Connor estaba hecho una furia, tomó del brazo a Audrey y tiró de ella con fuerza, la chica se mordió el labio para no quejarse pensando en que, de cierta forma se lo merecía, no le había pedido a nadie la autorización para ingresar en el consultorio del médico, y mucho menos a él para descargar sus fotos familiares y tapizar el lugar con ellas. Solo hasta ese momento se dio cuenta de que tal vez había sido una muy mala idea.Martha, la jefa de enfermeras, se les quedó mirando mientras negaba con la cabeza como pensando en el atrevimiento de la chica nueva, y Alice casi se tropieza con los dos a medio pasillo, replegándose contra la pared para que “el ogro” no la arrollara justo cuando pasaron junto a ella.Connor empujó la puerta y literalmente metió a Audrey adentro de un empujón, cerrando el pestillo para evitar que algún curioso abriera.— ¡Ahora vas a decirme en qué diablos estabas pensando cuando creíste que podías meterte en mis redes sociales y descargar fotos privadas para emp
El portazo sobresaltó a Audrey cuando Connor abandonó el consultorio, dejándola completamente confundida y sumida en una sensación de ser una completa estúpida.Se quedó de pie en medio de la oficina con el rostro bañado en lágrimas, preguntándose por qué siempre tenía la inclinación a querer resolverle la vida a los demás, aunque no se lo hubieran pedido, no era la primera vez que alguien le decía que no lo hiciera, pero si era la primera vez que la insultaban por ello.Se llevó la mano a la medalla de San Judas Tadeo, como lo hacía desde hacía meses cada vez que necesitaba algo de consuelo.«San judas, tú sabes que no quería ofenderlo», elevó una plegaria, «Yo quería recordarle lo bueno que ha tenido en la vida y que pudiera verlo todos los días aquí, en sus fotos, en el lugar en donde pasa la mayor parte de tiempo», continuó, mientras retiraba las fotografías familiares del médico y recogía los portarretratos guardándolos en una bolsa plástica sin dejar de hipear.Tomó la foto de l
Audrey sintió cómo un frío recorrió su estómago al escuchar la amenaza latente de Martha al decir que la acusaría de negligencia. Sabía lo que eso implicaba, su carrera terminaría antes de despegar, y revocarían su licencia para ejercer como enfermera, teniendo escasamente un par de días trabajando.Se llevó la mano a la medalla del santo y tragó grueso. No podía permitirse semejante situación, le debía demasiado a sus padres y estaban por perder su casa a menos que ella comenzara a amortizar las cuotas del banco con lo que ganara de su sueldo como profesional de la enfermería, si perdía el puesto y la licencia terminaría como empleada de alguna cafetería y no le alcanzaría para salvar la casa.— No, yo no me he equivocado, ese papel que usted tiene ahí no era el que estaba en ese archivo — Dijo con seguridad, pero sin ser altanera.Martha montó en cólera y movió los papeles en la cara de la rubia.— ¿Me estás llamando mentirosa? — el rostro de Martha se torció de la rabia, no podía c
Alice vio pasar a Martha y la siguió con la mirada, la mujer iba murmurando algo entre dientes, pero ella supo que no era nada bueno, que ahora tendrían que cuidarse más que nunca de su jefa, y que en cualquier descuido ella volvería su ira contra ambas.Suspiró, no era a la primera jefa a la que se enfrentaba, y Audrey no era la primera víctima que veía.— ¿Crees que acusen a la nueva de algo, Alice? — otra enfermera preguntó.— No lo creo, ella no es como las demás.— No, no es como las que se han ido.— Es fuerte.— Lo sé, la conozco desde que fue paciente en este mismo piso.Alice se le quedó mirando como esperando que le contara la historia completa.— ¿No te lo ha dicho? Ella fue receptora de un trasplante de corazón, el doctor Connor fue quien la operó… — Explicó bajando la vista al recordar los fatídicos eventos de ese día, pero no dijo nada más.— Ella me dijo que lo conocía, pero no presté mucha atención a eso — Comenzando a comprender por qué ella lo defendía tanto — ¿Es ci
— Audrey, ¿llegaste? — Loretta gritó desde la cocina en donde estaba liada con algo en el horno.— Sí, aquí estoy — Contestó sin mucho ánimo, estaba exhausta.— ¡He preparado galletas! — gritó con emoción saliendo de la cocina con la bandeja humeante, pero la expresión del rostro de la rubia le cortó las alas de inmediato — ¿Qué pasa, amiga? ¿Por qué tan achicopalada?— ¡Ay, amiga! No sé si fue buena idea ir a trabajar a ese hospital…— Pero, ¿De qué hablas? ¡Estabas emocionada con tu nuevo empleo!— Es que está siendo muy difícil, Lore… — Se limitó a decir.La morena se sentó junto a ella para confortarla.— Todo comienzo es duro, Audrey.— Sí, pero mis jefes me odian.— ¿El Doctor Connor no es uno de tus jefes? ¿Cómo puede odiarte?— No lo sé, pero es el que más me odia.Durante las siguientes semanas, Audrey intentó mantenerse lejos del Doctor Connor, se limitó a hacer al pie de la letra su trabajo y a huir de su presencia cada vez que coincidía con él en algún lugar, sin embargo,
— Connor, ¡Ahí estás! Te estaba buscando, ya el paciente está en pabellón… ¿Qué te pasa? ¡Parece que hubieras visto a un fantasma! Estás pálido.Sanders se le quedó mirando extrañado.— Sanders… ¿Recuerdas que te dije que desde que Rachel… desde que ella se fue, Oliver ha estado muy rebelde?— Sí, me dijiste incluso que Beth quiere internarlo… — Negando con un movimiento de cabeza.— Bueno, no sé si esto sea bueno o sea malo, pero mira con quién va tomado de la mano — Le dijo señalando la espalda de Audrey, que iba con el pequeño conversando y riendo.Sanders se llevó la mano al mentón e inspiró profundo.— ¿Es en serio? ¿Audrey?— ¡Ujum!… no se había acercado con esa familiaridad a nadie desde hacía meses, y en cuanto ella lo saludó, prácticamente se hizo su nueva mejor amiga.— Tal vez es buena con los niños — Sanders intentó quitarle hierro al asunto mirando de reojo la reacción de Connor, que todavía clavaba la mirada en la rubia — Ya déjalo, Connor, alégrate de que el niño comien
— Doctor, los familiares de la señora de la sala tres lo están buscando — Alice se acercó a decirle mientras él permanecía con la mano en el pomo de la puerta.— Está bien, iré a verlos, gracias — Le respondió con amabilidad y Alice se le quedó mirando como si se le hubiera zafado un tornillo.«Y a este señor, ¿Qué le pasa? Demasiada amabilidad me confunde», ella pensó para sus adentros, y se encogió de hombros.El móvil de Audrey sonó con insistencia.— ¿Loretta?— ¿Qué te pasó? ¿Tuviste que trabajar doble turno hoy?— No, estoy con un pequeño amiguito, el hijo del Doctor Connor. No tenía quien lo cuidara, así que llegaré un poco tarde…— Bueno, ¡Pero no olvides que te dije que, como hoy es viernes, quiero que salgamos juntas!— Lore… no me apetece…— Vamos, Audrey, ¡Ya es hora de que regreses al ruedo! Has pasado por mucho y necesitas divertirte un poco, ¡Y tal vez conozcas a un chico guapo!Audrey puso los ojos en blanco mientras sujetaba a Oliver con cuidado, el pequeño se estaba
Audrey se quedó en silencio por un minuto tratando de decidir si aceptaba la invitación del Doctor Connor para acompañarlo a llevar a Oliver a una tarde de juegos y distracción.— Entonces… ¿Vendrás? — Connor insistió, sintiéndose un poco atrevido. Tal vez había sido muy grosero en el pasado con la joven y la estaba presionando, y seguramente ella se saldría por la tangente.— ¡Sí, lo acompañaré, sé que al niño le encantará! — Respondió ella sin pensarlo más de la cuenta, o habría contestado que no.«Esa clase de cosas no se piensan mucho», le habría dicho Loretta «Piensas demasiado, Audrey».Audrey se despidió y desapareció de la vista de Connor dejando un sabor agridulce en la boca del médico que no sabía exactamente cómo sentirse respecto a ella.Todavía la odiaba, o al menos eso pensaba, porque no podía soportar el mirarla a la cara sin que saltara el dolor y la impotencia, pero, por otro lado, esa conexión que claramente tenía con su pequeño hijo, una conexión tan fácil y natural