Alexander continuó el resto de la tarde en la oficina. Aunque estaba casi completamente recuperado tras el estado de Amelia, prefirió quedarse en casa un tiempo hasta que ella se sintiera mejor.Sin embargo, su deseo de volver al colegio le animó un poco más, sobre todo porque así Amelia pasaría un poco de tiempo fuera de casa.Pasó la mayor parte de la tarde pensando en ello hasta que volvió a coger el teléfono.- ¿Benjamin? - preguntó, poniendo el teléfono en altavoz.- Sí, Alex. ¿Le ha pasado algo a Amy? - preguntó Ben preocupado al otro lado de la línea.- No, está bien. - respondió Alex. - Pero es precisamente de ella de quien quiero hablar.- Vale, te escucho. - respondió Ben.- Le pedí a Elisa que viniera a hablar con ella, y parece que ha funcionado. - empezó a explicar. - No ha tenido pesadillas y hoy parecía más animada con algunas cosas.- Eso es estupendo, Alex. Cuando nuestra madre desapareció en el mar, Amelia estaba igual y tardamos meses en recuperarla. - comentó Benja
- Alex. - Amelia susurró su nombre nerviosa y confusa por aquel anillo.Él sonrió, cogió su mano y la besó.- Tranquila, no voy a pedirte que te cases conmigo. - Respondió con una media sonrisa en los labios. - Al menos no ahora. Ella soltó un suspiro, sin saber si aliviada o triste.- 'Vas a ser mi mujer, pero quiero proponértelo con todo lo que te mereces. - le explicó Alex, besándole los labios. - Con flores, corazones y todos los tópicos.- ¿Y qué es este anillo? - preguntó con curiosidad.- Es un anillo de compromiso. - dijo él poniéndoselo en el dedo. - Era de mi madre y le gustaría que se lo diera a la mujer que amo. Amelia sonrió, mirando el anillo en su dedo y abrazando cariñosamente a Alex.- Pero, ¡espera! - dijo mientras lo soltaba. - ¿Y no llevas anillo? - preguntó, mirándolo con una ceja levantada en señal de sospecha.Alex se limitó a sonreír, metiendo la mano en el bolsillo y sacando un anillo mientras se lo enseñaba a Amy.- ¿Quién dice que no? - preguntó poniéndose
Tras un rato más en el baño, Alex y Amelia volvieron al dormitorio. Él corrió las cortinas y pronto quedó al descubierto toda la habitación cubierta por interminables ventanas que mostraban la ciudad. Amelia yacía desnuda a su lado, apoyando la cabeza en su pecho y acariciando los pocos pelos que allí existían mientras su mirada era distante.- ¿En qué estás pensando? - preguntó Alex, acariciándole la espalda.- Se acerca la Navidad. - Comentó ella. - Quería pasarla con mi familia. Todos los años la pasamos juntos.- Podemos ir a Charleston si quieres. - sugirió Alexander. - 'O podríamos traerlos a todos aquí. Tenemos habitaciones de sobra en el piso y apuesto a que a la señora Smith le encantaría la casa llena de gente. Amelia sonrió, levantando la mirada hacia ella.- Ojalá estuvieran aquí también los hijos de Ron y ella. - comentó. - Recuerdo que Helena comentó que hacía tiempo que no los veía.- Es una idea estupenda. Yo crecí con sus hijos, son prácticamente mis hermanos. - Com
Amelia y Alexander disfrutaron juntos de un paseo matutino por Central Park y tomaron un café en uno de los muchos bancos. - Podríamos venir aquí más a menudo. - comentó ella, levantando la vista para verle la cara mientras apoyaba la cabeza en su regazo.- Cuando quieras. - replicó él, acariciando con la mano el oscuro cabello de ella mientras sorbía su café.- Y también puedes venir sola. - sugirió. - Es agradable salir un rato del piso y tomar el sol. Al menos mientras no nieve.Era finales de verano y el tiempo era perfecto para pasear y hacer picnics en el parque.- ¿Has patinado alguna vez sobre hielo? - preguntó Alex con curiosidad.- No, pero de pequeña patinaba en la calle. - contestó ella sonriendo.- Cuando llegue el invierno, vamos a patinar. - Sugirió.- Pero Alex, no deberías forzarte tanto. - Advirtió ella, él aún estaba recuperando sus movimientos.- 'No te preocupes, nena. Peter se está ocupando de ello. - dijo. - 'La semana que viene empezaremos a hacer ejercicio en
Cuando llegó a casa, Amelia estaba exultante.Esa misma tarde ya había presentado su solicitud de ingreso en la Universidad de Nueva York con la ayuda del decano y del profesor Brown. Empezaría el curso académico en la NYU dentro de una semana. Necesitaba comprar sus útiles y se sentía como una niña, emocionada por elegir colores y texturas de bolígrafos, papeles y todo lo demás.Subió corriendo las escaleras, dejando el bolso en el recibidor del piso y, nada más entrar en el dormitorio, se encontró a Alexander tumbado con un libro en las manos.- Supongo que no sabe leer, señor Alderidge. - Habló mientras se metía con él, se quitaba los zapatos y se tumbaba a su lado en la cama. - 'Muy gracioso. - Contestó él, cerrando el libro y abrazándola. - ¿Qué tal ha ido?- Pues sí. - Amelia hizo un cierto suspense. - Fue increíble. Les encantó mi poesía. Hice la entrevista con el Decano y uno de los profesores de Literatura. ¡Empezaré la semana que viene! - respondió emocionada.- Estupendo,
Nada más llegar al piso, Amelia encontró a Alex y Ethan sentados en el salón jugando a la videoconsola con dos cajas de pizzas sobre la mesa. - Buenas noches, caballeros. - Les saludó mientras dejaba las bolsas cerca y se acercaba a Alex, besándole el pelo.Benjamin se tiró al suelo junto a Ethan y le robó su trozo de pizza mientras su prometido perdía la partida.- He venido a esperar a mi prometido aquí y hemos pedido una pizza. - respondió Ethan. - Y desde entonces he sido severamente humillado por mi hermano. - Dijo mientras hacía teatro.- Tú eras el que quería jugar, yo estaba leyendo. - Contestó Alex, subiendo después a Amelia a su regazo.- ¿Qué tal las compras? - Preguntó. - ¿Trajiste algo para mí?- Sólo amor. - respondió Amy, besándole los labios y sonriendo.- Tengo exactamente lo que necesitaba. - contestó Alex, rozando su nariz con la de ella y sonriendo.- Vosotros dos me dais ganas de vomitar. - Contestó Ethan mientras hacía una mueca, provocando la risa de Benjamin.
A medida que agosto llegaba a su fin, Amelia se preparaba a diario con auténtica emoción para comenzar su curso de literatura en la Universidad de Nueva York. Alexander volvió a la oficina y, en algunas ocasiones, aprovechó que estaba en el centro para visitarlo en su hábitat natural, como ella misma decía cada vez.Siguió escribiendo en su diario todos los días e incluso tuvo que comprar otro en la última visita de Elisa. Aprovecharon para salir un rato del piso y pasear por Central Park.Amelia iba progresando bien con el paso de las semanas y, siempre que podían, Alexander y ella salían a pasear por la ciudad en un programa para parejas.Cuando llegó el primer día de septiembre, Amelia se despertó tan excitada que apenas podía disimularlo mientras Alex intentaba mantenerla en la cama.- Quédate un poco más. - le pidió mientras agarraba a Amelia por la cintura, repartiendo besos por su cuello y suaves mordisquitos.- Alex... Vamos a llegar tarde. - Ella gimió socarronamente, casi r
Alex estaba en la puerta de la Universidad de Nueva York con su traje bien hecho y gafas de sol. Unas cuantas chicas se le quedaron mirando mientras Amelia se acercaba sonriente.En cuanto la vio, esbozó una sonrisa y la estrechó entre sus brazos con un cálido beso en los labios.- ¿Qué tal tu primer día? - le preguntó, rodeándole la cintura con los brazos mientras le recorría el cuello con los labios, burlándose de ella.- Muy bien. El profesor Brown es excelente. - contestó Amelia, dándose cuenta de que la gente a su alrededor los miraba.- Alex... Estáis todos mirando. - Le riñó ella, intentando zafarse de su abrazo, pero fue en vano.Él la estrechó contra sí, deslizando los dedos por su nuca y sujetándola. Un abrazo que debilitó a Amelia.- ¿Y entonces? - preguntó, con sus ojos azules fijos en los de ella-. - Eres mi mujer y quiero besarte.- Los dos sabemos que con estos besos y tú abrazándome así, vamos a acabar sin ropa. - respondió ella suavemente. - Y no quiero que me echen e