La palabra ENGAÑO era lo único real que habíamos vivido durante diez años, aunque decirle eso a Eduardo era en vano, puesto que él no estaba dispuesto a creerme, cegado de ira me respondió intentando evadir lo que ya había dicho.
- No niegues a tus hijos, Mary
- Joder, Eduardo, entiende de una vez que nada de lo que te dijeron es verdad - Repliqué completamente enfadada
- Entonces cómo fueron, Mary, si tu padre me obligó a convertirme en este ser que soy hoy - Repuso frustrado
- Pues a mí también me obligó a muchas cosas y eso no ha sido capaz de cambiar mi ser, no como tú, que ahora me pareces un total desconocido - Dije con la voz todavía contrita - Yo no he venido aquí a culparte que me hayas dejado con una boda organizada, no vine aquí a gritarte, ni siquiera sabía que te encontraría aquí, y sin embargo tú me agredes, me llenas de improperios sin siquiera escuchar las causas verdaderas de nuestra separación
- La separación que tú quisiste - Gritó
- ! Que no, m*****a sea! Que mi padre nos engañó a los dos, entiende eso - Grité también desesperada, llorando, completamente nerviosa, Eduardo estaba enfurecido, al otro lado del escritorio, solo podía percibir sus manos empuñadas, expresando su cólera, mientras yo de pie intentaba defender mi amor
Nos miramos fijamente, con nuestra respiración agitada, seguía deseando que se apaciguara, que se abalanzara sobre mí, me besara y me hiciera el amor, pero Eduardo solo me miraba con ira.
No quise decir nada más; era en vano mi defensa, guardé silencio a la espera de su redención
- Siéntate y habla tú primero, que yo en este momento no tengo las ideas claras - Me ordenó
- No más gritos - Dije sentándome nerviosa - A mí me inventó muchas historias, primero dijo que tus padres deseaban que tuvieras un mejor futuro, luego dijo que tú me habías abandonado, después alegó que no sabía dónde estabas, y a la gente le dijo que tú eras malo y que desconocía las razones por las cuales no te habías casado conmigo. Expliqué y me interrumpió
- ¿Y? Tú creíste eso
- No, jamás lo creí, porque en mi corazón tenía la seguridad que tú no eras así, que tú me amabas - Aclaré, ante mis palabras Eduardo bajó la mirada, era claro que yo sí había creído en él, mientras que él de mí asumía todo lo contrario - A medida que pasaron los años fui creciendo y comprendí que todo lo había organizado él.
- Y en verdad te amaba
- Sí, sé que es pasado - Le interrumpí
- A mí me dijo que tú ya no te querías casar conmigo, que me habías engañado todo el tiempo y que estabas con otro hombre, solo que tú no tenías el valor para decírmelo, que entonces lo mejor era que me fuera del pueblo, que aquí tendría mejores oportunidades y que tú también, pues te casarías con un millonario. De una u otra forma eso hirió mi orgullo, y en verdad te amaba, pero no soporto las traiciones y tú lo sabes, en ese momento no era capaz de percibir la maldad, estaba cegado, además por la presión de mi padre, que me subió al vehículo casi obligado al instante en que Ernesto me confesó esas cosas, ni siquiera tuve tiempo de ir a buscarte, me trajeron aquí como a un animalito y después a través de las cartas finalmente me aseguró que te habías casado y que tenías hijos, fue por esa razón que no te busqué más - Explicó con la voz contrita, y con una mirada más alentadora
- Yo vi cuando te subías al vehículo, pero jamás me imaginé que sería la última vez que te miraba, lo supe después cuando salí a buscarte para avisarte que ya me habían entregado las invitaciones para la boda, entonces regresé asustada, porque tu casa estaba hecha cenizas, entonces finalmente mi padre empezó a decir todas sus mentiras, y lloré amargamente, muchas noches, con el vestido de novia puesto, pensando dónde estabas, nunca nadie me dio esa respuesta, mi madre que era toda bondad, tampoco lo sabía, y murió poco tiempo después que te marchaste - Dije entre sollozos, con las lágrimas rodando por mis mejillas al revivir esos recuerdos, pero ni siquiera eso le conmovía
- ¿Y quién te dijo que vinieras aquí? - Preguntó ignorando toda mi historia
- Mi padre murió hace un par de semanas, y me explicó sobre el contrato matrimonial que le propuso el señor Liam, como trabajador de esta empresa debes saber que mi padre les debe mucho dinero - Dije algo confundida por no saber si en realidad Eduardo sabía eso
- ummm ¿Pero cómo conseguiste esa dirección?
-Revisé las cartas que enviaba, ahí estaba esta dirección y la tuya que traje aquí anotada - Dije mostrándole el papel donde la llevaba - Y eso me confirmó que él era el culpable de todo
- ¿Por qué trajiste esto? - preguntó desdoblando el papel
- Porque pretendía buscarte - Aseguré cabizbaja
- Para qué querías buscarme si te casarías con otro hombre - Alegó confuso
- Una firma no limita lo que siento por ti - expliqué esperando que se compadeciera o que finalmente cediera
- No, Mary, no te engañes - Repuso moviendo la cabeza de un lado a otro
- Si no me crees, si no deseas hablar conmigo, si nada de lo que diga te hará cambiar de opinión respecto a mí, entonces dime donde coños está el señor Liam, para salir de eso de una vez por todas, total ya nada en mi vida importa, lo que quise siempre está aquí frente a mí, el mismo rostro, pero otra alma, así que ya nada tiene sentido, Eduardo, no pierdas más tu tiempo - Dije levantándome con sumo cuidado y dirigiéndome a la puerta
- Detente, Mary, que el señor Liam está muerto, ardiendo en el infierno junto a tu padre - Gritó sin asco, sin lamentarse por sus palabras que pese a todo eran completamente crueles
- ¿Qué dices? - Interrogué perpleja, dando media vuelta para acercarme a él e intentar intimidarlo con mi mirada
- Que está muerto, que el dueño de esta empresa soy yo - Aclaró a media voz, como si se le hiciera muy difícil mencionar esas palabras
Al escuchar sus palabras, solo pude tragar grueso, lo que oía era indescriptible, me dirigí hacia él, y le golpeé el pecho para sacar todo el enojo y gritarle
- Entonces si fuiste tú quién engañó a mi padre, si sabías cómo llegar, si eras tú quien me estaba comprando, por qué no fuiste a buscarme directamente, por qué me recibiste de esta manera, si tú fuiste quien organizó toda esta patraña. Odio amarte de esta manera, odio haber sufrido tanto por ti estos diez años - Alegué dando golpes en su pecho y moviendo sus hombros de adelante hacia atrás, a la espera de su reacción y sus respuestas
Eduardo se dejó golpear cuantas veces quise hacerlo, y escuchó mis gritos, y desprecios sin mover la boca, sin moverse del sitio, y sin apartar mis manos
- Anda, vamos, dime, qué pretendías, ya no quiero más mentiras, explícame de una vez por todas qué es lo que suponías - Seguí gritando desesperada entre lágrimas y enojo
- Vengarme, Mary, solo vengarme, destruir a tu padre pues tiempo después supe cuántas amenazas le hizo a mi padre hasta que finalmente lo mandó a asesinar, y después a mi madre, y también tenía en mí la idea de tu traición, solo deseaba hacerte pagar todo el dolor que había sentido - Dijo Eduardo y sus palabras calmaron mis golpes, nos dejamos caer en el piso, encontrando nuestras miradas cubiertas de lágrimas, no podía creer lo que estaba diciendo, mi papá había sido capaz de dejarlo sin familia, no entendía nada
-Ese señor era un monstruo - Logré decir casi sin aliento
- Sí, por eso tuve miedo de regresar a España, sabía que acabaría conmigo, así que yo decidí crear un mejor plan para acabar con él - Confesó, y rápidamente até los cabos, Eduardo era quien había hundido en deudas a mi padre
- Pero... ¿Por qué los mató? - Interrogué alterada
- Porque cuando me gradué, mi padre me confesó la verdad... -
-¿Qué verdad, Eduardo? - pregunté calmada, interrumpiéndolo, pues no pensé que hubiese algo más que me asombrara.
Todo fue completamente doloroso, sus confesiones me tenían absorta, ni siquiera podía tener una respuesta para lo que pudiera decirme, el cuerpo me seguía temblando, era muy difícil estar en otro lugar, frente a un hombre que ahora no me amaba, que en cambio me odiaba con toda su alma, y lo peor de todo es que las razones para hacerlo eran muy válidas
- Algo que quizá tú bien lo sabes - Supuso irónico
Busqué su cara con mis manos, y me las apartó, solo quería abrazarlo, hacerlo sentir en confianza conmigo, pero Eduardo no era capaz de ceder, nos quedamos en silencio nuevamente y la sangre de mi cuerpo hervía, las palpitaciones de mi corazón eran cada vez más aceleradas, sus ojos encima de mí me hipnotizaban, pero había tanto dolor en todas las confesiones que empezaba a olvidarme de mis sentimientos.
No estaba dispuesta a quedarme con la duda, aunque perdiera su amor, realmente necesitaba conocer la verdad, no quería regresarme a España con las manos vacías, así que volví a suplicarle- Por favor, Eduardo, ya nada importa, por favor, abre mis ojos, dime la verdad, permíteme entender estas cosas que me ocultaron por tantos añosEs que, Mary... Recuerdas a don Marvin- Sí, claro, el hombre que se encargó de mi padre desde que era un niño, es decir mi abuelo adoptivo - Repuse yo confusa por no saber qué tenía que ver él con el padre de Eduardo- Él es el padre de mi papá, pero se enteró hasta que don Marvin, murió, este había dejado la exportadora a nombre de él, sin embargo Ernesto que sí se había preparado académicamente, cambió todo, dejando a mi papá en la ruina, fue por esa razón que nosotros llegamos años después al pueblo, cuando nos conocimos, que tendría yo, tal vez diez años - Explicó, y sentí que el rencor por mi padre se volvía más grande.- Ahora entiendo por qué mi
Me quedaba claro que Eduardo no me quería más, que solo necesitaba destruirme más de lo que estaba, así que ceder a su contrato era lo más aceptable en medio de todo. Ambos nos miramos con sarcasmo, yo segura de tomar la decisión que fuera, lo único que importaba es que mis trabajadores no quedaran desamparados, de igual forma ya había sufrido demasiado, estaba completamente desamparada, así que cualquier refugio sería bueno, y él con esa furia que se desataba con solo tenerme cerca, como si a cada segundo planeara una mejor forma de acabar conmigo para vengar la memoria de sus padres y cobrarse todo el dolor que el mío le había causado.- ¿Entre qué debo elegir? - Interrogué sin bajar la mirada- Tú sabrás - Dijo todavía con su risa maliciosa- Quien tiene el poder eres tú - Inquirí con seguridad, no obtuve más respuesta porque a lo inmediato tocaron la puerta.- ¿Eres tú Páter? - Preguntó Eduardo- Sí, hermano, soy yo - Contestó el hombre del otro lado, con un español forzado- En
Páter y Eduardo siguieron conversando en voz baja sobre el desenlace de mi destino, no logré escuchar del todo, pues pese a todo esfuerzo no siempre lograba distinguir lo que decían, solo sé que hablaban de mí, no pude moverme, pero al cabo de un rato no soporté más y hablé— Eduardo, se hace tarde, la noche empieza a caer y yo no tengo adónde ir, por favor dime de una buena vez qué pasará con la empresa y conmigo, no quiero hacerte perder más el tiempo — definí intentando demostrar seguridad en medio de todas las confusiones que me invadían— No es momento para hablar — me interrumpió Eduardo, todavía de espaldas hacia mí, como si no fuera capaz de darme la cara— Entonces, si no es momento para hablar, yo me largo — Contesté, luego de que el miedo se me quitara por completo, estaba cansada de batallar todo un día en busca de la redención de Eduardo, sabiendo que no llegaría lo mejor era irme, ya había hecho suficiente por intentarlo, Luis entendería que todo salió mal, que no pude
— !Mary Carmen! Responde! Mary Carmen! — Decía Eduardo con tono de preocupación, por un momento pensé que podía importarle— Se ha muerto, hermano — Contestaba Páter asustado, y yo solo pensaba que eso era lo único que deseaba en ese momento— Seguro solo se desmayó — reponía Eduardo, desconfiando y ahí entendí que no, que no le importaba ya— Vamos a cargar otro muerto encima — Alegaba Páter, supongo que decía otro en referencia a que su padre había muerto por su causa— No, imbécil, tócale el pulso — Le ordenaba Eduardo con molestia y a la vez con sentimientos ¿Por qué se estaba comportando como un total gilipollas? ¿Por qué no se redimía al amor que sentíamos? Pensaba mientras no tenía fuerzas para abrir los ojos— Hazlo tú - Reponía él— Yo no quiero tocarla más — Aseguraba Eduardo, siempre con su tono de preocupación pero esta vez como si su voz estuviera contrita, como si no pudiera mencionarlo, como si lo dijera con supremo dolor— ¿Y si se suicidó? - Supuso Páter y en ese mome
Me levanté y encendí la luz, sintiéndome un poco aliviada, pero mi saliva no era capaz de mojar mi boca, sentía seca la garganta, que me ahogaba, que no podía respirar, así que busqué una silla en donde poder sentarme y esperar a que finalmente Eduardo apareciera y me dijera algo. Supongo que salía para tomar una decisión para convencerse de su maldad y sentirse seguro de lo que haría conmigo, sobrepasando el amor que en el fondo sentía por mí.En la oficina no había nada que me salvara, ninguna ayuda que me permitiera escapar, me levanté de nuevo por la desesperación y empecé a observar todo, en el escritorio estaba una foto de Eduardo y sus padres, al parecer el día de su graduación, se veía triste como si lo que estaba recibiendo no le causaba felicidad, pero sus padres sí se veían muy contentos.Tenía el retrato en mi mano cuando de pronto se abrió la puerta, tan rápido que ni siquiera tuve tiempo de colocarla en su sitio, la sorpresa fue terrible, sentí que mi cara se volvía hel
Atreverme a decirle que tenía una objeción, fue un acto mayor de valentía, me miró con ira, yo intenté mantener mi postura de tranquilidad, aunque en el fondo me estuviera muriendo, hasta que finalmente habló:— ¿Qué? Habla rápido — Me dijo siempre molesto— Lucrecia deberá estar conmigo — respondí de prisa— No creo que eso suceda ahora — Señaló con una sonrisa maliciosa que me alertó y mi instinto no se pudo resistir a reclamar— Lucrecia no tiene culpa, ni siquiera es mi familia — Aclaré molesta — ella no tiene por qué pagar lo que el imbécil de mi padre te hizo, la quiero conmigo y punto — terminé por gritarle — No es tu familia, pero tú la quieres, eso es lo que importa — Alegó mientras movía un lapicero que tenía en la mano, dándole vueltas una y otra vez — Llevo años esperando este momento, todo está completamente organizado, no soy un estúpido — Aclaró mientras acomodándose en la silla, fingiendo que aquello le daba placer, pero no, en el fondo se veía su dolor, su amor repri
— Era tan fácil darme un plazo para pagarte esa deuda y no volver a saber de mí nunca en la vida, Eduardo — Alegué nerviosa, con mi voz baja, intentando convencerlo de que renunciara a esa estupidez— Páter, dónde está Páter — dijo ignorando lo que dije como si no lo hubiese escuchado— Salió — contesté incapaz de decirle que le había pedido algo de comer y hasta en ese momento respondió a lo que dije— No voy a dejarte el camino tan fácil, de una u otra forma tienes que pagar lo que tu padre me hizo, no te irás tan fácil de mí, no vas a escapar de mi ira — Contestó sin dejar de mirarme, sus ojos emanaban como un fuego que me quemaba, mirarlo era insoportable, así que no me quedó más que bajar mi cabeza, lo único bueno en ese momento era saber que pronto estaría comiendo. — Está bien, Eduardo, me someto a ello, pues sé que lo que hizo ese monstruo es imperdonable, pero por favor, en cuanto te sientas satisfecho, déjame libre — Supliqué con tristeza, todo empezaba a nublarse, ya no t
Pater hizo un sonido con su garganta, como si quisiera advertirle algo, o hacerle recordar lo que estaba olvidando. — En la que ya habíamos dispuesto para esto, yo llegaré en un momento — Aclaró él, lo cual me hizo entender que seguramente tenían muchas casas pero que a mí me llevaría a una en especial y Pater quería asegurarse de eso — llévate a Aiden y Noah, y no se muevan de ahí hasta que yo llegue ¿Quedó claro? — Dijo completando sus indicaciones, pero sin levantar la voz, y eso logró que Pater dejara de demostrar que estaba nervioso — No soy una delincuente, en todo un día no he sido capaz de defenderme, crees que lo haré ahora después de todo — Comenté molesta por su actitud, busqué mis botas y me las puse, caminar con ellas se me hizo un poco difícil, pues los pies me dolían demasiado - ¿Puedes ordenarle a Pater que lleve mi maleta? Yo no tengo fuerzas — supliqué mientras me acercaba a la puerta — Pater, pídele eso a Noah, tú por favor no la dejes libre ni un momento, lléva