en el que estabas es un error. Somos tus amigos y aunque sea te has divertido, ¿No? —Max dejó de caminar y sonrió débilmente, miró a sus cuatro amigos: Gustavo y Alejandro, estos dos americanos, Viktor y Sasha, alemanes que vinieron a trabajar con él desde Berlín.— ¡Claro que se ha divertido él sin vergüenza! —todos soltaron las carcajadas al ver a su amigo enrojecer del rostro delatándolo.—Callen, malditos. —estos rieron más fuerte en aquella sala privada de abordaje.—Yo quiero saber, —dijo el hombre alto, corpulento y elegante, mie
Domingo por la tarde y Emma ya estaba empacando su ropa en la maleta, preparando todo para salir en una hora hacia el aeropuerto y tomar su vuelo a New York. Aún le quedaba una semana en el lugar, pero sintió que era suficiente, ya estaba bronceada, descansada, solo quería regresar y avanzar. Había pensado vender su departamento y comprarse uno nuevo con sus ahorros, también vender su auto y comprar otro, quería todo nuevo, nada que Jamie haya tocado… O su amante.****Las siguientes horas fueron eternas para ella, pensó en todo el trabajo que le esperaba el lunes, y solo hacerlo, la relajó. Emma era adicta al trabajo, centrar su mente en algo productivo y que generaría, era algo que muchos no entenderían. Cuando desvió la mirada por la ventanilla, visualizó a lo lejos las luces de la ciudad, una sonrisa apareció en sus labios y su corazón latió a toda prisa. Ya estaba llegando a casa.Había dejado el auto en el aeropuerto guardado, el hombre subió la segunda maleta que se había compra
Días después…Emma firmó finalmente la compra de su nuevo departamento, había tomado de sus ahorros para amueblarlo a su gusto, ya que todo lo que tenía en su antiguo departamento, se vendió junto con él. Miró por la ventana de su nueva sala y la vista era impresionante, se cruzó de brazos y contempló la estatua de la libertad a lo lejos, la luz que entró, bañó todo el espacio.—Finalmente, un nuevo comienzo. —dijo una vez que acomodó de nuevo el portarretrato que estaba al lado de la televisión de última generación, empotrada. Era ella graduándose de la universidad, posó sola, con un gesto de seriedad que solía siempre usar en las fotos. Sonrió y luego suspiró. El celular a lo lejos sonó, estaba en su nueva habitación. Cuando lo tomó, miró la pantalla un número desconocido, entrecerró sus ojos pensando que podría ser Jamie y había bloqueado todo número desconocido, ahora era uno nuevo. — ¿Tendré que cambiar de número?—el número desconocido insistió, así que respondió. — ¿Sí?—contestó
Emma miró a su madre en la cama, su sonrisa y el brillo de aquellos ojos le recordó todo el pasado, todo lo que había hecho para evitarla a toda costa, pero al parecer nada sirvió para nada. Ella estaba aquí. Buscando dinero. Y algo más, quizás.—¿Cómo te sientes? —preguntó Emma acercándose al pie de la cama, la mujer sonrió más a la frialdad con la que su hija la recibía.—Bien. Este hospital es un asco, pero bien. ¿Por qué has tardado tanto en venir por mí? —preguntó, Emma se tensó y negó lentamente.—¿Venir por ti? Primero que todo, ¿Qué es lo que quieres? Podemos solucionarlo en este momento. No es necesario que vengas conmigo. Dime, y cada quien sigue su camino.—Vaya, sigues como un témpano aun al ver a tu madre en esta situación. ¿No te duele el corazón tratarme de esta manera? —Emma reconoció de inmediato el tono de sarcasmo en aquellas palabras.—¿Cuánto es lo que quieres? Ya he pagado el hospital. Y habla de una vez por qué tengo cosas que hacer.—Bueno, quiero unos miles de
Emma se miró en el nuevo espejo que había adquirido en una prestigiosa tienda de muebles y decoración, notó lo poco bronceada que estaba, se regañó a sí misma no haber disfrutado del sol en la playa un poco más, entonces cerró los ojos y sonrió débilmente, recordando aquel cuerpo alto, fornido, con acento alemán, labios carnosos y que había besado cada rincón de ese cuerpo. Soltó un largo y pesado suspiro. «¿Quién se iba a imaginar que Emma Spencer iba a hacer algo así tan descabellado en su vida?» Se había confesado a sí misma que nunca había tenido tantos orgasmos en su vida sexual y en unas horas nada más que lo que duró con Jamie de pareja. Al abrir los ojos, se aclaró la garganta y se tocó las mejillas que se habían tornado un color rosa intenso, el recordar lo bien que había pasado esa noche con el alemán, era imposible volver a tener algo así en su vida. Después de eso, no volvería a tener una relación por nada del mundo. La experiencia con Jamie la dejó sin ganas de volver a te
Enfrente de una hermosa casa, dentro de los terrenos más lujosos, Max estaba en su auto con su prometida, Irina, esta no dejó de hablar del tema de la boda mientras los dedos de él tamborearon impacientes en su pierna intentó mostrar interés, pero realmente estaba acabando con la paciencia que le quedaba.“Infiel descarada” pensó.—No quiero arruinar el momento, querida, pero necesito marcharme. —la mujer arqueó la ceja y lo miró de manera irritante. Se cruzó ella de brazos contra su pecho haciendo que este resaltara a la vista con ese escote descarado. —Tenemos que ultimar los detalles de nuestra boda, querido. —Max tomó una bocanada de aire de manera discreta y lo soltó entre dientes. Luego puso una gran sonrisa fingida.—Lo sé, pero recuerda que con la fusión de la empresa, tendré más trabajo, y en estos momentos estoy perdiendo dinero hablando de un tema que al final siempre vas a decidir lo que TÚ quieres, no yo, ¿Sabes por qué?—Porque soy la mejor y porque te amo. —respondió c