Quince días antes.
George todavía recordaba el momento en que su esposa Leticia, un par de semanas atrás, le había puesto los papeles del divorcio delante junto al café del desayuno.Él los leyó sin mostrar la menor perturbacion en el rostro, en realidad ya lo esperaba, no era idiota como para no notar los cambio que había estado teniendo su esposa los últimos meses. No solo salía más y se arreglaba de otro modo, uno no tan recatado y bastante más provocativo aunque sin perder ese toque de clase que siempre había tenido.Aún así, George Anderson no era un hombre celoso o que se pusiera a seguir a su esposa, al principio quiso confiar en que eran imaginaciones suyas, a los pocos meses simplemente esperaba que aquello que acababa de ocurrir, sucediera.Tomó el último sorbo de café y levantó la vista observando a su mujer quien estaba sentada frente a él expectante.— Está bien, el veinte por ciento de las acciones me parecen razonables y el resto de reparticiones de bienes, por lo que veo no me pides pensión.Realmente era algo que ya esperaba, tanto Leticia como él venían de familias adineradas, así que cada uno se quedaba con sus aportaciones de bienes al patrimonio familiar y ciertamente se merecía ese veinte por ciento, había trabajado codo con codo con él, se encargó bien de las obras de beneficencia, programación de eventos y también de la crianza de Evan, así que le parecía perfecto.— No necesito tu dinero, en realidad ya no quiero nada de ti George, mírate, te acabo de pedir el divorcio y lo tratas simplemente como un negocio más.Una parte de ella esperaba que George se pusiera furioso y le reclamara, al menos le pidiera una explicación y tal vez hasta que quisiera retenerla, pero no hizo nada de eso, fijó su mirada en la de ella unos segundos sin responder lo que su todavía esposa acababa de decir y luego volvió a centrar la mirada en el documento firmando sin titubear.— Todo es un negocio en esta vida — dijo él finalmente mientras le entregaba los papeles.Tras dárselos George se levantó y salió del salón dignamente y a paso calmado, un par de lágrimas resbalaban por sus mejillas, pero Leticia jamás lo sabría, él ya estaba de espaldas y unos segundos después ya ni siquiera podía verle la espalda.Si, ese había sido un día horrible para George por eso era incapaz de ponerse en el lugar de Marjorie quién acababa de perder a su hija mayor poco después de haber dado a luz a un bebé.George no conocía demasiado a Marjorie pero si a su hija, aquella joven había estado dándole clases a su hijo Evan el semestre pasado, de hecho le había parecido que se llevaban muy bien hasta que de repente un día no volvió más a casa, la única explicación de Evan fue que ya no la necesitaba que había aprobado la materia con sobresaliente y que no la verían más por casa.Fue extraño, pero los adolescentes son así, extraños y ciertamente no sería él quien le diría a su hijo que amigos escoger, siempre que estuvieran dentro del círculo que George cerraba a su alrededor.Y aquella joven estaba en él, tal vez era una becada en la escuela y no tenía dinero pero sí un alto coeficiente intelectual que había hecho posible que una joven de recursos limitados estudiará en la escuela más importante del país, así que para él él talento y la inteligencia era mucho más importante que el dinero o el apellido.Aunque George tenía claro que Leticia no opinaba lo mismo, a ella le parecía una joven poco aceptable para que estuviera entre las amistades de Evan y la madre era siempre víctima de los cotilleos y mofas de sus amigas, solo porque tenía unos kilos de más y un honrado aunque humilde trabajo de costurera.Pero a George esa mujer siempre le había parecido muy atractiva a su modo, tenía un sexapel interesante con ese cabello rojo y rizado y donde los demás decían ver gordura, el solo veía curvas.No entendía por qué las mujeres están tan obsesionadas con la delgadez, él mismo siempre había pensado que Leticia sería mucho más hermosa de lo que ya era con unos kilos más encima y estaría de mejor humor si no se sometiera cada cierto tiempo a dietas estrictas, la cuestión no tenía que ver tanto con el físico como con la felicidad, las personas felices que le transmitían mucho más era lo que realmente le gustaba ahora, el físico empezaba a estar en un segundo plano cuando se iba madurando.Pero aquel día estaba seguro de que no vería felicidad en el rostro de esa mujer, cuando su hijo entró por la puerta pulcramente vestido con un traje negro y con los ojos hinchados y rojos de haber llorado por horas, tal vez la noche entera.— Vamos ¿Mamá estará ya en el cementerio?— dijo Evan intentando que la voz no se le quebrara.En ese instante George recordó que Evan era solo un niño, a veces se le olvidaba a causa de su aspecto más de joven que de niño, con 17 años ya Lucía como un hombre, uno muy joven.George le dió un fuerte abrazo y le prestó unas gafas de sol para que nadie pudiera verlo así, odió al hombre que acompañaba a Leticia durante el entierro. ¿No podía haber esperado unos meses más para aparecer con ese tipo en sociedad?Intentó ignorar lo sucedido, le dio el pésame a la madre de la fallecida y volvió a casa con el corazón encogido.Evan era lo más importante del mundo para George si le faltara él solo pensaría en morirse también, suponía que así se sentía aquella mujer y tal vez solo la detenía ese pequeño bebé que cargaba muy pegado a su cuerpo.De todas las personas que Marjorie hubiera esperado ver en el entierro, la que menos le apetecía ver era a Evan Anderson, ver al joven ahí despidiéndose de su hija le provocaba no sólo frustración y dolor sino también una ira la cual deseaba con todas sus ganas descargar en el joven.Esos deseos estaban bien encauzados, al menos en la mente de la madre de la joven que en ese momento estaba siendo bajada por un hueco de dos metros de largo y seis metros de profundidad el cual sería su última morada.El único motivo por el cual ella no hacía aquello que tanto deseaba era que entre sus brazos se encontraba Ian, el pequeño bebé que dormía plácidamente. Su nuevo motivo de vida y por el cual Marjorie no podría soñar con acompañar a su hija en ese nuevo viaje que emprendía lejos de ella.Su único consuelo era que algo de su hija se quedaba con ella, porque pese a los que todos pensaban y creían, el bebe entre sus brazos no era hijo suyo, era su nieto, sin embargo ella era lo suficientemente joven como para hacerlo pasar por su hijo.Por eso no pudo evitar apretar más al pequeño en cuanto Evan y su padre se acercaron a darle las condolencias.Los días se sucedieron y él se sumía en una depresión de la que nadie era consciente, George ocultaba muy bien su estado de ánimo, pero saber que su esposa lo había dejado por otro y tenerlo frente a él lo había llenado de furia y pena a la vez, ya habían pasado casi dos semanas de aquello, pero no importaba la rabia parecía crecer en lugar de disminuir.Y aquel era el primer día de los 15 que Evan pasaba con su madre, así lo decidieron, viviría la mitad del mes en casa de uno y la otra mitad en la casa del otro, al menos hasta terminar ese último año de instituto, porque después ya se iría a la universidad.No tener a Evan en casa, había hecho que George se dejara llevar por todos esos sentimientos que había estado conteniendo y los ahogara en un whisky tan indecentemente caro como añejo mientras paseaba por su jardín.Marjorie había prometido en la tumba de su hija que se encargaría de proteger a su nieto de todo aquello que pudiera dañarlo, sin embargo, se encontraba en ese momento
—Yo…— George observaba aquella mujer inclinándose y ayudándolo a levantarse, tampoco estaba tan borracho o simplemente se le había pasado la borrachera de golpe al verla avergonzándose de que lo encontrara en ese estado.Por eso, cuando el mayordomo se inclinó también a ayudarlo, él apartó el brazo bruscamente y le dirigió una de sus miradas asesinas que resultaban muy convincentes a causa de la intensidad del color claro de sus ojos adornados por esas inmensas pestañas oscuras.— Puedo solo, simplemente bebí un poco, no sé a quién demonios se le ocurrió poner un laberinto en el jardín.Dijo George molesto una vez levantado mientras se alisaba la ropa.— A su esposa.— Exesposa, Jefferson, llama mañana a un paisajista para que arranque todo esto y haga un proyecto nuevo para el jardín, odio este laberinto.Marjorie casi suelta la carcajada al ver a ese hombre lanzarle una mirada asesina a su mayordomo y evitar verla a ella.Estaba claro que en ese momento se encontraba avergonzado, pe
Marjorie se sorprendió por la propuesta de George Anderson, por varios factores, pero el más importante era porque era la primera vez, después de muchos años, que un hombre le decía esas palabras.—Está bien beberé contigo, pero con la condición de que no sea la única que desnude su alma esta noche ¿Te parece bien?La sonrisa que observó en el rostro de George tras decir eso hizo que el corazón de la pelirroja se acelerara al percatarse de lo guapo que era ese hombre al sonreír.“Marjorie contrólate”Se recriminó a sí misma mientras trataba de ocultar el sonrojo en su rostro, agradeciendo que su rostro estuviera cubierto por un montón de pequitas que harían que eso fuera posible. Eso y el alcohol que estaba ingiriendo bien podría decir en dado caso que él lo notara que se encontraba algo ebria por beber rápidamente esa cantidad de alcohol a la que no estaba acostumbrada.—Dime que es lo que más deseas saber de mí, ya te he dicho mi mayor sueño, Ahora me parecería justo que tú me conta
Ella ya había olvidado lo que se sentía al ser besada, lo que un par de labios pueden provocar al rozar con los suyos, pero todo eso cambió en cuanto los labios de George se posaron sobre los de ellaPor lo que tras George apartarse y disculparse, Marjorie se molestó, no deseaba que lo sintiera, mucho menos que dejara de hacerlo, por lo que lo tomó de las solapas de su americana para ser ella quien lo besara.—No lo lamentes, ni me pidas perdón a menos que desees que te abofetee— murmuró rozando sus labios, haciendo que sus alientos se mezclaran antes de fundirse en un nuevo beso que se intensificó a medida que los labios de ambos empezaron a moverse acoplándose.George no se negó a ese beso, lo único que deseaba era olvidar, era sacar su dolor y aquello era una buena medicina, sentir y engañarse por una noche, dejarse llevar hasta donde ella quisiera ser llevada porque él estaba dispuesto a ir hasta el final.Tras corresponderle con cierta duda, no por él, sino por no incomodarla, po
Maldita sea, estaba jodidamente duro, jodidamente necesitado de hundirse en ella, pero antes quería enloquecerla un poco más con su lengua, la cual lamió con lujuria el botoncito de placer que encontró en el centro de su feminidad, tal como si fuera el pase perfecto a la pasión, al deseo en el que necesitaba consumirse.Ella no pudo evitar alzar sus caderas plantando sus pies sobre el colchón en busca de más de esa lengua y de esos labios que recorrían esa parte de su cuerpo con maestría. Sus manos se aferraron a los cabellos de George, tirando de ellos cada que sentía una nueva descarga de placer, atravesar por toda su columna alojándose en su bajo vientre—Por dios, deja de torturarme y hazlo… tómame George…Él no pensaba hacerse de rogar, porque no había nada que deseara más en ese instante que poseer a esa mujer, la forma en que gemía no podía más que inducirlo a cubrirla rápidamente con su cuerpo y comerle la boca para devorar sus gemidos, divinos gemidos, divinos labios en los q
Jean-Paul estaba algo molesto, aunque más que molesto, estaba preocupado de que su amiga ni siquiera le hubiera informado de que pensaba pasar la noche fuera, no era algo normal en ella y había estado tentado en llamar a la policía, sobre todo al ver que amanecía y todavía no llegaba, que las horas se sucedían y cada vez era más probable de que algo malo hubiera ocurrido.Terminó de alimentar y cambiar al pequeño Ian cuando un terrible pensamiento cruzó su mente ¿Y si había decidido que ya no aguantaba más? Sería bastante comprensible, aquella mujer acababa de perder a su hija ¿Pero qué pasaría con el pequeño Ian entonces?¿Y si la respuesta era aún más escabrosa? A la gente rica no les gustan los hijos ilegítimos. ¿Y si le habían hecho algo a su amiga para silenciarla? No, eso solo pasaba en las películas.Jean-Paul observaba la cuna nerviosa, sin saber muy bien qué debía hacer cuando escuchó abrirse la puerta del apartamento que compartía con Marjorie.— ¿Se puede saber dónde te has
Marjorie sabía que el interés apresurado de George Anderson por ella no era por que de pronto él se hubiera enamorado primera vista de ella, tampoco es que fuera un chiquilla que creyera en los flechazos.Además el hombre había sido claro esa mañana cuando no le permitió escapar de su casa.—Soy consciente de todo lo que me dices.. Aunque no lo creas él fue muy sincero en lo que espera obtener con la boda— la pelirroja soltó un suspiro — también soy consciente que veré a su hijo siempre, pero bueno del mismo modo que yo lo vere el verá crecer a su hijo y no sabrá que es suyo, para él y el resto del mundo será su hermano. Tendrá los mismos derechos que él además que en el acuerdo matrimonial, queda claro que tanto Ian como Evan obtendrán tras la muerte de George lo mismo.Marjorie sabía que la verdad tarde o temprano saldría a la luz y que Evan lamentaría cualquier cosa que le hiciera a Ian y lloraría con sangre el haber herido de esa manera a su hija y la madre de su hijo. —No crees
— ¿A quedarte dices?— preguntó sin saber muy bien cómo explicarle la situación que viviría su hijo en un rato más — ¿Sucedió algo con tu madre?Evan se sorprendió al ver a su padre en casa a esa hora, era un adicto al trabajo que jamás faltaba y era rigurosamente puntual. Pero eso no fue lo que hizo que Evan se pusiera a la defensiva.—¿Acaso tendría que haber un motivo por el cual yo pueda venir a quedarme en casa?— respondió caminando hasta la sala y dejándose caer en uno de los muebles, ocupando todo al quedar recostado sobre este— pero, ya que lo has preguntado, no, no ha pasado nada, salvo que no estoy de humor para atender las visitas que últimamente entran y salen de casa de mi madre.No era del todo mentira, su madre últimamente se la pasaba de fiesta en fiesta, ayudando a conseguirle a su nuevo novio contactos para sus inversiones y el tipo intentaba hacerse el simpático con él, como si no supiera que fue la causa del divorcio de sus padres.—No te molesta que me pase aquí un