“Hasta que lleguemos” esas últimas palabras retumbaron en su cabeza, como era posible que Leonardo pensara en llevar a su novia o lo que fuera a su departamento. El contrato solo lo incluía a él, a nadie más, estaba loco si pensaba que iba a permitir que ella pusiera un pie en su departamento, sobre su cadáver.Tenía tantos sentimientos mezclados, pero el que resaltaba más era un coraje, no permitiría que Leonardo pisoteara su dignidad, que le restregara en su cara lo feliz que era con esa mujer, por la que lo dejo con el corazón rotoEn cuanto pusiera un pie ella misma la cogería de las greñas para lanzarla a la calle, no le importaba ser protagonista de un escándalo así, pero esa mujer no pondría ni un pie en su departamento. Ella fue la causante de tanto sufrimiento, cuando el cobarde de Leonardo la dejo por ella, si alguna vez había tenido curiosidad de conocerla, ahora no quería verla. Respiró, debía calmar, no le daría el gusto de ver que le afectaba tenerla de frente, ella era
Leonardo miraba el techo, no podía creer desde que aceptó ser el guardaespaldas de Arantxa, supo que era un grave error y esa noche lo había comprobado, no había podido pegar el ojo, primero porque debía estar atentó a cualquier ruido y segundo por el deseo que sentía por ella, no sabía cómo fue que logro controlar el impulso que sentía de salir de esa habitación e ir a la de a lado y tomar entres sus brazos a su esposa. Si, porque eso era Arantxa, era su esposa de papel. Mira la hora en su reloj, ya casi amanecía por lo que ya no tenía caso quedarse más tiempo en la cama. Se levantó debía cumplir con su rutina de ejercicio por lo que comenzó a hacer calentamiento, se quitó la camiseta quedando solo en sus pantaloncillos de algodón. Mientras hacía ejercicio, piensa que debería de pedirle a Arantxa una relación de sus actividades, lo que le hace recordar que no tiene idea que va hacer ese día. Cuando esta por terminar su rutina de ejercicio la puerta se abre de golpe y se encuentra c
Valentina duró toda la noche recorriendo todos los hospitales y estaciones de policía que había en la ciudad buscando a Leonardo, sin embargo, en ningún momento dejó de insistir en el teléfono el cual la mandaba directamente al buzón, eso le indicaba que algo grave le había pasado, pues Leonardo siempre le contestaba de inmediato y nunca tenía apagado su teléfono.Cada minuto que pasada sin saber de él, temía que pudiera estar en algún lugar sin nadie que pudiera tomar su mano. Ese miedo que le helaba la sangre se apoderó de ella, sería posible que Leonardo hubiera vuelto a intentar hacer que le hicieran daño, para dejar de sentir ese dolor que mantenía sus ojos. Negó con la cabeza, en el último día, ese dolor había desaparecido, y se había instalado un brillo nunca antes visto, tenía que quitar esa idea de su cabeza, Leonardo no había buscado la muerte como aquella noche, debió ser otra la causa por la que no llegó al restaurante. De pronto comenzó a sonar su teléfono, al ver la pa
Arantxa no sabía porque había soltado esas palabras sabiendo que tenía a su alrededor a algunas enfermeras y médicos que estaban presenciando la escena, esto iba en contra de su trato con Leonardo, se suponía que nadie debía enterarse de lo que los unía, pero ya no había vuelta atrás lo había soltado sin pensar. Sin apartar la vista de la mujer que interrumpió, fue consiente de las murmuraciones de los que los rodeaban, sabía que no tardaría nada en que todo el hospital supiera la nueva novedad, que la doctora se había casado a pocas semanas de quedar viuda. Se recrimino por decirlo, y se preguntaba porque lo había hecho, y de nuevo sintió un dolor en su pecho, al pensar que entre ellos hubiera algo más, que ella fuera la dueña de sus besos, de sus caricias y de los momentos íntimos que ella había deseado durante la noche. No podía estar celosa, debía controlar ese nudo y seguir como nada pasara, repetirse una y otra vez que Leonardo estaba ahí solo como su guarda espaldas, que estab
Leonardo no podía creer que Arantxa nunca se dio cuenta de la persona que era su difunto esposo, y cómo fue que la engañó por años haciéndole creer que era un hombre bueno, que siempre buscaba la justicia, cuando mantenía negocios con el hombre más poderoso de los bajos mundos de la ciudad, el hombre del que se sabía que era el más cruel a lo que se refería a sus enemigos, el jefe de la mafia Aquiles Camp. Si él era quien quería ver muerta a Arantxa no se detendría hasta conseguirlo, así que era su vida o la de ella, y era mejor tomar la de él antes que le quitara a Arantxa la ilusión de una vida con su hijo. Durante la tarde no había podido olvidar las palabras de Diego que le contaba que había descubierto; —El hombre tenía tratos con el jefe de la mafia, Aquiles Camp, encontré evidencia que le había ayudado en algunos casos penales — movió la cabeza, si Steven ya estaba muerto, ¿no bastaba con eso? Se preguntó así mismo — ¿me estas escuchando? — por estar pensado no había presta
El último día que tuvo contacto con ella fue en el funeral de Steven, después que todos se fueran estando ellas solas dándole un último adiós, la madre de Steven le hizo prometer que no la dejaría sola, que la iría a ver como si su hijo aun estuviera vivo, pues ella era lo único que le quedaba de su Steven. Ella aceptó, porque sabía que a partir de ese día ella se había quedado sin la parte de su corazón que era su hijo.Sin embargo, la amenaza que había recibido días después y los atentados que había sufrido hicieron que se olvidara por completo de esa promesa.—Hija ¿no vas abrir? — vio a la puerta, se paralizó al ver como Leonardo se dirigía abrir la puerta, al saber que no había ningún peligro. Duro unos segundos, pero cuanto su cerebro la sacó de su transe corrió aun sintiendo como las piernas le temblaban. —Por favor ve a tu habitación no quiero que ella te vea aquí — habló lo más bajito que pudo y de una manera que él no pudo negarse, sin decir nada dio media vuelta llevándose
Leonardo se encontraba revisando la lista de los casos que había llevado Steven, tenía el récord de no haber perdido ninguno, eso le pareció increíble, más al saber que nunca quiso estudiar la carrera de derecho. Revisando el último caso por lo poco que conocía de leyes, le daba la impresión que también tenía las de ganar, en el lograría exonerar a un hombre que era acusado de un asesinato, el cual parecía que no había cometido. Necesitaba reunir más información, por lo que llamó a Diego para que revisara algo de ese hombre. —Hola Leo— para nada le gustó a Leonardo la manera en que le contestó su primo Diego, pues no tenía el habitual tono jovial que le caracterizaba— que bueno que me llamas, porque estaba a punto de hacerlo, no sabes que he descubierto. Leonardo se quedó pensativo ¿Que más podría ocultar Steven a parte de los negocios que tenía con Camp; que le pareciera grave a Diego? pues su tono de voz era de molestia. —¿Qué más descubriste? —Aparte de los negocios sucios co
Arantxa le parecía una pesadilla lo que estaba viviendo, una pesadilla de la que quería despertar, se sintió rodeada del brazo fuerte de Leonardo, ese simple gesto hizo que se sintiera invadida por una tranquilidad al saberse protegida por él. Los temblores de su cuerpo disminuyeron, al sentirse segura a pesar del ataque que estaba sufriendo. Leonardo los había hecho refugiarse en la cocina, mientras él con su arma en mano respondía el ataque, en ningún minuto que duró el ataque la dejó desprotegida, con él sentía la paz que hace tiempo no sentía. De pronto el sonido seco de las balas dejó de sonar, abrió los ojos y se encontró con los ojos de Leonardo que la estaba mirando con amor, con ternura, esa mirada que siempre tuvo cuando estuvieron juntos. —Tranquila, tranquila— percibió sus gruesos labios que le daban un tierno beso en la frente— en mis brazos estas a salvo, te juro que nadie te volverá hacer daño— volvió a besar su frente. Estaba segura de sus palabras, pues el nunca h