Amelia siguió a Ethan en silencio hasta su despacho y entró justo después de que él le abriera la puerta.
Ethan indicó uno de los sillones para que Amelia se sentara, aún se sentía tensa por su primera y mala impresión de Alexander.En cuanto se sentó, Amelia abrió la boca.- Lo siento, señor Alderidge. Pero creo que no soy la persona más adecuada para este trabajo. - Ella lo miró fijamente, pero Ethan levantó rápidamente la mano para que ella lo escuchara.- Sé que mi hermano es una persona muy difícil, Amelia. - replicó Ethan, y podía ver el agotamiento en su expresión-. - Pero antes de que te rindas, quiero que me escuches, ¿vale?Amelia asintió.- Alexander no siempre fue así. Era un hombre activo, que criaba la empresa él solo desde que murieron nuestros padres. Hace un año tuvo un accidente de coche con su difunta prometida. Por desgracia, Morgan estaba embarazada y ella y el bebé murieron en el accidente. - Ethan empezaba a contarlo.- Estuvo tres meses en coma y llegamos a pensar que no volvería, pero cuando lo hizo, mi hermano quedó destrozado por la muerte de Morgan y desde entonces se ha aislado del mundo aquí. - dijo, cogiendo un marco de fotos del cajón del escritorio y mostrándoselo a Amelia. En ella estaban Ethan, Alexander completamente distinto a como era estos días, y una mujer rubia de sonrisa amable. Amelia no tardó en deducir que se trataba de Morgan.- Se ha roto las dos piernas y tiene una lesión lumbar, pero creo Amelia, que el problema es mayor, que su psicología está destruida. Y por eso los accionistas lo apartaron de la presidencia y yo me hice cargo. - concluyó Ethan.Amelia se dio cuenta de que el accidente no sólo había sacudido a Alexander, sino a toda la familia. Miró pensativamente a Ethan y, tras unos segundos de silencio, Amelia volvió a hablar.- ¿Y por qué yo? Él mismo dijo que no tengo el perfil para cuidarlo. - Preguntó, aún confusa por todo aquello.- Porque Alexander no necesita una enfermera que venga aquí a hacer su trabajo. Necesita un amigo. Y tú también. - replicó Ethan. - Te recomendó Benjamin Jones, tu hermano, ¿verdad? - Sí, fue él. - Ella asintió.- Ben me dijo que necesitabas un trabajo y motivación. Y yo tengo esa motivación, Amelia. - Ethan sacó una carpeta de su cajón y la colocó sobre la mesa.- La Fundación Alderidge tiene algunos proyectos que ofrecen ayuda económica a jóvenes estudiantes del campo de la tecnología. - empezó a explicar Ethan, y Amelia se preguntó a dónde quería llegar. - Pero también tenemos otros proyectos, entre ellos algunos vinculados a la Ivy League y a universidades de Europa. Benjamin me dijo que tu sueño era estudiar literatura en Europa, pero no lo conseguiste. Amelia vio cómo él abría la carpeta y revelaba lo que, según ella, eran contratos.- Propongo a Amelia, con la empresa, pagar tus estudios. Cerraremos un contrato por un año de servicio, hasta que Alexander recupere sus movimientos y vuelva a estar en condiciones de hacerse cargo de la dirección de la empresa. - concluyó Ethan.- ¿Cómo sabes eso? - preguntó ella, un poco mareada y agradecida de estar sentada.- Tu hermano y yo somos buenos amigos, Amelia. Benjamin me habló de tu deseo de probar en la Universidad de Nueva York, así que te ofrezco algo mejor. Todos los gastos pagados para una nueva vida. Recibirás un bono para que puedas mantenerte por un tiempo y graduarte. Es una oferta estupenda, Amelia. - Ethan sonrió y comentó.- En realidad es una oferta que no puedes rechazar. - Contestó ella.- Sí, y quiero ayudar a la hermana de un amigo. - Contestó Ethan, sonriéndole amablemente.Amelia trató de pensarlo bien, llevaba tanto tiempo sintiéndose tensa y sin rumbo que quizá esta vez, sólo esta vez, podría tener realmente un futuro propio, más allá de lo que siempre había sido guiado y planeado por otros.- De acuerdo, acepto. - Contestó al cabo de unos minutos y Ethan no tardó en entregarle un bolígrafo para que firmara el contrato.
Pronto fue conducida a su habitación por el ama de llaves, donde habían depositado su maleta. Cogió su teléfono móvil y llamó a Benjamin, que contestó al segundo timbrazo.- ¿Cómo te fue, Amy? ¿Conseguiste el trabajo? - preguntó Benjamin al otro lado de la línea.
- ¿Qué le dijiste, Benjamin? ¿Qué le has dicho? - preguntó ella, claramente preocupada.- Sólo lo necesario, Amy. No te preocupes -respondió él, tratando de calmarla. - replicó él, tratando de calmarla.Amy respiró hondo al otro lado de la línea. No quería que nadie supiera sus razones para dejar Charleston y acabar en Nueva York. Quería el deseo de una nueva vida, la esperanza.
Al cabo de unos segundos, Amelia volvió a hablar.- Ben, gracias por todo. No sé qué habría hecho sin ti. - No tardó en responder, claramente agradecida. - Eres mi hermana, Amy. Siempre te ayudaré, aunque rechaces esa ayuda, niña orgullosa. - la regañó Benjamin.Amelia sonrió al otro lado de la línea.- Tengo que irme. Quiero darme una ducha y ver la casa. - Dijo ella.- Vale, cualquier cosa, llámame, ¿vale? Te quiero, abejita. - Le oyó hablar con su tono de hermano mayor y cariñoso.- Yo también te quiero, Ben. - susurró Amelia, colgando y dejando el móvil sobre la cama.La mujer cogió su maleta, la colocó sobre la cama y la abrió. En cuanto empezó a guardar la ropa en el armario, oyó que el móvil volvía a sonar. Amelia se acercó a la cama y contestó.
- ¿Qué pasa, Ben?Pero cuando oyó la voz al otro lado de la línea, se estremeció de pies a cabeza, sintiendo como si se le abriera un agujero delante de los pies.- Hola, Amy. - Escuchó la voz gruesa y peligrosa. - ¿Cuánto tiempo creías que ibas a estar escondida?Amelia jugueteó con el móvil, intentando apagarlo, pero pronto oyó la voz al otro lado.- Te encontraré, Amelia. Puedes estar segura de ello y, cuando lo haga, acabaré contigo.La llamada se cortó y Amelia tiró el móvil contra la pared, completamente aturdida por lo que acababa de oír.Esa misma tarde, Amelia envió a Benjamin un correo electrónico explicándole lo sucedido. Él le compró inmediatamente otro móvil y se lo entregó al día siguiente.A la mañana siguiente, Amelia salió de su habitación y se fue a la playa. Necesitaba deshacerse de aquel teléfono móvil, pues creía que, aunque estuviera roto, podía enviar algún tipo de señal. Por suerte, la residencia Alderidge tenía un embarcadero que daba al mar. Amelia disfrutó de su paseo por la playa, aún era demasiado temprano para que nadie allí estuviera despierto. Rápidamente, se dirigió al embarcadero y arrojó su teléfono móvil al mar. Respiró hondo y creyó que estaría a salvo.Al volver a la casa, Amelia encontró abierta una de las ventanas del segundo piso y tuvo la extraña sensación de ser observada. Apurando sus pasos, regresó a su habitación, se cambió de ropa y se dirigió a la habitación del señor Alderidge.- Buenos días. - le saludó Amelia, entrando en la habitación y dirigiéndose a la ventana, pero al no
Los fuertes y desesperados golpes despertaron a Amelia de inmediato. Corrió a la puerta para abrirla y se encontró a la señora Smith llorando, completamente fuera de sí.- Helen, ¿qué ha pasado? - preguntó Amelia, sin entender por qué.- Es el señor Alderidge, está inconsciente en el suelo del dormitorio. Inmediatamente, Amelia cogió su bolsa de primeros auxilios y corrió a la habitación de Alexander.Cuando llegó, encontró al señor Smith intentando despertarlo, pero sin éxito. Amelia se acercó rápidamente a él, comprobando la respiración debilitada y los latidos del corazón de Alexander.- ¡LLAMEN A UNA AMBULANCIA YA! - gritó Amelia, dejando el pesado cuerpo de Alexander en el suelo.Al abrirle los ojos, vio que tenía las pupilas dilatadas y desenfocadas y que de la boca, que empezaba a ponerse azul, le salía una espuma blanca.- Ron, busca algo en el baño, ¿dónde están sus medicinas? - preguntó Amelia, cogiendo su estetoscopio y comprobando una vez más los latidos de su corazón.El
Cuando Alexander por fin volvió a dormirse, Amelia aprovechó para hacer lo mismo. Durante la madrugada oyó un movimiento en la habitación, imaginando que era una de las enfermeras.En cuanto amaneció, Amelia sintió que una mano la agarraba del brazo y la sacudía para despertarla. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que era Ethan.- Amelia, buenos días. ¿Me acompañas afuera? - preguntó en voz baja y tranquila, y Amelia asintió rápidamente y se levantó.En cuanto salieron de la habitación, se dio cuenta de que Ben también estaba allí e inmediatamente lo abrazó.- ¿Cómo está? - preguntó Ethan, que podía ver el cansancio en su rostro.- Está descansando, pero se encuentra bien. Conseguí que vomitara la mayor parte de los medicamentos y cuando llegamos le hicieron un lavado. - informó Amelia, volviendo a centrar su atención en Benjamin.- Pero, ¿por qué estás aquí? - preguntó con curiosidad.- Ben estaba conmigo. Estábamos cenando cuando llamó la señora Smith y cogimos el coche hasta aquí.
Después de desayunar, Amelia volvió a su habitación y esperó la visita del médico.Ni siquiera podía mirar a Alexander en la cama sin que aquellos mensajes volvieran a ella.Se sentía traicionada por él. No tenía derecho a enviar a alguien a investigar su vida. No cuando ella acababa de salvarle la suya.Alexander se movió en la cama, buscando a Amelia, que estaba sentada cerca de la ventana. Sonrió al verla, pero ella no le correspondió cuando se dio cuenta de que estaba despierto.- Buenos días, Jones. - Habló y Amelia se le acercó, tendiéndole un vaso de agua con pajita.No tardó en darse cuenta de que algo iba mal, de que estaba furiosa. Podía ver la mirada en sus ojos, aunque su expresión intentara ocultarlo.- ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás así? - preguntó inocentemente.Amelia se apartó y se acercó a la mesa, cogió el móvil de Alexander y lo dejó caer sobre su regazo.- Has enviado a alguien a investigarme. - respondió ella, y cuando él intentó replicar, ella lo interrumpió. - No
- ¡¡¡Buenos días!!! - Dijo Amelia nada más entrar en la habitación de Alexander aquella mañana, emocionada y sonriente. Llevaba una bandeja con el desayuno y no llevaba el habitual pijama de lactancia, optando en su lugar por unas deportivas marrones y un vestido de flores que dejaba un suave escote en sus pequeños pechos.- ¿A qué viene tanta excitación? - preguntó Alexander mientras se estiraba, ya duchado y con una sudadera puesta.- Porque vamos a dar un paseo. - Contestó ella, dirigiéndose a su armario. - No sé tú, pero yo estoy un poco cansado de estas paredes. Volvió con una camisa de botones y unos vaqueros, así como un par de zapatillas blancas.- Vale, se acabaron las sudaderas. - dijo Amelia, dejándolas sobre la cama. - Me gustan estas paredes. - contestó Alexander mientras tomaba un sorbo de café.- Estarán en el mismo sitio cuando volvamos. - Contestó ella, cogiéndole el vaso de zumo mientras se sentaba frente a él.- ¿Qué pretendes, Jones? - Él entrecerró sus ojos azu
Amelia llegó a la consulta cinco minutos más tarde. Nada más entrar, notó a Alexander un poco tenso al estar acompañado por la analista.- ¿Qué tal? ¿Qué tal ha ido? - preguntó Amelia a la analista, posando luego la mano en el hombro de Alexander.- Ha estado bien para ser el primer día. - respondió la Dra. Campbell mientras sonreía.- Ha sido interesante. - Era el turno de Alexander.Amelia los observó a los dos, imaginando ya que no conseguiría sonsacarles nada más, sobre todo porque se trataba de un secreto de consulta.- 'Bien, señor Alderidge ¿podemos concertar la próxima cita para la semana que viene? - preguntó el doctor Campbell y Alex asintió con un movimiento de cabeza.Amelia y Alexander subieron al coche y lo arrancaron. Ella volvió a encender la radio del coche mientras Alexander observaba la carretera que seguían, que era totalmente opuesta a la casa. Con desconfianza, se fijó en la sonrisa traviesa de Amelia mientras tamborileaba con los dedos en el volante.- No vamos
- ¿Os conocéis desde hace mucho? - preguntó Amelia mientras paseaba a Alex por el parque. Aún sostenía el pingüino de peluche en sus brazos.- Sí, era amigo de Megan. - respondió Alex sin mucho entusiasmo. Ella notó que su expresión era cerrada e irritada.- Ah... - se le escapó. - Y no os caéis muy bien al parecer. - comentó Amelia, investigando muy despacio.- ¿Cambiamos de tema? Tengo hambre y me encantaría una salchicha con mucha mostaza. - Se acercó al puesto de salchichas.Amelia estuvo de acuerdo, pero no estaba convencida y hablaría de ese tema más tarde. Siguió a Alexander y buscó su cartera en el bolso.- Dos salchichas y dos refrescos. - preguntó al dependiente, sonriéndole.- ¿No me va a dejar pagar? - preguntó Alex, cruzándose de brazos.- En teoría, pagas tú. Estoy usando tu dinero. - Amelia parpadeó.- Entonces, si estoy pagando, quiero una cerveza. - Contestó, mirando al dependiente.- No puedes beber. - Amelia estuvo a punto de reñirle, pero Alex la ignoró.- Tú cond
- ¿A qué debo el placer de tu visita tan temprano, Henry? - Amelia oyó la voz de Alexander al detenerse en lo alto de la escalera.Henry estaba de pie en la puerta con un paquete en la mano mientras Alexander lo miraba con los brazos cruzados.- No es asunto tuyo, Alderidge. Quiero darle esto a Amelia. - respondió Henry, Amelia pudo notar su mirada de desdén mientras miraba a Alex.- Amelia no está de humor para recibir tu visita. - replicó Alex, con un tono de voz cargado de ira.- Eso lo dirá ella. - replicó Henry.Amelia estaba escondida entre una columna para escuchar su discusión.- ¿Qué es lo que quieres? Dile la verdad. - exigió Alex. - ¿Acercarte a Amelia para hacer lo mismo que le hiciste a Megan? Olvídalo. No le harás daño a Amelia como se lo hiciste a Megan.Henry se limitó a sonreír, acercándose.- Ese es el hombre que mató a Megan y a mi hijo. - replicó Henry, con toda la amargura en la voz-.- El bebé no era suyo. ¡Pedazo de mierda sádica! - gruñó Alex-. - Huiste a la pr