La luz lastimó sus ojos, la silueta de un hombre guapo y su voz profunda y masculina la hizo entender en dónde estaba.
—¿Audrey? ¿Cuántos dedos ves aquí? — Le preguntó mientras le alumbraba el rostro con su linterna.
—¿Doctor Connor?
—¿Qué hacías en la piscina? — Le reprendió con la dulzura que lo caracterizaba.
—Yo…
—Debes cuidarte, no puedes arriesgarte de esa manera — el rostro afable y dulce de Connor la hizo sentir irresponsable — Debo estar seguro de tu seriedad con esto…
—¡Estoy comprometida! ¡Lo prometo!
Connor sonrió y a la chica le pareció que la sonrisa iluminaba su cara. Tenía hombros anchos, buena estatura, brazos fuertes, mentón angulado y labios llenos, y su mirada le daba tanta confianza y esperanza que la rubia se perdió por un momento en el gris de sus ojos como si fuera una adolescente.
—Está bien, confío en ti, tu amiga me ha contado lo que pasó— Sin perder su amabilidad y su buen talante.
Audrey tragó grueso.
—Me dijo que estabas muy triste por lo que hablamos en la mañana…
—Ah, eso… sí, no es fácil que te digan que vas a morir…
Connor tomó sus manos entre las suyas.
—No vas a morir, Audrey, ¡Haré todo lo que esté en mis manos para evitarlo!, pero tienes que estar conmigo en esto, no puedo hacer tu parte — Parecía que realmente se preocupaba por ella.
Ella asintió con la mirada.
—Prométeme que cuidarás tu salud. Si tienes alguna infección para cuando encontremos un donante, no podré operarte.
Su voz sonaba realmente preocupada.
—Entiendo, ¡No más estupideces! — Dijo refiriéndose también a John. Tenía que mirar hacia el futuro, soñar con él y con la posibilidad de lograr una nueva vida, una que incluyera a un verdadero hombre y no a un inmaduro como John.
Semanas más tarde:
—Nunca voy a cansarme de esto — Rachel ronroneó al oído de su esposo mientras él se giraba de lado en la cama — Han pasado cinco años y parece que todavía siguiéramos de luna miel.
Connor se acomodó para mirarla a los ojos y le dedicó una sonrisa.
—Y espero que sigamos así durante muchos años más, ¡Feliz aniversario!
Su mujer le echó los brazos encima y lo besó dulcemente.
—¡Te amo! ¡Y claro que seremos así durante mucho tiempo!, ni que fueras un anciano Connor, ¡Solo tienes treinta y dos años!
—Me estas empalagando demasiado, Rachel, y ya tengo que ir a trabajar — Devolviéndole el beso.
Ella hizo un mohín con los labios.
—Mmm, no uses tu arma mortal conmigo, no puedo faltar hoy al hospital, tengo trabajo — Le dijo haciéndole cosquillas.
Ella río y soltó su cuello para que él se levantara, y él le respondió con una enorme sonrisa que denotaba su usual buen talante.
Connor no tardó mucho en irse, y de inmediato, Rachel tomó el teléfono para llamar a su hermana Bethany, quería que la ayudara a prepararle una bonita sorpresa para su esposo.
—¿Beth? Ya se fue, ¿En dónde nos vemos?
Del otro lado de la línea Bethany torció el gesto con fastidio y puso los ojos en blanco.
—¿Puedes ir al lugar que te dije? Allí podremos preguntar por las reservaciones de ese lujoso restaurante nuevo.
Más tarde, Connor salía de un cateterismo cuando un colega llegó para buscarlo con urgencia.
—Connor, hay un corazón disponible para trasplante, la donante falleció hace unos cuarenta minutos, ya le han hecho los estudios de rigor y está en óptimas condiciones, necesito que revises la lista de espera y veas si alguien puede ser candidato, o tendré que enviarlo al hospital más cercano, no podemos esperar tanto tiempo se podría perder la oportunidad de trasplantar el órgano, ya sabes cómo es esto.
—¿Tienes los estudios a la mano?
—Sí, aquí está lo que necesitas — Le dijo entregándole un folder con los estudios — Una familiar firmará el formulario.
Connor asintió revisando los estudios.
—No hay nombre.
—No fue identificada cuando llegó, se centraron en reanimarla, pero no lo logró, una hermana asegura que todo está en orden, así que…
—Está bien, preparen el quirófano y tengan el equipo listo, me encargaré de la lista de donantes — dijo poniendo manos a la obra, le hacía ilusión cada vez que podía brindarle una nueva oportunidad a alguien de continuar viviendo — Tú de la parte legal, como siempre.
Audrey preparaba algo para el almuerzo, mientras Loretta leía en voz alta sus notas para los exámenes finales cuando sonó el móvil.
—¿Diga?
—¿Audrey Adkins?
—Si…
—La estamos llamando del hospital, hay disponible un corazón para usted, el Doctor Evans está preparando la cirugía en este momento, ¿Puede usted presentarse antes de media hora en el hospital?
Audrey se quedó pasmada, había vivido las últimas seis semanas con calma tratando de no alterarse, cuidando su dieta y medicamentos, y sobre todo lejos de las preocupaciones, había sucedido el milagro, ¡No podía creerlo!
—Eh, si, ¡Claro! Estaré ahí en diez minutos, no estoy lejos.
—Perfecto, traiga a un acompañante.
Piii…
—¿Audrey? — Loretta preguntó al ver la palidez del rostro de su amiga.
Una gota helada recorrió la espalda de la rubia mientras sentía como el suelo debajo de sus pies comenzaba a moverse.
— ¿Quién te llamó?
—Es del hospital, ¡Tenemos que irnos ya! ¿Me ayudas con la maleta?
Loretta se llevó ambas manos a la boca.
—¡No puede ser! ¿Será ahora?
La rubia asintió con la mirada y Loretta corrió a tomar la maleta que estaba preparada desde el mismo día en que su amiga supo que entraría en lista de espera.
—Oye, ¡Eres una mujer fuerte, Audrey! — Le dijo tomándola por los hombros — Todo va a salir bien.
—Tengo miedo… — Su voz se quebró y Loretta le dio un abrazo — ¿Y si sale mal? Mi padre ha hipotecado la casa dos veces para esto, vendió el negocio y ha hecho grandes sacrificios para que estudiara una carrera y para que me opere, ¿Y si todo ha sido una pérdida de tiempo y de recursos? ¿Si no lo logro? ¿Qué pasará con mis padres?
Una lágrima salió de los asustados ojos de la rubia.
—¡Nada de eso! Tu padre sabe que eres una vencedora, así que vamos, es tu momento de renacer amiga, ¡Tómalo como la gran oportunidad de tu vida!
En el hospital, Connor intentó llamar a su esposa desde el teléfono de su consultorio, pero nadie contestó, el tiempo avanzaba y debe atender la cirugía.
—La llamaré al salir — se dijo para sí mismo con ilusión — ¡Y la llevaré a cenar algo delicioso por nuestro aniversario!
Audrey esperaba con la bata clínica puesta, la solución salina en su brazo y los nervios de punta.
—Debes tranquilizarte, ¡Ya verás cómo te cambiará la vida! — Loretta le alentaba.
Connor apareció con un folder metálico en las manos y se acercó a la chica con una enorme y contagiosa sonrisa.
— Creo que ya debo irme — Le dijo, y mirando al médico — Te dejo en buenas manos alejándose.
—Bueno no era fácil, pero ya estás aquí, ¡Todo saldrá bien! — él comentó viéndola temblar de miedo — Estás muy nerviosa, debes tranquilizarte.
—No sé cómo lograrlo…
La mirada cálida de Connor se centró en el rostro de la chica.
—Hay algo que quiero darte… — Dijo sacándose una cadena de oro con una medalla que pendía de su cuello — Este es el santo de las causas perdidas, siempre viene conmigo a cirugía, y nunca me ha abandonado.
—Pero, me quitaron las prendas, ¿No se supone que no debo tener nada como esto adentro?
—Sí, pero te dejaré meterlo de contrabando — Y la sonrisa cómplice iluminó su rostro mientras le guiñaba un ojo — Tenlo en tu mano — Le dijo dándole varias vueltas a su muñeca como si fuera una pulsera antes de poner el seguro.
—No quiero perderlo.
—Descuida, me lo devolverás cuando salgas — regalándole una sonrisa.
Ella levantó la mano para ver la medalla de San Judas Tadeo.
—¿Puedo saber cómo consiguieron ese corazón?
Connor negó con la cabeza.
—Ni siquiera yo lo sé, además, no debes pensar en eso, Dios ha decidido llamar a alguien para darte una nueva vida a ti, así que tómalo de esa manera — Completamente convencido.
—¡Gracias Doctor!
—Ya debo prepararme, en un momento vendrán por ti, mantente tranquila y positiva, ¿Vale?
—¡Vale!
Audrey vio al cardiólogo desaparecer tras la enorme puerta de acero e inspiró profundamente.
Adentro, la chica contó en retroceso cinco, cuatro, tres... y se desvaneció. Comenzaba el procedimiento cuando alguien entró al quirófano pidiendo hablar urgentemente con el Doctor Evans.
—Doctor, es importante.
Connor levantó la mirada.
—Estamos en una cirugía mayor, no puedo atender nada más en este momento.
—¡Pero Doctor! Es su...— El hombre insistió, y el cardiólogo lo cortó antes de terminar la frase.
—Creo que fui claro Sanders, te agradezco que te retires del pabellón.
No quiso ser grosero, siempre buscaba mantener el buen ánimo en su equipo, pero era inaceptable una interrupción a mitad de una cirugía.
— Bueno, ya estamos dentro, estén preparados por si es necesario dar reanimación.
El galeno continuó con el procedimiento un paso a la vez, para cuando ya había extirpado el órgano enfermo, inspiró profundo y tomó el corazón con sumo cuidado, como si se tratara de lo más preciado que hubiera tenido en sus manos, lo miró por una fracción de segundo y sintió un extraño escalofrío recorrer su espina dorsal apresurándose a ponerlo dentro de la cavidad toráxica de Audrey.
El monitor comenzó a registrar actividad y el músculo bombeó por primera vez dentro del pecho de Audrey Adkins.
—¡Sí! Lo logramos, ¡Buen trabajo, chicos! — Compartiendo el éxito con el equipo — Vamos a cerrar.
Una gota de sudor recorrió la frente del Doctor Evans cuando terminaba la sutura, sonrió al ver el trabajo listo, e inspiró hondo.
Salió a la salita de espera en donde estaba la acompañante de la paciente.
—¿Eres la amiga de Audrey Adkins?
Loretta levantó la mirada de sus notas y asintió con la cabeza.
—Sí, doctor, soy yo, ¿Cómo está ella?
—Está bien, se repondrá pronto, ¡La cirugía fue todo un éxito! — Anunció triunfal con una enorme sonrisa de satisfacción que no le duraría mucho.
Alguien se acercó al galeno con actitud calculadora.
—Doctor, soy el Teniente Hunter.
—Teniente, es un gusto, ¿Qué se le ofrece?
—Me apena mucho tener que traerle tan malas noticias... Es su esposa, ella…
—¿Qué pasa con mi esposa? — El médico dijo elevando la voz y Loretta retrocedió un par de pasos al ver que algo no iba nada bien.
—Su esposa tuvo un grave accidente esta mañana…
Las palabras del Teniente Hunter golpearon a Connor como un tren en movimiento. El hombre sacudió la cabeza y se le quedó mirando por espacio de unos segundos como reconectando su cabeza para poder comprender.Era como si su mundo se estuviera desmoronando por completo, como si fuera completamente irreal, como si el protagonista de la desgracias fuera alguien más, y no él.— ¿Qué le pasó a Rachel? — Soltó de golpe haciendo que Loretta se estremeciera.— ¡Connor!El cardiólogo se giró al escuchar su nombre, uno de sus colegas se acercó a él corriendo.— Connor, intenté decírtelo esta mañana, pero estabas en cirugía…— ¿Dónde está? — Preguntó angustiado.— Escúchame por favor…— ¡Maldición, Sanders! ¿Dónde está? — Gritó desesperado.— Ella fue traída a este mismo hospital… — Hunter dijo.Pero antes de que el policía terminara la frase, Connor ya había comenzado a correr hacia al ala de urgencias.Connor escuchaba el sonido de su pecho golpear sus costillas y su respiración se aceleraba
Arriba en Recuperación, Audrey apenas despertaba, abrió los ojos pesadamente sintiendo la boca completamente seca. — Agua… — No hables o te llenarás de aire y va a dolerte mucho. — Tengo sed… — Déjame preguntar si puedo darte agua. Loretta salió por un instante y Audrey se llevó las manos al pecho de manera instintiva sintiendo los gruesos vendajes que la envolvían. Su amiga regresó con un poco de agua y una pajilla. — Toma, bebe con cuidado, solo un poco, ¿Está bien? — ¿Dónde está el Doctor? — La rubia apenas podía hablar, pero quería darle las gracias al hombre que le había brindado la posibilidad de tener esperanza. — No lo he visto — Dijo sin levantar la mirada no quería preocuparla — Oye, ¡Es muy guapo! — Comentó juguetona quitándole peso al asunto. Audrey sonrió y luego se quejó. — No me hagas reír, siento como si el alma se me va a salir por el pecho — Dijo ahogada. — Está bien, no diré nada más… — Levantando las manos en señal de rendición. — Es casado, Lore… tien
Esa mañana, Audrey se había levantado muy temprano, se vistió con algo que pensó que la haría ver profesional, y se apresuró a tomar sus documentos antes de salir. — ¿No tomarás tu desayuno? — Loretta gritó desde la cocina de donde venía un dulce aroma a panqueques. — ¡Comeré cuando regrese, no quiero llegar tarde! — Audrey dijo desde la puerta, cerrando tras de sí. — ¡Genial! ¿Y ahora quién se va a comer todo esto? — Loretta refunfuñó para sí misma, mirando la torre sobre el plato y encogiéndose de hombros. La rubia aceleró el paso, y aunque no estaba lejos, decidió que era mejor llegar temprano y esperar, a que la tomaran por impuntual en su primera impresión. Abrazó el folder con sus documentos contra su pecho, inspirando profundo para calmar los nervios, y repasó en su mente algunas cosas que había preparado sobre las razones por las cuales deberían contratarla mientras acariciaba sin pensar la medalla de San Judas Tadeo, rogando internamente en que pudieran tomarla seriamente
Algunos días después:El móvil sonó repetidas veces sobre la mesa y Loretta lo vio encender y apagar la pantalla.—¿Audrey? Te están llamando — Le dijo desde su lugar en la mesita de trabajo del computador.—Dame un minuto, estoy en algo en la cocina.La morena puso los ojos en blanco y tomó la llamada.—¿Sí? ¿Diga?—Le hablamos del Memorial Hermann Heart & Vascular Institute, es acerca de su solicitud de empleo, ¿Hablo con la señorita Audrey Adkins?—Sí, con ella habla — Loretta dijo, poniendo la voz más suave, imitando a la de Audrey.—Felicitaciones, ha sido usted seleccionada para el puesto, debe presentarse mañana temprano, se le asignará su horario y también el servicio en donde trabajará.Loretta se levantó emocionada y entró en la cocina tomando el delicioso aroma del estofado de Audrey.—Mmm… ¡Huele delicioso!—¿Quién llamaba?—Si me das una buena porción te digo — Le respondió juguetona mientras metía una cuchara dentro de la olla y se robaba un trozo de carne.—Loretta, ¡Es
— Creo que las personas necesitan vivir su duelo — Audrey comentó suavemente sin quitarle los ojos de encima a Connor que seguía analizando unos estudios de un par de pacientes y comentaba con Sanders sus opiniones.— Estoy de acuerdo con eso, ¡Pero a ese hombre se le ha pasado la mano!, no lo conocí antes, pero si te puedo decir que ahora es un completo tirano, si no fuera porque es uno de los cirujanos cardiovasculares más prominentes de Houston, la gente no vendría a su consulta, todos lo comentan, no se da a querer.Alice describía a un hombre totalmente diferente del que Audrey había conocido.— Solía tener su foto en el consultorio.— ¿Qué?— El doctor Evans, tenía una bonita foto de su esposa en el consultorio.— ¿En serio? Ya no la tiene, de hecho, no hay nada de color en esa oficina, ¡Parece un mausoleo!El comentario puso una idea en la cabeza de Audrey, y ella sonrió.— ¿Qué te divierte?— Son cosas mías — Contestó dándole vueltas a una loca idea en su cabeza — No me hagas
Connor estaba hecho una furia, tomó del brazo a Audrey y tiró de ella con fuerza, la chica se mordió el labio para no quejarse pensando en que, de cierta forma se lo merecía, no le había pedido a nadie la autorización para ingresar en el consultorio del médico, y mucho menos a él para descargar sus fotos familiares y tapizar el lugar con ellas. Solo hasta ese momento se dio cuenta de que tal vez había sido una muy mala idea.Martha, la jefa de enfermeras, se les quedó mirando mientras negaba con la cabeza como pensando en el atrevimiento de la chica nueva, y Alice casi se tropieza con los dos a medio pasillo, replegándose contra la pared para que “el ogro” no la arrollara justo cuando pasaron junto a ella.Connor empujó la puerta y literalmente metió a Audrey adentro de un empujón, cerrando el pestillo para evitar que algún curioso abriera.— ¡Ahora vas a decirme en qué diablos estabas pensando cuando creíste que podías meterte en mis redes sociales y descargar fotos privadas para emp
El portazo sobresaltó a Audrey cuando Connor abandonó el consultorio, dejándola completamente confundida y sumida en una sensación de ser una completa estúpida.Se quedó de pie en medio de la oficina con el rostro bañado en lágrimas, preguntándose por qué siempre tenía la inclinación a querer resolverle la vida a los demás, aunque no se lo hubieran pedido, no era la primera vez que alguien le decía que no lo hiciera, pero si era la primera vez que la insultaban por ello.Se llevó la mano a la medalla de San Judas Tadeo, como lo hacía desde hacía meses cada vez que necesitaba algo de consuelo.«San judas, tú sabes que no quería ofenderlo», elevó una plegaria, «Yo quería recordarle lo bueno que ha tenido en la vida y que pudiera verlo todos los días aquí, en sus fotos, en el lugar en donde pasa la mayor parte de tiempo», continuó, mientras retiraba las fotografías familiares del médico y recogía los portarretratos guardándolos en una bolsa plástica sin dejar de hipear.Tomó la foto de l
Audrey sintió cómo un frío recorrió su estómago al escuchar la amenaza latente de Martha al decir que la acusaría de negligencia. Sabía lo que eso implicaba, su carrera terminaría antes de despegar, y revocarían su licencia para ejercer como enfermera, teniendo escasamente un par de días trabajando.Se llevó la mano a la medalla del santo y tragó grueso. No podía permitirse semejante situación, le debía demasiado a sus padres y estaban por perder su casa a menos que ella comenzara a amortizar las cuotas del banco con lo que ganara de su sueldo como profesional de la enfermería, si perdía el puesto y la licencia terminaría como empleada de alguna cafetería y no le alcanzaría para salvar la casa.— No, yo no me he equivocado, ese papel que usted tiene ahí no era el que estaba en ese archivo — Dijo con seguridad, pero sin ser altanera.Martha montó en cólera y movió los papeles en la cara de la rubia.— ¿Me estás llamando mentirosa? — el rostro de Martha se torció de la rabia, no podía c