Max estaba sentado en uno de los sillones de la sala mientras tenía a la pequeña Emily en brazos, ella acaba de dormirse por fin. Había estado llorando por un buen rato, pensó que podría tener hambre pero lo que quería era estar en brazos. Una sonrisa apareció en sus labios, era una pequeña extensión de él y de Emma, momentos después, un suspiro llegó a él.— ¿Está dormida?—preguntó Emma bajando las escaleras de la segunda planta, Max asintió y miró embelesado en su dirección. Se veía hermosa en aquellos jeans ajustados, se notó como su cuerpo había cambiado, tenía más caderas, y sus pechos, más grandes, pero esos eran por la leche, se remangó hasta los codos la camisa holgada de vestir, disimulaba los kilos extras que había ganado en el embarazo y aunque, nunca fue fiel al gimnasio, pensó detenidamente en empezar una rutina.Mientras avanzaba hacia ellos, se levantó una coleta en lo alto de su cabeza, dejando a la vista su largo cuello, y la curva de sus hombros. Max pasó saliva con
Los sentimientos estaban a flor de piel, pero Emma hacía lo posible por ser la mejor versión de ella misma. Terminó de cambiar el pañal de la pequeña, y sonrió al verla tranquila. Recordó las palabras de Elaine de hace días atrás en aquel restaurante. Era algo raro de ver en su madre, ella intentando ser maternal. O quizás siempre lo fue pero nunca lo demostró.— ¿Quién es la princesa de mamá? —comenzó a hacerle cariños a Emily. — ¿Quién es princesa de mamá? —y la llenó de pequeños besos.— ¿Señora? —llamó el ama de llaves, Emma se enderezó y miró hacia la puerta.—Dime, —dijo tomando el resto de las cosas de la bebé que había sacado para ponerlas de regreso en el cajón.—Le ha llegado un paquete, —luego se lo entregó. Emma le dio las gracias y miró el remitente. Pero no había nada, solo el nombre de ella. Regresó a la cuna y Emily estaba empezando a hacer pucheros de querer llorar.—No, señorita, no puede imponerse a estar solo en brazos. No, señorita, —Emily empezó a llorar, Emma so
Dos meses después…Día de la boda.Jardines de la mansión de los Müller.Emma se ajustó de nuevo el tirante de su hombro, este lentamente se bajaba, torció sus labios en desaprobación. En la muestra para revisar detalles, todo estaba perfecto, no entendía que había pasado en una semana, ¿Por qué el tirante estaba flojo? Eda entró vestida en un vestido color dorado, escote recto y caía hasta sus pues. Un recogido debajo de la nuca y un rol de su cabello cayó por el costado de su rostro.—Traje la aguja y el hilo. Arreglemos esto. —dijo decidida a arreglar aquel tirante.— ¿Está todo listo? —quiso saber, Emma. Estaba nerviosa. No había podido dormir mucho últimamente.—Sí, Emily ya está vestida, la tiene Max. Pero yo seré quien la cargue en la ceremonia. Aunque Sasha está obsesionado con hacerlo él, le he dado un ultimátum de que seré yo quien la lleve. —Emma sonrió, Sasha había sido el hombre que había cortejado a Eda desde hace un mes, y ahora, eran novios recién. Serían la pareja más
Max Empresas Müller —Me gustaría confirmar la reservación, gracias—había llamado al restaurante favorito de Emma, hoy era su cumpleaños. Y aunque ella no solía festejarlo, desde que estaba a mi lado, yo lo hacía totalmente especial. Así que me ha pedido algo tranquilo, sin alboroto y si era posible, solo nosotros dos. Solté un largo suspiro, este año quería hacerlo más emotivo. Habían pasado bastantes cosas en estos últimos cinco años desde que nos habíamos dado el sí, cinco años siendo esposos, amigos y los mejores amantes. Tenía mis manos dentro de los bolsillos de mi pantalón de vestir, estaba de pie, frente aquella vista panorámica desde mi oficina, pero mis cinco minutos de descanso, fueron interrumpidos por el toque de la puerta de mi oficina. —Adelante—anuncié, me giré hacia mi escritorio a mi espalda entonces apareció mi pequeño ángel. — ¡Papá! —Emily vino corriendo hacia a mí con sus brazos abiertos para que la alzara, y como súper papá, lo hice sin pensarlo, me rodeó del
New York, Estados Unidos.Emma encendió la cafetera a la misma hora de siempre, quince minutos antes de las seis en lo que ella se daba una ducha y se arreglaba, tomaría la primera taza del día antes de marcharse a la empresa. Emma era un analista de riesgo en una importante empresa internacional que tenía la cede en Alemania, era la mejor en su trabajo, había sido la mejor empleada consecutiva durante más de un año. Era implacable, estricta, obsesiva con la limpieza, el orden, perfeccionista y…era una mujer excepcional. Todas las personas que la conocían, la admiraban, pero no todos.— ¡¿Dónde está mi corbata?! —gritó Jamie, su prometido, este salió de la habitación en ropa interior y aporreó la puerta del baño. Emma debajo del agua estaba concentrada masajeando su cuero cabelludo durante el minuto que siempre usaba para hacerlo por las mañanas. — ¿Estás aun con lo de tu cabello? Voy a llegar tarde, mujer. —volvió aporrear la puerta irritado. Emma abrió los ojos y presionó su mandíbu
Al día siguiente Jamie esperaba en la puerta principal de la empresa a que apareciera Emma, pero era extraño no verla, nunca llegaba tarde, siempre exacta, miró de nuevo el reloj y ya habían pasado cinco minutos después de la hora que solía llegar.— ¿Dónde estará si siempre es estrictamente puntual al llegar? —arrugó su ceño y entró al edificio, durante el camino al elevador pensó que quizás para no encontrárselo en la entrada, subió antes a su oficina. Así que antes de empezar labores, iría a intentar tener una conversación decente, estaba a nada ya de la boda y tenía que celebrarse. Al llegar al piso, varios empleados especialistas en riesgo tomaban sus escritorios, Jamie se acercó a la jefa de Emma. —Buenos días, señora Byrne, estoy buscando a Emma, ¿Sabe de casualidad donde puedo encontrarla? ¿Y ha llegado? —la señora Byrne arrugó su ceño.— ¿Emma? —extrañada a su pregunta—A Emma le di el día de ayer y hoy para que tuviese más tiempo para revisar los últimos detalles de su boda,
Hawái, Estados UnidosLa habitación prenupcial era de las mejores de ese hotel que en el que había hecho reservación, suspiró cuando se retiró el collar de flores silvestres que le regalaron al llegar al aeropuerto, revisó el itinerario que en su mayoría era en pareja por obviedad, pero decidió pedir uno nuevo que se adaptara a ella, hacerlo sola y explorar cada actividad. La primera que apareció en la lista, era la aventura de buceo de superficie en Molokini a bordo de Calypso, leyó que se vería cara a cara con las tortugas verdes hawaianas, desayuno y almuerzo mientras se navega en la costa, el catamarán tenía toboganes que claramente ella no se subiría y menos se vería con las tortugas. Así qué lo descartó.—Tiene que haber algo más…—murmuró bajando su mirada a la lista del itinerario. —Aventura en scooter en submarino en Oahu, danza de cuchillos en la ceremonia de bienvenida, bailar hula, hula, tejer diadema con hoja de coco, festín hawaiano. —siguió leyendo—Tour por las cataratas
Hotel Paradise, Hawái.Suite presidencialLa luz del sol entró por aquella ventana, las cortinas blancas ondeaban por la brisa fresca, el ruido de las olas estrellarse se escuchó de fondo. Emma se movió y buscó a tientas la sábana para tirar de ella y cubrirse al sentir un escalofrío. Pero no la encontró. Encontró el dorso desnudo de alguien que estaba a su lado aún dormido y con la boca entreabierta. Retiró sus dedos lentamente, abrió su ojo un poco para mirar y entonces abrió los dos. Pasó saliva con dificultad, “¿Quién es?” Las imágenes de la noche anterior, desfilaron rápidamente una por su mente. Cerró los ojos y los apretó con fuerza, el recordarlo despertó el calor que anoche había surgido con el hombre alemán. Negó para sí misma, “¿Cómo es posible sentir algo así por un extraño a quien tenía unas cuantas horas de conocer?” Era como si un apetito sexual que ni ella conocía hubiera despertado por primera vez.—Buenos días, leona. —la voz ronca, adormilada y sexy del hombre a su