Las sombras de la noche oscura eran su única compañía, el aire gélido hizo que su cuerpo temblara y se erizara, la calle estaba completamente sola, ni una alma vagaba por esa avenida, los comercios ya había cerrado sus puertas al público, con el corazón martillando con fuerza en su pecho camino lo más rápido posible, sabía que no debía andar por esa calle a esa horas, sin poder evitarlo miró detrás de ella sintiendo esa mirada penetrante, no era la primera vez que la sentía, y tal vez tampoco la última; desde que recibió aquella amenaza su vida peligraba.
¿Quién la quería ver muerta? Y ¿Por qué?
No había sido suficiente con matarla en vida aquel día que le arrebataron al hombre que rescató su corazón, que ahora también querían su vida. Aún tenía muy presente aquella noche, la que debió ser la más feliz de su vida.
Todos por fuera de la iglesia los felicitaban, los periodistas de la columna de sociales no dejaban de tomar las mejores fotografías del evento que habían calificado como la boda del año. De pronto y de la nada el rechinar de unas llantas menguo su felicidad, el grito de un hombre diciendo su nombre hizo que volteara, de pronto el terror se apodero de su ser, al ver el arma que apuntaba directamente a ella.
Escucha el disparó y los gritos de las mujeres que se alejan por miedo a que algún proyectil las dañe, cierra los ojos esperando sentir como la atraviesan, pero no sucede. De nuevo escucha el rechinar de las llantas del vehículo que se aleja del lugar, abre los ojos y la escena que tiene al frente de ella la llena de horror. Las balas perforaron el cuerpo de su recién esposo, Arantxa cayo junto a Steven al suelo, tratando de contener la hemorragia.
Su vestido blanco se había teñido de color carmesí,
—Perdóname, yo tuve la culpa, nunca debi…— trato de hablar, sin embargo, un coagulo de sangre le impidió seguir hablando.
—No tengo nada que perdonarte— beso su frente— además tú vas a vivir, no puedes dejarme sola.
—Te amo Arantxa, todo lo hice por…— por la perdida de sangre quedó inconsciente.
El sonido de las sirenas de la ambulancia se escuchó llegar, lo subieron y estabilizaron.
Llegaron muy rápido al hospital donde ella trabajaba, para su desgracia el médico de guardia había tenido un problema por lo que no había llegado a cubrir su turno. Ella no podía dejarlo morir, por lo que fue a su consultorio, saco el uniforme quirúrgico que guardaba para las emergencias.
La voz se había corrido como pólvora, la doctora Olivares estaba en el hospital con su esposo y ella estaba vestida de novia, y pretendía operar, pero en el reglamento del hospital estaba prohibido.
—Necesito salvarle la vida…— le decía al director del hospital que había llegado a su consultorio, pero él no estaba ahí para hacer cumplir el reglamento, tenía una mala noticia que darle.
—Lo siento doctora, su esposo acaba de fallecer— un grito desgarrador se escuchó por toda la sala del hospital, la jefa de enfermería que era su mejor amiga se acercó a abrazarla.
Días después del funeral, no soportaba la idea de quedarse en el departamento donde compartió tantos momentos felices con él, cada espacio tenía una parte de él, así que decidió ir a trabajar, sin descanso, ya no le importaba su salud, lo único que quería era irse con Steven, el hombre que aprendió a amar.
Esperando a su paciente para dar una consulta su secretaria entro con una caja envuelta en papel de regalo en la parte superior se podía ver un gran moño de color blanco, al verlo frunció el ceño, ¿Quién había podido mandar aquel regalo?
—¿Quién lo manda? — preguntó a su secretaria que había recibido la caja, escuchando la respuesta buscó alguna nota que le dijera de parte de quien era ese regalo.
—No lo sé doctora antes que pudiera preguntar el mensajero ya se había ido— la secretaria la miró con pena. Arantxa con cuidado destapó la caja plateada;
—¿¡Por Dios que es esto!?
Su rostro reflejaba horror por lo que había visto en la caja, de inmediato la arrojó lejos de ella logrando que parte de lo que había dentro de la caja saliera, se escuchó el jadeo de sorpresa y horror de las personas que estaba cerca de ahí, miró a la secretaria, que tenía la misma mirada de terror.
—Llama al agente Ramson de inmediato, dile que necesito que venga urgentemente y cancela la consulta por ahora por favor.
No tardó mucho en llegar el agente quien era el encargado de investigar el asesinato de Steven. Sin demora le mostró la caja que se había quedado en la esquina de su consultorio. El agente fue con toda tranquilidad, sacando unos guantes de látex para revisar el interior de la caja.
La abrió mirando a detalle lo que se encontraba, parecía un corazón de algún animal pues estaba pequeño, si no se equivocaba era de un cerdo, debajo de este se podía notar la fotografía de ella con Steven, la frente de ella se notaba la leyenda que anunciaba “Tú debías morirás”.
Desde ese día no había podido vivir tranquila, pensando cuando cumplirían esa amenaza.
Siguió caminando a paso firme sujetando con fuerza el maletín con su mano izquierda, miro todos los detalles que se iba encontrando en su paso, al salir nunca se fijó en el cielo, que no se percató que no había ninguna estrella, pues estaba cubierto por una densa nube, que pronto dejó caer una copiosa lluvia, no podía creer en su suerte, su auto estaba en el taller así que tendría que correr antes que se mojara más y ningún taxi quisiera subirla y llevarla a su casa, de pronto la silueta de un hombre apareció enfrente de ella.
Gracias a la lluvia no podía verlo con claridad, pero su sexto sentido decía que corriera al lado contrario, sus pies obedecieron dando vuelta en una calle no era el mejor camino, pero quería alejarse de ese hombre lo más pronto posible.
Sin saber cómo, ni cuando ese hombre la agarro del hombro y la aventó contra la pared provocando un leve dolor en su espalda, estaba temblando, pero levanto su vista mostrando coraje, su padre siempre le había enseñado que nunca debía demostrar su miedo, se encontró con una fría mirada, gracias a su memoria fotográfica podía guardar el rostro de ese hombre y más que tenía una horrible cicatriz desde su frente del lado izquierdo, pasaba en medio de sus ojos y terminaba en la mejilla derecha, de pronto sintió el filo frio de una navaja sobre su cuello.
—Toma lo que quiera y déjame ir.
Ordeno pensando que lograría hacer que cambiara de opinión y la dejara ir, pero no noto ningún movimiento en su cuerpo, de hecho, sintió como el filo del objeto se clava en su blanca piel, tal parecía que ese sería su fin, y pronto se reuniría con Steven.
—Voy a sacar mi cartera ahí están mis tarjetas, te daré las claves, puedes llevarte él dinero, es mucho tal vez …— presiono más el arma en su garganta, pudo percibir como le recorría una gota de sangre por su delgado cuello.
La lluvia ya había aminorado, las grandes gotas ahora eran unas pequeñísimas gotas, pero su ropa y su cabello estaban empapados, giró su cabeza al escuchar las voces de dos mujeres que pasaban por la calle por dónde venía, si gritaba ahora tal vez serviría para que ese sujeto la soltara y saliera corriendo, cuando intento abrir la boca sintió la mano de su agresor tapándola, tal parecía que podía leer su mente pues frustró su plan de gritar, regreso su vista a su rostro fijándose en sus ojos que no cambiaba en nada, era claro que ya estaba acostumbrado a hacer ese tipo de trabajo, terminar con la vida de las personas sin ningún remordimiento.
—Lo siento primor, pero tu dinero es insuficiente a comparación de lo que me van a pagar cuando termine con tu vida— abrió los ojos— aunque me gustaría divertirme un poco contigo— paso su lengua por su mejilla, nunca antes había sentido ese asco— lo malo es que no tengo tiempo, seré benevolente contigo y terminare con tu vida rápidamente para que te reúnas de nuevo con tu esposo.
Cerro los ojos esperando sentir como el filo de la navaja cortará su arteria yugular, en menos de un minuto ella perdería la vida…
Sin embargo, no sucedió, la sorpresa la inundo cuando dejo de sentir la presión del arma sobre su cuello, al abrir los ojos en la oscuridad de la noche noto dos siluetas peleando, uno de ellos tomo un objeto contundente que no dudo en golpear al otro y dejarlo completamente inconsciente.
Respiró, alguien había ido a ayudarla, y sin saber le había salvado la vida.
—Muchas gracias— se acercó al hombre que estaba de espaldas a ella— me ha salvado, ¿Cuál es su nombre? — pero este no volteo a verla, ni se escuchó ninguna palabra que saliera de su boca— señor, no me va a contestar…— comenzó a caminar dándole la espalda todo el tiempo.
Arantxa frunció el ceño, parecía que se iría sin darle la cara, ni su nombre, corrió detrás del desconocido, al alcanzarlo dio dos zancadas más largas para detener su marcha, y se detuvo en seco al ver quien la había salvado.
—¿Tú?...
Nunca en su vida pensó que volvería a verlo, y mucho menos que ahora le debía estar respirando. Lo vio detenidamente, no había cambiado nada, tenía el mismo cuerpo atlético, su cabello de color castaño claro y liso del cuál caía pequeñas gotas de agua, sus ojos de color azul intenso eran igualmente de penetrantes de cómo los recordaba, y sus labios, esos que tanto disfruto besar eran una línea plana; al igual que ella su ropa estaba empapada, pero tenía un oscuro deseó de abrazarlo y sentirse segura de nuevo en sus brazos.—No fue nada con permiso — la esquivo como si ni fuera más que una mujer en apuros, era frío y distante con ella y eso le dolió.—Espera que haces aquí Leonardo — lo persiguió hasta de nuevo detenerlo poniendo su mano sobre su pecho— ¿me has estado siguiendo?—No, ¿Por qué tendría que seguirte? — sin ser brusco quitó la delicada mano de Arantxa de su pecho, si lo volvía a tocar tal vez perdería la poca fuerza para no tomarla en sus brazos y llenarla de besos como ta
Al escucharla, de sus labios brotó una sonrisa de lado, ahí tenía la respuesta a su pregunta, pero con la pena se tenía que negar, sin embargo, pensándolo un segundo eso podría facilitar algunas cosas para una nueva misión que el secretario de seguridad le había encomendado.Escuchó que hablaba a lo que volvió a ponerle atención dejando de lado sus pensamientos.—Anoche después de vernos, te busqué y descubrí que eres el mejor guardaespaldas del país— eso no era una mentira, como siempre le gustaba estar en lo más alto, ser el mejor en todo como su padre le había enseñado.—Lamento que viniera a perder el tiempo señora, pero voy a tener que rechazar ser su guardaespaldas, siempre escojo con quien trabajo y con usted no volveré a estar cerca— tomó las carpetas— si me permite tengo mucho trabajo— la volvió a mirar, en la noche no había notado su rostro que estaba un poco pálido, y sus ojos no tenían ese brillo tan especial que la caracterizaba y su rostro tenía una expresión de tristeza
Arantxa al salir de la oficina de Leonardo y recibir su negativa a firmar el contrato matrimonial volvió a sentir aquel dolor y rabia el mismo que sufrió aquella noche que regresó al departamento y no encontró ninguna pertenencia de él, fue como si nunca hubieran compartido ese lugar. Al llegar al hospital no pudo concentrase en las consultas por lo que las canceló y mandó a reagendarlas para la siguiente semana.Creía que aun en su corazón existía el odio que debía sentir por él, pero para su desconcierto había otro sentimiento, uno que pensó que estaba muerto gracias a Steven, al amor que él siempre le dio y por el que pudo sanar su corazón roto.Mira la solitaria calle, por Dios quien podría ahora ayudarla, si Leonardo se negó a firmar el contrato matrimonial. Sabía que era una locura esa propuesta, más cuando apenas iban unas cuantas semanas de la muerte de Steven, pero también sería muy extraño que ella como doctora tuviera un guardaespaldas.La única manera que había encontrado
Sabía que era la peor decisión que había tomado, pero verla de nuevo en peligro hizo que surgiera un sentimiento muy fuerte de protección por ella, su corazón no quería, ni podría permitir que ella muriera, a pesar del dolor que le causó, la quería ver feliz, aunque fuera con otra persona.—¿Escuché bien? — era notorio su desconcierto, y como no si en la mañana antes que saliera de su oficina había dicho que nunca aceptaría casarse con ella.—Si, seré tu esposo al frente de todos, tu guardaespaldas en secreto— un brillo de alegría apareció en sus preciosos ojos color ámbar.—Gracias, no sabes cuanto me alegra escuchar eso— sintió sus delgados pero fuertes brazos rodeándole el cuello, su cuerpo era tan cálido y su perfume lo inundaba por completo que estaba sintiendo un indómito deseo de tenerla así siempre.—Mañana puedes llevar el contrato a mi oficina…—No, vamos a mi departamento, ahí lo podrás firmar— no le gustaba la idea, estar en su departamento donde compartió tantos momentos
Desde la noche anterior había sabido que su padre reaccionaría de esa forma, pues no quería verla sufrir de nueva cuenta cuando Leonardo la volviera a dejar sin ninguna explicación, lo que no sabía que ese matrimonio sería solo por un tiempo y quien se iría sin decir nada sería ella.Podía notar que no le gustaba la idea, pero eso no le importaba, lo único que quería era salvar su vida de la persona que la quería ver junto a Steven.—¿Ya te olvidaste que ese hombre te destrozó el corazón? — claro que no lo había olvidado, fue la primera vez que sintió ese dolor tan grande, como si su corazón hubiera muerto para siempre.—No, solo que hemos hablado y nos dimos cuenta que todo fue un mal entendido— sus padres se vieron con cierto temor.—¿Qué te dijo? ¿Por qué se fue sin decirte nada? — Arantxa se sorprendió por la pregunta, pero permaneció serena, era una mentira que habían hablado, pero de alguna forma tenía que justificar ese matrimonio, además no quería tomar importancia, ni quería
Leonardo ni en sus locos sueños pensó volver a pisar la gran casa de los Olivares, la primera vez que la vio le pareció imponente, se sintió intimidado al entrar a ese lugar, pero el padre de Arantxa le hizo sentirse en casa, como si fuera parte de la familia; en ese momento le era conveniente aparentar algo que no sentía, solo para mantener a su hija contenta y junto a ellos.El padre de Arantxa pensó que él iba en busca de su dinero, algo que estaba completamente equivocado, no todos los hombres de otro nivel social eran arribistas como él llegó a decirle. Él se había enamorado de Arantxa por su forma de ser, por el maravilloso ser humano que era y por todas esas cualidades que descubrió cada día que vivió con ella.Antes de tocar el timbre se ajusta el saco de su mejor traje, el que Edward Taylor le mandó hacer con su sastre, era el único que tenía a su medida y que era para este tipo de ocasiones, sonrió de lado, ya quería ver la cara de Devon cuando lo viera en su casa de nueva c
Leonardo no dejó de verlo en ningún momento hasta que lo tuvo de frente a él, sus ojos negros lo miraban fijamente con aquella misma prepotencia y soberbia que lo caracterizaban, solo que esta vez pudo notar un tinte de nerviosismo en su rostro, como si temiera ser descubierto delante de todos.—Pero ya vez Ara me busco porque me si…—Señor ya llegó el juez— entro Frederic interrumpiendo su conversación— señor Santamaria por favor tome su lugar— escucho un bufido por parte de Devon, sin embargo, no le presto importancia.Caminó hasta donde le indicó Frederic, al regresar la vista y esperar que ingresara Arantxa por la puerta, percibió la incomodidad de Devon que ya se había reunido con su esposa, los dos lo miraban analizando cada movimiento y gesto de su rostro, era notorio lo nerviosos que estaban, como si estuviera sentados sobre una bomba de tiempo, algo inusual en ellos que siempre se mantenían con una postura fría, sin mostrar sus verdaderos sentimientos.No le tomó importancia,
Arantxa no esperaba que Leonardo pusiera su mano sobre su mejilla, al sentirlo se tensó un poco, y más cuando lo vio acercarse a ella muy despacio sin dejar de verla a los ojos, sé quedo a centímetros de su rostro.—Esposa mía, hay que complacer a los invitados— le susurró y sin más él, la tomo de la cintura y la acerca a su cuerpo, notando lo nerviosa que se encuentra Arantxa, pero con cada movimiento de sus labios logra que ella se deje llevar. Para Arantxa fue sorpresivo el beso, pero cada caricia de sus labios logra que recordara su sabor que era único, por desgracia Steven nunca la había besado como el, pues los besos de Leonardo eran los mejor que había probado en su vida. Por inercia rodeo su cuello con sus brazos.Ya no quería separarse de esos labios tan suaves como el terciopelo, aunque comenzó con un beso dulce, poco a poco fue subiendo en sensaciones que recorrieron todo su cuerpo, un deseo de no separarse de él nunca. Poco a poco se separan y abren los ojos, sus mirad