Esa era la realidad, cruel y muy dolorosa, pero no tenían más remedio que aceptarla.—No me importa cómo lo hagas, pero definitivamente cúrala.—Es ella quien no quiere despertar, está rechazando por completo el tratamiento. Si sigue así, ni siquiera Dios podrá curarla.Andrés no tenía en mente abandonarla.—Si en Astraluna no pueden curarla, me la llevaré directo al extranjero. Hay gran cantidad hospitales, seguro que hay alguien que puede solucionarlo.Leonardo no se había equivocado, Andrés se había vuelto realmente loco.—Quizá aún quede algo que hacer...Leonardo no quería que Andrés supiese ni la verdadera identidad de Luna ni la existencia de la familia Muñoz, así que fue a buscar en ese momento a Hans.—...y esto es lo que ocurre, Señor Ramírez. Me gustaría que pudiera contarme algo más sobre la señora Lancaster, quizá aún pueda despertar.Hans estaba recuperándose gradualmente en el hospital tras la cirugía y escuchó muy atento todo lo que había ocurrido esos años con mirada m
—En las noticias internacionales de ayer dijeron que las obras de la señorita García recibieron de nuevo el Premio Dorado de Nueva York. ¿Tiene algo que decir de esto al respecto? En comparación con las obras de la señorita García, ¿cree que las suyas pueden superarla?Aunque Ana llevaba gafas de sol, su actitud reflejaba claramente que no quería contestar a esa pregunta, así que se marchó en ese instante rodeada por sus guardaespaldas.—No quiero volver a ver a los periodistas que me han hecho esas preguntas.—Sí, señorita.«¿Luna García? ¡Ya ni siquiera existía la familia García, ella ya no era nadie en lo absoluto! ¡Solo le queda ese mantenido!», pensó.El enfado de Ana desapareció por completo al recordar el trágico destino de la familia García. Incluso le surgió una ligera sensación de superioridad.—Y díganles que más les vale que lo que escriban esta tarde en el periódico sea de mi total agrado, que no me hagan ver esas tres palabras que tanto odio.—Sí, señorita.Al volver a ca
El titular del periódico mostraba que «Luna Gómez» será discípula de Alberto Montes y que organizará una gran exposición. Al ver que Ana se había operado para ser igual que Luna, Álvaro señaló de repente unas obras detrás de ella que le resultaban algo familiares.—Señor, mire esos cuadros, creo haberlos visto con anterioridad.—¿Quieres decir que esas pinturas que tiene detrás son como las que Luna perdió de su álbum de pintura? —Preguntó en ese momento Andrés entrecerrando los ojos con una mirada sombría.Álvaro afirmó con la cabeza. —La señorita siempre llevaba consigo su álbum de pinturas era su posesión más preciada. Sin embargo, cuando salió del Instituto Privado Aurora, mencionó que lo había perdido. Me pregunto si lo habría tomado ella.En realidad, Andrés también tenía esa impresión. Ella revisó muy atenta todas las pinturas de ese álbum cuando aún no estaban coloreadas y dijo que todos los lugares que pintó existían realmente y que le encantaría ir a visitarlos. Al parecer,
Andrés, que casualmente regresaba del exterior, vio la puerta abierta y su mirada se ennegreció al instante.—¿Quién vino hoy? —le preguntó al guardaespaldas con frialdad.—Solo Emma, que acababa de volver de la compra. Nadie más entró aquí.Andrés no se lo creyó en lo absoluto y fue a mirar las grabaciones de las cámaras de seguridad de la habitación. Al ver al niño aparecer en la escena, relajó un poco el ceño. Casi olvidaba por completo la existencia de ese niño... Estos días no le había prestado atención alguna por estar cuidando a Luna.En el centro comercial.Ana estaba probándose el vestido para la exposición de arte que tendría lugar en unos cuantos días. Sin embargo, últimamente había engordado un poco y parecía no quedarle del todo muy bien. Pensó en hacerse un aumento de pecho, pero al final optó mejor por ponerse un vestido blanco y ceñido que mostraba algo más de piel y se ajustaba muy bien a su cuerpo.—Señorita, el Grupo Prosperidad lleva dos días con algo de movimiento,
José lo había visto absolutamente todo desde la puerta. Esa muchacha tenía realmente agallas.Nadia sintió un fuerte pánico al verle, como si estuviese viendo al hermano mayor de Luna. Ambos daban la ligera impresión de ser malas personas, pero cuando quiso bajarse del coche ya era muy tarde: los guardaespaldas de Ana ya la habían alcanzado y habían rodeado en ese momento el auto. No se atrevía a salir.Con el cuello muy tenso, Nadia dijo sin atreverse a mirarlo:—Lo... lo siento..., señor. Tu auto se parece muchísimo al mío, me subí por equivocación sin querer, además... ella de verdad que no es buena persona. No me vas a echar, ¿verdad? —¿Señor?Los ojos afilados de José destellaban con gran frialdad, pero su cuerpo no mostraba ningún signo de ira. Sin embargo, era muy difícil ignorar su aura de ferocidad. Esa mirada tan fría no parecía en lo absoluto la de una buena persona, especialmente con esa fea cicatriz en el ojo, que parecía tan feroz como cruel.Con esa tímida actitud, Ana
José sentó a la mujer en su regazo y metió sus manos ásperas y feas debajo de su falda. Ana se sonrojó un poco y le agarró la mano con gran timidez.—Señor Rojas, pare, que hay gente delante.El olor de esa mujer era muy diferente al de la anterior, era el olor de un perfume caro que no podía considerarse nada desagradable. En realidad, a José no le duraban las mujeres más de una semana. Pensaba que, si pasaba demasiado tiempo, perdían realmente la frescura.Entre ellos se levantó un separador.—Se... señor Rojas, ¿le apetece que le sirva un poco? Me preocupa que el vestido se arrugue si esperamos.El hombre separó de inmediato las piernas y la delicada mujer se arrodilló de forma instintiva...Al volver a casa, Nadia pensaba en la forma de cómo jugársela a Ana. No contenta con robarle el álbum a Luna, fue diciendo por ahí que era suyo. Era la persona más sinvergüenza que había visto en su vida.Inmersa por completo en sus pensamientos, se durmió. Dormía plácidamente abrazando a su cer
Estudio Galaxia.Adam recibió en ese momento una llamada y giró la cabeza hacia todos los estudiantes que esperaban al profesor Montes.—El profesor Montes tiene algunos asuntos pendientes de los que tiene que encargarse, volverá al estudio más tarde.Los estudiantes que llegaron al estudio dijeron algo decepcionados:—Creíamos que hoy podríamos verle.—Sí, señor Rojas, efectivamente ¿y la señorita Luna? ¡¿Por qué nunca la vimos acá en el estudio?!—¡Eso! La semana pasada una de sus obras ganó un premio, ¡el Premio Dorado! Señor Rojas, ¿cuándo podremos ver a la señorita Luna?—Escuché muy bien que es la única discípula que aceptó el profesor, ¿es eso cierto? ¿No dijo que solo aceptó a una aprendiz? ¿Esa aprendiz no es precisamente Luna Méndez?Adam miró los mensajes que había recibido y se enfrentó a cada pregunta descaradas respondiendo con total calma.—No saquen conjeturas sobre lo que han visto en los periódicos. Sea verdad o no, primero encárguense de sus propios asuntos y esperem
Ahora solo faltaba que el señor Montes asistiese. Su presencia sería la cereza del pastel. Después de todo, el señor Montes había aparecido muy poco frente al público y hace muchísimo tiempo. ¿Quién no querría conocer a alguien tan destacado dentro del mundo del arte?Ana terminó de maquillarse en el camerino y estaba a punto de salir al evento. La escena era perfecta, mucho más impactante que la que organizó el señor Montes aquel año. Sentada muy erguida frente al espejo del tocador, contemplaba su rostro perfecto.—¿Preparaste todo lo que te pedí?—Todo está listo, señorita, no se preocupe.—Tráemelo en este momento para que lo vea.Ana parecía estar totalmente convencida de que el señor Montes la aceptaría como aprendiz. Estaba tan segura de que conseguiría la victoria absoluta que no se preocupaba por nadie. Observó con detalle la pintura antigua que el guardaespaldas le trajo. Esa obra era una pintura auténtica de un pintor medieval, una pieza única que el señor Montes estuvo busc