Caleb.Sabía que estaba mal acabar con los humanos, pero esos cazadores podrían meterse en nuestros asuntos si no lo evitaba a tiempo.El hecho de que supieran nuestra ubicación, ya era peligroso. Esperaba que Eris no tuviera nada que ver con la Orden Plateada.—Estás loco, de verdad —soltó Laia, cruzada de brazos—. No voy a dejarte solo.—Pensé que ya no te preocupabas por mí —insinué, mirándola de reojo—. ¿O vas a buscarme ahora? Después de todo, lo de Leo no funcionó para activar tu poder y ambos sabemos que no lo amas lo suficiente.—Es cuestión de tiempo, Caleb, estoy segura. No creas que te estoy dando oportunidad de volver a entrar en mi vida —resopló, entre dientes—. Simplemente no puedo permitir que mueras por una venganza tonta.Apreté el volante y mantuve mi vista fija en el frente. Lo último que dijo me llegó al corazón como una estaca, atravesándolo con fuerza. Era desgarrador que ella no se pusiera en mis zapatos.Lo peor era que Laia también quería vengar a su padre, en
Laia.Estuve forcejeando para quitarme el cinturón con mis propias manos, pero me era imposible. Estaba presa en ese auto en medio de un camino desolado en el bosque.Miré en todas direcciones, sin encontrar nada que pudiera ayudarme.—Desgraciado —mascullé.No podía dejarlo solo en una pelea abismal como lo era enfrentar a una organización de cazadores completa.¿Quién se creía?El ego lo tenía altísimo como para creer que iba a ganar solo. Mi corazón estaba latiendo con rapidez y le hice un llamado a mi loba interior, seguro con la transformación lograría salirme del encierro.¿Acaso no se le pasó por la mente?Una explosión proveniente de la dirección por donde se fue Caleb, fue suficiente para alertarme. Supe que algo andaba mal, o lo estaban presionando mucho, así que me armé de valor y rompí la ventana del auto.Él iba a regañarme luego, no me importaba. En mi forma de loba, logré pasarme por el culo el cinturón y salté por la ventana rota, logrando cortarme un poco mi estómago
Laia.Mis ojos se abrieron poco a poco y me di cuenta que estaba sentada en el auto. Mis recuerdos estaban borrosos, así que miré a Caleb, quien se encontraba a mi lado manejando.¿Qué había pasado?Fuimos a reclutar a los BloodMoon y luego... ¡Los cazadores!—¡¿Caleb?! ¡¿Estamos vivos?! —exclamé, sobresaltada en el asiento.La ventana a mi lado estaba rota, fue por donde salí, así que nada había sido un sueño.—Tranquila, me encargué de todos —respondió, con la voz calmada—. Ya no tenemos que preocuparnos por ellos.Abrí los ojos con sorpresa.—¿Acabaste con toda la organización? —cuestioné, aturdida.—Sí.Su respuesta fue corta y precisa. Me dijo todo lo que necesitaba saber, así que dejé de mirarlo para calmarme un poco y ordenar mis pensamientos.Inhalé hondo, buscando la paz interior. No tenía que juzgarlo, pues al principio creí que le sería imposible ganarle a una organización entera, pero se trataba de un alfa...¿Por qué dudé de él?—Es un alivio... —murmuré.—Puedes admitir
Laia.—Laia, tenemos que hablar de algo importante —comentó Caleb, irrumpiendo en mi habitación.Yo recién había salido de bañarme y estaba sola, no pensé que alguien a parte de Zoé o Leo entrara sin permiso, por lo que no le puse seguro a la puerta.Me cubría una simple toalla blanca y las gotas recorrían mi piel. Me quedé pasmada al ver que Caleb no decía ni una sola palabra.—¡Salte de aquí! ¡Pervertido! —exclamé, lanzándole unos zapatos que encontré—. ¿No sabes tocar la puerta?—Es mi mansión, creo que puedo entrar donde quiera —respondió, metiendo ambas manos en los bolsillos.—Ya empiezas con tu egocentrismo —bufé, tapándome con mis brazos.—No voy a negar que me dan ganas de lanzarme encima de ti, pero te respeto así que no lo haré —insinuó, como si nada.Abrí la boca con total ofensa y mis mejillas empezaron a arder. Cerré mis ojos e inhalé hondo para calmar la frustración que tenía.—No digas tonterías, Caleb. ¡Estoy comprometida! —mascullé.—¿Qué? ¿Van a casarse? —cuestionó,
CalebTal vez me había pasado un poco al dejarme llevar con Laia, pero tenía que admitir que fue lo mejor que había probado en mi vida.Habían pasado unos dos días y ella me evitaba a toda costa, a pesar de que le dije que teníamos que hablar sobre Leo, porque sin dudas estaba ocultando algo grande.Su mente estaba bloqueada y no podía ni leerla, ni comunicarme con él como antes. Era demasiado sospechoso que sucediera eso.¿Qué le había pasado en nuestro viaje?—No te ves muy bien —Una voz chillona me alertó.—¿Qué haces aquí? —suspiré, viendo a Zoé entrar a mi oficina como lo hacía Laia.Sin tocar la puerta.Estuve dando vueltas en la silla rodadiza, pensando en cómo dar el próximo paso.—Quería hablar contigo —comentó, con ambas manos en sus bolsillos—. Laia ha estado actuando extraño, y no sabes cuánto te ha maldecido durante las noches.—Mmh, lo siento, no puedo ayudarte con eso —aclaré, tomando un lápiz.—No seas un patán —masculló, se acercó hasta golpear la mesa con sus palmas—
Laia.Era de noche y habían pasado unos días desde lo sucedido con Caleb. No estaba aguantando guardarme ese pecado tan abismal, y Zoé se estaba dando cuenta de que yo ocultaba algo.—¿Me puedes decir qué te sucede? —resopló—. Sé que a penas tengo dieciséis años, pero también sé muy bien acerca de muchas cosas gracias a los libros que he leído. ¿Sabías que hay muchos sobre sexualidad?Abrí los ojos. Me eché hacia atrás en la cama para acostarme y tomé una almohada para cubrirme la cara. No estaba soportando tanto secretismo.—Es complicado... Sé que no has tenido pareja y créeme, las relaciones amorosas son complicadas —bufé.Ella me quitó la almohada de la cara con una fuerza increíble. Me dejó pasmada y con la boca entre abierta. Me estaba asesinando con la mirada.—No seas tonta, Laia. Aunque no lo creas, tuve unos cuantos novios... Eh, cuando los DarkMoon... —Se calló, su voz se apagó al recordarlo.Me incorporé de nuevo en la cama para colocar mi mano sobre su hombro. Ella había
Laia. Desperté alterada y con el corazón a mil. Tanto fue mi asombro y preocupación que Zoé también se terminó despertando toda asustada. —¿Qué sucede? ¿Laia? —Miró en todas direcciones, con la voz ronca. Restregó sus ojos y yo no tuve tiempo de hacer lo mismo cuando ya me había salido de la cama en dirección al baño. Era de día, por lo que planeaba ir a buscar a Caleb y asegurarme de que estuviera bien, pero primero fui a cepillarme los dientes y ponerme una ropa decente, ya que llevaba una pijama donde se me notaban los pezones. —Tengo que salvarlo... —murmuré para mí misma. Mis emociones estaban hechas un lío porque sentía la necesidad descomunal de salvar a Caleb por sobre todas las cosas. Fue un impulso desconocido que me motivaba. —¡¿Laia?! Me tienes asustada, ¿qué fue lo que soñaste? —exigió Zoé, sosteniendo la puerta del baño. —Eris quiere asesinar a Caleb —solté, mirándola con las cejas hundidas—. Tengo que avisarle que está en peligro. ¿Y si ya es tarde? ¿Y si Caleb n
Laia.Le había pedido a Leo que me acompañara a la habitación, aprovechando que Zoé estaba ocupada porque se metió en los entrenamientos matutinos de la manada.—Discúlpame porque te vas a perder el entrenamiento de hoy —resoplé, abriendo la puerta.—No me importaría dejar de lado a todos por ti, Laia —insinuó, pasando por mi lado—. Además, dijiste que era algo importante.Se sentó en la orilla de la cama y me miró con esos inocentes ojos que me causaban ternura. Arrugué la boca en un puchero porque no podía imaginarme que Leo fuera malo.La maldad no estaba en su corazón, más bien; yo era la verdadera villana para él por todo lo que le hice. Bajé la mirada, decepcionada de mí misma porque no olvidaba lo que sucedió con Caleb, por más que intentara hacerlo.—Es agradable escuchar eso —dije—. Pero no deberías confiar tanto en mí, ¿y si termino traicionándote? No soy la chica buena que todos creen que soy —Me lamenté, apretando mi pecho con fuerza.La culpa me estaba dominando por dentr