Laia.Estábamos rodeados, pero el poder en mi interior estaba más fuerte y despierto que nunca. No supe si fue porque vi a Caleb a punto de morir de nuevo, o si se trataba de otra cosa.Ver el cuerpo de Leo tirado en el suelo me causaba una especie de punzada dolorosa, porque recordaba los momentos vividos con él. Tenía que admitir que me había equivocado.La cagué tantas veces, jamás imaginé que me vería envuelta en una pelea por la supervivencia del más fuerte.—Quédate detrás de mí —ordenó Caleb, poniendo su brazo frente a mí y adelantándose.—Yo también sé pelear... Y sabes que puedo hacer lo que me plazca con sus cuerpos si me concentro —dictaminé, decidida en luchar.—No sabemos qué tan peligroso puede ser tu propio poder si no sabes controlarlo bien... —comentó—. Eres la primera loba que logra acabar con sus enemigos sin tocarlos.—Caleb... Sé lo que hago. No me sucederá lo mismo que con Orión —murmuré, recordando que me había desmayado.Tenía que protegerlo a toda costa si sab
Caleb.—Los daños han sido aceptables. Ya hay personas dispuestas a trabajar para la reconstrucción de la parte delantera de la mansión, y van a reforzar los alrededores con una muralla —informó Xavier, con una tablet en la mano.—Es justo lo que necesitamos, más protección en los alrededores para no volver a experimentar otro ataque —Estuve de acuerdo, con ambas manos detrás de mi espalda.Ambos íbamos caminando por los pasillos de la mansión. Había pasado un día desde el incidente con Leo y los Cuervos rojos. Ya las diez manadas estábamos reunidas, gracias a que Payton se trajo a las que faltaban.—Antes de empezar con la muralla, primero hay que asegurar las viviendas nuevas que se construirán —recordó, viéndose intelectual.—Haz todas lo más cerca posible de la mansión, pon cámaras de vigilancia al frente de cada puerta y asigna a varios ejecutores de todas las manadas para que estén al pendiente las veinticuatro horas del día —ordené, inclinando ambas cejas.—Entiendo que la segu
Caleb.Mi relación con Laia se había deteriorado por mi culpa al principio, luego fue en picada por sus acciones. Consideraba adecuado que tuviéramos que empezar de cero, porque solo así olvidaríamos todo lo malo que ambos hicimos en el pasado.Mi mentalidad había cambiado a lo largo del tiempo, y eso significaba darme la oportunidad de perdonar y ser perdonado. Tenía que pensar en el presente y el futuro, no quedarme estancado en el pasado que no me servía de nada.Me encontraba en la sala de la mansión, todos habían preparado el lugar porque tendríamos una reunión los alfas más fuertes; Eliezer, Payton y yo.—Estoy lista para partir culos, es lo que mejor se me da —Chocó sus manos en forma de puños.—Eso puede tener doble sentido, Payton —resoplé, acomodándome en el sillón—. Debemos priorizar la búsqueda de Eris para acabar de una vez por todas con su idea de dominio mundial, antes de que se vuelva más poderosa.—Con el poder de Payton, estoy seguro de que será pan comido —defendió
Laia.Estaba un poco ansiosa porque faltaba un solo día para la luna llena. El hecho de tener una nueva oportunidad con Caleb para redimirnos en cuanto a nuestros errores, era reconfortante.—¿Significa que serás de nuevo la luna de Caleb? —cuestionó Zoé, frunciendo el ceño con horror.Le estaba explicando que nos daríamos una oportunidad, aunque me comentó que Caleb le explicó hace unos días. Ella no se veía muy contenta.—Eso creo...—¿Ya te olvidaste de Leo? Porque recién pasará una semana desde su muerte y no te vi haciéndole un entierro digno —refutó, levantándose de la cama con enojo—. Sé que nos traicionó, pero también era mi amigo.—Zoé, claro que sigo pensando en que tuve la culpa de lo que pasó con Leo —Me levanté también para hacerle frente—. Soy una egoísta que solo piensa en sus propios sentimientos. Lo ilusioné y mira cómo terminó —Corté el aire con mi mano.El nudo se apoderó de mi garganta, a pesar de que ya había llorado mucho durante esa semana. Había tenido una leve
Laia.Desperté sudorosa y con el corazón a mil porque cada sueño que tenía con la diosa, me dejaba desgastada. Me sobresalté al ver que unos penetrantes ojos grises me estaban viendo con curiosidad.Se trataba de Caleb. Estaba demasiado cerca de mi rostro y eso me hizo abrir los párpados con sorpresa. Tragué saliva, porque no sabía en qué momento llegó ahí.—¿C-Caleb? —titubeé, estando acostada.Lo último que recordaba era que Zoé se había ido a bañar, pero supuse que dormí por un buen rato y se había ido. El castaño se alejó para sentarse a mi lado en la cama, con una postura floja.—¿Soñaste algo? Te noto un poco agitada —Se cruzó de brazos, intrigado.—Eris vendrá pronto... —murmuré, recordando que sería la última vez que vería a la diosa Luna.—No si la encontramos primero —refutó—. Payton tiene ese poder. Ya está en marcha nuestro plan y puede que en las próximas semanas sepamos su paradero.—¿En serio? ¿No será peligroso ir a ella? —cuestioné, alzando una ceja.—Créeme, es más p
Laia.La noche más esperada de la semana había llegado y yo estaba más nerviosa por haber soñado con Eris, que por saber que Caleb me había invitado a una especie de cita.Alejé los pensamientos tortuosos porque tenía que centrarme en pasarla bien y resolver los problemas con mi mate.Caminé hasta la parte más alejada del patio de la mansión, estaba rodeado por altos muros de piedra cubiertos de enredaderas. El suelo, empedrado y desgastado por siglos de uso, crujía bajo mis pies al caminar por esos lados. Las luces en varios postes pequeños titilaban como luciérnagas en la penumbra de la noche.El hombre me esperaba al final del camino, dándome la espalda, con ambas manos dentro de sus bolsillos y con el mentón alzado, mirando la luna encima de él.Había un banco de piedra que ofrecía asiento a los visitantes. Sus superficies estaban pulcras y relucientes.—Caleb... —Lo llamé, avergonzada.Esa noche decidí ponerme un vestido blanco que me llegaba por encima de los pies, con una sutil
Caleb.—Oye, ¿no crees que deberías estar presente para las transformaciones? —cuestionó Laia.Estábamos sentados en la banca, mientras yo me acurrucaba con la cabeza sobre su regazo. Verla desde esa perspectiva era un poco gracioso, porque su papada era notoria y su nariz se veía más grande.—Sí, pero ya les avisé a todos que estaría ocupado —confirmé—. De todas formas, los demás alfas también están al pendiente... No se sabe cuántos vínculos podrían aparecer hoy.—Yo presiento que serán muchos, porque de eso depende el futuro de los hombres y mujeres lobo —resopló, acariciando mi cabello.—Laia —La llamé, mirándola con anhelo.Lo que me causaba esa mujer era increíble. Algo irreal que no podía explicar con simples palabras. Haberla besado activó un impulso en mi interior de querer protegerla a toda costa, uno mucho más grande del que tenía.—¿Sí? —preguntó, curiosa.—Mañana tendré una reunión con todos los alfas... Nos estamos preparando para dar el golpe final —informé.Por más que
Laia.Haber escuchado la confesión de Zoé me dejó un poco desconcertada. No pensé que su mate fuera a aparecer tan pronto, si solo tenía dieciséis años. Aunque seguía existiendo esa posibilidad, por muy pequeña que fuera.—¿Y qué haces aquí? —cuestionó Caleb, cruzado de brazos—. Deberías ir con él.—¡N-no! —Ella llevó ambas manos a sus oídos—. Yo no estoy lista para esto.—Zoé, tienes que calmarte —Le puse una mano sobre su hombro, tratando de ayudarla—. ¿Por qué no nos ayudas a terminar este banquete y nos cuentas qué pasó?Señalé toda la comida que reposaba sobre la mesita, porque era demasiada para dos personas y sabía lo glotona que podía ser Zoé.Ella se quedó viendo cada plato con una notoria hambre, ya que sus tripas la delataron y su estómago rugió por ella. Se colorizó por la vergüenza.—No fui yo —mintió.—Se supone que era una cita —resopló Caleb—. Pero si nos vas a contar quién resultó ser tu mate, estaré encantado de oírlo.—No finjas interés —masculló la pelinegra, asesi