Capítulo 34: Declaración

Caleb.

Sabía que estaba mal acabar con los humanos, pero esos cazadores podrían meterse en nuestros asuntos si no lo evitaba a tiempo.

El hecho de que supieran nuestra ubicación, ya era peligroso. Esperaba que Eris no tuviera nada que ver con la Orden Plateada.

—Estás loco, de verdad —soltó Laia, cruzada de brazos—. No voy a dejarte solo.

—Pensé que ya no te preocupabas por mí —insinué, mirándola de reojo—. ¿O vas a buscarme ahora? Después de todo, lo de Leo no funcionó para activar tu poder y ambos sabemos que no lo amas lo suficiente.

—Es cuestión de tiempo, Caleb, estoy segura. No creas que te estoy dando oportunidad de volver a entrar en mi vida —resopló, entre dientes—. Simplemente no puedo permitir que mueras por una venganza tonta.

Apreté el volante y mantuve mi vista fija en el frente. Lo último que dijo me llegó al corazón como una estaca, atravesándolo con fuerza. Era desgarrador que ella no se pusiera en mis zapatos.

Lo peor era que Laia también quería vengar a su padre, en
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