— No, Lucrecia, voy a casarme, a Eduardo ya no podré encontrarlo — logré decir totalmente absorta
— No lo hagas, Mary — Me advirtió — No te puedes casar sin amor
— La palabra boda me aterra, Lucrecia, me hace remover mi pasado y otra vez pensar en Eduardo, hoy lo necesito tanto, sé que si viviera conmigo nada de esto estaría pasando, pero se fue por culpa de mi padre que ahora ha muerto y no me dejó ni una sola pista del lugar al que lo obligó a irse, y sé que ya no podré encontrarlo — Dije llorando y completamente desesperada
— Algún día podrán reencontrarse, tengo en mí un presentimiento que me lo grita — Comentó Lucrecia para que me tranquilizara, ella creía mucho en las casualidades
— Ya no hay esperanza, Lucrecia, todo ha muerto con mi padre, incluso mi propia vida, que más que vida parece muerte — Alegué completamente frustrada y agotada de vivir esperando que algo bueno me sucediera
La luz de la sala era tenue que yo ya me veía cubierta de negro, así me sentía el alma completamente llena de luto desde el día en que mi padre me había arrebatado la felicidad, otro dolor no era nada relevante en mi vida, pues yo ya no sentía nada.
— Ya está todo listo, Mary — Gritó Magaly desde afuera, tragué grueso para no pensar en eso que había dicho Lucrecia
Salí de prisa, con mis botas negras de tacón bajo, jeans, blusa y abrigo negro, mi pelo rubio se miraba más iluminado provocando mayor palidez en mi cara. Me subí al auto sin decirle nada, debía buscar el momento correcto para preguntarle sobre Eduardo.
— ¿Acaso no querías a tu padre? Ni siquiera has sido capaz de llorar y estoy impactada — Preguntó Magaly tras llegar a la funeraria, y luego de que me diera el dinero para comprar el ataúd y lo llevara con los de la funeraria y le pidiera a los muchachos que me ayudaran a colocar el cuerpo sin mostrar ninguna compasión, sin siquiera tocarlo o lamentarme.
— Hay sucesos que no merecen tantas lágrimas — Agregué con la voz fría
— Nadie tiene culpa de tus desgracias, Mary, te has vuelto tan frívola — Añadió provocándome, escucharla defender a mi padre, me hizo comprender las palabras de Lucrecia y sospechar todavía más
— Aunque no lo creas el causante de mis desgracias es por quien estás abogando — Le grité pues ya me había colmado la paciencia — Vámonos ahora mismo, al mal paso darle prisa — Le ordené
Magaly se sintió absorta por mi actitud que nunca había conocido, pues toda la vida me había reprimido ante las injusticias y los malos comentarios, impidiendo que me defendiera. Llegamos rápidamente a casa, donde ya Lucrecia había preparado el lugar concreto donde colocar el sarcófago.
!Ojalá estuvieras aquí, Eduardo, no me sentiría tan desolada! — Pensé mientras miraba el ataúd y me acariciaba el antebrazo con mis propias manos.
Amaneció tan pronto que la noche me pareció corta, fue un momento en el que solo pude pensar en el después y no en lo que realmente estaba pasando. La única que lloraba era Magaly, yo ya estaba vaciada de llanto, no tenía ni fuerzas para eso
— Piénsalo, ninguna empleada lloraría tanto por alguien que solo fue su jefe — Agregó Lucrecia para insistir en que ella había sido su amante
Lucrecia y yo nos miramos reconociendo nuestros pensamientos después de ver a Magaly desvanecerse de dolor en una de las sillas, entonces mi desprecio contra ella aumentó porque lo más probable es que ella conocía muy bien lo que había sucedido con Eduardo, y ahora me veía completamente imposibilitada de encontrar las pruebas en la empresa que era el único lugar donde mi padre tenía guardado absolutamente todos los documentos en los que posiblemente debía estar algo que me diera pisas sobre el lugar donde podía encontrar a Eduardo.
Después del entierro de mi padre, solo necesitaba gritarle a esa mujer, pedirle una explicación, ella tendría que saberlo.
— Querías mucho a mi padre, eh Magaly — La intercepté antes que se subiera a su jeep
— Claro, Mary, fue el hombre que me tendió la mano cuando más lo necesitaba — Contestó con temor
— Así que mi padre fue bueno contigo — Comenté irónicamente
— Sí, Mary, durante estos años que laboré con él, nos hicimos buenos amigos — Aclaró y la palabra amigos la resonó muy fuerte, yo sentía que el enojo empezaba apoderarse de mí nuevamente, y que quería gritarle que me dijera la verdad pero Lucrecia me halaba el brazo intentando controlarme. -¿Necesitas algo más? — Preguntó Magaly igual de nerviosa
— Sí, muchas cosas necesito, Magaly - Dije con la voz casi seca de furia — necesito por favor me entregues las llaves de cada uno de los archivos que hay en la oficina de mi padre, necesito revisar todos los documentos para poder ver de qué manera soluciono lo de la deuda - Dije ya con total formalidad asumiendo mi papel de dueña
— Pero... es que eso yo no lo poseo — Aseguró nerviosa
— Entonces quién lo tiene, carajo, cómo pretenden que yo asuma esa responsabilidad, si todo lo que está en la empresa se encuentra bajo llave — Contesté elevando la voz
— Búscala entre sus cosas personales, él siempre dijo que esos archivos no podrían ser abiertos por nadie mientras estuviera vivo, por lo cual Mary, yo siendo únicamente su empleada, sería la última persona en tenerlas — Aclaró y sentí seguridad en sus palabras
— ummm, una simple empleada, eso o si amante, Magaly — Inquirí sin ánimos de detenerme, pues estaba completamente abrumada por la situación y quería encontrar al menos una de las respuestas que atormentaban mi vida, Lucrecia me miró absorta, sabiendo que esto no me convenía en absolutamente nada.
— Como te dije ayer, Mary, no descargues tu furia encima de quienes no te hemos lastimado, deshazte ya de ese escudo que ocupas de defensa ante cualquier situación, te solicito respeto para mi persona — Dijo fingiendo serenidad
— Llevo años buscando a la amante de mi padre, y es raro que en este momento siga sin aparecer, y a mí me parece que la única mujer que se lamentó por su muerte fuiste tú — Dije dispuesta a encontrar la verdad
Magaly empezó a llorar como una Magdalena, y eso solo me demostró que se sentía al descubierto.
— Vamos anda, dime la verdad, no te haré nada, al fin de cuentas tú no tienes la culpa de las acciones de ese ser tan déspota — Inquirí para que de una vez por todas me dijera
— He amado a tu padre desde hace mucho tiempo, Mary, por Dios perdóname — Me suplicó entre llanto
— Este no es momento para perdones, el sufrimiento de mi madre y mi dolor nadie me lo va a quitar ni siquiera tus lágrimas, solamente necesito la verdad, estoy harta de vivir en la mentira y tú tienes muchas cosas que explicarme — Aclaré con serenidad para obtener de ella lo que quería
— Haré por ti lo que sea, Mary, pero las llaves del archivo no las tengo, sin embargo ahí solo encontrarás papeles que no son tan necesarios — dijo calmando su llanto
— Papeles por ejemplo como el contrato con el papá de Eduardo, papeles como los que indican dónde está - Alegué con ironía
— No lo sé, Mary, esos son asuntos de Ernesto que nunca conocí
— Si lo sabes, Magaly, no te hagas la santa conmigo, tú eras la única mujer capaz de doblegar a mi padre, eso lo sé desde que mamá y yo nos enteramos que tenía una amante, así que es claro que tú sabes todo lo que él hacía, es lo único que te pediré y te juro que te dejo en paz - Rogué
— Cuando prometí que estaría a tu lado, Mary, es porque aunque tú ahora me odies por el daño que le causé a tu familia, yo sí te tengo cariño y sincero, y todos estos años he vivido callando por amor a tu padre, tú entiendes bien eso del amor y cómo nos ciega, pero ahora él se ha ido y es momento para que tú rehagas tu vida y sigas adelante, después de todo solo deseo que estés completamente bien — Comentó limpiándose las lágrimas
— Tú sabes dónde está Eduardo, es lo único que necesito saber de ti, m*****a sea, dime ya — Afirmé mirándole a los ojos mientras las lágrimas rodaban por mi cara, supongo que eso le causó lástima y al cabo de un rato me contestó Completamente nerviosa
— Sé adónde lo mandó tu padre pero no sé adónde se encuentra actualmente — Dijo casi deletreando cada palabra
— Entonces dime, de una vez por todas, no la hagas más larga, que ya suficiente he vivido engañada diez años — Grité desesperada, por primera vez en diez años, miraba un rayo de luz en medio de mi desdicha
***-Sé adónde lo mandó tu padre pero no sé adónde se encuentra actualmente***Esa frase me había dado un poco de aliento, durante tanto tiempo que me habían mantenido engañada nunca logré obtener ni siquiera algo mínimo, y tener en frente a la mujer que sí sabía lo que se me ocultó por años me llenaba de angustia, miedo y a la vez de alegría- No te quedes callada, mirándome como una boba, sabes bien que necesito saber dónde está Eduardo, ya se murió mi padre, no le debes nada a nadie, Magaly, dime de una vez - Grité desesperada con la voz completamente contrita- No es tan fácil como parece, Mary - Logró contestar- Lo has ocultado durante diez años, qué de difícil puede tener decir un simple nombre que les he suplicado todo este tiempo, y tu amante, mi padre, me mantuvo bajo engaños y promesas que jamás cumplió, ya es momento que alguien se apiade de mí y me ayude, Magaly, no crees que suficiente daño me han hecho, maldita sea, mi padre me destrozó la vida, merezco que al fin algui
- Debo salir de esta burbuja en la que he estado todos estos años, Lucrecia, basta de lamentos y esperanzas, solo tengo que actuar, si el destino quiere me encontraré a Eduardo aunque ya no sea el mismo de mis recuerdos - Aseguré mientras me tiraba a la camaLucrecia solo pudo mirarme con ternura, era la única compañía que me quedaba, posiblemente solo su bondad era la que me mantenía en pie. La noche no fue nada agradable, pensé muy bien lo que debía hacer, a la mañana siguiente, me levanté muy temprano, tomé café rápidamente y salí de mi casa, siempre luciendo ropa negra no por guardarle luto a mi padre, sino porque había decidido que a partir de ahora mi pasado quedaba muerto y vestiría así de ahora en adelante, hasta que la vida finalmente me permitiera mirar a Eduardo-Yo sabía que no ibas a rendirte – murmuró ella-No, no puedo, por más que quiera no pueda – dije dirigiéndome a la puerta- ¿A dónde vas? - Me gritó Lucrecia- A la exportadora - Contesté rápido- ¿Sola?- Sí, allá
Al cabo de un rato, seguí buscando en los archivos de mi padre, con la idea de encontrar una de las cartas enviadas a los papás de Eduardo, para así saber qué era lo que realmente había dicho para que él no volviera por mí.Mis piernas empezaron a temblar cuando en el último archivo, estaban unos papeles envueltos en una bolsa negra, supuse por su fachada que se trataba de algo que ocultaba con sumo cuidado y finalmente la abrí, para descubrir otra más de las mentiras de mi difunto padre en una copia, eso me sirvió, él había dejado copia de todo lo enviado, quizá para tenerlo de prueba o para cavar su propia tumba, pensé incluso que él sabía bien que yo algún día iba a descubrirlo y necesitarlo, por fín sentía que mi padre había hecho algo bueno por mí.- Mary odia a Eduardo, no quiere verlo nunca más en su vida, ella finalmente se dio cuenta que solo es un pobre diablo que no puede ofrecerle nada, ahora que está lejos está mejor que nunca, si ustedes deciden regresar les juro que su
Después de un mes en el que intenté mantener mi vida a pesar del enorme sufrimiento, recibí una carta del señor Liam, una amenaza más para obligarme a casar con su hijo. No me quedó otra opción que pedirle a Luis que me diera el dinero suficiente para viajar a California, y que hiciera los trámites correspondientes para eso.Unos días después todo estaba listo, yo misma me dispuse a buscar mi muerte, era la única opción que quedabaDurante el viaje me dediqué a revisar las indicaciones que Luis me había dado para llegar a la empresa del señor Liam, doce horas de vuelo fueron completamente agotantes, los pies me dolían, pues iba vestida como toda una pueblerina o aldeana, pantalones vaqueros, blusa y corsé negro, y unas botas tacón fino !Mala elección!En el aeropuerto de california le pregunté a la gente qué tren debía tomar para cumplir con exactitud la dirección que llevaba, fue esa la única forma de salvarme y abordar correctamente el vagón que me mostraría la luz al final del túne
- Soy yo, Mary - Dijo el hombre atrás de mí- ¿Eduardo? - Interrogué entre lágrimas con el cuerpo frío por los nervios que también me impedían el andar, pregunté porque en realidad estaba muy distinto, no se parecía en nada al hombre que había visto la última vez, cuando desde la ventana de mi casa miré que se subía a una camioneta roja, aun con su sombrero de paja, su pantalón gris doblado hasta la rodilla y su camisa blanca sin abotonar.El hombre que tenía frente a mí, estaba perfectamente peinado, su barba completamente perfilada, zapatos mocasines negros y brillantes, un vestuario convencional pero administrativo, se veía tan guapo, que olvidé quién era.Ambos detuvimos nuestras miradas, comprendiendo si en realidad lo que sucedía era verdad o imaginación, esperaba que me dijera que estuvo muchos años esperando por mí, que se riera al verme o que llorara, pero que mostrara cualquier forma de felicidad por verme, yo estaba completamente consternada, mirarlo nuevamente me había dev
La palabra ENGAÑO era lo único real que habíamos vivido durante diez años, aunque decirle eso a Eduardo era en vano, puesto que él no estaba dispuesto a creerme, cegado de ira me respondió intentando evadir lo que ya había dicho.- No niegues a tus hijos, Mary- Joder, Eduardo, entiende de una vez que nada de lo que te dijeron es verdad - Repliqué completamente enfadada- Entonces cómo fueron, Mary, si tu padre me obligó a convertirme en este ser que soy hoy - Repuso frustrado- Pues a mí también me obligó a muchas cosas y eso no ha sido capaz de cambiar mi ser, no como tú, que ahora me pareces un total desconocido - Dije con la voz todavía contrita - Yo no he venido aquí a culparte que me hayas dejado con una boda organizada, no vine aquí a gritarte, ni siquiera sabía que te encontraría aquí, y sin embargo tú me agredes, me llenas de improperios sin siquiera escuchar las causas verdaderas de nuestra separación- La separación que tú quisiste - Gritó- ! Que no, maldita sea! Que mi pa
No estaba dispuesta a quedarme con la duda, aunque perdiera su amor, realmente necesitaba conocer la verdad, no quería regresarme a España con las manos vacías, así que volví a suplicarle- Por favor, Eduardo, ya nada importa, por favor, abre mis ojos, dime la verdad, permíteme entender estas cosas que me ocultaron por tantos añosEs que, Mary... Recuerdas a don Marvin- Sí, claro, el hombre que se encargó de mi padre desde que era un niño, es decir mi abuelo adoptivo - Repuse yo confusa por no saber qué tenía que ver él con el padre de Eduardo- Él es el padre de mi papá, pero se enteró hasta que don Marvin, murió, este había dejado la exportadora a nombre de él, sin embargo Ernesto que sí se había preparado académicamente, cambió todo, dejando a mi papá en la ruina, fue por esa razón que nosotros llegamos años después al pueblo, cuando nos conocimos, que tendría yo, tal vez diez años - Explicó, y sentí que el rencor por mi padre se volvía más grande.- Ahora entiendo por qué mi
Me quedaba claro que Eduardo no me quería más, que solo necesitaba destruirme más de lo que estaba, así que ceder a su contrato era lo más aceptable en medio de todo. Ambos nos miramos con sarcasmo, yo segura de tomar la decisión que fuera, lo único que importaba es que mis trabajadores no quedaran desamparados, de igual forma ya había sufrido demasiado, estaba completamente desamparada, así que cualquier refugio sería bueno, y él con esa furia que se desataba con solo tenerme cerca, como si a cada segundo planeara una mejor forma de acabar conmigo para vengar la memoria de sus padres y cobrarse todo el dolor que el mío le había causado.- ¿Entre qué debo elegir? - Interrogué sin bajar la mirada- Tú sabrás - Dijo todavía con su risa maliciosa- Quien tiene el poder eres tú - Inquirí con seguridad, no obtuve más respuesta porque a lo inmediato tocaron la puerta.- ¿Eres tú Páter? - Preguntó Eduardo- Sí, hermano, soy yo - Contestó el hombre del otro lado, con un español forzado- En