Capítulo Cuarenta y siete

Oyó el ruido del disparo y luego el de algo que golpeaba con fuerza el suelo.

Cuando abrió los ojos, vio a Barth a pocos centímetros de ella, con los ojos abiertos y la boca sangrando. Amelia también vio el agujero del disparo en su frente, la sangre extendiéndose por el heno poco a poco.

La misma sangre fluía hacia ella y trató de alejarse arrastrándose, no quería sentir su sangre en la piel, no quería que ese fuera el último recuerdo de aquel demonio en su piel.

Mientras cerraba los ojos agotada, escuchó varios pasos que se apoderaban del cobertizo y voces que gritaban y la llamaban al mismo tiempo.

Lo último que vio Amelia antes de desmayarse fue un par de ojos azules desesperados que la miraban fijamente. Unos ojos que reconocería en cualquier lugar, fuera donde fuera.

Cuando volvió a abrir los ojos, sintió que la cabeza le dolía violentamente. Apartó el brazo, pero sintió que su mano se enganchaba en algo y le dolía. Se miró la mano y vio que estaba conectada a una manguera de m
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