La mirada de Amelia se cruzó con la de Alexander en el altar.Ella sostenía un hermoso ramo de magnolias blancas que dejaban flotar su perfume por el salón de la residencia Alderidge de Nueva York.Era enero y hacía poco que había dejado de nevar. El frío y los jardines cubiertos por el manto helado daban a la boda un ambiente más acogedor.Todos estaban reunidos en el gran salón, con la chimenea encendida y algunas sillas decoradas para los pocos invitados.Alexander le guiñó un ojo a Amelia, dedicándole una sonrisa encantadora.El juez de paz estaba delante, sosteniendo el libro de firmas para que los novios lo firmaran una vez finalizada la boda.- ¿Tú, Ethan Alderidge, aceptas a Benjamin Jones como legítimo esposo? - preguntó el juez.Ethan sonrió junto a Benjamin; ambos vestían trajes de color gris oscuro, y sus padrinos, Alexander y Amelia, iban vestidos de gris claro.- Sí. - respondió Ethan, acercándose a la mano de Benjamin para besarla.- Y tú, Benjamin Jones, ¿aceptas a Eth
El taxi dejó a Amelia frente a su residencia de los Hamptons. La chica bajó del vehículo concentrándose en meter el pie derecho en la propiedad junto al mar. Arrastró la maleta de ruedas hasta la puerta y no tardó en llamar al timbre que sonaba silenciosamente en el exterior. - Buenos días. - Dijo el ama de llaves en cuanto abrió la puerta de la residencia.- Buenos días, el señor Alderidge me pidió que viniera. - contestó Amelia.El ama de llaves se limitó a sonreír y cedió el paso a Amelia, guiándola por la casa hasta el salón.- Se lo diré al señor Alderidge, por favor espere aquí. - Dijo el ama de llaves, saliendo del salón y dejándola sola. Observó el lugar, acercándose a la pared principal donde colgaban algunos cuadros. Se sobresaltó al escuchar el ruido metálico de un encendedor, notando a un hombre sentado frente a la chimenea, justo cuando el humo y el olor a cigarrillo iban tomando poco a poco el lugar. - Buenos días. - habló Amelia mientras se acercaba, pero el hombre pa
Amelia siguió a Ethan en silencio hasta su despacho y entró justo después de que él le abriera la puerta.Ethan indicó uno de los sillones para que Amelia se sentara, aún se sentía tensa por su primera y mala impresión de Alexander.En cuanto se sentó, Amelia abrió la boca.- Lo siento, señor Alderidge. Pero creo que no soy la persona más adecuada para este trabajo. - Ella lo miró fijamente, pero Ethan levantó rápidamente la mano para que ella lo escuchara.- Sé que mi hermano es una persona muy difícil, Amelia. - replicó Ethan, y podía ver el agotamiento en su expresión-. - Pero antes de que te rindas, quiero que me escuches, ¿vale?Amelia asintió.- Alexander no siempre fue así. Era un hombre activo, que criaba la empresa él solo desde que murieron nuestros padres. Hace un año tuvo un accidente de coche con su difunta prometida. Por desgracia, Morgan estaba embarazada y ella y el bebé murieron en el accidente. - Ethan empezaba a contarlo.- Estuvo tres meses en coma y llegamos a pen
Esa misma tarde, Amelia envió a Benjamin un correo electrónico explicándole lo sucedido. Él le compró inmediatamente otro móvil y se lo entregó al día siguiente.A la mañana siguiente, Amelia salió de su habitación y se fue a la playa. Necesitaba deshacerse de aquel teléfono móvil, pues creía que, aunque estuviera roto, podía enviar algún tipo de señal. Por suerte, la residencia Alderidge tenía un embarcadero que daba al mar. Amelia disfrutó de su paseo por la playa, aún era demasiado temprano para que nadie allí estuviera despierto. Rápidamente, se dirigió al embarcadero y arrojó su teléfono móvil al mar. Respiró hondo y creyó que estaría a salvo.Al volver a la casa, Amelia encontró abierta una de las ventanas del segundo piso y tuvo la extraña sensación de ser observada. Apurando sus pasos, regresó a su habitación, se cambió de ropa y se dirigió a la habitación del señor Alderidge.- Buenos días. - le saludó Amelia, entrando en la habitación y dirigiéndose a la ventana, pero al no
Los fuertes y desesperados golpes despertaron a Amelia de inmediato. Corrió a la puerta para abrirla y se encontró a la señora Smith llorando, completamente fuera de sí.- Helen, ¿qué ha pasado? - preguntó Amelia, sin entender por qué.- Es el señor Alderidge, está inconsciente en el suelo del dormitorio. Inmediatamente, Amelia cogió su bolsa de primeros auxilios y corrió a la habitación de Alexander.Cuando llegó, encontró al señor Smith intentando despertarlo, pero sin éxito. Amelia se acercó rápidamente a él, comprobando la respiración debilitada y los latidos del corazón de Alexander.- ¡LLAMEN A UNA AMBULANCIA YA! - gritó Amelia, dejando el pesado cuerpo de Alexander en el suelo.Al abrirle los ojos, vio que tenía las pupilas dilatadas y desenfocadas y que de la boca, que empezaba a ponerse azul, le salía una espuma blanca.- Ron, busca algo en el baño, ¿dónde están sus medicinas? - preguntó Amelia, cogiendo su estetoscopio y comprobando una vez más los latidos de su corazón.El
Cuando Alexander por fin volvió a dormirse, Amelia aprovechó para hacer lo mismo. Durante la madrugada oyó un movimiento en la habitación, imaginando que era una de las enfermeras.En cuanto amaneció, Amelia sintió que una mano la agarraba del brazo y la sacudía para despertarla. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que era Ethan.- Amelia, buenos días. ¿Me acompañas afuera? - preguntó en voz baja y tranquila, y Amelia asintió rápidamente y se levantó.En cuanto salieron de la habitación, se dio cuenta de que Ben también estaba allí e inmediatamente lo abrazó.- ¿Cómo está? - preguntó Ethan, que podía ver el cansancio en su rostro.- Está descansando, pero se encuentra bien. Conseguí que vomitara la mayor parte de los medicamentos y cuando llegamos le hicieron un lavado. - informó Amelia, volviendo a centrar su atención en Benjamin.- Pero, ¿por qué estás aquí? - preguntó con curiosidad.- Ben estaba conmigo. Estábamos cenando cuando llamó la señora Smith y cogimos el coche hasta aquí.
Después de desayunar, Amelia volvió a su habitación y esperó la visita del médico.Ni siquiera podía mirar a Alexander en la cama sin que aquellos mensajes volvieran a ella.Se sentía traicionada por él. No tenía derecho a enviar a alguien a investigar su vida. No cuando ella acababa de salvarle la suya.Alexander se movió en la cama, buscando a Amelia, que estaba sentada cerca de la ventana. Sonrió al verla, pero ella no le correspondió cuando se dio cuenta de que estaba despierto.- Buenos días, Jones. - Habló y Amelia se le acercó, tendiéndole un vaso de agua con pajita.No tardó en darse cuenta de que algo iba mal, de que estaba furiosa. Podía ver la mirada en sus ojos, aunque su expresión intentara ocultarlo.- ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás así? - preguntó inocentemente.Amelia se apartó y se acercó a la mesa, cogió el móvil de Alexander y lo dejó caer sobre su regazo.- Has enviado a alguien a investigarme. - respondió ella, y cuando él intentó replicar, ella lo interrumpió. - No
- ¡¡¡Buenos días!!! - Dijo Amelia nada más entrar en la habitación de Alexander aquella mañana, emocionada y sonriente. Llevaba una bandeja con el desayuno y no llevaba el habitual pijama de lactancia, optando en su lugar por unas deportivas marrones y un vestido de flores que dejaba un suave escote en sus pequeños pechos.- ¿A qué viene tanta excitación? - preguntó Alexander mientras se estiraba, ya duchado y con una sudadera puesta.- Porque vamos a dar un paseo. - Contestó ella, dirigiéndose a su armario. - No sé tú, pero yo estoy un poco cansado de estas paredes. Volvió con una camisa de botones y unos vaqueros, así como un par de zapatillas blancas.- Vale, se acabaron las sudaderas. - dijo Amelia, dejándolas sobre la cama. - Me gustan estas paredes. - contestó Alexander mientras tomaba un sorbo de café.- Estarán en el mismo sitio cuando volvamos. - Contestó ella, cogiéndole el vaso de zumo mientras se sentaba frente a él.- ¿Qué pretendes, Jones? - Él entrecerró sus ojos azu