Amelia le miró sin comprender.- ¿Qué quieres decir? ¿Qué has hecho? - preguntó.- Le hice una oferta generosa a Bill y él la aceptó. - respondió Alex encogiéndose de hombros y besando la mejilla de Amelia. - Si quieres, podemos llevártelo al puerto deportivo de Nueva York o a los Hamptons. - sugirió.Amelia lo abrazó, besándole los labios cariñosamente.- Gracias. - susurró contra su boca, mirándole a los ojos-. - Te quiero.Alexander sonrió y le besó la frente.- Y yo a ti. - respondió él.Amelia cogió la llave de contacto del barco y la puso en marcha. El motor no tardó en rugir y el barco abandonó el muelle de Bill para adentrarse en la bahía de Charleston. Alex se acercó a Amelia, se detuvo detrás de ella y le rodeó la cintura con los brazos. Pronto empezó a darse cuenta de que ella sabía lo que hacía. A medida que el barco se alejaba, Alex observaba con asombro cómo pasaban junto a las islas que rodeaban el puerto deportivo y la bahía, y cómo los edificios se alejaban. - ¿Has
La gente del restaurante comentaba la noticia de la detención del alcalde Rhodes, las voces altas se convertían en terribles cotilleos que se extendían por la sala del restaurante. Amelia miró a Alex, al ver que su teléfono sonaba sobre la mesa y lo atendió de inmediato.- Hola. - Contestó él. - Estamos en el restaurante del puerto deportivo, hemos parado el barco aquí para comer. - Informó a la persona al otro lado de la línea.- Sí, está en todos los canales. - Respondió a la persona al otro lado de la llamada. - Está conmigo. - Dijo mientras miraba a Amelia. - Está bien, dentro de lo que cabe.Comentó a Amelia que se levantó inmediatamente y luego se sentó. - Vamos a terminar de comer y Bruce vendrá a recogernos. Nos vemos más tarde. - Alex colgó.- ¿Quién era? - Preguntó Amy con curiosidad.- Benjamin, estaba preocupado. - Habló Alex, intentando no seguir con el tema.- ¿Acerca de qué? - Cuestionó ella, sacudiéndose lo peor.- Amy, tienes que comer. - Advirtió, cogiéndole la man
Los ojos furiosos de Barth ardieron ante lo que había dicho Amelia. Su mano libre agarró con fuerza el cuello de Amelia, apretando allí los dedos mientras le robaba el aire.- Es mentira. - le gruñó.Amelia movió la cabeza negativamente.- El bebé es tuyo. Haz cuentas. - Susurró sin aliento, luchando por tomar aire. - Estoy de cuatro meses.Barth la miró confundido, como si en realidad estuviera calculando mentalmente mientras algunas personas pasaban rápidamente junto a ellos. Sin embargo, mantuvo la pistola contra el vientre de Amelia, ocultándola con la chaqueta.- Vámonos de aquí. - Soltó el cuello de Amelia y la agarró del brazo, empezando a caminar con ella fuera del restaurante.Caminaron hacia la parte trasera del local, pasaron por delante de la cocina y salieron por la puerta de atrás.Amelia intentó no llorar, pero todo su cuerpo temblaba de miedo. No tenía ni idea de adónde la llevaba Barth y, lo que era peor, de lo que le iba a hacer.Cuando llegaron al aparcamiento, Bar
Oyó el ruido del disparo y luego el de algo que golpeaba con fuerza el suelo.Cuando abrió los ojos, vio a Barth a pocos centímetros de ella, con los ojos abiertos y la boca sangrando. Amelia también vio el agujero del disparo en su frente, la sangre extendiéndose por el heno poco a poco.La misma sangre fluía hacia ella y trató de alejarse arrastrándose, no quería sentir su sangre en la piel, no quería que ese fuera el último recuerdo de aquel demonio en su piel. Mientras cerraba los ojos agotada, escuchó varios pasos que se apoderaban del cobertizo y voces que gritaban y la llamaban al mismo tiempo.Lo último que vio Amelia antes de desmayarse fue un par de ojos azules desesperados que la miraban fijamente. Unos ojos que reconocería en cualquier lugar, fuera donde fuera.Cuando volvió a abrir los ojos, sintió que la cabeza le dolía violentamente. Apartó el brazo, pero sintió que su mano se enganchaba en algo y le dolía. Se miró la mano y vio que estaba conectada a una manguera de m
Amelia sintió que se le estrujaba el corazón al oír las palabras de Alexander. Una mezcla de tristeza y conmoción la inundó de lágrimas. Se llevó las manos al vientre, como buscando la confirmación de aquella pérdida irreparable. Benjamin se acercó y le puso suavemente una mano en el hombro en un gesto de consuelo. El dolor y el vacío parecían consumir a Amelia mientras intentaba asimilar la noticia. - Lo siento mucho, Amelia. Ojalá pudiera hacer algo para cambiar esto, para evitar este dolor que sientes. Era nuestro bebé. - dijo Alexander con la voz entrecortada y le cogió la mano. Amelia lo miró, con la mirada llena de tristeza e interrogantes. Sentía como si el mundo se hubiera derrumbado a su alrededor. La esperanza y la alegría que habían llenado sus días durante los últimos meses habían sido arrancadas cruel y bruscamente. Y lo que era peor, justo cuando pensaba que Barth ya no podía hacerle más daño, le arrancó lo único que quería, lo único puro que le había dado, ese bebé.
Cuando se despertó horas después, Amelia vio que Alexander seguía tumbado en el sofá a su lado, dormido. Miraba al techo, con los ojos verdosos apagados y sin vida después de todo lo que había pasado. A pesar de la medicina que le entraba por las venas a través de los tubos, su cuerpo seguía dolorido por las agresiones de Barth.Amelia se llevó la mano a la boca al pensar en Barth, sintiendo cómo los sollozos brotaban de su garganta mientras lloraba suavemente. Estaba muerto. La había secuestrado y ahora estaba muerto, y por muy malo que fuera, por muy mala persona que fuera, ella nunca había deseado su muerte. Se llevó la mano al vientre, pero retrocedió en cuanto recordó que ya no había un bebé creciendo allí. Y aunque intentara llorar, las lágrimas ya no saldrían.Amelia suspiró pesadamente, buscó el botón de la cama que llamaba a la enfermera y lo pulsó. Luego pulsó el botón que levantaba parte de la cama y se sentó con un poco de dificultad. Al cabo de unos minutos, la enfer
Todos guardaron silencio un momento, procesando las palabras de Amelia. Dylan fue el primero en romper el silencio.- ¿Nueva York? ¿Pero tu familia está aquí, en Charleston? - preguntó, confuso. - Ya se ha acabado, nadie volverá a hacerte daño.- Sé que es difícil de entender, pero necesito empezar de nuevo. Necesito empezar de nuevo, lejos de todos los malos recuerdos que me trae esta ciudad. - respondió Amelia, mirando a cada uno de ellos con determinación. - Y yo ya estaba construyendo una vida allí.El Sheriff suspiró y se acercó a su hija, cogiéndole la mano con cariño.- Hija, sólo queremos tu bien. Si eso es lo que crees que es mejor para ti, entonces te apoyaremos. - dijo mirándola a los ojos.Amelia sintió una mezcla de alivio y gratitud al escuchar las palabras de su padre. Sabía que no todo el mundo entendería su decisión, pero contar con el apoyo de su familia significaba mucho para ella.- Gracias, papá. Significa mucho para mí contar con tu apoyo. Te prometo que me cuida
Dos días después, Alexander y Ethan ya habían organizado el viaje de vuelta a Nueva York. El padre y el hermano de Amelia se estaban recuperando bien y ella podría viajar sin problemas. La señora Smith cuidaría de Amelia durante el tiempo necesario para que se recuperara. Esa mañana, todos los Jones se reunieron en la pista de aterrizaje del aeropuerto de Charleston, donde estaba el avión de la familia Alderidge. Amelia fue llevada allí todavía en su silla de ruedas, pero en cuanto bajó del coche, hizo ademán de levantarse y caminar. Seguía sintiendo dolor, pero lo disimulaba todo lo que podía.- Prométeme que volverás cuando te encuentres bien. - le pidió el padre de Amelia mientras la abrazaba. - No quiero volver a perder a mi hija. - Suplicó, dejando a Amelia emocionada.Sabía que había hecho daño a su padre y a sus hermanos cuando se marchó el día de su boda, pero ahora todos sabían la verdad y no tenía nada ni a nadie que se interpusiera en su camino. - Volveré, sólo necesito a