No estaba dispuesta a quedarme con la duda, aunque perdiera su amor, realmente necesitaba conocer la verdad, no quería regresarme a España con las manos vacías, así que volví a suplicarle
- Por favor, Eduardo, ya nada importa, por favor, abre mis ojos, dime la verdad, permíteme entender estas cosas que me ocultaron por tantos años
Es que, Mary... Recuerdas a don Marvin
- Sí, claro, el hombre que se encargó de mi padre desde que era un niño, es decir mi abuelo adoptivo - Repuse yo confusa por no saber qué tenía que ver él con el padre de Eduardo
- Él es el padre de mi papá, pero se enteró hasta que don Marvin, murió, este había dejado la exportadora a nombre de él, sin embargo Ernesto que sí se había preparado académicamente, cambió todo, dejando a mi papá en la ruina, fue por esa razón que nosotros llegamos años después al pueblo, cuando nos conocimos, que tendría yo, tal vez diez años - Explicó, y sentí que el rencor por mi padre se volvía más grande.
- Ahora entiendo por qué mi padre nunca quiso contar cómo había construido su empresa - Dije yo apesarada, sin ninguna valentía para darle el pésame por lo que le había pasado pues sé que eso en cambio de serle grato le sería la peor de las acciones, así que solo pude seguir preguntando para aclarar mis ideas -¿Y él cómo supo que tú te habías enterado?
- Porque vivíamos en casa de Líam, y ni siquiera sabíamos que eran amigos, pues él aseguró que no lo conocía que solo era un prestador de bienes, que alquilaba apartamentos a los migrantes, sin embargo tiempo después me enteré que él nos vigilaba
- ¿Y tú viste cómo murieron tus padres? - Pregunté absorta
- No, cuando llegué a casa lo supe - Aclaró - Pero había una nota advirtiéndome a no actuar, la hoja tenía tus iniciales
Lo que Eduardo decía me tenía impactada, ahora más que nunca comprendía por qué no me había buscado, y también porqué me había recibido así lleno de ira, aunque lo del señor Liam todavía no me quedaba claro
- Perdón, Eduardo, pero al igual que tú también soy una víctima de las garras de mi padre, debes creerme que yo no tuve nada que ver con eso, él solo me usó como un títere pues sabía cuánto nos queríamos y usó eso para manipularte
- Me quería vengar, entiendes - Dijo levantándose del piso, aun molesto - Lo quería destruir, no me importa si tuviste que ver no con lo sucedido
- Lo lograste, Eduardo, pero eso no compensará tu dolor - Dije intentando persuadir su ira
- No esperé que vinieras, arruinaste mis planes - Señaló enfadado mientras golpeaba la pared, ignorando lo que le había dicho y culpándome de nuevo
- él ya está muerto y yo no pretendo hacerte daño, yo jamás supe lo que te hizo, te lo juro, por favor créeme, Eduardo tú me conoces desde que éramos unos niños - Supliqué acercándome a su cara, pero entre más lo hacía más se apartaba de mí
- !No me puedo fiar de la hija de un asesino! - Alegó apretándose los labios
- Yo no soy como él, yo te amo - Dije nerviosa sin poder parar de llorar
- Pero yo solo puedo odiarte, porque por haberme enamorado de ti me quedé sin padres, por haberme metido con la hija de ese hombre que le desgració la vida a mi padre y lo trató como si fuera un animal - Me aseguró
- Ninguno de los dos sabía lo que nuestras familias ocultaban - Seguí contradiciéndolo
- Pero ahora lo sabemos y tú solo puedes ser mi mayor enemiga - Contestó acercándose a mí para levantarme la barbilla, y hacer que mis ojos vieran los suyos deseosos de venganza
- No, Eduardo, no me cargues las acciones de mi padre - Logré decir con la voz un poco abatida por la fuerza que sus manos estaban emitiendo en mi barbilla
- Entonces qué hago, Mary.... - Dijo soltándome de golpe, como si por un momento dejara de estar furioso
Solo pude mirarlo con tristeza, ya no tenía fuerzas para pelear, ya no quería escuchar más tragedias, verlo en ese estado de confusión me hirió más el alma, sé que el dolor lo había cambiado y que no me sería fácil hacerle entender que yo no había sido parte de esos acontecimientos.
- Si no quieres la empresa, y vengarte de mí, te dará la paz o satisfacción personal que necesitas entonces hazlo - Le pedí, dándome por derrotada
- Tu padre murió, dijiste - Interrogó mientras se sentaba, algo confuso, supongo porque no estaba escuchando con atención las cosas que decía
- Sí, mi padre murió hace un par de semanas, o mejor dicho hace más de un mes, ni siquiera recuerdo la fecha, no quiero tampoco acordarme de eso - Repetí para descubrir qué me diría ahora
- ¿Cómo murió? - Preguntó
- Después de seis meses hospitalizado por leucemia, le dio un infarto - Conté sin sentir pesar
- Tuvo mucha suerte al no experimentar una muerte más dolorosa - Contestó frunciendo el ceño - Así que la última carta que llegó la escribiste tú
- Sí, Eduardo, al analizar las fechas de las últimas cartas, sabía bien que no me quedaba más tiempo, que estaba completamente en la ruina, el día que recibí la respuesta me sentí perdida, y no me quedó de otra que aventurarme a venir, aunque como ya dije tenía la esperanza de salir libre de todo y buscarte... - Expliqué
- ¿Si escuchaste que Liam está muerto?
- Por supuesto que te escuché y sigo sin entender - repliqué
- Pues mira, linda, que quien ha escrito esas cartas que leíste he sido yo - Aclaró colocando su torso encima del escritorio, logrando acercarse a mí que también había vuelto a sentarme
Tragué mi saliva con fuerza pues mi garganta estaba seca, me dolió saber la verdad, y reconocer en que el mismo Eduardo era quien había estado jugando con mi dignidad
- Quería vengarme - Añadió al no obtener respuesta de mi parte
- ¿Pidiendo que me casara con alguien que no existe? ¿Qué clase de venganza es esa? - Interrogué limpiando mis lágrimas, y tomando una actitud más perspicaz, para escuchar con atención y valorar las pretensiones de su juego y cómo había logrado hacerse pasar por el señor Liam
- Páter sí existe, es el hijo de Liam y mi mejor amigo por no llamarle hermano - Comentó con tranquilidad, como si supiera que ya me había herido lo suficiente y que ya no había forma de lastimarme más
- Pero...
- No hables, solo escucha - Ordenó
- Yo salvé a Páter de las garras de su padre, estudiamos juntos y nos hicimos buenos amigos, Liam era un ser malvado con él, quería quitarle la herencia que su madre le había dejado cuando murió, el caso es que al morir mis padres la verdad salió a la luz, era él quien le había avisado a Ernesto sobre todo, Páter y yo lo descubrimos cuando vimos que le escribía asegurando que ya todo estaba listo...
- No encontré ninguna carta con esas referencias - Interrumpí consternada por lo que decía
- Es que esa carta no llegó nunca - Alegó con una tranquilidad engañosa
- ¿por qué?
- Porque Pater no soportó que su padre hubiese sido cómplice de asesinar a mis padres y esa tarde no le dio las pastillas que mantenían estable su problema cardiaco, discutieron demasiado al punto de forcejear, provocándole también un paro cardíaco, la empresa pasó a nombre de Páter, y como no tenía hermanos y estaba huérfano igual que yo, decidió hacerme parte de la empresa con el cargo de CEO y ayudarme con mi plan de venganza, cuando revisamos todo, supimos la deuda que tu padre tenía y poco a poco me encargué de hundirlo más, siempre ocupando el nombre de Liam - Explicó como si lo que dijera no le doliera en lo absoluto
- Y el contrato matrimonial qué papel juega en todo esto - Interrogué con serenidad, dándome por vencida, sabiendo que estaba en las garras de su venganza y que no había otro camino más que sumergirme en ellas
- Primero comprobar si tú estabas casada a como él había dicho, segundo saber hasta dónde eras capaz de llegar por obtener dinero, tercero saber si me habías olvidado, cuarto y lo más importante verle la cara a tu padre cuando el día de la boda tuviera que entregarte a mí, pues aunque yo señalaba que te casarías con Páter, sería yo quien me convertiría en tu esposo, y como estaba seguro que tú no me amabas, entonces esperaba también hacer de tu vida el mayor de los infiernos - Alegó sin mostrar ningún tipo de arrepentimiento
Ante sus palabras no tuve nada qué decir, lo de hundir a mi padre lo había logrado, seguir insistiendo en que lo amaba era innecesario, así que solo me quedaba someterme a su voluntad.
*Por qué no firmé antes* - Pensé imaginando que al menos me hubiese casado con el hombre que amaba aunque sus intenciones fueran macabras, sin embargo no le iba a permitir un insulto más.
- Pues bien aquí me tienes - Dije levantándome de la silla y colocándome de forma arqueada para estar más cerca de su cara y demostrar que no tenía miedo - ¿te puedo pedir algo? Es un favor, no para mí,
- Ajá - Dijo mirándome con una risa sarcástica como de victoria
- No desampares a los trabajadores de la exportadora en España, ellos necesitan demasiado de ese trabajo, las cosechas no están tan buenas pero al menos dan para pagarles a ellos - Supliqué
- Dime tú qué prefieres, firmar el contrato o perder la empresa por completo - Inquirió con su voz intimidante
Cuando miré su risa sarcástica me detuve a pensar en que Eduardo se estaba sintiendo satisfecho con mi dolor, pero debía escuchar sus propuestas para saber cuál era la más viable, sobre todo porque le había prometido a Luis que lo solucionaría y no debía fallarle después del riesgo que él había tomado para ayudarme
Me quedaba claro que Eduardo no me quería más, que solo necesitaba destruirme más de lo que estaba, así que ceder a su contrato era lo más aceptable en medio de todo. Ambos nos miramos con sarcasmo, yo segura de tomar la decisión que fuera, lo único que importaba es que mis trabajadores no quedaran desamparados, de igual forma ya había sufrido demasiado, estaba completamente desamparada, así que cualquier refugio sería bueno, y él con esa furia que se desataba con solo tenerme cerca, como si a cada segundo planeara una mejor forma de acabar conmigo para vengar la memoria de sus padres y cobrarse todo el dolor que el mío le había causado.- ¿Entre qué debo elegir? - Interrogué sin bajar la mirada- Tú sabrás - Dijo todavía con su risa maliciosa- Quien tiene el poder eres tú - Inquirí con seguridad, no obtuve más respuesta porque a lo inmediato tocaron la puerta.- ¿Eres tú Páter? - Preguntó Eduardo- Sí, hermano, soy yo - Contestó el hombre del otro lado, con un español forzado- En
Páter y Eduardo siguieron conversando en voz baja sobre el desenlace de mi destino, no logré escuchar del todo, pues pese a todo esfuerzo no siempre lograba distinguir lo que decían, solo sé que hablaban de mí, no pude moverme, pero al cabo de un rato no soporté más y hablé— Eduardo, se hace tarde, la noche empieza a caer y yo no tengo adónde ir, por favor dime de una buena vez qué pasará con la empresa y conmigo, no quiero hacerte perder más el tiempo — definí intentando demostrar seguridad en medio de todas las confusiones que me invadían— No es momento para hablar — me interrumpió Eduardo, todavía de espaldas hacia mí, como si no fuera capaz de darme la cara— Entonces, si no es momento para hablar, yo me largo — Contesté, luego de que el miedo se me quitara por completo, estaba cansada de batallar todo un día en busca de la redención de Eduardo, sabiendo que no llegaría lo mejor era irme, ya había hecho suficiente por intentarlo, Luis entendería que todo salió mal, que no pude
— !Mary Carmen! Responde! Mary Carmen! — Decía Eduardo con tono de preocupación, por un momento pensé que podía importarle— Se ha muerto, hermano — Contestaba Páter asustado, y yo solo pensaba que eso era lo único que deseaba en ese momento— Seguro solo se desmayó — reponía Eduardo, desconfiando y ahí entendí que no, que no le importaba ya— Vamos a cargar otro muerto encima — Alegaba Páter, supongo que decía otro en referencia a que su padre había muerto por su causa— No, imbécil, tócale el pulso — Le ordenaba Eduardo con molestia y a la vez con sentimientos ¿Por qué se estaba comportando como un total gilipollas? ¿Por qué no se redimía al amor que sentíamos? Pensaba mientras no tenía fuerzas para abrir los ojos— Hazlo tú - Reponía él— Yo no quiero tocarla más — Aseguraba Eduardo, siempre con su tono de preocupación pero esta vez como si su voz estuviera contrita, como si no pudiera mencionarlo, como si lo dijera con supremo dolor— ¿Y si se suicidó? - Supuso Páter y en ese mome
Me levanté y encendí la luz, sintiéndome un poco aliviada, pero mi saliva no era capaz de mojar mi boca, sentía seca la garganta, que me ahogaba, que no podía respirar, así que busqué una silla en donde poder sentarme y esperar a que finalmente Eduardo apareciera y me dijera algo. Supongo que salía para tomar una decisión para convencerse de su maldad y sentirse seguro de lo que haría conmigo, sobrepasando el amor que en el fondo sentía por mí.En la oficina no había nada que me salvara, ninguna ayuda que me permitiera escapar, me levanté de nuevo por la desesperación y empecé a observar todo, en el escritorio estaba una foto de Eduardo y sus padres, al parecer el día de su graduación, se veía triste como si lo que estaba recibiendo no le causaba felicidad, pero sus padres sí se veían muy contentos.Tenía el retrato en mi mano cuando de pronto se abrió la puerta, tan rápido que ni siquiera tuve tiempo de colocarla en su sitio, la sorpresa fue terrible, sentí que mi cara se volvía hel
Atreverme a decirle que tenía una objeción, fue un acto mayor de valentía, me miró con ira, yo intenté mantener mi postura de tranquilidad, aunque en el fondo me estuviera muriendo, hasta que finalmente habló:— ¿Qué? Habla rápido — Me dijo siempre molesto— Lucrecia deberá estar conmigo — respondí de prisa— No creo que eso suceda ahora — Señaló con una sonrisa maliciosa que me alertó y mi instinto no se pudo resistir a reclamar— Lucrecia no tiene culpa, ni siquiera es mi familia — Aclaré molesta — ella no tiene por qué pagar lo que el imbécil de mi padre te hizo, la quiero conmigo y punto — terminé por gritarle — No es tu familia, pero tú la quieres, eso es lo que importa — Alegó mientras movía un lapicero que tenía en la mano, dándole vueltas una y otra vez — Llevo años esperando este momento, todo está completamente organizado, no soy un estúpido — Aclaró mientras acomodándose en la silla, fingiendo que aquello le daba placer, pero no, en el fondo se veía su dolor, su amor repri
— Era tan fácil darme un plazo para pagarte esa deuda y no volver a saber de mí nunca en la vida, Eduardo — Alegué nerviosa, con mi voz baja, intentando convencerlo de que renunciara a esa estupidez— Páter, dónde está Páter — dijo ignorando lo que dije como si no lo hubiese escuchado— Salió — contesté incapaz de decirle que le había pedido algo de comer y hasta en ese momento respondió a lo que dije— No voy a dejarte el camino tan fácil, de una u otra forma tienes que pagar lo que tu padre me hizo, no te irás tan fácil de mí, no vas a escapar de mi ira — Contestó sin dejar de mirarme, sus ojos emanaban como un fuego que me quemaba, mirarlo era insoportable, así que no me quedó más que bajar mi cabeza, lo único bueno en ese momento era saber que pronto estaría comiendo. — Está bien, Eduardo, me someto a ello, pues sé que lo que hizo ese monstruo es imperdonable, pero por favor, en cuanto te sientas satisfecho, déjame libre — Supliqué con tristeza, todo empezaba a nublarse, ya no t
Pater hizo un sonido con su garganta, como si quisiera advertirle algo, o hacerle recordar lo que estaba olvidando. — En la que ya habíamos dispuesto para esto, yo llegaré en un momento — Aclaró él, lo cual me hizo entender que seguramente tenían muchas casas pero que a mí me llevaría a una en especial y Pater quería asegurarse de eso — llévate a Aiden y Noah, y no se muevan de ahí hasta que yo llegue ¿Quedó claro? — Dijo completando sus indicaciones, pero sin levantar la voz, y eso logró que Pater dejara de demostrar que estaba nervioso — No soy una delincuente, en todo un día no he sido capaz de defenderme, crees que lo haré ahora después de todo — Comenté molesta por su actitud, busqué mis botas y me las puse, caminar con ellas se me hizo un poco difícil, pues los pies me dolían demasiado - ¿Puedes ordenarle a Pater que lleve mi maleta? Yo no tengo fuerzas — supliqué mientras me acercaba a la puerta — Pater, pídele eso a Noah, tú por favor no la dejes libre ni un momento, lléva
Cuando Eduardo abrió la puerta, yo me quedé perpleja, estaba desnuda, mis pechos blancos con su aureola rosada se veían perfectamente, pues acababa de quitarme el brasier, solo tenía puesto mi interior y estaba descalza, lo miré con temor, porque así me sentía ante su furia, y si había entrado es porque quería seguir gritándome y amenazando.Fue un momento rápido, pero a la vez lento, yo de verdad sentí que el tiempo se detenía, lo vi tan lindo, así en silencio observándome sin ofenderme, sin hacerme saber que me odiaba. Se quedó detenido en la orilla de la puerta, absorto. — ¿Necesitas decirme algo? — Pregunté tranquila mientras cubría mis pechos con los brazos, como si fuese un hombre desconocido el que me estaba mirando, como si olvidara que él había sido el primer y único hombre en mirar mi desnudez. Ante mi gesto de incomodidad tapándome los pechos, reaccionó, se dio cuenta de que me estaba mirando, que yo era esa mujer que lo volvía loco desde antes, cuando ni siquiera mi cu