Andrés se acabó todos los tamales que le trajo Emma. Antes, su comida favorita eran precisamente los tamales de Doña Liora. El sabor era exactamente igual.Afuera dejó de nevar por un momento y de repente volvió a caer una gran nevada. Del cielo caían grandes copos de nieve que cubrieron por completo el suelo de una gruesa capa blanca y brillante como las perlas. —Leonardo y yo estamos invirtiendo en un instituto de investigación contra el cáncer. Pronto se acabará tu enfermedad y, dentro de medio mes, Asterio podrá hablar y llamar a su madre... ¿Es que no quieres ver cómo nuestro hijo se hace mayor? Luna, no me hagas esperar más tiempo...La herida de la cirugía de Luna ya se había curado, pero ella aún no se despertaba. Acostado detrás de ella y vestido muy cómodo con ropa de invierno, Andrés cerró los ojos y olió el aroma de Luna. Esta era, quizás, su única forma de encontrar algo de paz. Andrés nunca había sentido una angustia semejante. Él estuvo esperando muy ansioso los cuatro
—Entonces, ¿te vas esta noche? Preguntó Ada desviando de inmediato la mirada hacia su plato.—Me iré en dos días.—¿No puedes quedarte? No quiero que te marches —dijo Ada intentando retenerlo.Luego de un largo rato en silencio, Leonardo dijo:—Esta vez es diferente, tengo que hacer algo muy importante, necesitan que vaya.—Está bien, te apoyaré en todo. Eres increíble, cariño. Cuando consigas encontrar la mejor cura para el cáncer, el bebé y yo estaremos muy orgullosos de ti.Leonardo esbozó una pequeña sonrisa y estiró un poco la mano para acariciarle el cabello.—Pues quédate acá esperándome, ¿sí? No me quedo tranquilo dejándote sola en casa. Además, el instituto de investigación está muy cerca del hospital, vendré a verte siempre que tenga tiempo.—Lo sé, me quedaré aquí muy juiciosa esperando a que regreses. Al terminar de comer, Leonardo lavó los platos y regresó de inmediato a la habitación a darse una ducha antes de irse a dormir. Dejó encendida la lámpara de la mesita de noch
—Durante estos tres arduos meses, ella siempre me trató como si yo fuera él... pero nunca llegué a sentir el verdadero placer de tenerla. Cuando me enteré de algunas cosas, entendí muy bien que los sentimientos no se pueden forzar.Leonardo no solía hablar con otras personas acerca de sus verdaderos sentimientos, ni siquiera con Andrés. De hecho, al principio solo era una herramienta para enfrentarse a los García, pero, ahora que Miguel al fin había muerto, solo quedaba Andrés en esa familia. Sin embargo, el odio que este le tenía a Miguel no era menor que el suyo.Andrés acabó con su padre con sus propias manos. Era una persona que podía ser muy despiadada con cualquiera, alguien sin ningún tipo de puntos débiles. Y, sin embargo, cayó totalmente rendido a los pies de Luna.—¿Qué tienes en mente? —Dijo Andrés.—Lo iré viendo sobre la marcha. Prefiero dejarla ser feliz ahora mismo y no hundirla por completo en el dolor de los recuerdos —contestó Leonardo.Leonardo la vio arrodillarse en
Ana se quedó perpleja y parpadeó fingiendo inocencia.—¿Me busca? ¿Y eso como Para qué?—Lo sabrá muy pronto, señora —contestó rápidamente Álvaro.En la habitación de descanso, en solo veinte minutos, alguien ya le había enviado toda la información necesaria sobre Ana.Cuando ella entró vio a un hombre vestido totalmente de negro sentado muy cómodo en el sofá. El hombre, que emanaba un aura de atractivo prohibido, estaba inclinado delicadamente revisando unos documentos. Al verle, Ana no sabía a dónde mirar. Hizo en ese momento todo lo posible por aparentar total naturalidad, así que se tocó el cabello de un lado del rostro y preguntó:—¿Me buscaba, señor Martínez?Andrés sacó una fotografía de los documentos y la lanzó directo enfrente a ella. La foto flotó hasta sus pies.—Te hicieron muy bien el rostro.La sonrisa de Ana se volvió algo rígida al instante y adoptó una expresión muy sombría.—¿Có... cómo tiene una fotografía de mi aspecto anterior?Ella le pidió con esmero a su padre
Álvaro pensó que Andrés se había vuelto realmente loco. Desde que ocurrió lo de Luna, era una persona totalmente diferente.Dos horas después, Álvaro entró muy a prisa a la habitación con una carpeta en la mano.—Señor director, aquí le traje todo lo que me pidió.Con sumo cuidado, Andrés acarició el delicado dorso de su mano y la metió debajo de la manta.—De ahora en adelante no hace falta que me consultes todo lo relacionado con la empresa. A no ser que haya que firmar algún documento muy importante, deberás encargarte tú de todo lo demás. Has estado conmigo durante muchísimos años, no debería tener que enseñarte cómo administrar la empresa. —¿De verdad no va a seguir administrando la empresa? Usted construyó todo esto con el sudor de su frente —dijo Álvaro mirando fijamente a la mujer en coma que estaba postrada en la cama. Hablaba con un tono algo desconcertado, como si nunca hubiese estado tan inquieto. — A la señora no le pasará nada en lo absoluto. ¿Va a estar con ella, aunque
Nadia estuvo culpándose demasiado durante todo ese tiempo. Si no le hubiera dado aquella nota a Luna, quizá no le habría pasado nada.Roberto se la llevó de inmediato del hospital. Nadia se estaba secando las lágrimas cuando, de repente, empujó con fuerza a Roberto.—¡Todo es culpa tuya! ¡Si en ese momento no me hubieses pedido sin ninguna razón que le diese esa nota a Luna, ahora no estaría así! Devuélveme a Luna... —dijo entre grandes sollozos.—Lo siento mucho, no sabía que pasaría nada de todo esto —contestó Roberto con una mirada de arrepentimiento. Sin duda alguna, vio los mensajes del correo electrónico. Roberto empezó a plantearse si realmente había hecho lo correcto.—¿Que no lo sabías? ¡Sabías perfectamente que Luna estaba muy enferma! ¿Por qué tuviste que alterarla? Gabriel está muerto, ya no se podía hacer absolutamente nada por él, ¿por qué no esperaste a que Luna estuviese bien para contárselo? Le pregunté al doctor y me dijo que no hay posibilidades de qué despierte. ¿Qu
Esa era la realidad, cruel y muy dolorosa, pero no tenían más remedio que aceptarla.—No me importa cómo lo hagas, pero definitivamente cúrala.—Es ella quien no quiere despertar, está rechazando por completo el tratamiento. Si sigue así, ni siquiera Dios podrá curarla.Andrés no tenía en mente abandonarla.—Si en Astraluna no pueden curarla, me la llevaré directo al extranjero. Hay gran cantidad hospitales, seguro que hay alguien que puede solucionarlo.Leonardo no se había equivocado, Andrés se había vuelto realmente loco.—Quizá aún quede algo que hacer...Leonardo no quería que Andrés supiese ni la verdadera identidad de Luna ni la existencia de la familia Muñoz, así que fue a buscar en ese momento a Hans.—...y esto es lo que ocurre, Señor Ramírez. Me gustaría que pudiera contarme algo más sobre la señora Lancaster, quizá aún pueda despertar.Hans estaba recuperándose gradualmente en el hospital tras la cirugía y escuchó muy atento todo lo que había ocurrido esos años con mirada m
—En las noticias internacionales de ayer dijeron que las obras de la señorita García recibieron de nuevo el Premio Dorado de Nueva York. ¿Tiene algo que decir de esto al respecto? En comparación con las obras de la señorita García, ¿cree que las suyas pueden superarla?Aunque Ana llevaba gafas de sol, su actitud reflejaba claramente que no quería contestar a esa pregunta, así que se marchó en ese instante rodeada por sus guardaespaldas.—No quiero volver a ver a los periodistas que me han hecho esas preguntas.—Sí, señorita.«¿Luna García? ¡Ya ni siquiera existía la familia García, ella ya no era nadie en lo absoluto! ¡Solo le queda ese mantenido!», pensó.El enfado de Ana desapareció por completo al recordar el trágico destino de la familia García. Incluso le surgió una ligera sensación de superioridad.—Y díganles que más les vale que lo que escriban esta tarde en el periódico sea de mi total agrado, que no me hagan ver esas tres palabras que tanto odio.—Sí, señorita.Al volver a ca