Al cabo de un rato, seguí buscando en los archivos de mi padre, con la idea de encontrar una de las cartas enviadas a los papás de Eduardo, para así saber qué era lo que realmente había dicho para que él no volviera por mí.
Mis piernas empezaron a temblar cuando en el último archivo, estaban unos papeles envueltos en una bolsa negra, supuse por su fachada que se trataba de algo que ocultaba con sumo cuidado y finalmente la abrí, para descubrir otra más de las mentiras de mi difunto padre en una copia, eso me sirvió, él había dejado copia de todo lo enviado, quizá para tenerlo de prueba o para cavar su propia tumba, pensé incluso que él sabía bien que yo algún día iba a descubrirlo y necesitarlo, por fín sentía que mi padre había hecho algo bueno por mí.
- Mary odia a Eduardo, no quiere verlo nunca más en su vida, ella finalmente se dio cuenta que solo es un pobre diablo que no puede ofrecerle nada, ahora que está lejos está mejor que nunca, si ustedes deciden regresar les juro que su vida corre peligro, no los quiero cerca de mi hija, suficiente haré por él, pagando sus estudios, y si él vuelve a molestar a mi hija, todo el tiempo invertido en esa carrera será en vano, pues yo me encargaré que pierda todo lo que hasta hoy ha conseguido.
Señalaba parte de la carta que mi padre había enviado, dos años después de la huida de Eduardo, ahí estaba la única razón por la cual, jamás había vuelto por mí, leer eso y lo demás, me generó una tristeza horrible, sentí tanto odio por mi padre y su terrible forma de actuar, era tan cruel no tenerlo a mi lado, por culpa de los caprichos de mi padre, era como si todo al fin saliera de una cueva, y me viera en el mismo día que se marchó, cuando yo no tenía ni una sola idea de lo que estaba sucediendo, descubrirlo me estaba calcinando el alma.
Lo que había dicho Magaly era real, no habían vuelto a enviar cartas desde hacía ya cinco años, entonces imaginé que posiblemente en ese tiempo Eduardo se graduó, y empezó a trabajar, que ya no era el aldeano inculto que corría conmigo por todas las colinas del pueblo en su bicicleta que llevaba una canasta de flores para mí, y que entonces yo seguía enamorada de un recuerdo, un completo espejismo de eso, una fantasía, un hombre que ya no existía, y que posiblemente ya no me recordaba.
La última carta que no obtuvo respuesta fue en la que les aseguró que yo me había casado, que me había ido lejos del pueblo y que incluso ya tenía un hijo, así que supuse que Eduardo se resignó a perderme y por eso dejó de escribir.
Envolví todas las cartas en la misma bolsa y las coloqué en mi cartera, no soporté la tristeza ahí dentro, era como estar en la tumba de mi padre, atacada de emociones, de rencor, de nostalgia, recuerdos, ordenar la historia de mi vida me dolía, era como si no hubiese vivido diez años.
Salí de prisa, cabizbaja, mi piel blanca hacía lucir roja mi nariz cuando lloraba, y no iba a permitir que nadie me mirara débil, pues ahí solo hombres habían, me subí al jeep como si fuese un espanto, iba muda de soledad y angustia.
- Lu, finalmente me casaré - Dije tras que entré a mi casa y fui a la habitación, tiré las cartas encima de la cama donde Lucrecia limpiaba
- ¿Qué dices? ¿A qué te refieres?
- Que me voy a casar, que por fin me verán rendida - Aclaré
- No entiendo, Mary, no me digas que...
- No, esas son fantasías - La interrumpí porque sabía bien que estaba pensando que me había comunicado con Eduardo
- ! Entonces! Anda dime, no seas una tonta, mira que yo no te voy a Juzgar - Suplicó acurrucándose en mi cuello como un gato necio
- Firmaré el contrato, Lu, no me queda de otra, esa deuda es impagable, y el tío ese, ha dicho en la última carta enviada hace cuatro meses, que solo le daba cinco para que yo firmara el contrato, de lo contrario vendría a hacer posesión de mi casa y la exportadora, entonces debo hacerlo aunque no quiera, pues en un mes no lograré pagar ese montón de euros, yo no sé de letras eh, pero sí que conozco de número, mamá me enseñó muy bien, y soy consciente que eso es impagable, o me caso o me quedo sin casa, oye bien que hasta rima - Le dije con tristeza mientras sobaba su cabeza
Ella no pudo ni siquiera mirarme, sé que la situación le frustraba.
- Tienes un mes para encontrar a Eduardo, Mary, no te rindas tan fácil, tú no eres así, búscalo quizá pueda salvarte - Insistió
- No, Lu, Eduardo me odia, mira, ahí están los motivos por los cuales le debo parecer el peor ser de la tierra, mi padre se encargó de hacerme ver como la peor mujer y de amenazar a su padre de la forma más vil, buscarlo sería más bien un acto de derrota - Contesté mientras le pasaba las cartas para que se convenciera que casarme con Páter era la mejor opción.
La dejé tranquila para que leyera, no dije ni una sola palabra, me sentía completamente muerta en vida. Ella solo pudo llorar de la tristeza, lo que mi padre nos había hecho era la mayor de las canalladas, algo que no tenía perdón de nadie.
- No, Mary, ve y búscalo, explícale la verdad de todo esto, él creerá en ti - Suplicó Lucrecia quien pensaba que todas las cosas se podían solucionar fácilmente
- Ni siquiera debe querer escuchar mi nombre, tuvo que cambiar rotundamente su vida por las amenazas de mi padre, si él no si hubiese enamorado de mí estaría completamente tranquilo aquí en su pueblo que tanto amaba, ahora seguro es un joven de ciudad, elegante, culto, quizá se casó con una norteamericana - Dije completamente resignada
- ¿Y esto qué es? Tiene una firma distinta - Dijo Lucrecia tomando la carta del señor Liam
- ah, esa es la que tiene mi suerte escrita, la que va a definir mi destino a partir de hoy - Contesté - Ahí están las razones por las cuales debo casarme con Páter, nada más y nada menos que un ruin jovencito derrochador de dinero, enredado con muchas mujeres que según señala son unas completas cazafortuna, seré su salvación, un beneficio mutuo, así me han nombrado, Lu, ese será mi destino ahora, pero te llevaré conmigo lo prometo
- No digas bobadas, mejor fíjate bien que aquí está la forma de llegar a Eduardo y no a ese idiota de Páter, que hasta su nombre resulta feo - Dijo acercándose a mí con su dedo señalando el lugar que mostraba el código postal, asunto en el que yo ni siquiera me había fijado
- Aquí dice California, boba - Si aceptas el trato con esa gente podrías irte al mismo estado donde está Eduardo - Me amonestó Lucrecia completamente emocionada
- Joder, tengo en mis manos al menos una dirección de ese estado, un lugar al cual llegar - Dije sorprendida mientras mi pecho latía rápidamente por la emoción - Tengo que contactarlos mañana mismo, y cerrar el trato, Lu, creeré en las buenas jugadas del destino, ojalá haya una para mí - Contesté levantándome de la cama, sintiendo en mí un deseo enorme de encontrar a Eduardo, como si esa insistencia regresara a mi cuerpo
- !Esa es la Mary que conozco! - Exclamó contenta
- Como me lo prometí frente a mi vestido de novia el día que se marchó, que no me rendiría hasta encontrarlo, que no le entregaría mi cuerpo a nadie más, mientras no mirara sus ojos - Dije llorando mientras me tiraba a la cama
- No importa cómo lo encuentres, en las condiciones que sea, Mary, debes decirle la verdad, explicarle lo que ha sucedido contigo, sin importar las consecuencias, hablar y mirarlo te hará bien - Contestó Lucrecia, y me abrazó
- Sí, firmaré ese contrato estúpido para no quedarme en la calle, y estando en ese lugar buscaré información de él, hasta encontrarlo, por más que intente redimir este amor, es imposible, Lu, me sobrepasa los límites, incluso la realidad, esto es una completa locura
- Lo sé, querida amiga, pero ¿Qué pasará cuando hayas firmado ese contrato, tendrás que acostarte con Páter? - Interrogó Lucrecia que pensaba en todo
- No, yo pondré mis reglas antes de firmarlo, ellos solo me necesitan para preservar su herencia, cumpliré con mi parte, para saldar la deuda, pero no permitiré que ese hombre se tome atribuciones sobre mí - Alegué convencida, esto era algo que lo había pensado desde que me había decidido a firmar
- ¿Y crees que sea una boda real, donde usarás vestido y harás fiesta? Interrogó Lucrecia
- Yo también tengo curiosidad por eso, Lu, pero solo podré saberlo mañana que me comunique con ese señor, espero que mi carta le llegue pronto
- Quizá primero debas viajar para hablar personalmente con él
- No importa, haré lo que sea con tal de encontrar a Eduardo, Lu, tienes razón no debo rendirme, ni tampoco quiero morirme sintiendo este dolor, guardando tantas verdades en mi pecho, si él ya está casado, pues me consolaré con saberlo, con mirar sus ojos verdes y escuchar su voz dulce y tierna, mi contrato será una ruleta rusa, Lu, en la que entrará en juego mi estabilidad económica, mi amor y destino...
Después de un mes en el que intenté mantener mi vida a pesar del enorme sufrimiento, recibí una carta del señor Liam, una amenaza más para obligarme a casar con su hijo. No me quedó otra opción que pedirle a Luis que me diera el dinero suficiente para viajar a California, y que hiciera los trámites correspondientes para eso.Unos días después todo estaba listo, yo misma me dispuse a buscar mi muerte, era la única opción que quedabaDurante el viaje me dediqué a revisar las indicaciones que Luis me había dado para llegar a la empresa del señor Liam, doce horas de vuelo fueron completamente agotantes, los pies me dolían, pues iba vestida como toda una pueblerina o aldeana, pantalones vaqueros, blusa y corsé negro, y unas botas tacón fino !Mala elección!En el aeropuerto de california le pregunté a la gente qué tren debía tomar para cumplir con exactitud la dirección que llevaba, fue esa la única forma de salvarme y abordar correctamente el vagón que me mostraría la luz al final del túne
- Soy yo, Mary - Dijo el hombre atrás de mí- ¿Eduardo? - Interrogué entre lágrimas con el cuerpo frío por los nervios que también me impedían el andar, pregunté porque en realidad estaba muy distinto, no se parecía en nada al hombre que había visto la última vez, cuando desde la ventana de mi casa miré que se subía a una camioneta roja, aun con su sombrero de paja, su pantalón gris doblado hasta la rodilla y su camisa blanca sin abotonar.El hombre que tenía frente a mí, estaba perfectamente peinado, su barba completamente perfilada, zapatos mocasines negros y brillantes, un vestuario convencional pero administrativo, se veía tan guapo, que olvidé quién era.Ambos detuvimos nuestras miradas, comprendiendo si en realidad lo que sucedía era verdad o imaginación, esperaba que me dijera que estuvo muchos años esperando por mí, que se riera al verme o que llorara, pero que mostrara cualquier forma de felicidad por verme, yo estaba completamente consternada, mirarlo nuevamente me había dev
La palabra ENGAÑO era lo único real que habíamos vivido durante diez años, aunque decirle eso a Eduardo era en vano, puesto que él no estaba dispuesto a creerme, cegado de ira me respondió intentando evadir lo que ya había dicho.- No niegues a tus hijos, Mary- Joder, Eduardo, entiende de una vez que nada de lo que te dijeron es verdad - Repliqué completamente enfadada- Entonces cómo fueron, Mary, si tu padre me obligó a convertirme en este ser que soy hoy - Repuso frustrado- Pues a mí también me obligó a muchas cosas y eso no ha sido capaz de cambiar mi ser, no como tú, que ahora me pareces un total desconocido - Dije con la voz todavía contrita - Yo no he venido aquí a culparte que me hayas dejado con una boda organizada, no vine aquí a gritarte, ni siquiera sabía que te encontraría aquí, y sin embargo tú me agredes, me llenas de improperios sin siquiera escuchar las causas verdaderas de nuestra separación- La separación que tú quisiste - Gritó- ! Que no, maldita sea! Que mi pa
No estaba dispuesta a quedarme con la duda, aunque perdiera su amor, realmente necesitaba conocer la verdad, no quería regresarme a España con las manos vacías, así que volví a suplicarle- Por favor, Eduardo, ya nada importa, por favor, abre mis ojos, dime la verdad, permíteme entender estas cosas que me ocultaron por tantos añosEs que, Mary... Recuerdas a don Marvin- Sí, claro, el hombre que se encargó de mi padre desde que era un niño, es decir mi abuelo adoptivo - Repuse yo confusa por no saber qué tenía que ver él con el padre de Eduardo- Él es el padre de mi papá, pero se enteró hasta que don Marvin, murió, este había dejado la exportadora a nombre de él, sin embargo Ernesto que sí se había preparado académicamente, cambió todo, dejando a mi papá en la ruina, fue por esa razón que nosotros llegamos años después al pueblo, cuando nos conocimos, que tendría yo, tal vez diez años - Explicó, y sentí que el rencor por mi padre se volvía más grande.- Ahora entiendo por qué mi
Me quedaba claro que Eduardo no me quería más, que solo necesitaba destruirme más de lo que estaba, así que ceder a su contrato era lo más aceptable en medio de todo. Ambos nos miramos con sarcasmo, yo segura de tomar la decisión que fuera, lo único que importaba es que mis trabajadores no quedaran desamparados, de igual forma ya había sufrido demasiado, estaba completamente desamparada, así que cualquier refugio sería bueno, y él con esa furia que se desataba con solo tenerme cerca, como si a cada segundo planeara una mejor forma de acabar conmigo para vengar la memoria de sus padres y cobrarse todo el dolor que el mío le había causado.- ¿Entre qué debo elegir? - Interrogué sin bajar la mirada- Tú sabrás - Dijo todavía con su risa maliciosa- Quien tiene el poder eres tú - Inquirí con seguridad, no obtuve más respuesta porque a lo inmediato tocaron la puerta.- ¿Eres tú Páter? - Preguntó Eduardo- Sí, hermano, soy yo - Contestó el hombre del otro lado, con un español forzado- En
Páter y Eduardo siguieron conversando en voz baja sobre el desenlace de mi destino, no logré escuchar del todo, pues pese a todo esfuerzo no siempre lograba distinguir lo que decían, solo sé que hablaban de mí, no pude moverme, pero al cabo de un rato no soporté más y hablé— Eduardo, se hace tarde, la noche empieza a caer y yo no tengo adónde ir, por favor dime de una buena vez qué pasará con la empresa y conmigo, no quiero hacerte perder más el tiempo — definí intentando demostrar seguridad en medio de todas las confusiones que me invadían— No es momento para hablar — me interrumpió Eduardo, todavía de espaldas hacia mí, como si no fuera capaz de darme la cara— Entonces, si no es momento para hablar, yo me largo — Contesté, luego de que el miedo se me quitara por completo, estaba cansada de batallar todo un día en busca de la redención de Eduardo, sabiendo que no llegaría lo mejor era irme, ya había hecho suficiente por intentarlo, Luis entendería que todo salió mal, que no pude
— !Mary Carmen! Responde! Mary Carmen! — Decía Eduardo con tono de preocupación, por un momento pensé que podía importarle— Se ha muerto, hermano — Contestaba Páter asustado, y yo solo pensaba que eso era lo único que deseaba en ese momento— Seguro solo se desmayó — reponía Eduardo, desconfiando y ahí entendí que no, que no le importaba ya— Vamos a cargar otro muerto encima — Alegaba Páter, supongo que decía otro en referencia a que su padre había muerto por su causa— No, imbécil, tócale el pulso — Le ordenaba Eduardo con molestia y a la vez con sentimientos ¿Por qué se estaba comportando como un total gilipollas? ¿Por qué no se redimía al amor que sentíamos? Pensaba mientras no tenía fuerzas para abrir los ojos— Hazlo tú - Reponía él— Yo no quiero tocarla más — Aseguraba Eduardo, siempre con su tono de preocupación pero esta vez como si su voz estuviera contrita, como si no pudiera mencionarlo, como si lo dijera con supremo dolor— ¿Y si se suicidó? - Supuso Páter y en ese mome
Me levanté y encendí la luz, sintiéndome un poco aliviada, pero mi saliva no era capaz de mojar mi boca, sentía seca la garganta, que me ahogaba, que no podía respirar, así que busqué una silla en donde poder sentarme y esperar a que finalmente Eduardo apareciera y me dijera algo. Supongo que salía para tomar una decisión para convencerse de su maldad y sentirse seguro de lo que haría conmigo, sobrepasando el amor que en el fondo sentía por mí.En la oficina no había nada que me salvara, ninguna ayuda que me permitiera escapar, me levanté de nuevo por la desesperación y empecé a observar todo, en el escritorio estaba una foto de Eduardo y sus padres, al parecer el día de su graduación, se veía triste como si lo que estaba recibiendo no le causaba felicidad, pero sus padres sí se veían muy contentos.Tenía el retrato en mi mano cuando de pronto se abrió la puerta, tan rápido que ni siquiera tuve tiempo de colocarla en su sitio, la sorpresa fue terrible, sentí que mi cara se volvía hel