Capítulo 38: Sospechas

Caleb

Tal vez me había pasado un poco al dejarme llevar con Laia, pero tenía que admitir que fue lo mejor que había probado en mi vida.

Habían pasado unos dos días y ella me evitaba a toda costa, a pesar de que le dije que teníamos que hablar sobre Leo, porque sin dudas estaba ocultando algo grande.

Su mente estaba bloqueada y no podía ni leerla, ni comunicarme con él como antes. Era demasiado sospechoso que sucediera eso.

¿Qué le había pasado en nuestro viaje?

—No te ves muy bien —Una voz chillona me alertó.

—¿Qué haces aquí? —suspiré, viendo a Zoé entrar a mi oficina como lo hacía Laia.

Sin tocar la puerta.

Estuve dando vueltas en la silla rodadiza, pensando en cómo dar el próximo paso.

—Quería hablar contigo —comentó, con ambas manos en sus bolsillos—. Laia ha estado actuando extraño, y no sabes cuánto te ha maldecido durante las noches.

—Mmh, lo siento, no puedo ayudarte con eso —aclaré, tomando un lápiz.

—No seas un patán —masculló, se acercó hasta golpear la mesa con sus palmas—
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