Capítulo Cincuenta y tres

Elisa estaba sentada frente a Amelia con el diario en las manos, leyéndolo tranquilamente.

En cuanto llegó al piso, las dos fueron a la biblioteca y Amelia le entregó el diario inmediatamente, queriendo que lo leyera entero.

Amelia caminó de un lado a otro de la biblioteca, con las uñas doloridas. Un paseo que duró al menos veinte minutos.

Cuando por fin Elisa cerró el diario, Amelia la miró con curiosidad.

- ¿Qué te ha parecido? - preguntó Amy al borde de un ataque de nervios.

- ¿Cómo te sentiste al terminar? - preguntó Elisa, ignorando su pregunta.

- Agotada. - respondió Amelia. - Tan agotada que me acosté temprano y dormí toda la noche.

- ¿No tuviste pesadillas? - le preguntó Elisa.

- ¿Cómo sabes lo de las pesadillas? - preguntó Amy nerviosa.

- Alexander me las contó. - Contestó ella.

Amelia suspiró.

- No hay pesadillas. - contestó finalmente Amelia.

- Creo que estamos progresando. - Concluyó Elisa mientras sonreía. - Y Amelia, todos me han parecido magníficos. La forma en que has
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