Capítulo 37: Pecado

Laia.

—Laia, tenemos que hablar de algo importante —comentó Caleb, irrumpiendo en mi habitación.

Yo recién había salido de bañarme y estaba sola, no pensé que alguien a parte de Zoé o Leo entrara sin permiso, por lo que no le puse seguro a la puerta.

Me cubría una simple toalla blanca y las gotas recorrían mi piel. Me quedé pasmada al ver que Caleb no decía ni una sola palabra.

—¡Salte de aquí! ¡Pervertido! —exclamé, lanzándole unos zapatos que encontré—. ¿No sabes tocar la puerta?

—Es mi mansión, creo que puedo entrar donde quiera —respondió, metiendo ambas manos en los bolsillos.

—Ya empiezas con tu egocentrismo —bufé, tapándome con mis brazos.

—No voy a negar que me dan ganas de lanzarme encima de ti, pero te respeto así que no lo haré —insinuó, como si nada.

Abrí la boca con total ofensa y mis mejillas empezaron a arder. Cerré mis ojos e inhalé hondo para calmar la frustración que tenía.

—No digas tonterías, Caleb. ¡Estoy comprometida! —mascullé.

—¿Qué? ¿Van a casarse? —cuestionó,
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