- Debo salir de esta burbuja en la que he estado todos estos años, Lucrecia, basta de lamentos y esperanzas, solo tengo que actuar, si el destino quiere me encontraré a Eduardo aunque ya no sea el mismo de mis recuerdos - Aseguré mientras me tiraba a la cama
Lucrecia solo pudo mirarme con ternura, era la única compañía que me quedaba, posiblemente solo su bondad era la que me mantenía en pie. La noche no fue nada agradable, pensé muy bien lo que debía hacer, a la mañana siguiente, me levanté muy temprano, tomé café rápidamente y salí de mi casa, siempre luciendo ropa negra no por guardarle luto a mi padre, sino porque había decidido que a partir de ahora mi pasado quedaba muerto y vestiría así de ahora en adelante, hasta que la vida finalmente me permitiera mirar a Eduardo
-Yo sabía que no ibas a rendirte – murmuró ella
-No, no puedo, por más que quiera no pueda – dije dirigiéndome a la puerta
- ¿A dónde vas? - Me gritó Lucrecia
- A la exportadora - Contesté rápido
- ¿Sola?
- Sí, allá deben estar mis trabajadores, no pienso rendirme Lucrecia, yo veré como saldo esa deuda y créeme que durmiendo no lo voy a lograr – alegué mientras salía dispuesta a investigar sobre el hombre con el que supuestamente debía casarme
Ella ya no supo qué más decirme pues me conocía bien y sabía que cuando tomaba una decisión era indetenible, ocupé el viejo jeep de mi padre y eso me permitió llegar más rápido, en la exportadora ya se encontraban todos los trabajadores, cada uno en su puesto con normalidad, hasta que el tacón de mis botas resonó en el piso de la primera planta
Luis era el único hombre respetuoso que podía ayudarme, era el contador de la empresa, no hice más que buscarlo para averiguar lo que tanto necesitaba saber sobre el famoso contrato del señor Liam y la cantidad exacta de la deuda con él.
- Luis, necesito me entregues todo la información necesaria respecto a la deuda de la exportadora - Le ordené sin mostrar inseguridad
Él tenía las llaves de todo los archivos tras que me las entregó subí rápidamente las escaleras que me llevaban a la oficina de mi padre, y me encerré ahí, por primera vez me sentí como una niña pequeñita que va en busca de sus juguetes.
Abrí el primer archivo, leí únicamente los títulos de cada documento hasta encontrar lo que necesitaba, tardé posiblemente cuatro horas, hasta que finalmente hallé los acuerdos establecidos sobre la deuda, nunca había estudiado pero a los números les entendía bien, sé que mi inteligencia estaba ahí, así que fácilmente pude sacar cuenta y darme por vencida, pues la cifra era impagable, que pensar que se podía pagar rápidamente era igual de difícil, como lo era firmar un contrato con el señor Liam.
- Joder, tendré que casarme con ese imbécil - Pensé, pues alguien que deseaba tener un matrimonio arreglado no podía ser inteligente
Seguí buscando hasta encontrar las cartas, único medio de comunicación que teníamos, pues sé que ahí debía haber una señal de Eduardo, y la explicación exacta del acuerdo matrimonial, hasta que di con él.
- La única forma de saldar la deuda es que mi hijo Páter se case con tu hija, Mary, puesto que si muero primero que tú, él quedará solo y , no quiero que la empresa quede a cargo de un joven completamente libre que no hace más que gastarse el dinero en tonterías, necesito dejarlo casado con alguien que tenga bienes como los nuestros, que sea buena y responsable, no como las cazafortunas que se lía...
Citaba parte de lo escrito a lo cual mi padre siempre respondía como si ya lo hubiese hablado conmigo, asegurando que yo estaba completamente dispuesta a hacerlo.
- Así será, viejo amigo, después de todo ambos saldremos beneficiados - Decía en parte de todo el escrito de la última carta que había enviado antes de ser internado en el hospital, lo demás aseguraba que yo era una mujer bella, que estaba acostumbrada a la buena vida, pero que era muy sensata y culta, que él tampoco deseaba dejarme desamparada, pues no deseaba verme casada con nadie del pueblo, sino con alguien que estuviera en mi mismo nivel, lo que señalaba era espantoso, me vi únicamente como un objeto de valor al que podían echar a suerte. También explicaba que yo era señorita, que nunca me había acostado con ningún hombre, y eso lo aborrecí, pues mi padre ni siquiera sabía que yo ya me había acostado con Eduardo desde que era una jovencita.
Seguí leyendo y la última carta del señor Liam me atormentó todavía más.
- Han pasado dos meses desde el último correo, Ernesto, cada día suben los intereses de tu deuda, necesito que me confirmes lo más rápido posible sobre la firma del contrato matrimonial, pues mi hijo cada vez se hunde más por culpa de estas bellas norteamericanas, y me urge que se case lo más pronto posible para asegurar mi fortuna y saldar tu deuda, si esto no sucede en los próximos cinco meses tendré que ir hasta España y tomarme tu casa y tu exportadora que por muy malas que sean sus ventas al menos podrá regresarme todo el dinero que te presté y sabes bien que esto no te conviene, pues tú estás más enfermo que yo y tu querida hija Mary quedará en la ruina, quiero ayudarte, amigo, agiliza este proceso, y así tu hija quedará en las mejores condiciones de vida después de tu muerte, una mujer no será capaz de sacar adelante esa empresa...
Alegaba, señalándome como una inepta en beneficio de ambos, ahora entendía mejor porqué esos dos hombres se llevaban tan bien, la fecha de la carta señalaba que había sido enviada en el segundo mes que mi padre estuvo hospitalizado, por lo cual habían pasado ya cuatro meses del plazo de cinco que establecía, así que solo quedaba un mes para que él tomara posesión de la empresa si yo no aceptaba casarme con su hijo, la angustia me aterró, pues en un mes, no podría conseguir todo ese dinero, por mucho que trabajara y vendiera, era supremamente imposible, ordené nuevamente los papeles, en el mismo lugar que los había encontrado y me senté en la silla del escritorio, a llorar desconsoladamente, por verme obligada a rendirme, pues si no hacía eso me quedaría en la ruina, sin padres, sin casa y sin ningún medio de trabajo.
Al cabo de un rato, seguí buscando en los archivos de mi padre, con la idea de encontrar una de las cartas enviadas a los papás de Eduardo, para así saber qué era lo que realmente había dicho para que él no volviera por mí.Mis piernas empezaron a temblar cuando en el último archivo, estaban unos papeles envueltos en una bolsa negra, supuse por su fachada que se trataba de algo que ocultaba con sumo cuidado y finalmente la abrí, para descubrir otra más de las mentiras de mi difunto padre en una copia, eso me sirvió, él había dejado copia de todo lo enviado, quizá para tenerlo de prueba o para cavar su propia tumba, pensé incluso que él sabía bien que yo algún día iba a descubrirlo y necesitarlo, por fín sentía que mi padre había hecho algo bueno por mí.- Mary odia a Eduardo, no quiere verlo nunca más en su vida, ella finalmente se dio cuenta que solo es un pobre diablo que no puede ofrecerle nada, ahora que está lejos está mejor que nunca, si ustedes deciden regresar les juro que su
Después de un mes en el que intenté mantener mi vida a pesar del enorme sufrimiento, recibí una carta del señor Liam, una amenaza más para obligarme a casar con su hijo. No me quedó otra opción que pedirle a Luis que me diera el dinero suficiente para viajar a California, y que hiciera los trámites correspondientes para eso.Unos días después todo estaba listo, yo misma me dispuse a buscar mi muerte, era la única opción que quedabaDurante el viaje me dediqué a revisar las indicaciones que Luis me había dado para llegar a la empresa del señor Liam, doce horas de vuelo fueron completamente agotantes, los pies me dolían, pues iba vestida como toda una pueblerina o aldeana, pantalones vaqueros, blusa y corsé negro, y unas botas tacón fino !Mala elección!En el aeropuerto de california le pregunté a la gente qué tren debía tomar para cumplir con exactitud la dirección que llevaba, fue esa la única forma de salvarme y abordar correctamente el vagón que me mostraría la luz al final del túne
- Soy yo, Mary - Dijo el hombre atrás de mí- ¿Eduardo? - Interrogué entre lágrimas con el cuerpo frío por los nervios que también me impedían el andar, pregunté porque en realidad estaba muy distinto, no se parecía en nada al hombre que había visto la última vez, cuando desde la ventana de mi casa miré que se subía a una camioneta roja, aun con su sombrero de paja, su pantalón gris doblado hasta la rodilla y su camisa blanca sin abotonar.El hombre que tenía frente a mí, estaba perfectamente peinado, su barba completamente perfilada, zapatos mocasines negros y brillantes, un vestuario convencional pero administrativo, se veía tan guapo, que olvidé quién era.Ambos detuvimos nuestras miradas, comprendiendo si en realidad lo que sucedía era verdad o imaginación, esperaba que me dijera que estuvo muchos años esperando por mí, que se riera al verme o que llorara, pero que mostrara cualquier forma de felicidad por verme, yo estaba completamente consternada, mirarlo nuevamente me había dev
La palabra ENGAÑO era lo único real que habíamos vivido durante diez años, aunque decirle eso a Eduardo era en vano, puesto que él no estaba dispuesto a creerme, cegado de ira me respondió intentando evadir lo que ya había dicho.- No niegues a tus hijos, Mary- Joder, Eduardo, entiende de una vez que nada de lo que te dijeron es verdad - Repliqué completamente enfadada- Entonces cómo fueron, Mary, si tu padre me obligó a convertirme en este ser que soy hoy - Repuso frustrado- Pues a mí también me obligó a muchas cosas y eso no ha sido capaz de cambiar mi ser, no como tú, que ahora me pareces un total desconocido - Dije con la voz todavía contrita - Yo no he venido aquí a culparte que me hayas dejado con una boda organizada, no vine aquí a gritarte, ni siquiera sabía que te encontraría aquí, y sin embargo tú me agredes, me llenas de improperios sin siquiera escuchar las causas verdaderas de nuestra separación- La separación que tú quisiste - Gritó- ! Que no, maldita sea! Que mi pa
No estaba dispuesta a quedarme con la duda, aunque perdiera su amor, realmente necesitaba conocer la verdad, no quería regresarme a España con las manos vacías, así que volví a suplicarle- Por favor, Eduardo, ya nada importa, por favor, abre mis ojos, dime la verdad, permíteme entender estas cosas que me ocultaron por tantos añosEs que, Mary... Recuerdas a don Marvin- Sí, claro, el hombre que se encargó de mi padre desde que era un niño, es decir mi abuelo adoptivo - Repuse yo confusa por no saber qué tenía que ver él con el padre de Eduardo- Él es el padre de mi papá, pero se enteró hasta que don Marvin, murió, este había dejado la exportadora a nombre de él, sin embargo Ernesto que sí se había preparado académicamente, cambió todo, dejando a mi papá en la ruina, fue por esa razón que nosotros llegamos años después al pueblo, cuando nos conocimos, que tendría yo, tal vez diez años - Explicó, y sentí que el rencor por mi padre se volvía más grande.- Ahora entiendo por qué mi
Me quedaba claro que Eduardo no me quería más, que solo necesitaba destruirme más de lo que estaba, así que ceder a su contrato era lo más aceptable en medio de todo. Ambos nos miramos con sarcasmo, yo segura de tomar la decisión que fuera, lo único que importaba es que mis trabajadores no quedaran desamparados, de igual forma ya había sufrido demasiado, estaba completamente desamparada, así que cualquier refugio sería bueno, y él con esa furia que se desataba con solo tenerme cerca, como si a cada segundo planeara una mejor forma de acabar conmigo para vengar la memoria de sus padres y cobrarse todo el dolor que el mío le había causado.- ¿Entre qué debo elegir? - Interrogué sin bajar la mirada- Tú sabrás - Dijo todavía con su risa maliciosa- Quien tiene el poder eres tú - Inquirí con seguridad, no obtuve más respuesta porque a lo inmediato tocaron la puerta.- ¿Eres tú Páter? - Preguntó Eduardo- Sí, hermano, soy yo - Contestó el hombre del otro lado, con un español forzado- En
Páter y Eduardo siguieron conversando en voz baja sobre el desenlace de mi destino, no logré escuchar del todo, pues pese a todo esfuerzo no siempre lograba distinguir lo que decían, solo sé que hablaban de mí, no pude moverme, pero al cabo de un rato no soporté más y hablé— Eduardo, se hace tarde, la noche empieza a caer y yo no tengo adónde ir, por favor dime de una buena vez qué pasará con la empresa y conmigo, no quiero hacerte perder más el tiempo — definí intentando demostrar seguridad en medio de todas las confusiones que me invadían— No es momento para hablar — me interrumpió Eduardo, todavía de espaldas hacia mí, como si no fuera capaz de darme la cara— Entonces, si no es momento para hablar, yo me largo — Contesté, luego de que el miedo se me quitara por completo, estaba cansada de batallar todo un día en busca de la redención de Eduardo, sabiendo que no llegaría lo mejor era irme, ya había hecho suficiente por intentarlo, Luis entendería que todo salió mal, que no pude
— !Mary Carmen! Responde! Mary Carmen! — Decía Eduardo con tono de preocupación, por un momento pensé que podía importarle— Se ha muerto, hermano — Contestaba Páter asustado, y yo solo pensaba que eso era lo único que deseaba en ese momento— Seguro solo se desmayó — reponía Eduardo, desconfiando y ahí entendí que no, que no le importaba ya— Vamos a cargar otro muerto encima — Alegaba Páter, supongo que decía otro en referencia a que su padre había muerto por su causa— No, imbécil, tócale el pulso — Le ordenaba Eduardo con molestia y a la vez con sentimientos ¿Por qué se estaba comportando como un total gilipollas? ¿Por qué no se redimía al amor que sentíamos? Pensaba mientras no tenía fuerzas para abrir los ojos— Hazlo tú - Reponía él— Yo no quiero tocarla más — Aseguraba Eduardo, siempre con su tono de preocupación pero esta vez como si su voz estuviera contrita, como si no pudiera mencionarlo, como si lo dijera con supremo dolor— ¿Y si se suicidó? - Supuso Páter y en ese mome