Laia.—Laia, tenemos que hablar de algo importante —comentó Caleb, irrumpiendo en mi habitación.Yo recién había salido de bañarme y estaba sola, no pensé que alguien a parte de Zoé o Leo entrara sin permiso, por lo que no le puse seguro a la puerta.Me cubría una simple toalla blanca y las gotas recorrían mi piel. Me quedé pasmada al ver que Caleb no decía ni una sola palabra.—¡Salte de aquí! ¡Pervertido! —exclamé, lanzándole unos zapatos que encontré—. ¿No sabes tocar la puerta?—Es mi mansión, creo que puedo entrar donde quiera —respondió, metiendo ambas manos en los bolsillos.—Ya empiezas con tu egocentrismo —bufé, tapándome con mis brazos.—No voy a negar que me dan ganas de lanzarme encima de ti, pero te respeto así que no lo haré —insinuó, como si nada.Abrí la boca con total ofensa y mis mejillas empezaron a arder. Cerré mis ojos e inhalé hondo para calmar la frustración que tenía.—No digas tonterías, Caleb. ¡Estoy comprometida! —mascullé.—¿Qué? ¿Van a casarse? —cuestionó,
CalebTal vez me había pasado un poco al dejarme llevar con Laia, pero tenía que admitir que fue lo mejor que había probado en mi vida.Habían pasado unos dos días y ella me evitaba a toda costa, a pesar de que le dije que teníamos que hablar sobre Leo, porque sin dudas estaba ocultando algo grande.Su mente estaba bloqueada y no podía ni leerla, ni comunicarme con él como antes. Era demasiado sospechoso que sucediera eso.¿Qué le había pasado en nuestro viaje?—No te ves muy bien —Una voz chillona me alertó.—¿Qué haces aquí? —suspiré, viendo a Zoé entrar a mi oficina como lo hacía Laia.Sin tocar la puerta.Estuve dando vueltas en la silla rodadiza, pensando en cómo dar el próximo paso.—Quería hablar contigo —comentó, con ambas manos en sus bolsillos—. Laia ha estado actuando extraño, y no sabes cuánto te ha maldecido durante las noches.—Mmh, lo siento, no puedo ayudarte con eso —aclaré, tomando un lápiz.—No seas un patán —masculló, se acercó hasta golpear la mesa con sus palmas—
Laia.Era de noche y habían pasado unos días desde lo sucedido con Caleb. No estaba aguantando guardarme ese pecado tan abismal, y Zoé se estaba dando cuenta de que yo ocultaba algo.—¿Me puedes decir qué te sucede? —resopló—. Sé que a penas tengo dieciséis años, pero también sé muy bien acerca de muchas cosas gracias a los libros que he leído. ¿Sabías que hay muchos sobre sexualidad?Abrí los ojos. Me eché hacia atrás en la cama para acostarme y tomé una almohada para cubrirme la cara. No estaba soportando tanto secretismo.—Es complicado... Sé que no has tenido pareja y créeme, las relaciones amorosas son complicadas —bufé.Ella me quitó la almohada de la cara con una fuerza increíble. Me dejó pasmada y con la boca entre abierta. Me estaba asesinando con la mirada.—No seas tonta, Laia. Aunque no lo creas, tuve unos cuantos novios... Eh, cuando los DarkMoon... —Se calló, su voz se apagó al recordarlo.Me incorporé de nuevo en la cama para colocar mi mano sobre su hombro. Ella había
Laia. Desperté alterada y con el corazón a mil. Tanto fue mi asombro y preocupación que Zoé también se terminó despertando toda asustada. —¿Qué sucede? ¿Laia? —Miró en todas direcciones, con la voz ronca. Restregó sus ojos y yo no tuve tiempo de hacer lo mismo cuando ya me había salido de la cama en dirección al baño. Era de día, por lo que planeaba ir a buscar a Caleb y asegurarme de que estuviera bien, pero primero fui a cepillarme los dientes y ponerme una ropa decente, ya que llevaba una pijama donde se me notaban los pezones. —Tengo que salvarlo... —murmuré para mí misma. Mis emociones estaban hechas un lío porque sentía la necesidad descomunal de salvar a Caleb por sobre todas las cosas. Fue un impulso desconocido que me motivaba. —¡¿Laia?! Me tienes asustada, ¿qué fue lo que soñaste? —exigió Zoé, sosteniendo la puerta del baño. —Eris quiere asesinar a Caleb —solté, mirándola con las cejas hundidas—. Tengo que avisarle que está en peligro. ¿Y si ya es tarde? ¿Y si Caleb n
Laia.Le había pedido a Leo que me acompañara a la habitación, aprovechando que Zoé estaba ocupada porque se metió en los entrenamientos matutinos de la manada.—Discúlpame porque te vas a perder el entrenamiento de hoy —resoplé, abriendo la puerta.—No me importaría dejar de lado a todos por ti, Laia —insinuó, pasando por mi lado—. Además, dijiste que era algo importante.Se sentó en la orilla de la cama y me miró con esos inocentes ojos que me causaban ternura. Arrugué la boca en un puchero porque no podía imaginarme que Leo fuera malo.La maldad no estaba en su corazón, más bien; yo era la verdadera villana para él por todo lo que le hice. Bajé la mirada, decepcionada de mí misma porque no olvidaba lo que sucedió con Caleb, por más que intentara hacerlo.—Es agradable escuchar eso —dije—. Pero no deberías confiar tanto en mí, ¿y si termino traicionándote? No soy la chica buena que todos creen que soy —Me lamenté, apretando mi pecho con fuerza.La culpa me estaba dominando por dentr
Caleb.Pude sentir el latido del corazón de Laia asustado y preso de un miedo increíble. Sabía que estaba en peligro, tuve un mal presentimiento así que salí de mi habitación para ir a la suya.Algo andaba mal, porque el pasillo estaba bastante silencioso, hasta que el vidrio de una ventana crujió, preocupándome más de lo que estaba.—Laia... —murmuré, empezando a correr.Estaba listo para lo que fuera. Llegué y encontré las cortinas rasgadas y el vidrio de la ventana hecho trizas, sin nadie adentro. Caminé hacia esa dirección y coloqué ambas manos sobre el umbral de la ventana.Lo que vi a continuación me dejó en shock. Ella se había caído con Leo, y eso solo confirmó mis sospechas de que él estaba ocultando algo. A parte, un fuerte olor maligno impregnó mi nariz.No dudé en saltar cuando vi que Leo estaba hablándole a Laia, mientras ella se dejó caer de rodillas al suelo, devastada porque otro hombre le había roto el corazón.—Sabía que estabas ocultando algo, pero no pensé que inte
Laia.No supe qué fue lo que salió de mí, pero eso mismo que experimenté con Orión, me estaba pasando de nuevo, solo que más fuerte. Logré cortar el brazo de Leo con mi mente para evitar que clavara el arma en Caleb.No podía perderlo.Mi corazón estaba hecho un lío, pero sabía que si él moría, yo no lo soportaría... Me di cuenta de que lo que sentía por Leo no era amor. Simplemente busqué una excusa para no volver a caer en la tentación llamada: Caleb.Una calidez inmensa me invadió, pudiendo sentir una explosiva llama en mi interior. Me acerqué a ellos y noté que Caleb estaba mirándome con asombro, a pesar de que no podía moverse.—Necesitas ser atendido por un sanador —informé, con serenidad.Vi varias ramificaciones en el cuerpo de Caleb que me indicaban lo avanzado que estaba el veneno que implantó Leo en él. Si no era atendido pronto, podía morir, pero su corazón seguía latiendo con normalidad.—¿Laia? ¿Por qué haces esto? —cuestionó Leo, con aflicción y dolor en su mirada.Ya n
Laia.Estábamos rodeados, pero el poder en mi interior estaba más fuerte y despierto que nunca. No supe si fue porque vi a Caleb a punto de morir de nuevo, o si se trataba de otra cosa.Ver el cuerpo de Leo tirado en el suelo me causaba una especie de punzada dolorosa, porque recordaba los momentos vividos con él. Tenía que admitir que me había equivocado.La cagué tantas veces, jamás imaginé que me vería envuelta en una pelea por la supervivencia del más fuerte.—Quédate detrás de mí —ordenó Caleb, poniendo su brazo frente a mí y adelantándose.—Yo también sé pelear... Y sabes que puedo hacer lo que me plazca con sus cuerpos si me concentro —dictaminé, decidida en luchar.—No sabemos qué tan peligroso puede ser tu propio poder si no sabes controlarlo bien... —comentó—. Eres la primera loba que logra acabar con sus enemigos sin tocarlos.—Caleb... Sé lo que hago. No me sucederá lo mismo que con Orión —murmuré, recordando que me había desmayado.Tenía que protegerlo a toda costa si sab