— Audrey, ¿llegaste? — Loretta gritó desde la cocina en donde estaba liada con algo en el horno.— Sí, aquí estoy — Contestó sin mucho ánimo, estaba exhausta.— ¡He preparado galletas! — gritó con emoción saliendo de la cocina con la bandeja humeante, pero la expresión del rostro de la rubia le cortó las alas de inmediato — ¿Qué pasa, amiga? ¿Por qué tan achicopalada?— ¡Ay, amiga! No sé si fue buena idea ir a trabajar a ese hospital…— Pero, ¿De qué hablas? ¡Estabas emocionada con tu nuevo empleo!— Es que está siendo muy difícil, Lore… — Se limitó a decir.La morena se sentó junto a ella para confortarla.— Todo comienzo es duro, Audrey.— Sí, pero mis jefes me odian.— ¿El Doctor Connor no es uno de tus jefes? ¿Cómo puede odiarte?— No lo sé, pero es el que más me odia.Durante las siguientes semanas, Audrey intentó mantenerse lejos del Doctor Connor, se limitó a hacer al pie de la letra su trabajo y a huir de su presencia cada vez que coincidía con él en algún lugar, sin embargo,
— Connor, ¡Ahí estás! Te estaba buscando, ya el paciente está en pabellón… ¿Qué te pasa? ¡Parece que hubieras visto a un fantasma! Estás pálido.Sanders se le quedó mirando extrañado.— Sanders… ¿Recuerdas que te dije que desde que Rachel… desde que ella se fue, Oliver ha estado muy rebelde?— Sí, me dijiste incluso que Beth quiere internarlo… — Negando con un movimiento de cabeza.— Bueno, no sé si esto sea bueno o sea malo, pero mira con quién va tomado de la mano — Le dijo señalando la espalda de Audrey, que iba con el pequeño conversando y riendo.Sanders se llevó la mano al mentón e inspiró profundo.— ¿Es en serio? ¿Audrey?— ¡Ujum!… no se había acercado con esa familiaridad a nadie desde hacía meses, y en cuanto ella lo saludó, prácticamente se hizo su nueva mejor amiga.— Tal vez es buena con los niños — Sanders intentó quitarle hierro al asunto mirando de reojo la reacción de Connor, que todavía clavaba la mirada en la rubia — Ya déjalo, Connor, alégrate de que el niño comien
— Doctor, los familiares de la señora de la sala tres lo están buscando — Alice se acercó a decirle mientras él permanecía con la mano en el pomo de la puerta.— Está bien, iré a verlos, gracias — Le respondió con amabilidad y Alice se le quedó mirando como si se le hubiera zafado un tornillo.«Y a este señor, ¿Qué le pasa? Demasiada amabilidad me confunde», ella pensó para sus adentros, y se encogió de hombros.El móvil de Audrey sonó con insistencia.— ¿Loretta?— ¿Qué te pasó? ¿Tuviste que trabajar doble turno hoy?— No, estoy con un pequeño amiguito, el hijo del Doctor Connor. No tenía quien lo cuidara, así que llegaré un poco tarde…— Bueno, ¡Pero no olvides que te dije que, como hoy es viernes, quiero que salgamos juntas!— Lore… no me apetece…— Vamos, Audrey, ¡Ya es hora de que regreses al ruedo! Has pasado por mucho y necesitas divertirte un poco, ¡Y tal vez conozcas a un chico guapo!Audrey puso los ojos en blanco mientras sujetaba a Oliver con cuidado, el pequeño se estaba
Audrey se quedó en silencio por un minuto tratando de decidir si aceptaba la invitación del Doctor Connor para acompañarlo a llevar a Oliver a una tarde de juegos y distracción.— Entonces… ¿Vendrás? — Connor insistió, sintiéndose un poco atrevido. Tal vez había sido muy grosero en el pasado con la joven y la estaba presionando, y seguramente ella se saldría por la tangente.— ¡Sí, lo acompañaré, sé que al niño le encantará! — Respondió ella sin pensarlo más de la cuenta, o habría contestado que no.«Esa clase de cosas no se piensan mucho», le habría dicho Loretta «Piensas demasiado, Audrey».Audrey se despidió y desapareció de la vista de Connor dejando un sabor agridulce en la boca del médico que no sabía exactamente cómo sentirse respecto a ella.Todavía la odiaba, o al menos eso pensaba, porque no podía soportar el mirarla a la cara sin que saltara el dolor y la impotencia, pero, por otro lado, esa conexión que claramente tenía con su pequeño hijo, una conexión tan fácil y natural
— Llegaste tarde, ¿Qué te pasó? — Loretta le dijo mirándose al espejo mientras se ponía los pendientes largos que usaba cuando salía de fiesta. — Hubo una situación con el Doctor Connor, debía entrar a cirugía y no tenía a nadie que cuidara de su hijo — Comentó dejando sus cosas sobre el sofá. La morena la miró de reojo. — ¿Y te pidió a ti que lo cuidaras? — Volviendo a su reflejo en el espejo de la sala. — No, en realidad, más bien yo me ofrecí… — ¡Audrey! — ¿Qué?, el niño es muy lindo, y muy bien portado — Se defendió. Su amiga puso los ojos en blanco. — ¡Eso es trabajo extra! — No me molesta, ¿Irás a alguna parte? — La rubia preguntó quitándose los zapatos. — Dirás: ¡Iremos! ¡Tú y yo! — Aclaró en tono autoritario. — Lore, estoy cansada, de verdad no me apetece salir. Loretta la miró como si le hubiera crecido una segunda cabeza. — Ya hemos hablado de esto, ¡Necesitas retomar tu vida, Audrey! — ¡Pero si ya lo he hecho! Me siento bien con lo que estoy haciendo, es todo l
John miró de arriba abajo al hombre que era prácticamente de su estatura y le plantó cara. No era de los que huyen de una pelea, más bien de los patanes que las propician.— Ah, ¿Sí? ¿Me partirás la cara? — Lo desafió con la inmadura actitud de gallito fino acortando la distancia con del otro hombre — No creo que alguien estirado como tú se atreva, seguramente no querrás que esa ropa elegante se mache, ¡O algo así!Se burló dándole otra ojeada a los pantalones de vestir y a la camisa de seda abierta en el pecho que traía el otro.— Suéltala, no lo repetiré — Esta vez no sonó para nada amable. A la rubia se le iban saliendo los ojos de sus órbitas al ver a Connor Evans delante de ella, defendiéndola, ¡En la vida se habría imaginado tal escena!— Doctor…— Tranquila, Audrey, este idiota ya se iba, ¿No es así? — atravesando a John con la mirada gélida, mientras apretaba los puños y fruncía en ceño.— ¿Desde cuándo andas con idiotas ricos y mayores que tú? ¿Por este tipo es que no has qu
Connor tomó la mano de Audrey y tiró de ella suavemente llevándola hacia su auto, abrió la puerta del deportivo para que ella subiera mientras, desde el otro lado de la calle, John observaba lleno de rabia, apretando los puños y grabando en su mente la matrícula del vehículo.— ¡Quiero saber quién es el idiota! — Casi ladró y avanzó con dirección hacia ellos, pero alguien lo detuvo.— Vamos amigo, tú la perdiste, ¡Ya déjala en paz! — Uno de sus amigos le puso la mano en el hombro, pero él se la sacudió molesto, mientras veía a la rubia irse en el auto del hombre elegante.El sonido del motor rugió cuando Connor apretó el acelerador y el deportivo despegó en la vía.— Muchas gracias — Ella dijo avergonzada, se sentía incómoda por toda la situación, y apenada de que el médico estuviera lastimado y con el labio roto por su culpa, y todo por defenderla del troglodita de su ex novio.— No hay de qué — él contestó sin apartar la vista de la carretera, intentando no pensar, no sentir, y man
Audrey estaba asombrada. No sabía qué pensar. Por un lado, parecía como si Connor comenzase a dejar salir al su verdadero yo, al que ella había conocido antes, y por el otro, el nuevo Connor luchaba por imponerse y hacer sombra a sus destellos que luchaban por salir.— ¿Puedo preguntarle algo personal? — Se atrevió a preguntar.— Supongo que puedes, yo ya lo hice primero — algo parecido a una media sonrisa, se formó en las comisuras de sus labios, pero no terminó de florecer.— ¿Cómo la están pasando ustedes? Quiero decir, ¿Cómo le va con el niño después de… bueno, de…? —El resto de la pregunta se le quedó atorada en la garganta a mitad de camino.— ¿Después de la muerte de mi esposa? — la frase salió atropellada, pero salió al fin, y de pronto a él le pareció que no dolió tanto como antes.Era como si con el tiempo, su cabeza y su corazón comenzaran a hacerse a la idea de que ella ya no estaría, le supo amarga, eso sí, pero era soportable, y que pudiera decirla delante de Audrey prec