La sirvienta sacó la caja del anillo del armario y se la presentó al señor Simón. Le preguntó:—Señor, ¿quiere llevarse también esto?Este anillo es el que eligieron juntos cuando se casaron. Él aún recordaba con gran nostalgia cuando tuvieron una discusión muy fuerte y él aventó el anillo, Ada lo buscó llorando toda la noche, pero en realidad... el anillo seguía en su mano, Simón en realidad nunca lo había tirado...Ahora, aunque él seguía con vida, solo iba a ser una carga para todos. Ella todavía tenía otras oportunidades y podría encontrar a un hombre adecuado que la tratara bien. Él no tenía el derecho de hacerla desperdiciar su tiempo con él.Pensándolo muy bien, de repente tosió varias veces. Tomó un pañuelo azul y se cubrió la boca. Al quitarlo, había manchas de sangre roja oscura.La sirvienta exclamó muy preocupada:—Señor, ¡esta es la tercera vez que usted escupe sangre! Qué haríamos si...Simón levantó de inmediato la mano para interrumpirla:—Sé que no me queda mucho tiemp
Ada se cayó y de inmediato sintió un dolor muy punzante en el abdomen, con un flujo de calor debajo de ella. Leonardo se acercó de inmediato para ayudarla a levantarse.—Ada, ¿cómo estás? —le preguntó bastante preocupado.Ada lo empujó con gran disgusto, con una expresión aturdida, pareciendo algo fuera de sí. —Yo... yo tengo que ir a buscar en este momento a Simón, tengo que ir con él —murmuró muy aturdida.Leonardo la vio irse como una loca a perseguir a Simón. Sin importarle la mancha de sangre debajo de ella, tambaleándose, ella ya no era incapaz en lo absoluto de mantenerse en pie, pero aun así corrió tras el auto que ya había desaparecido.—No quiero el divorcio, no quiero separarme de él... Simón, no me dejes… Sin ti... ¿de qué voy a vivir? ¿Qué quieres que haga…?Leonardo la miró con calma, en ese momento sin saber siquiera qué estaba pensando, sin saber si todo lo que le había hecho en ese momento era correcto o incorrecto...Leonardo se acercó con cautela y noqueó a la mujer
Asterio aún tenía lágrimas en los ojos y seguía señalando a la persona que había encima de la cama sin parar de sollozar, como si quisiera tan solo un abrazo. Emma lo agarró inmediatamente para llevárselo y dijo:—Señor Martínez, no lo molesto más, me llevo a Asterio al cuarto de al lado a descansar.Y Emma se llevó de inmediato al niño a la habitación de enfermos de al lado.Ay, ¡qué desgracia! ¡Cómo pudo enfermarse precisamente de cáncer! Aún era muy joven, ni siquiera tuvo tiempo de casarse y tener hijos. Y era tan buena persona... Andrés tomó su mano y se la puso en el rostro para notar su calidez.—...no duermas demasiado, tienes que despertar muy pronto.Pero lo que Andrés esperaba solo era un sueño. Él llevó a cabo lo mismo que Luna hizo por Gabriel: subir con gran rigor todos los días 9990 escalones para rezar por ella. Incluso creó una organización benéfica para niños bajo los nombres de la empresa Riviera y el Grupo Prosperidad. A través de esta, construyó escuelas para los n
Andrés se acabó todos los tamales que le trajo Emma. Antes, su comida favorita eran precisamente los tamales de Doña Liora. El sabor era exactamente igual.Afuera dejó de nevar por un momento y de repente volvió a caer una gran nevada. Del cielo caían grandes copos de nieve que cubrieron por completo el suelo de una gruesa capa blanca y brillante como las perlas. —Leonardo y yo estamos invirtiendo en un instituto de investigación contra el cáncer. Pronto se acabará tu enfermedad y, dentro de medio mes, Asterio podrá hablar y llamar a su madre... ¿Es que no quieres ver cómo nuestro hijo se hace mayor? Luna, no me hagas esperar más tiempo...La herida de la cirugía de Luna ya se había curado, pero ella aún no se despertaba. Acostado detrás de ella y vestido muy cómodo con ropa de invierno, Andrés cerró los ojos y olió el aroma de Luna. Esta era, quizás, su única forma de encontrar algo de paz. Andrés nunca había sentido una angustia semejante. Él estuvo esperando muy ansioso los cuatro
—Entonces, ¿te vas esta noche? Preguntó Ada desviando de inmediato la mirada hacia su plato.—Me iré en dos días.—¿No puedes quedarte? No quiero que te marches —dijo Ada intentando retenerlo.Luego de un largo rato en silencio, Leonardo dijo:—Esta vez es diferente, tengo que hacer algo muy importante, necesitan que vaya.—Está bien, te apoyaré en todo. Eres increíble, cariño. Cuando consigas encontrar la mejor cura para el cáncer, el bebé y yo estaremos muy orgullosos de ti.Leonardo esbozó una pequeña sonrisa y estiró un poco la mano para acariciarle el cabello.—Pues quédate acá esperándome, ¿sí? No me quedo tranquilo dejándote sola en casa. Además, el instituto de investigación está muy cerca del hospital, vendré a verte siempre que tenga tiempo.—Lo sé, me quedaré aquí muy juiciosa esperando a que regreses. Al terminar de comer, Leonardo lavó los platos y regresó de inmediato a la habitación a darse una ducha antes de irse a dormir. Dejó encendida la lámpara de la mesita de noch
—Durante estos tres arduos meses, ella siempre me trató como si yo fuera él... pero nunca llegué a sentir el verdadero placer de tenerla. Cuando me enteré de algunas cosas, entendí muy bien que los sentimientos no se pueden forzar.Leonardo no solía hablar con otras personas acerca de sus verdaderos sentimientos, ni siquiera con Andrés. De hecho, al principio solo era una herramienta para enfrentarse a los García, pero, ahora que Miguel al fin había muerto, solo quedaba Andrés en esa familia. Sin embargo, el odio que este le tenía a Miguel no era menor que el suyo.Andrés acabó con su padre con sus propias manos. Era una persona que podía ser muy despiadada con cualquiera, alguien sin ningún tipo de puntos débiles. Y, sin embargo, cayó totalmente rendido a los pies de Luna.—¿Qué tienes en mente? —Dijo Andrés.—Lo iré viendo sobre la marcha. Prefiero dejarla ser feliz ahora mismo y no hundirla por completo en el dolor de los recuerdos —contestó Leonardo.Leonardo la vio arrodillarse en
Ana se quedó perpleja y parpadeó fingiendo inocencia.—¿Me busca? ¿Y eso como Para qué?—Lo sabrá muy pronto, señora —contestó rápidamente Álvaro.En la habitación de descanso, en solo veinte minutos, alguien ya le había enviado toda la información necesaria sobre Ana.Cuando ella entró vio a un hombre vestido totalmente de negro sentado muy cómodo en el sofá. El hombre, que emanaba un aura de atractivo prohibido, estaba inclinado delicadamente revisando unos documentos. Al verle, Ana no sabía a dónde mirar. Hizo en ese momento todo lo posible por aparentar total naturalidad, así que se tocó el cabello de un lado del rostro y preguntó:—¿Me buscaba, señor Martínez?Andrés sacó una fotografía de los documentos y la lanzó directo enfrente a ella. La foto flotó hasta sus pies.—Te hicieron muy bien el rostro.La sonrisa de Ana se volvió algo rígida al instante y adoptó una expresión muy sombría.—¿Có... cómo tiene una fotografía de mi aspecto anterior?Ella le pidió con esmero a su padre
Álvaro pensó que Andrés se había vuelto realmente loco. Desde que ocurrió lo de Luna, era una persona totalmente diferente.Dos horas después, Álvaro entró muy a prisa a la habitación con una carpeta en la mano.—Señor director, aquí le traje todo lo que me pidió.Con sumo cuidado, Andrés acarició el delicado dorso de su mano y la metió debajo de la manta.—De ahora en adelante no hace falta que me consultes todo lo relacionado con la empresa. A no ser que haya que firmar algún documento muy importante, deberás encargarte tú de todo lo demás. Has estado conmigo durante muchísimos años, no debería tener que enseñarte cómo administrar la empresa. —¿De verdad no va a seguir administrando la empresa? Usted construyó todo esto con el sudor de su frente —dijo Álvaro mirando fijamente a la mujer en coma que estaba postrada en la cama. Hablaba con un tono algo desconcertado, como si nunca hubiese estado tan inquieto. — A la señora no le pasará nada en lo absoluto. ¿Va a estar con ella, aunque