George sabía que Marjorie tenía sus propias batallas internas, cicatrices de un pasado doloroso que todavía la afectaban. A pesar de ello, confiaba en que ella encontraría el momento adecuado para abrirse completamente y compartir sus miedos y preocupaciones. George estaba decidido a ser su roca, su refugio incondicional donde pudiera encontrar paz y seguridad.Marjorie se repetía a sí misma que no era justo dudar de la confianza que George le brindaba. Cada día, él le demostraba su amor y le recordaba que no era la misma persona que le había causado dolor en el pasado. Aun así, las sombras del pasado aún acechaban en su mente, dificultando su capacidad de ser completamente sincera con él. Pero, en lo más profundo de su ser, Marjorie anhelaba dejar atrás sus temores y confiar plenamente en el amor que compartían.Mientras se dirigían al restaurante, Marjorie decidió que sería valiente y le abriría su corazón a George. No podía permitir que el pasado oscureciera el presente que estaban
Esas "obligaciones" podrían haber sido disfrutadas por ella si su esposo no estuviera borracho todas las noches, usando eso como excusa para abusar de ella. Los momentos de intimidad que deberían haber sido un acto de amor y conexión se habían convertido en una tortura constante para Marjorie.—!Pídeme que te lo meta!— bufo Rowan al oído de su esposa, abriendo sus piernas de golpe y colocándose sobre ella.La joven pelirroja sentía un deseo abrumador de gritar, de empujarlo y decirle que no, que no quería estar con él. Sin embargo, sus palabras quedaban atrapadas en su garganta, formando un nudo apretado que la dejaba sin voz. Esto solo enfurecía más a su esposo, quien respondía con una brutal cachetada.A medida que su esposo la empujaba con fuerza, sentía un profundo asco al sentirlo dentro de ella, un sentimiento que se intensificaba a medida que avanzaba. Los gruñidos de placer provenientes de su esposo llenaban el aire, mientras ella permanecía con los ojos cerrados, deseando que
George estaba algo molesto por tener que atender esas llamadas de trabajo mientras disfrutaba de su viaje de novios. Aunque deseaba estar completamente dedicado a su esposa y a ese momento especial, entendía que las emergencias laborales no podían ser ignoradas.Después de resolver rápidamente el asunto, George regresó a la acogedora cafetería donde había dejado a su esposa desayunando. El aroma tentador del café llenaba el aire, y esperaba que su taza todavía estuviera tibia, deseando sumergirse en esos momentos de intimidad y calma junto a ella.Con paso apresurado pero lleno de ilusión, entró al establecimiento. Sus ojos buscaron ansiosamente a su amada, y su corazón se inundó de alegría al encontrarla allí, irradiando belleza y anticipación. Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras se acercaba a la mesa, dejando atrás las preocupaciones laborales y sumergiéndose por completo en la conexión especial que compartían.Marjorie todavía temblaba ligeramente, su cuerpo reflejando la i
Rowan, quien previamente había causado problemas en la oficina de George, se había encargado de sabotear gran parte de los sistemas de seguridad de la empresa perteneciente al falso marido de su esposa. Ahora, tenía un plan en marcha para cuando ellos y su nieto aparecieran en el lugar indicado en el mensaje que había interceptado.Todo estaba meticulosamente calculado para que, en el preciso momento en que la niñera llegara con el niño, el sistema de seguridad de la empresa de George fallara estrepitosamente. Esto provocaría un colapso generalizado y Rowan se encargaría de atender las llamadas que inundarían su teléfono móvil, distrayéndolo y permitiendo que descuidara a su esposa y supuesto hijo.Sin embargo, George no tenía motivo para preocuparse, ya que un hombre de confianza se aseguraría de velar por ellos a partir de ese momento. Este hombre estaría dispuesto a protegerlos y asegurarse de que no pudieran escapar nuevamente.Mientras tanto, Rowan y sus hombres esperaban ansioso
En ese mismo instante el coche llegó por ellos y obligó a George a salir de sus cavilaciones. Abrazó a su esposa y dejó un suave beso en sus labios.— Seguro que si, pero es extraño parecía más tranquilo y había aceptado muy bien a Ian — respondió George a su esposa tomándola de la mano y caminando con ella hasta el coche donde el chofer ya les abría la puerta trasera para que entraran.Espero a que ella entrara primero y luego él se sentó a su lado para atraerla contra su cuerpo, la simple calidez de su presencia le hacía sentirse más tranquilo, era como un bálsamo para él.El viaje se dio completamente en silencio,él prefería estar en silencio cuando no se sentía bien, tal vez por la forma en que había sido educado en la que un hombre siempre tenía que ser fuerte y jamás derrumbarse, tal vez no quería que su esposa lo viera débil o simplemente desmoronarse.Cuando llegaron al aeropuerto el coche los llevó directamente hasta la pista de aterrizaje donde el avión ya estaba a punto y
Marjorie abrió la boca, incrédula y conmocionada, al presenciar desde lejos cómo Leticia golpeaba el rostro de George. Un torbellino de emociones invadió su ser, y su instinto protector la incitaba a correr y apartar a Leticia de su esposo, evitando que volviera a agredirlo. Sin embargo, se contuvo. Como madre que había perdido a un hijo, Marjorie conocía muy bien la sensación de culpar a quienes la rodeaban en momentos de dolor y desesperación. Por ello, dudó un instante antes de acercarse a la escena, debatiéndose entre el impulso de defender a George y la comprensión hacia Leticia.—¡Esto no habría sucedido si fueras un buen padre! —gritó Leticia una vez más, mientras George bajaba la mirada, sintiéndose abatido y culpable.Marjorie, que hasta ese momento había permanecido al margen, se apresuró a encarar a la exesposa de George. Decidida a hacer valer la verdad y proteger a su esposo, tomó aire y dijo con firmeza:—No puedes decir eso sobre George. Él no es responsable de lo que
Un mes después de que su esposa lo hubiera dejado, George Anderson despertó acompañado aquella mañana, se incorporó, quedando sentado en la cama y observando el cuerpo robusto de aquella mujer a su lado.Una hermosa cabellera roja caía sobre su espalda, tan atractiva que tuvo que contenerse para no llevarse uno de esos rizos rojos a la nariz y oler su aroma.Los recuerdos de la noche anterior todavía estaban borrosos, hablaron mucho, bebieron mucho más y, como si el exceso de alcohol y la soledad predijeran lo que iba a ocurrir entre ellos, terminaron enredados entre las sábanas.George se llevó la mano a la frente intentando calmar la presión que sentía, pasaba de los cuarenta años ya y la resaca no era benevolente con él. ¿Por qué debería serlo? Si la vida misma le cobraba un alto precio por su éxito. En él aquello de afortunado en el juego desafortunado en amores era más bien una ley no escrita.Era un hombre de éxito en los negocios, tenía suficiente dinero como para que sus here
— Ayer bebimos mucho y debo confesar que no recuerdo toda nuestra conversación — aseguró George sin dejar de observar esos labios naturalmente rojos rodeando la fresa, qué sexy le resultaba esa mujer.Los enormes ojos verdes, su piel fina y blanca y esas pecas que adornaban su rostro típico de cualquier mujer pelirroja natural, ese cabello rojo y rizado a medio peinar que la volvían todavía más sexy al caer sobre su escote y tremendo escote. ¿A quién le importaba unos kilos de más si le sentaban tan bien como a ella? A Leticia, su hermosa, superficial y cínica exmujer, ella no dejaba de criticar todo lo que Marjorie hacía.«Una mujer de su edad ya no debería ser madre ya, a saber quién es el padre de ese bastardo. Un incauto que habrá huido del mismo modo en que lo hizo el padre de su hija»Una de las últimas conversaciones que tuvo con Leticia antes de que ella le sorprendiera con los papeles del divorcio.George se llevó el café a los labios al darse cuenta de que se había quedado