La expresión de Ada cambió repentinamente. Ella no esperaba que Leonardo le dijera esas palabras. Reprimió en ese instante su resentimiento y, al ver que había terminado de aplicarle el ungüento, rápidamente se vistió y se alejó de él con gran prisa. —Para mí, él es muy bueno —dijo Ada, manteniendo la mirada baja. — Y te pido que mantengas nuestra relación en secreto.Su voz era bastante suave, porque estaba confesando algo vergonzoso que normalmente no se permitía.—Siendo tu mayor, espero que también entiendas y encuentres a una joven que te quiera. Dijiste que fue la última vez... Y la próxima vez, no deberíamos volver a tener contactos.Después de decir estas palabras, Ada salió rápidamente de la sala de descanso, tomó su bolso del sofá y se fue del consultorio sin mirar atrás, presionando el botón del elevador y entrando apresurada. Había venido en su propio automóvil. Su ropa aún tenía un fuerte olor del ungüento.En lugar de regresar directamente a la casa, se fue directo a un
—Simón… Yo... yo te amo, mi corazón no está sucio en lo absoluto —rogó Ada en tono suplicante.Los ojos de Simón reflejaron una pizca de dolor, giró la cabeza para mirar hacia al techo y habló con frialdad:—¡Si estás sucia, sucia estás! Si aún tienes un ápice de dignidad, deberías firmar el acuerdo de divorcio cuanto antes. Ada de verdad me das asco.—Simón... no estoy sucia... Nunca más volveré a hacerlo, ¿me darías una última oportunidad, por favor? Simón... —le suplicó ella muy desconsolada llorando. Simón le arrojó una bolsa de plástico sellada frente a ella, mientras la interrogaba con rabia:—¿Ahora qué más puedes alegar? Yo nunca me he acostado contigo, ¿de quién es el bebé en tu vientre?Gracias a exhaustivos procedimientos médicos, las quemaduras en el rostro de Simón se habían mejorado muchísimo, y su apariencia había regresado a la gentileza de antes. Siempre fue muy apuesto, incluso cuando aún estaban en la universidad, era el estudiante modelo de la facultad de finanzas
—Ya puedes seguir acostándote con él, nadie más te lo impedirá —dijo el hombre fríamente.En ese momento, Simón, quien estaba sentado en la cama, envió un breve mensaje con su teléfono:[Ya que él ha llegado, ve con él esta noche, mañana esta villa será tuya. ¿O quieres que te saque de aquí?]Ada estaba completamente derrumbada en el piso, las lágrimas ya se habían secado en su delicado rostro con su mirada vacía y entumecida. Sus ojos también ya estaban enrojecidos por completo. Finalmente, ella fue arrastrada y sacada de la villa por los guardias de seguridad.A poca distancia de la puerta, había un automóvil con las luces altas encendidas. Al ver que se abría la puerta, Leonardo bajó rápidamente del coche y recibió a la mujer por detrás. Ada solo miró cómo se cerraba la puerta y finalmente reaccionó. Se acercó a la puerta, golpeándola con fuerza:—Déjame entrar, Simón... Realmente, me equivoqué, me equivoqué de verdad... No me obligues a salir… Simón...Leonardo miró a la mujer que
La sirvienta sacó la caja del anillo del armario y se la presentó al señor Simón. Le preguntó:—Señor, ¿quiere llevarse también esto?Este anillo es el que eligieron juntos cuando se casaron. Él aún recordaba con gran nostalgia cuando tuvieron una discusión muy fuerte y él aventó el anillo, Ada lo buscó llorando toda la noche, pero en realidad... el anillo seguía en su mano, Simón en realidad nunca lo había tirado...Ahora, aunque él seguía con vida, solo iba a ser una carga para todos. Ella todavía tenía otras oportunidades y podría encontrar a un hombre adecuado que la tratara bien. Él no tenía el derecho de hacerla desperdiciar su tiempo con él.Pensándolo muy bien, de repente tosió varias veces. Tomó un pañuelo azul y se cubrió la boca. Al quitarlo, había manchas de sangre roja oscura.La sirvienta exclamó muy preocupada:—Señor, ¡esta es la tercera vez que usted escupe sangre! Qué haríamos si...Simón levantó de inmediato la mano para interrumpirla:—Sé que no me queda mucho tiemp
Ada se cayó y de inmediato sintió un dolor muy punzante en el abdomen, con un flujo de calor debajo de ella. Leonardo se acercó de inmediato para ayudarla a levantarse.—Ada, ¿cómo estás? —le preguntó bastante preocupado.Ada lo empujó con gran disgusto, con una expresión aturdida, pareciendo algo fuera de sí. —Yo... yo tengo que ir a buscar en este momento a Simón, tengo que ir con él —murmuró muy aturdida.Leonardo la vio irse como una loca a perseguir a Simón. Sin importarle la mancha de sangre debajo de ella, tambaleándose, ella ya no era incapaz en lo absoluto de mantenerse en pie, pero aun así corrió tras el auto que ya había desaparecido.—No quiero el divorcio, no quiero separarme de él... Simón, no me dejes… Sin ti... ¿de qué voy a vivir? ¿Qué quieres que haga…?Leonardo la miró con calma, en ese momento sin saber siquiera qué estaba pensando, sin saber si todo lo que le había hecho en ese momento era correcto o incorrecto...Leonardo se acercó con cautela y noqueó a la mujer
Asterio aún tenía lágrimas en los ojos y seguía señalando a la persona que había encima de la cama sin parar de sollozar, como si quisiera tan solo un abrazo. Emma lo agarró inmediatamente para llevárselo y dijo:—Señor Martínez, no lo molesto más, me llevo a Asterio al cuarto de al lado a descansar.Y Emma se llevó de inmediato al niño a la habitación de enfermos de al lado.Ay, ¡qué desgracia! ¡Cómo pudo enfermarse precisamente de cáncer! Aún era muy joven, ni siquiera tuvo tiempo de casarse y tener hijos. Y era tan buena persona... Andrés tomó su mano y se la puso en el rostro para notar su calidez.—...no duermas demasiado, tienes que despertar muy pronto.Pero lo que Andrés esperaba solo era un sueño. Él llevó a cabo lo mismo que Luna hizo por Gabriel: subir con gran rigor todos los días 9990 escalones para rezar por ella. Incluso creó una organización benéfica para niños bajo los nombres de la empresa Riviera y el Grupo Prosperidad. A través de esta, construyó escuelas para los n
Andrés se acabó todos los tamales que le trajo Emma. Antes, su comida favorita eran precisamente los tamales de Doña Liora. El sabor era exactamente igual.Afuera dejó de nevar por un momento y de repente volvió a caer una gran nevada. Del cielo caían grandes copos de nieve que cubrieron por completo el suelo de una gruesa capa blanca y brillante como las perlas. —Leonardo y yo estamos invirtiendo en un instituto de investigación contra el cáncer. Pronto se acabará tu enfermedad y, dentro de medio mes, Asterio podrá hablar y llamar a su madre... ¿Es que no quieres ver cómo nuestro hijo se hace mayor? Luna, no me hagas esperar más tiempo...La herida de la cirugía de Luna ya se había curado, pero ella aún no se despertaba. Acostado detrás de ella y vestido muy cómodo con ropa de invierno, Andrés cerró los ojos y olió el aroma de Luna. Esta era, quizás, su única forma de encontrar algo de paz. Andrés nunca había sentido una angustia semejante. Él estuvo esperando muy ansioso los cuatro
—Entonces, ¿te vas esta noche? Preguntó Ada desviando de inmediato la mirada hacia su plato.—Me iré en dos días.—¿No puedes quedarte? No quiero que te marches —dijo Ada intentando retenerlo.Luego de un largo rato en silencio, Leonardo dijo:—Esta vez es diferente, tengo que hacer algo muy importante, necesitan que vaya.—Está bien, te apoyaré en todo. Eres increíble, cariño. Cuando consigas encontrar la mejor cura para el cáncer, el bebé y yo estaremos muy orgullosos de ti.Leonardo esbozó una pequeña sonrisa y estiró un poco la mano para acariciarle el cabello.—Pues quédate acá esperándome, ¿sí? No me quedo tranquilo dejándote sola en casa. Además, el instituto de investigación está muy cerca del hospital, vendré a verte siempre que tenga tiempo.—Lo sé, me quedaré aquí muy juiciosa esperando a que regreses. Al terminar de comer, Leonardo lavó los platos y regresó de inmediato a la habitación a darse una ducha antes de irse a dormir. Dejó encendida la lámpara de la mesita de noch