Mi padre llevaba seis meses en la cama de un hospital, acribillado por una terrible leucemia, lamentablemente, a como decía él, no había podido tener un hijo varón que se responsabilizara de su empresa en la que cultivaba y exportaba fresas, y solo me tenía a mí, una mujer totalmente encaprichada y contraria a la sumisión, y que, sin embargo, me había dedicado a cuidarlo con total esmero desde el inicio de su enfermedad, pues mi madre había muerto hacía ya más de dos años, si él moría era claro que me convertía en la única heredera de todo lo que tenía.
Esa mañana me tomó la mano con tristeza, pero sus ojos revelaban un deseo de imposición sobre mí -Debes casarte por contrato con el dueño de la empresa con la que estoy endeudado o te quedarás en la ruina, es la única forma de salvarte - Dijo con seguridad como si tuviera la garantía de mi aceptación, por supuesto que eso pensaba porque la mayoría del tiempo había querido obligarme a hacer lo que él deseaba sin importarle mis sentimientos. Me eché a reír con ironía ante lo absurdo de sus palabras.
— Ni aun estando enfermo, comprendes que no siempre las personas tenemos que actuar según tus designios, papá — Le contesté apartando mi mano de la suya
— Tienes que hacerlo por tu bien, la única responsable de lo que queda eres tú, es a ti a quien van a cobrar desde el momento en que yo muera todo pasa a tu nombre — Confirmó sin enojo, la sinceridad de sus palabras me ablandó la dureza que llevaba en el corazón por tanto resentimiento en su contra, pero no estaba dispuesta a darle la razón
— Por primera vez piensas en mí, en mi supuesto bienestar, pero que finalmente viene acompañado de un problema, no estoy dispuesta a ello, papá, sabes muy bien que jamás dejaré de amar a Eduardo — Reclamé y aseguré para que comprendiera, pero mi padre tenía cerrado sus ojos
— Ey, no te duermas — Le grité - Estamos tratando un asunto serio, papá, no me dejes con la palabra en la boca
Pero no obtuve más respuesta — Papá, papá - Inquirí de nuevo acercando su mano de nuevo a la mía y entonces comprendí la tragedia
Me tiré a la par de mi padre y lloré como nunca imaginé que lloraría por el hombre que más daño me había causado, se había muerto dejándome atada a un compromiso inaceptable y llena de dudas que después generarían más problemas, ni siquiera pude diferenciar ni entender a qué le atribuía mi llanto.
— ! Cuándo tendré paz! — Dije entre llanto, absorta, odiando lo que estaba sucediendo, pensando en la palabra boda que me aterraba desde que Eduardo se había marchado sin decirme nada, a tan solo unas semanas de casarnos, nunca entendí por qué, pero en el fondo yo estaba segura que mi padre había hecho todo para separarnos.
Ya habían pasado diez años después de ese suceso, yo ya tenía treinta y tres años, y no había podido dar inicio a ninguna relación amorosa con nadie, pues me había jurado a mí misma desde el día en que se lo llevaron, que jamás le entregaría mi amor ni mi cuerpo a nadie que no fuese Eduardo, pues aunque mi padre nunca me dijo dónde estaban y había cerrado toda vía de comunicación con él, aún conservaba la esperanza de encontrarlo algún día, pero después de lo que había dicho respecto a ese contrato para salvar mi herencia, me sentía llena de furia, hacer eso era traicionarme a mí misma, traicionar mi promesa silenciosa a Eduardo y en verdad prefería quedarme en la ruina antes que casarme con un hombre que no fuera él, y que además desconocía.
— Aunque esté vieja, voy a encontrarte, Eduardo, no te voy a fallar, aunque así tenga que fallarle a mi propio padre — Dije en voz baja apretando la mano fría de mi padre muerto, tenía mucho rencor hacia él, pues siempre maltrató a mi mamá y a mí.
Me levanté de prisa, tomé mi auto y me dirigí a la empresa, necesitaba que alguien me orientara, que me dijera cómo obtener dinero para concretar los gastos del funeral.
— Magaly, ayúdame — Le supliqué a la de Recursos humanos que era la única mujer que mi padre tenía trabajando en la empresa, pues era obvio que toda su vida había sido un tremendo machista
— ¿Qué te sucede, Mary? — preguntó Magaly, completamente absorta mientras se levantaba de su silla para hacerme pasar a la oficina, pues me había quedado detenida en la puerta, como un completo fantasma
— papá ha muerto — Dije aún con la voz contrita — y no tengo dinero para su funeral — Magaly me abrazó efusivamente y me sentí más débil que antes, ella empezó a llorar demostrando demasiado dolor, lo cual me pareció demasiado extraño.
— Me quedé completamente sola, Magaly, no tengo nada de lo que me pertenecía, desde que se fue mi madre, siento que no vivo en paz, su recuerdo y el de Eduardo me atormentan amargamente, ahora ha muerto mi único verdugo, el único que podía impedir mis acciones, y anhelé tanto mi libertad, pero no de esta forma, y ahora que ha llegado no sé qué hay después de este vacío que me inhabilita el pecho — Conté con miedo, pues mi padre ante todo el mundo siempre se mostró como un ser amable y bondadoso.
— Don Ernesto fue una excelente persona, no le llames verdugo, no te llenes de rencor, él no tuvo la culpa que Eduardo te dejara — dijo alegando lo que todo el pueblo de Godella conocía respecto a lo sucedido, que lo defendiera, me pareció todavía más extraño, esa mujer escondía algo, lo había notado siempre
Me dirigí a casa considerando la disposición de Magaly para realizar las gestiones correspondientes del entierro de mi padre. Cuando llegué y me encontré con los retratos que tenían las fotos de mi madre me pareció que era la primera vez que las miraba, como si pasaran ante mis ojos como un vivo reflejo que durante años había decidido ignorar y que ahora me golpeaba el alma.
- Lucrecia - Llamé con ímpetu, ella era la única que permanecía siempre en casa, ayudándome con los quehaceres domésticos.
- Qué tal sigue... - Se detuvo a preguntar cuando me vio cubierta de lágrimas, corrió hacia mí, con efusivo esmero, era la única mujer en quien confiaba, solo ella era conocedora de todas mis desgracias y mi única compañera, ahora más que nunca era quien debía estar a mi lado, solo de ella podía sentir consuelo
— Soy libre — Dije para no repetir que mi padre ya había muerto –Y ahora estoy más presa que nunca, el asunto con la exportadora me traerá grandes problemas, Lu, y yo que ni siquiera pude estudiar una carrera, no sé cómo debo enfrentarme ante esos asuntos - Susurré llorando, odiando mi destino, pues mi padre nunca me había permitido estudiar, todo por no dejarme un momento fuera de su supervisión, pues sabía bien que lo único que deseaba en la vida era encontrar a Eduardo.
— Ya habrá alguien que te ayude, con que sepas leer es suficiente — Me consoló Lucrecia — Ahora tendrás el dinero suficiente para poder viajar o investigar donde está Eduardo y finalmente conocer la verdad que te han ocultado durante estos diez años, ves después de todo no es tan malo
— Lo es, Lucrecia, la exportadora está completamente en la ruina, lo que me dejó mi padre solo fue otra desgracia, hasta en su lecho de muerte me ha condenado a ser una desdichada, ha dicho que me tendré que casar con otro hombre para salvar lo que me dejó, algo que tampoco quiero, sabes qué quiero, encontrar los ojos de Eduardo, solo eso, nada más.
— Ahora podrás buscarlo — insistió intentando consolarme
— ¿Dónde voy a buscarlo? ¿En dónde está? Nunca nadie me lo dijo, nadie lo sabe, el único que lo sabía ha muerto, y yo, yo también he muerto, prefiero morirme antes que casarme con otro hombre… — Dije y suspiré con dolor — pero esa es la única forma de salvar al menos estas cuatro paredes, debe demasiado dinero, un dinero que no podré pagar más que con mi cuerpo – agregué y me acurruqué en mis propios brazos llena de furia, de rabia, de dolor, pensar en eso era agobiante, amaba a Eduardo con todo mi ser, y eso era algo que no podía cambiar por mucho que lo había intentado
— No, no — me interrumpió Lucrecia alterada – Magaly, ella puede decirte donde está Eduardo, ella tiene que saberlo – sus palabras fueron el único consuelo en medio de esa nada
— ¿Por qué ella? — me levanté para interrogar en medio de mi llanto, no entendía por qué Lucrecia pensaba eso
— Porque es claro que ella era su amante, Mary, esa amante que tú has querido conocer por todos estos años, ella ha estado cerca de él todo el tiempo, has un último intento, no te cases sin amor, no te cases obligada, no mereces eso, busca a Eduardo — me gritó sacudiendo mis brazos, para hacerme reaccionar, estaba demasiado aturdida como para pensar en ello, pero tras escuchar el ruido del vehículo de Magaly estacionarse en mi casa, un fuego se apoderó de mi sangre, no tenía pruebas para comprobar lo que decía Lucrecia, pero siempre ella me había parecido rara, y quizá era la única pieza que me quedaba por mover para saber la verdad y saber si casarme o no.
— No, Lucrecia, voy a casarme, a Eduardo ya no podré encontrarlo — logré decir totalmente absorta— No lo hagas, Mary — Me advirtió — No te puedes casar sin amor— La palabra boda me aterra, Lucrecia, me hace remover mi pasado y otra vez pensar en Eduardo, hoy lo necesito tanto, sé que si viviera conmigo nada de esto estaría pasando, pero se fue por culpa de mi padre que ahora ha muerto y no me dejó ni una sola pista del lugar al que lo obligó a irse, y sé que ya no podré encontrarlo — Dije llorando y completamente desesperada — Algún día podrán reencontrarse, tengo en mí un presentimiento que me lo grita — Comentó Lucrecia para que me tranquilizara, ella creía mucho en las casualidades — Ya no hay esperanza, Lucrecia, todo ha muerto con mi padre, incluso mi propia vida, que más que vida parece muerte — Alegué completamente frustrada y agotada de vivir esperando que algo bueno me sucediera La luz de la sala era tenue que yo ya me veía cubierta de negro, así me sentía el alma complet
***-Sé adónde lo mandó tu padre pero no sé adónde se encuentra actualmente***Esa frase me había dado un poco de aliento, durante tanto tiempo que me habían mantenido engañada nunca logré obtener ni siquiera algo mínimo, y tener en frente a la mujer que sí sabía lo que se me ocultó por años me llenaba de angustia, miedo y a la vez de alegría- No te quedes callada, mirándome como una boba, sabes bien que necesito saber dónde está Eduardo, ya se murió mi padre, no le debes nada a nadie, Magaly, dime de una vez - Grité desesperada con la voz completamente contrita- No es tan fácil como parece, Mary - Logró contestar- Lo has ocultado durante diez años, qué de difícil puede tener decir un simple nombre que les he suplicado todo este tiempo, y tu amante, mi padre, me mantuvo bajo engaños y promesas que jamás cumplió, ya es momento que alguien se apiade de mí y me ayude, Magaly, no crees que suficiente daño me han hecho, maldita sea, mi padre me destrozó la vida, merezco que al fin algui
- Debo salir de esta burbuja en la que he estado todos estos años, Lucrecia, basta de lamentos y esperanzas, solo tengo que actuar, si el destino quiere me encontraré a Eduardo aunque ya no sea el mismo de mis recuerdos - Aseguré mientras me tiraba a la camaLucrecia solo pudo mirarme con ternura, era la única compañía que me quedaba, posiblemente solo su bondad era la que me mantenía en pie. La noche no fue nada agradable, pensé muy bien lo que debía hacer, a la mañana siguiente, me levanté muy temprano, tomé café rápidamente y salí de mi casa, siempre luciendo ropa negra no por guardarle luto a mi padre, sino porque había decidido que a partir de ahora mi pasado quedaba muerto y vestiría así de ahora en adelante, hasta que la vida finalmente me permitiera mirar a Eduardo-Yo sabía que no ibas a rendirte – murmuró ella-No, no puedo, por más que quiera no pueda – dije dirigiéndome a la puerta- ¿A dónde vas? - Me gritó Lucrecia- A la exportadora - Contesté rápido- ¿Sola?- Sí, allá
Al cabo de un rato, seguí buscando en los archivos de mi padre, con la idea de encontrar una de las cartas enviadas a los papás de Eduardo, para así saber qué era lo que realmente había dicho para que él no volviera por mí.Mis piernas empezaron a temblar cuando en el último archivo, estaban unos papeles envueltos en una bolsa negra, supuse por su fachada que se trataba de algo que ocultaba con sumo cuidado y finalmente la abrí, para descubrir otra más de las mentiras de mi difunto padre en una copia, eso me sirvió, él había dejado copia de todo lo enviado, quizá para tenerlo de prueba o para cavar su propia tumba, pensé incluso que él sabía bien que yo algún día iba a descubrirlo y necesitarlo, por fín sentía que mi padre había hecho algo bueno por mí.- Mary odia a Eduardo, no quiere verlo nunca más en su vida, ella finalmente se dio cuenta que solo es un pobre diablo que no puede ofrecerle nada, ahora que está lejos está mejor que nunca, si ustedes deciden regresar les juro que su
Después de un mes en el que intenté mantener mi vida a pesar del enorme sufrimiento, recibí una carta del señor Liam, una amenaza más para obligarme a casar con su hijo. No me quedó otra opción que pedirle a Luis que me diera el dinero suficiente para viajar a California, y que hiciera los trámites correspondientes para eso.Unos días después todo estaba listo, yo misma me dispuse a buscar mi muerte, era la única opción que quedabaDurante el viaje me dediqué a revisar las indicaciones que Luis me había dado para llegar a la empresa del señor Liam, doce horas de vuelo fueron completamente agotantes, los pies me dolían, pues iba vestida como toda una pueblerina o aldeana, pantalones vaqueros, blusa y corsé negro, y unas botas tacón fino !Mala elección!En el aeropuerto de california le pregunté a la gente qué tren debía tomar para cumplir con exactitud la dirección que llevaba, fue esa la única forma de salvarme y abordar correctamente el vagón que me mostraría la luz al final del túne
- Soy yo, Mary - Dijo el hombre atrás de mí- ¿Eduardo? - Interrogué entre lágrimas con el cuerpo frío por los nervios que también me impedían el andar, pregunté porque en realidad estaba muy distinto, no se parecía en nada al hombre que había visto la última vez, cuando desde la ventana de mi casa miré que se subía a una camioneta roja, aun con su sombrero de paja, su pantalón gris doblado hasta la rodilla y su camisa blanca sin abotonar.El hombre que tenía frente a mí, estaba perfectamente peinado, su barba completamente perfilada, zapatos mocasines negros y brillantes, un vestuario convencional pero administrativo, se veía tan guapo, que olvidé quién era.Ambos detuvimos nuestras miradas, comprendiendo si en realidad lo que sucedía era verdad o imaginación, esperaba que me dijera que estuvo muchos años esperando por mí, que se riera al verme o que llorara, pero que mostrara cualquier forma de felicidad por verme, yo estaba completamente consternada, mirarlo nuevamente me había dev
La palabra ENGAÑO era lo único real que habíamos vivido durante diez años, aunque decirle eso a Eduardo era en vano, puesto que él no estaba dispuesto a creerme, cegado de ira me respondió intentando evadir lo que ya había dicho.- No niegues a tus hijos, Mary- Joder, Eduardo, entiende de una vez que nada de lo que te dijeron es verdad - Repliqué completamente enfadada- Entonces cómo fueron, Mary, si tu padre me obligó a convertirme en este ser que soy hoy - Repuso frustrado- Pues a mí también me obligó a muchas cosas y eso no ha sido capaz de cambiar mi ser, no como tú, que ahora me pareces un total desconocido - Dije con la voz todavía contrita - Yo no he venido aquí a culparte que me hayas dejado con una boda organizada, no vine aquí a gritarte, ni siquiera sabía que te encontraría aquí, y sin embargo tú me agredes, me llenas de improperios sin siquiera escuchar las causas verdaderas de nuestra separación- La separación que tú quisiste - Gritó- ! Que no, maldita sea! Que mi pa
No estaba dispuesta a quedarme con la duda, aunque perdiera su amor, realmente necesitaba conocer la verdad, no quería regresarme a España con las manos vacías, así que volví a suplicarle- Por favor, Eduardo, ya nada importa, por favor, abre mis ojos, dime la verdad, permíteme entender estas cosas que me ocultaron por tantos añosEs que, Mary... Recuerdas a don Marvin- Sí, claro, el hombre que se encargó de mi padre desde que era un niño, es decir mi abuelo adoptivo - Repuse yo confusa por no saber qué tenía que ver él con el padre de Eduardo- Él es el padre de mi papá, pero se enteró hasta que don Marvin, murió, este había dejado la exportadora a nombre de él, sin embargo Ernesto que sí se había preparado académicamente, cambió todo, dejando a mi papá en la ruina, fue por esa razón que nosotros llegamos años después al pueblo, cuando nos conocimos, que tendría yo, tal vez diez años - Explicó, y sentí que el rencor por mi padre se volvía más grande.- Ahora entiendo por qué mi