Cuando llegó a casa, Amelia estaba exultante.Esa misma tarde ya había presentado su solicitud de ingreso en la Universidad de Nueva York con la ayuda del decano y del profesor Brown. Empezaría el curso académico en la NYU dentro de una semana. Necesitaba comprar sus útiles y se sentía como una niña, emocionada por elegir colores y texturas de bolígrafos, papeles y todo lo demás.Subió corriendo las escaleras, dejando el bolso en el recibidor del piso y, nada más entrar en el dormitorio, se encontró a Alexander tumbado con un libro en las manos.- Supongo que no sabe leer, señor Alderidge. - Habló mientras se metía con él, se quitaba los zapatos y se tumbaba a su lado en la cama. - 'Muy gracioso. - Contestó él, cerrando el libro y abrazándola. - ¿Qué tal ha ido?- Pues sí. - Amelia hizo un cierto suspense. - Fue increíble. Les encantó mi poesía. Hice la entrevista con el Decano y uno de los profesores de Literatura. ¡Empezaré la semana que viene! - respondió emocionada.- Estupendo,
Nada más llegar al piso, Amelia encontró a Alex y Ethan sentados en el salón jugando a la videoconsola con dos cajas de pizzas sobre la mesa. - Buenas noches, caballeros. - Les saludó mientras dejaba las bolsas cerca y se acercaba a Alex, besándole el pelo.Benjamin se tiró al suelo junto a Ethan y le robó su trozo de pizza mientras su prometido perdía la partida.- He venido a esperar a mi prometido aquí y hemos pedido una pizza. - respondió Ethan. - Y desde entonces he sido severamente humillado por mi hermano. - Dijo mientras hacía teatro.- Tú eras el que quería jugar, yo estaba leyendo. - Contestó Alex, subiendo después a Amelia a su regazo.- ¿Qué tal las compras? - Preguntó. - ¿Trajiste algo para mí?- Sólo amor. - respondió Amy, besándole los labios y sonriendo.- Tengo exactamente lo que necesitaba. - contestó Alex, rozando su nariz con la de ella y sonriendo.- Vosotros dos me dais ganas de vomitar. - Contestó Ethan mientras hacía una mueca, provocando la risa de Benjamin.
A medida que agosto llegaba a su fin, Amelia se preparaba a diario con auténtica emoción para comenzar su curso de literatura en la Universidad de Nueva York. Alexander volvió a la oficina y, en algunas ocasiones, aprovechó que estaba en el centro para visitarlo en su hábitat natural, como ella misma decía cada vez.Siguió escribiendo en su diario todos los días e incluso tuvo que comprar otro en la última visita de Elisa. Aprovecharon para salir un rato del piso y pasear por Central Park.Amelia iba progresando bien con el paso de las semanas y, siempre que podían, Alexander y ella salían a pasear por la ciudad en un programa para parejas.Cuando llegó el primer día de septiembre, Amelia se despertó tan excitada que apenas podía disimularlo mientras Alex intentaba mantenerla en la cama.- Quédate un poco más. - le pidió mientras agarraba a Amelia por la cintura, repartiendo besos por su cuello y suaves mordisquitos.- Alex... Vamos a llegar tarde. - Ella gimió socarronamente, casi r
Alex estaba en la puerta de la Universidad de Nueva York con su traje bien hecho y gafas de sol. Unas cuantas chicas se le quedaron mirando mientras Amelia se acercaba sonriente.En cuanto la vio, esbozó una sonrisa y la estrechó entre sus brazos con un cálido beso en los labios.- ¿Qué tal tu primer día? - le preguntó, rodeándole la cintura con los brazos mientras le recorría el cuello con los labios, burlándose de ella.- Muy bien. El profesor Brown es excelente. - contestó Amelia, dándose cuenta de que la gente a su alrededor los miraba.- Alex... Estáis todos mirando. - Le riñó ella, intentando zafarse de su abrazo, pero fue en vano.Él la estrechó contra sí, deslizando los dedos por su nuca y sujetándola. Un abrazo que debilitó a Amelia.- ¿Y entonces? - preguntó, con sus ojos azules fijos en los de ella-. - Eres mi mujer y quiero besarte.- Los dos sabemos que con estos besos y tú abrazándome así, vamos a acabar sin ropa. - respondió ella suavemente. - Y no quiero que me echen e
Rose estaba buscando en su bolso una botella de agua para que Amelia bebiera cuando Sarah se alarmó.Si eso fuera realmente cierto, se negaría a asistir a la clase del profesor Brown, sobre todo después de todo lo que le había ocurrido en los últimos meses.La respiración de Amelia se fue controlando a medida que bebía el agua que Rose le ofrecía. Bryan y Hunter miraban sin comprender lo que estaba sucediendo y la reacción de Amelia.- I... - Amelia se levantó bruscamente. - Tengo que ir al baño.Se alejó a toda prisa, dejando sus libros sobre la manta donde todos estaban sentados, y comenzó a correr. Todavía se sentía desconcertada mientras buscaba su teléfono móvil en el bolso, cruzando unos cuantos pasillos al entrar en el edificio de Literatura.Estaba llamando a Elisa, intentando ponerse en contacto, cuando chocó fuertemente con alguien y cayó al suelo.Levantó los ojos verdes y vio que el profesor Brown le tendía la mano para ayudarla a levantarse.- Jones, ¿estás bien? - pregun
La semana transcurrió lentamente. Amelia participaba cada vez más en las clases del profesor Brown y, poco a poco, había perdonado a Sarah y Rose la broma que le habían gastado, acercándose cada vez más a las chicas. El viernes, un murmullo recorría el campus de Literatura de la NYU. Mientras paseaba, Amelia se fijó en unas cuantas personas que hacían comentarios emocionadas mientras sostenían un sobre negro como si fuera de oro.Amelia estaba sentada en uno de los bancos del campus, mirando uno de los muchos libros que el profesor Brown había repartido durante la semana. Apenas se dio cuenta del movimiento que había cerca, pero cuando los susurros de la gente a su alrededor se convirtieron en gritos, levantó la vista y buscó el origen de la conmoción. Un grupo de cuatro personas cubiertas con capas negras y máscaras venecianas doradas caminaban hacia ella. Parecían flotar en el aire, haciéndola sentir a la vez aprensiva y particularmente impresionada. Los cuatro se detuvieron alr
Minutos después, Alex y Amelia estaban sentados semidesnudos en el suelo de la cocina, jadeando después del sexo.Ella miraba pensativa al techo mientras él la llamaba un par de veces. Amelia tardó unos minutos en darse cuenta y miró a Alex.- Estás demasiado distraída. - dijo él. - ¿Ha pasado algo? No es que me importe ser tu juguete sexual. - Contestó divertido.- Hoy he recibido una invitación para un acto en la universidad. Una velada poética. - Empezó a decirle ella. - Pero no sé si debería ir.- ¿No deberías o no quieres? - preguntó con curiosidad.Amelia se quedó callada, pensando.Finalmente, Alexander se levantó y le tendió la mano, que se levantó con su ayuda. - ¿Qué te parece si nos damos una ducha y luego me cuentas qué pasa? - sugirió.Ella aceptó, recogiendo las bragas rotas del suelo y la americana de él. En cuanto llegaron al cuarto de baño, se quitaron el resto de la ropa y se metieron en la bañera. Tumbada sobre el pecho de Alex, le habló de la velada, de la invita
Cuando terminó de hablar, Amelia jadeaba, le ardía la cara y le pesaba el pecho. Miró a los presentes, todos en silencio mientras asimilaban sus palabras sobre su dolor por el hijo que nunca volvería a sentir. El profesor Brown la observaba atentamente, sus analíticos ojos azules fijos en los movimientos corporales de Amelia, en cómo su cuerpo temblaba ante las mismas palabras pronunciadas con tanta fiereza y llenas de rencor.Cuando salió de la espiral, los demás alumnos que la rodeaban la observaron mientras se dirigía a la barra, donde divisó a Rose con una copa de vino en la mano.- Toma. - Le ofreció la copa a Amy. - Tú lo necesitas más que yo.Amelia no pestañeó mientras se bebía todo el líquido de un trago, y volvió a llenar el vaso.- Tranquila, Amy. - le ordenó Rose, pero Amelia se sentía como si no hubiera bebido agua en años, con la garganta completamente seca.Al cuarto vaso, por fin dejó de respirar mientras Rose la miraba confundida.- ¿Te encuentras bien? - preguntó p