Capítulo 830
Ana se quedó perpleja y parpadeó fingiendo inocencia.

—¿Me busca? ¿Y eso como Para qué?

—Lo sabrá muy pronto, señora —contestó rápidamente Álvaro.

En la habitación de descanso, en solo veinte minutos, alguien ya le había enviado toda la información necesaria sobre Ana.

Cuando ella entró vio a un hombre vestido totalmente de negro sentado muy cómodo en el sofá. El hombre, que emanaba un aura de atractivo prohibido, estaba inclinado delicadamente revisando unos documentos. Al verle, Ana no sabía a dónde mirar. Hizo en ese momento todo lo posible por aparentar total naturalidad, así que se tocó el cabello de un lado del rostro y preguntó:

—¿Me buscaba, señor Martínez?

Andrés sacó una fotografía de los documentos y la lanzó directo enfrente a ella. La foto flotó hasta sus pies.

—Te hicieron muy bien el rostro.

La sonrisa de Ana se volvió algo rígida al instante y adoptó una expresión muy sombría.

—¿Có... cómo tiene una fotografía de mi aspecto anterior?

Ella le pidió con esmero a su padre
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