Lo primero que pensé fue en buscar la casa de Luis, ahí tenía que estar su familia, pensé, o encontrar al menos alguna pista. Era claro que lo presagiado por Lucrecia se había cumplido, que la cercanía de Magaly con Luis, no dejaría nada bueno.Cuando finalmente estuve frente a la casa de Luis, me sentí estaba cerrada y abandonada, grité una y otra vez intentando obtener una respuesta, pero todo era silencio. Esos mal nacidos, se habían hecho ricos con mi herencia, y era claro que se habían largado junto con su familia, quién sabe dónde, por eso en la vieja casa que habitaban, no había nada tampoco, igual que en la mía. — Señorita Mary — escuché una voz atrás de mí que me aterró, ya la tarde había empezado a caer, y aquel lugar se veía cada vez más oscuro y desolado. Eduardo, Lucrecia y Páter, no sabían siquiera dónde me encontraba, pues la casa de Luis estaba algo alejada de la mía. — ¿Quién es usted? — pregunté nerviosa mientras giraba mi rostro en dirección a la mujer, una vieje
Decidí finalmente levantarme cuando entendí que ya era demasiado tarde y que debía regresar, pues seguro debían estar muy preocupados por mí. Di unos cuantos pasos en dirección a mi casa, o más bien a lo que quedaba de casa, y me encontré a Eduardo, quien había salido a buscarme.— Mi amor, dónde te habías metido, estaba demasiado preocupado por ti, siento que un minuto lejos de mi lado es como una eternidad — gritó Eduardo abalanzándose a mis brazos, dispuesto a mi encuentro, su cuerpo era lo único que necesitaba para sostenerme para tener fuerza y poder continuar. Ahora él estaba conmigo, pero siempre la vida, nos estaba poniendo las cosas difíciles, cada vez aparecía en nuestro camino un sufrimiento más.— Nos robaron — repetí una y otra vez en completa desolación— Sí, eso es claro, pero no debiste venir hasta aquí sola, ya nada puede solucionarse respecto a eso, hace demasiado frío, volvamos a casa — definió él intentando mantener la cordura y la paciencia conmigo, pese a que lo
— Te juro, mi amor, que por nuestro amor, que por lo que nos hicieron, esta vez voy a triunfar encima del mal — le aseguré— Mary, tú sabes bien que la venganza no deja nada bueno, y te lo digo yo, que tú más que nadie conoce lo terrible de eso — repuso él nervioso, pude sentir en su voz el miedo de que yo pudiera convertirme en un ser despiadado, pero eso no estaba en mi corazón, ni en mi forma de ser.— No, no voy a vengarme, voy a hacer lo correcto, lo más justo — volví a afirmar para que no se preocupara por lo que pretendía hacer— ¿Cómo vas a lograrlo? No sabes nada de ellos, no van a regresarte el dinero — dijo Eduardo incapaz de querer luchar por eso, pues para él no era algo importante, él tenía dinero suficiente, pero yo quería demostrarle a esos dos que no iban a burlarse de mí tan fácilmente— Buscaremos a la policía, ellos se encargarán de buscarlos, de encontrar sus pistas, en el aeropuerto alguien deberá darles información sobre su viaje, como me la dieron a mí cuando b
— Es algo con lo que estás completamente relacionada, Mary, y solo lo diré, si estás dispuesta a escucharlo, ya te he advertido que va a doler demasiado, y ya suficiente tienes en la vida como para echarle más limón a la herida — dijo la mujer y empecé a desesperarme, Eduardo se acercó más a mí, para detenerme, me agarró de las manos para controlar mis impulsos— Dígalo ya — exigí mientras Lucrecia suspiraba y temblaba de miedo, yo también tenía miedo— La verdad, MaryCarmen, es que esa mujer que abandonó a Lucrecia, es tu madre — dijo finalmente la mujer, y en ese momento mis vellos se erizaron, un escalofrío me recorrió el cuerpo, y mis piernas flaquearon, yo admiraba a mi madre, la amaba con mi ser, y escuchar eso me había partido el alma, porque siempre maldije a la mujer que abandonó a Lucrecia, y no podía creer que mi madre, mi propia madre, hubiera sido capaz de tal acto, y que encima sabiendo que era su hija la hubiese recibido en casa y en cambio de darle amor la hubiese pues
— A construir nuestro nuevo destino — repuse yoCuando llegamos a casa, los cuatro tomamos una ducha, arreglamos nuestras maletas nuevamente, y salimos, caminamos sin rumbo. Fuimos hasta la iglesia, para saludar al padre Adonis, que siempre nos había apoyado, y que siempre quiso que estuviéramos juntos desde que éramos novios.— padre, hemos vuelto — dijo Eduardo sorprendiéndolo por la espalda mientras este limpiaba unas imágenes de los santos— Eduardo, querido, Eduardo — exclamó él, abrazándolo efusivamente, cuando me miró su sorpresa fue mayor — Díganme por Dios, que finalmente están juntos — dijo alegre— Lo estamos, padre, a pesar de todo, hemos vencido las barreras — contestó Eduardo tomándome de la mano.— Si ustedes quieren los caso ahora mismo — dijo él sonriendo. Eduardo me miró sorprendido, animado a hacerlo, pero yo quería casarme de otro modo, yo quería que mi boda fuera algo más especial— No, padre, cuando nos decidamos volveremos, por ahora debemos marcharnos, este lug
Mi padre llevaba seis meses en la cama de un hospital, acribillado por una terrible leucemia, lamentablemente, a como decía él, no había podido tener un hijo varón que se responsabilizara de su empresa en la que cultivaba y exportaba fresas, y solo me tenía a mí, una mujer totalmente encaprichada y contraria a la sumisión, y que, sin embargo, me había dedicado a cuidarlo con total esmero desde el inicio de su enfermedad, pues mi madre había muerto hacía ya más de dos años, si él moría era claro que me convertía en la única heredera de todo lo que tenía. Esa mañana me tomó la mano con tristeza, pero sus ojos revelaban un deseo de imposición sobre mí -Debes casarte por contrato con el dueño de la empresa con la que estoy endeudado o te quedarás en la ruina, es la única forma de salvarte - Dijo con seguridad como si tuviera la garantía de mi aceptación, por supuesto que eso pensaba porque la mayoría del tiempo había querido obligarme a hacer lo que él deseaba sin importarle mis sentimi
— No, Lucrecia, voy a casarme, a Eduardo ya no podré encontrarlo — logré decir totalmente absorta— No lo hagas, Mary — Me advirtió — No te puedes casar sin amor— La palabra boda me aterra, Lucrecia, me hace remover mi pasado y otra vez pensar en Eduardo, hoy lo necesito tanto, sé que si viviera conmigo nada de esto estaría pasando, pero se fue por culpa de mi padre que ahora ha muerto y no me dejó ni una sola pista del lugar al que lo obligó a irse, y sé que ya no podré encontrarlo — Dije llorando y completamente desesperada — Algún día podrán reencontrarse, tengo en mí un presentimiento que me lo grita — Comentó Lucrecia para que me tranquilizara, ella creía mucho en las casualidades — Ya no hay esperanza, Lucrecia, todo ha muerto con mi padre, incluso mi propia vida, que más que vida parece muerte — Alegué completamente frustrada y agotada de vivir esperando que algo bueno me sucediera La luz de la sala era tenue que yo ya me veía cubierta de negro, así me sentía el alma complet
***-Sé adónde lo mandó tu padre pero no sé adónde se encuentra actualmente***Esa frase me había dado un poco de aliento, durante tanto tiempo que me habían mantenido engañada nunca logré obtener ni siquiera algo mínimo, y tener en frente a la mujer que sí sabía lo que se me ocultó por años me llenaba de angustia, miedo y a la vez de alegría- No te quedes callada, mirándome como una boba, sabes bien que necesito saber dónde está Eduardo, ya se murió mi padre, no le debes nada a nadie, Magaly, dime de una vez - Grité desesperada con la voz completamente contrita- No es tan fácil como parece, Mary - Logró contestar- Lo has ocultado durante diez años, qué de difícil puede tener decir un simple nombre que les he suplicado todo este tiempo, y tu amante, mi padre, me mantuvo bajo engaños y promesas que jamás cumplió, ya es momento que alguien se apiade de mí y me ayude, Magaly, no crees que suficiente daño me han hecho, maldita sea, mi padre me destrozó la vida, merezco que al fin algui