Hotel Paradise, Hawái.
Suite presidencial
La luz del sol entró por aquella ventana, las cortinas blancas ondeaban por la brisa fresca, el ruido de las olas estrellarse se escuchó de fondo. Emma se movió y buscó a tientas la sábana para tirar de ella y cubrirse al sentir un escalofrío. Pero no la encontró. Encontró el dorso desnudo de alguien que estaba a su lado aún dormido y con la boca entreabierta. Retiró sus dedos lentamente, abrió su ojo un poco para mirar y entonces abrió los dos. Pasó saliva con dificultad, “¿Quién es?” Las imágenes de la noche anterior, desfilaron rápidamente una por su mente. Cerró los ojos y los apretó con fuerza, el recordarlo despertó el calor que anoche había surgido con el hombre alemán. Negó para sí misma, “¿Cómo es posible sentir algo así por un extraño a quien tenía unas cuantas horas de conocer?” Era como si un apetito sexual que ni ella conocía hubiera despertado por primera vez.
—Buenos días, leona. —la voz ronca, adormilada y sexy del hombre a su lado, la estremeció, se removió para quedar de perfil frente a ella. Retiró cabello de su frente y luego acarició su mejilla.
—Buenos días, extraño. —él sonrió ampliamente enseñando sus dientes perfectos.
— ¿Quieres entrar conmigo a la ducha antes de despedirnos para siempre? —Emma apretó sus muslos al sentir aquel cosquilleo en esa parte privada y bien depilada. “Traidora” pensó. Se mordió el labio y asintió decidida a terminar este sexo casual e inesperado con el alemán.
—Bien, —se inclinó hacia ella y dejó un beso en la punta de la nariz. Ella no se había dado cuenta de que retuvo su respiración. Cuando él se puso de pie, dejó a la vista su trasero redondo y bien trabajado. Ella abrió más sus ojos por tremenda vista. Era la segunda vez que veía un trasero de un hombre, el primero el de Jamie, durante cinco años. El hombre desaparecido en el interior del baño, y luego escuchó el agua caer, se levantó y se aferró a la sábana para cubrir la desnudez, miró la majestuosa vista desde su habitación, recordó lo que no quería: la infidelidad de su ex prometido. Cerró los ojos y negó, no arruinaría su viaje con lo que había pasado, si no podía llorar, ¿Era por qué no había sentimientos tan profundos? Así que decidió seguir con su viaje, los dedos aflojaron la tela de la sábana que la cubría, esta cayó a sus pies y sonrió.
—Alguien me espera en la ducha. —susurró para sí misma al mirar el reflejo de ella en el vidrio de la ventana. Cuando entró al baño, la escena que miró frente a ella era impresionante, el cuerpo del hombre alemán era exageradamente hermoso. Emma tomó una bocanada de aire cuando sintió que este le faltaba, él se giró al sentir la mirada.
—Te estoy esperando. —Emma sonrió, y asintió caminando hasta que entró bajo la gran cascada de agua. Sintió como el agua tibia la mojó, cuando abrió sus ojos, él la estaba mirando embelesado. No se atrevió a tocarla hasta que ella lo hiciera, tan claro como ella lo había dicho horas atrás. Y así fue, Emma se quitó lo que quedaba de pena y decidió seguir disfrutando lo que estaba pasando con el alemán.
La espalda de ella contra el azulejo, sus piernas rodeando la cintura de él, mientras embistió en su interior, nunca había disfrutado tanto el sexo como lo estaba haciendo en ese momento, y las anteriores horas. Escuchar como la mujer se desinhibía y se dejaba llevar por la pasión, era excitante para él. Los jadeos, los gemidos y de vez en cuando los gruñidos de parte de él antes de venirse, inundaban el baño, la habitación, la terraza y el armario. Cuando finalmente volvieron a venirse en la alfombra a pie de la cama, alguien los sacó a ambos de su burbuja sexual.
Era el celular de él, ha como pudo se levantó y con las piernas temblorosas amenazando con tirarlo, contestó.
—Dime, —escuchó a su amigo al otro lado de la línea, al parecer las vacaciones se habían terminado para él. —Bien. Voy en este momento, gracias. —luego colgó. Miró a la mujer desnuda recostada en la alfombra intentando tranquilizar su respiración después del orgasmo número… Ya había perdido la cuenta. El alemán era insaciable, y ahora estaba descubriendo que ella también, cuando miró al hombre arrugó su ceño.
— ¿Qué pasa? —él iba a decir algo cuando ella habló para evitarlo—Lo sé, sé que no diremos nuestros nombres, nada de nada, esto es algo que no volverá a pasar. Pero por tu semblante pensé que podría ocurrir algo malo.
—Es malo—ella alzó sus cejas y se sentó, —Tengo que marcharme. Muy a mi pesar, porque esto que ha pasado, es único y no quiero que termine. Pero tengo que irme. —Emma asintió entendiendo a la perfección lo que él dijo. Él, se mordió el labio, no quería irse realmente, pero tenía que hacerlo ahora. Se levantó y se inclinó hacia ella, de un movimiento rápido, la alzó por sorpresa arrancándole un jadeo, la recostó sobre la cama y luego devoró su boca una última vez. Se fue a cambiar y cuando estaba en el armario solo, miró la maleta acomodada debajo de la ropa que colgaba a la perfección y arqueó una ceja al ver que estaba por colores, “Vaya” pensó sorprendido. Llegó hasta la maleta y miró la etiqueta del aeropuerto, y ahí estaba, el primer nombre de ella y de dónde venía y arrugó su ceño, “New York” sintió su corazón acelerarse con fuerza, pero negó, quizás ella solo buscaba una aventura y cuando iba a aventurarse a averiguar más, se dio cuenta de algo, ella no estaba sola. Así que terminó de vestirse, y cuando salió, ella estaba envuelta en una bata de seda con su nombre, como la que vio con el nombre de “Jamie” “Recién casados” y luego suspiró. ¿Por qué había creído que esta vez el destino estaba jugando de su lado?
—Me voy, —dijo él, no entendió por qué de su molestia en el interior, ¿Era por qué se iba a ir cuando quería quedarse o por qué ella era una recién casada buscando aventura en su luna de miel?
—Bien, te acompaño a la puerta…—dijo Emma intentando hacer tiempo para averiguar por qué se iba—Espero esté todo bien. —Cuando llegaron a la puerta, él la miró.
—Está perfecto, espero que te hayas divertido, tomar al primer hombre que te compró la bebida para seducirlo y meterlo a la cama. —Emma alzó sus cejas con mucha sorpresa al escucharlo decirle eso, pero ¿qué le pasa al tipo?
—Okay…—no supo de inmediato que decir, él se molestó más por su descaro, se dio la vuelta y se fue. Emma arrugó su ceño y cerró la puerta de la habitación, se ajustó la bata de seda y se quedó repasando sus palabras. —Bueno, él lo sabía cuándo accedió a subir a ese elevador. —soltó un largo suspiro y miró el lugar. —Vamos, aún no termina la luna de miel, Emma.
Max caminó de un lado a otro mientras esperaba subir al avión, cuatro amigos lo miraron empezando a ponerse nerviosos.— ¿Qué es lo que vas a hacer? —preguntó Alex, este se mordió distraídamente su uña del pulgar sin dejar de ver a su amigo que no dejó de caminar.—No lo sé, venir a Hawái para cubrir las apariencias de que yo no sé nada, creo que ha sido un error. Debo de estar ahí y enfrentarlos. —Gus, negó.—No me digas que venir y salir del infierno en el que estabas es un error. Somos tus amigos y aunque sea te has divertido, ¿No? —Max dejó de caminar y sonrió débilmente, miró a sus cuatro amigos: Gustavo y Alejandro, estos dos americanos, Viktor y Sasha, alemanes que vinieron a trabajar con él desde Berlín.— ¡Claro que se ha divertido él sin vergüenza! —todos soltaron las carcajadas al ver a su amigo enrojecer del rostro delatándolo.—Callen, malditos. —estos rieron más fuerte en aquella sala privada de abordaje.—Yo quiero saber, —dijo el hombre alto, corpulento y elegante, mie
Domingo por la tarde y Emma ya estaba empacando su ropa en la maleta, preparando todo para salir en una hora hacia el aeropuerto y tomar su vuelo a New York. Aún le quedaba una semana en el lugar, pero sintió que era suficiente, ya estaba bronceada, descansada, solo quería regresar y avanzar. Había pensado vender su departamento y comprarse uno nuevo con sus ahorros, también vender su auto y comprar otro, quería todo nuevo, nada que Jamie haya tocado… O su amante.****Las siguientes horas fueron eternas para ella, pensó en todo el trabajo que le esperaba el lunes, y solo hacerlo, la relajó. Emma era adicta al trabajo, centrar su mente en algo productivo y que generaría, era algo que muchos no entenderían. Cuando desvió la mirada por la ventanilla, visualizó a lo lejos las luces de la ciudad, una sonrisa apareció en sus labios y su corazón latió a toda prisa. Ya estaba llegando a casa.Había dejado el auto en el aeropuerto guardado, el hombre subió la segunda maleta que se había compra
Días después…Emma firmó finalmente la compra de su nuevo departamento, había tomado de sus ahorros para amueblarlo a su gusto, ya que todo lo que tenía en su antiguo departamento, se vendió junto con él. Miró por la ventana de su nueva sala y la vista era impresionante, se cruzó de brazos y contempló la estatua de la libertad a lo lejos, la luz que entró, bañó todo el espacio.—Finalmente, un nuevo comienzo. —dijo una vez que acomodó de nuevo el portarretrato que estaba al lado de la televisión de última generación, empotrada. Era ella graduándose de la universidad, posó sola, con un gesto de seriedad que solía siempre usar en las fotos. Sonrió y luego suspiró. El celular a lo lejos sonó, estaba en su nueva habitación. Cuando lo tomó, miró la pantalla un número desconocido, entrecerró sus ojos pensando que podría ser Jamie y había bloqueado todo número desconocido, ahora era uno nuevo. — ¿Tendré que cambiar de número?—el número desconocido insistió, así que respondió. — ¿Sí?—contestó
Emma miró a su madre en la cama, su sonrisa y el brillo de aquellos ojos le recordó todo el pasado, todo lo que había hecho para evitarla a toda costa, pero al parecer nada sirvió para nada. Ella estaba aquí. Buscando dinero. Y algo más, quizás.—¿Cómo te sientes? —preguntó Emma acercándose al pie de la cama, la mujer sonrió más a la frialdad con la que su hija la recibía.—Bien. Este hospital es un asco, pero bien. ¿Por qué has tardado tanto en venir por mí? —preguntó, Emma se tensó y negó lentamente.—¿Venir por ti? Primero que todo, ¿Qué es lo que quieres? Podemos solucionarlo en este momento. No es necesario que vengas conmigo. Dime, y cada quien sigue su camino.—Vaya, sigues como un témpano aun al ver a tu madre en esta situación. ¿No te duele el corazón tratarme de esta manera? —Emma reconoció de inmediato el tono de sarcasmo en aquellas palabras.—¿Cuánto es lo que quieres? Ya he pagado el hospital. Y habla de una vez por qué tengo cosas que hacer.—Bueno, quiero unos miles de
Emma se miró en el nuevo espejo que había adquirido en una prestigiosa tienda de muebles y decoración, notó lo poco bronceada que estaba, se regañó a sí misma no haber disfrutado del sol en la playa un poco más, entonces cerró los ojos y sonrió débilmente, recordando aquel cuerpo alto, fornido, con acento alemán, labios carnosos y que había besado cada rincón de ese cuerpo. Soltó un largo y pesado suspiro. «¿Quién se iba a imaginar que Emma Spencer iba a hacer algo así tan descabellado en su vida?» Se había confesado a sí misma que nunca había tenido tantos orgasmos en su vida sexual y en unas horas nada más que lo que duró con Jamie de pareja. Al abrir los ojos, se aclaró la garganta y se tocó las mejillas que se habían tornado un color rosa intenso, el recordar lo bien que había pasado esa noche con el alemán, era imposible volver a tener algo así en su vida. Después de eso, no volvería a tener una relación por nada del mundo. La experiencia con Jamie la dejó sin ganas de volver a te
Enfrente de una hermosa casa, dentro de los terrenos más lujosos, Max estaba en su auto con su prometida, Irina, esta no dejó de hablar del tema de la boda mientras los dedos de él tamborearon impacientes en su pierna intentó mostrar interés, pero realmente estaba acabando con la paciencia que le quedaba.“Infiel descarada” pensó.—No quiero arruinar el momento, querida, pero necesito marcharme. —la mujer arqueó la ceja y lo miró de manera irritante. Se cruzó ella de brazos contra su pecho haciendo que este resaltara a la vista con ese escote descarado. —Tenemos que ultimar los detalles de nuestra boda, querido. —Max tomó una bocanada de aire de manera discreta y lo soltó entre dientes. Luego puso una gran sonrisa fingida.—Lo sé, pero recuerda que con la fusión de la empresa, tendré más trabajo, y en estos momentos estoy perdiendo dinero hablando de un tema que al final siempre vas a decidir lo que TÚ quieres, no yo, ¿Sabes por qué?—Porque soy la mejor y porque te amo. —respondió c
«… Y faltas solo tú…» las palabras de su jefa se quedaron retumbando en su cabeza. ¿Cómo le haría para escapar? ¿Cómo podría ser posible que el alemán fuese un empleado en su misma empresa? ¿Esto era algún tipo de venganza de su vida pasada? ¿Algo de karma? «Imposible» no había hecho nada malo como para que el destino le estuviese cobrando algo. —Voy en un momento, no me siento bien. —dijo Emma sincera, el estómago se le había tensado por lo que había visto. —¿En serio? ¿Quieres que te lleve al hospital?—Emma negó como si ella la hubiese visto cara a cara. —Es solo que algo debí de haber comido que me debió de caer mal. Solo tengo un poco de náusea. —Pero si no has almorzado, ¿Qué es lo que vas a vomitar, mujer? ¿No será que…?—detuvo sus palabras. —¿Qué?—preguntó Emma alertada. —¿Estás embarazada?—preguntó su jefa, Emma abrió sus ojos de par en par, y negando rápidamente. —No, no, no, no. Claro que no. Imposible—Emma siempre se había cuidado. Siempre. Imposible que pueda quedar
Max llegó a su departamento que tenía para sus visitas a la ciudad, eso le recordó que tenía que venderlo de inmediato y buscar una casa, ya que él soñaba con un lugar con jardín, una área de parrilla, una piscina, una cocina grande, una sala de entretenimiento, y con una vista a un lago y claro, con muchas habitaciones incluyendo para sus futuros retoños. Un ambiente familiar es con lo que soñaba.Ese era uno de su sueño con Irina una vez casados, aunque ella prefería un ático en algún edificio famoso y costoso con vista a la estatua de la libertad, Max estaba seguro de que la podría haber convencido de tener una casa fuera del barullo de la ciudad, o eso esperaba antes, ahora todo había cambiado, así como sus planes de tener una vida juntos en un futuro. Caminó por el pasillo mientras se desabrochaba la corbata con el nudo más perfecto que podía hacer, al abrir la puerta de su habitación, se detuvo, Irina estaba en la cama vestida en un conjunto de Victoria Secret, se podía ver des