— ¿Y luego, que, señorita Bethany? — Hunter preguntó con ironía — Si no nos da al niño primero, no pondrá un pie fuera de esta propiedad — Le advirtió.— ¡Si no me da lo que le pido, no solo le cortaré el cuello a esta tonta, sino que nunca sabrán en donde está al mocoso! — Replicó.— Beth, ¿Por qué lo haces? Acaso, ¿No te he tratado como a una hermana? — Connor preguntó al borde de la desesperación.— Como a una hermana… ¡Ja! Nunca quise que me trataras como a una hermana, Connor, ¡Quería ser la que llevara la alianza en el dedo! Pero, en cambio, te enamoraste de la insípida de Rachel, una mujer tan básica como ella, tan predecible, tan… sosa…Connor tragó saliva al descubrir los oscuros sentimientos de Bethany por su hermana muerta.— Beth, ¿Cómo puedes decir eso de tu propia hermana? — confundido.— ¿Crees que esperé durante años a que te fijaras en mí solo para perder mi tiempo y mis esfuerzos? ¡No! Hice lo posible, ¡Y también lo impensable! Manché mis manos con la sangre de mi pr
La rubia apenas si podía seguirle el paso a la enloquecida mujer a medida que ella avanzaba tirándola del cabello en dirección hacia las caballerizas, Audrey intentó mantener la calma hasta donde le fue posible, pero tan pronto estuvieron juntas a solas con la compañía de los equinos nada más, la mujer la lanzó al suelo sobre las pacas de heno dispuestas en una esquina.—¡Todo esto es culpa tuya! Te metiste en mi camino, hice todo lo que hice para alejarte y no comprendiste el mensaje, no te diste cuenta de que no te convenía acercarte a Connor, ¡A mí Connor! Ahora todo se ha acabado para mí, pero también para ti. No te dejaré salir ilesa de esto, y tampoco seré tan benévola como lo fuí con mi hermana, ¡Ah, no! A ti te dejaré vivir para que veas lo que pasará con Oliver, y también para que tengas que arrastrar con una existencia llena de desgracia, para cuando esto acabe, desearás que te mate, pero no, querida, no lo haré solo para que sientas en carne propia lo que es perder, y ¡De l
Audrey se apresuró a acercarse a las llamas mirando por todas partes en busca de la llave, la divisó entre un monto de escombros que comenzaban a caer desde el techo, miró hacia arriba y una viga estaba a punto de desplomarse, si no conseguía sacar la llaver de ahí, ya después sería imposible.Miró hacia todos lados en busca de algo que la ayudara a alcanzarla y vio una de esas heraamientas en forma de tridente con la cual se recoge el heno, no sabía muy bien como usarla para la tomó por el cabo largo de mader y acercó los dientes con cuidado hacia donde estaba la llave, como pudo, incertó un punta en medio del aro del llavero y levantó la herramienta atrayéndola hasta ella, pero jjusto en ese momento, la viga cedió cayendo con todo su peso sobre la chica golpeándola fuerte en la cabeza.Para Audrey todo se volvió negro.—¡Audrey! ¡Audrey! — cuando ella levantó la cabeza y se llevó la mano a la frente sintió un líquido tibio y pegajoso que manchaba buena parte de su cara — ¡Audrey, ay
— Lamento tener que darle esta noticia, y sobre todo en su caso, creo firmemente que una joven como usted debería tener más oportunidades, pero esto se escapa de mis manos, señorita Adkins. — El galeno dijo pausadamente y con un deje de amargura en la boca. Audrey observó sus profundos ojos grises y esperó tensa a que sus labios se separaran de nuevo para terminar de hablar. — Hemos llegado al punto de no retorno. Me temo que no hay otra solución… — ¿A qué se refiere, doctor? — La chica rubia de hermoso y pálido rostro se inclinó hacia adelante en la silla, nerviosa por saber más. El Dr. Connor bajó la vista sobre la superficie del escritorio, verdaderamente incómodo con la situación. — Necesita un trasplante de corazón, no hay otra forma de solucionar su estado actual de salud… — ¡Pero doctor, usted es un excelente médico! Yo sé que, con un buen tratamiento… ¡Quiero decir, haré todo lo que me diga! — Lo sé, eres de los pocos pacientes que se apaguen religiosamente a las instruc
La luz lastimó sus ojos, la silueta de un hombre guapo y su voz profunda y masculina la hizo entender en dónde estaba. —¿Audrey? ¿Cuántos dedos ves aquí? — Le preguntó mientras le alumbraba el rostro con su linterna. —¿Doctor Connor? —¿Qué hacías en la piscina? — Le reprendió con la dulzura que lo caracterizaba. —Yo… —Debes cuidarte, no puedes arriesgarte de esa manera — el rostro afable y dulce de Connor la hizo sentir irresponsable — Debo estar seguro de tu seriedad con esto… —¡Estoy comprometida! ¡Lo prometo! Connor sonrió y a la chica le pareció que la sonrisa iluminaba su cara. Tenía hombros anchos, buena estatura, brazos fuertes, mentón angulado y labios llenos, y su mirada le daba tanta confianza y esperanza que la rubia se perdió por un momento en el gris de sus ojos como si fuera una adolescente. —Está bien, confío en ti, tu amiga me ha contado lo que pasó— Sin perder su amabilidad y su buen talante. Audrey tragó grueso. —Me dijo que estabas muy triste por lo que hab
Las palabras del Teniente Hunter golpearon a Connor como un tren en movimiento. El hombre sacudió la cabeza y se le quedó mirando por espacio de unos segundos como reconectando su cabeza para poder comprender.Era como si su mundo se estuviera desmoronando por completo, como si fuera completamente irreal, como si el protagonista de la desgracias fuera alguien más, y no él.— ¿Qué le pasó a Rachel? — Soltó de golpe haciendo que Loretta se estremeciera.— ¡Connor!El cardiólogo se giró al escuchar su nombre, uno de sus colegas se acercó a él corriendo.— Connor, intenté decírtelo esta mañana, pero estabas en cirugía…— ¿Dónde está? — Preguntó angustiado.— Escúchame por favor…— ¡Maldición, Sanders! ¿Dónde está? — Gritó desesperado.— Ella fue traída a este mismo hospital… — Hunter dijo.Pero antes de que el policía terminara la frase, Connor ya había comenzado a correr hacia al ala de urgencias.Connor escuchaba el sonido de su pecho golpear sus costillas y su respiración se aceleraba
Arriba en Recuperación, Audrey apenas despertaba, abrió los ojos pesadamente sintiendo la boca completamente seca. — Agua… — No hables o te llenarás de aire y va a dolerte mucho. — Tengo sed… — Déjame preguntar si puedo darte agua. Loretta salió por un instante y Audrey se llevó las manos al pecho de manera instintiva sintiendo los gruesos vendajes que la envolvían. Su amiga regresó con un poco de agua y una pajilla. — Toma, bebe con cuidado, solo un poco, ¿Está bien? — ¿Dónde está el Doctor? — La rubia apenas podía hablar, pero quería darle las gracias al hombre que le había brindado la posibilidad de tener esperanza. — No lo he visto — Dijo sin levantar la mirada no quería preocuparla — Oye, ¡Es muy guapo! — Comentó juguetona quitándole peso al asunto. Audrey sonrió y luego se quejó. — No me hagas reír, siento como si el alma se me va a salir por el pecho — Dijo ahogada. — Está bien, no diré nada más… — Levantando las manos en señal de rendición. — Es casado, Lore… tien
Esa mañana, Audrey se había levantado muy temprano, se vistió con algo que pensó que la haría ver profesional, y se apresuró a tomar sus documentos antes de salir. — ¿No tomarás tu desayuno? — Loretta gritó desde la cocina de donde venía un dulce aroma a panqueques. — ¡Comeré cuando regrese, no quiero llegar tarde! — Audrey dijo desde la puerta, cerrando tras de sí. — ¡Genial! ¿Y ahora quién se va a comer todo esto? — Loretta refunfuñó para sí misma, mirando la torre sobre el plato y encogiéndose de hombros. La rubia aceleró el paso, y aunque no estaba lejos, decidió que era mejor llegar temprano y esperar, a que la tomaran por impuntual en su primera impresión. Abrazó el folder con sus documentos contra su pecho, inspirando profundo para calmar los nervios, y repasó en su mente algunas cosas que había preparado sobre las razones por las cuales deberían contratarla mientras acariciaba sin pensar la medalla de San Judas Tadeo, rogando internamente en que pudieran tomarla seriamente