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Capítulo 4 ¡Acepto Casarme!

Arantxa al salir de la oficina de Leonardo y recibir su negativa a firmar el contrato matrimonial volvió a sentir aquel dolor y rabia el mismo que sufrió aquella noche que regresó al departamento y no encontró ninguna pertenencia de él, fue como si nunca hubieran compartido ese lugar. Al llegar al hospital no pudo concentrase en las consultas por lo que las canceló y mandó a reagendarlas para la siguiente semana.

Creía que aun en su corazón existía el odio que debía sentir por él, pero para su desconcierto había otro sentimiento, uno que pensó que estaba muerto gracias a Steven, al amor que él siempre le dio y por el que pudo sanar su corazón roto.

Mira la solitaria calle, por Dios quien podría ahora ayudarla, si Leonardo se negó a firmar el contrato matrimonial. Sabía que era una locura esa propuesta, más cuando apenas iban unas cuantas semanas de la muerte de Steven, pero también sería muy extraño que ella como doctora tuviera un guardaespaldas.

La única manera que había encontrado para que pasara desapercibida la presencia de Leonardo era que fuera su esposo, aunque eso atraería muchas habladurías y suspicacias de las personas que la conocían, no le importaba, era su vida la que estaba en riesgo, además que quería saber quién y porque la quería muerta.

Aunque tenía en su cabeza la imagen fresca del bello rostro de Leonardo no perdía su concentración en la calle, miraba a todos lados, cuidándose que nadie apareciera en las sombras, así se veía los siguientes días hasta que lograra conseguir a otro, pero esa idea fue suprimida por su corazón, que lo quería a él, sobre todos los demás, quería de nuevo tenerlo cerca, su alma lo ansiaba desde que lo volvió a ver.

Era como si el amor que una vez sintió por él nunca se hubiera ido, tal vez por eso también le dolía bastante su negativa.

Sin embargo, no sirvió de nada, pues no se percató de la sombra negra que se venía acercando a ella hasta que fue demasiado tarde, el brazo del hombre la sujetó con fuerza sin ningún miramiento apretando su tráquea impidiendo que ella pudiera obtener el oxígeno necesario para poder respirar.

Por Dios no sé cansaban de intentar una y otra vez mandarla junto a Steven, pero como iban las cosas, parecía que esa noche al fin lograrían su objetivo, intentó golpearlo en la espinilla, pero el sujeto anticipó su golpe moviendo su pie hacia arriba, lo único que logró fue desestabilizarlo permitiendo que pudiera respirar un poco de aire;

—Déjame ir, yo te ofrezco el doble…— pero él hombre volvió a apretar de nuevo su cuello; parecía que su oferta de nuevo sería desechada.

—No creo que tu puedas darme el doble, lo que vale tu cabeza es mucho dinero— abrió los ojos, para la persona que la quería ver muerta valía mucho su vida, ¿Qué peligro representaba para esa persona? — no sabes el gusto que me dará terminar con tu vida por fin, eres un verdadero fastidio… — apretó con fuerza la tráquea de Arantxa.

Ella forcejeo intentando librarse del brazo de ese sujeto, pero le era difícil, cada segundo estaba perdiendo la capacidad de obtener el oxígeno necesario para vivir. Solo tenía un nombre en su cabeza, Leonardo, Leonardo te necesito.

***********

Después de que se fuera Arantxa de su oficina, no había podido concentrase en los asuntos de su empresa, cada hoja que había tenido en sus manos la había leído por lo menos más de veinte veces, sin obtener la compresión necesaria, pues no lograba dejar de pensar en el contrato matrimonial que había puesto enfrente de él Arantxa, sí se lo hubiera preguntado hace años, no hubiera dudado, de inmediato plasmaría su firma en ese papel, para convertir a Arantxa Olivares en su esposa, ese fue su mayor sueño, pero ahora la quería lejos, muy lejos para mantener a salvo su corazón.

Escuchar la forma que recibió la amenaza, lo llenó de angustia, de pronto en su corazón surgió un sentimiento de protección, quería convertirse en su escudo; que ya nada, ni nadie pudiera lastimarla, pero su lado racional le impedía que lo hiciera, quería mantener su corazón salvo, no quería volver a sufrir por su culpa.

—Ya me contaron que una mujer entró a tu oficina— mira a la mujer morena, de cabello corto y negro, piel de porcelana, labios carnosos, su cuerpo esbelto como de una muñeca, pero con musculo, parecía una modelo con su cuerpo y cara perfecta— ¿Qué quería?

—Ya sabes, contratar mis servicios de guardaespaldas— contestó sin darle ninguna importancia.

—Y ¿si vas a ser su guardaespaldas? — había un poco de ansiedad y temor en la pregunta de Valentina, algo que él no notó.

—No— ella soltó sutilmente el aire de alivio, de nuevo imperceptible para Leonardo— tengo algo de papeleo que revisar, y otro asunto que…— titubeo— bueno realmente no tengo tiempo de cuidar a nadie— eso último regocijo a Valentina, así tendría el camino libre con él y lograr lo que por años había intentado, conquistar su corazón.  

—Pero si tienes tiempo para ir con tu amiga a cenar, bailar y luego…— tomó su mano retirando los papeles que sostenía— anda Leonardo vamos a divertirnos, tú siempre trabajas demasiado…— él la mira con pena, pero la realidad era que la visita de Arantxa lo había puesto mal, además que no podía sacarla de la cabeza, más cuando sentía en su pecho una alarma, como si sintiera que ella estaba en peligro.

—La verdad, no tengo muchas ganas, quiero ir a casa a descansar, hoy fue un día muy ajetreado— contestó con una sonrisa tomando los papeles y acomodándolos en sus carpetas— creo que mejor me iré ya— Valentina bajó la cabeza, odiaba cuando Leonardo se negaba en ir con ella a cenar, así nunca lograría que él se enamorara de ella.

—No, anda podemos ir al restaurante italiano que está a unas calles solamente y después cada uno a sus casas— camino hasta ponerse al frente e impedir que siguiera caminando— por favor

—Lo siento Valentina, hoy fue muy cansado, déjalo para…

—Mañana, mañana podemos ir a cenar— lo interrumpió ella con emoción— acepta y te dejare ir Leonardo— levantó los ojos al cielo, sabía que si no decía que sí, Valentina nunca lo dejaría salir.

—Está bien mañana, ahora ya me tengo que ir— ella por la emoción lo abrazo.

—Gracias, veras como eso te ayudará a relajarte— Leonardo, solo le dio media sonrisa, la hizo a un lado y salió de su oficina con rumbo a su casa— descansa Leo— escuchó que decía a sus espaldas.

Mira las calles por donde su Audi R8 circula, no entendía como era posible que hubiera conducido hasta el hospital donde ella trabajaba, se suponía que debía haber tomado la avenida que lo llevaría a su casa, no por ese camino, movió la cabeza tenía que alejarse lo más rápido de ahí antes que cometiera una verdadera locura, giro a su izquierda.

Al ir avanzando de inmediato sus ojos se posaron en algo que no podía creer, sin importar nada frenó bruscamente su auto, bajó de inmediato dando largas zancadas hasta que llegó detrás del sujeto que tenía sometida a Arantxa, sin pensar sacó el arma que portaba en casos de emergencias, y apuntó directamente a la cabeza del tipo que tenía amagada a Arantxa, con su voz más dura y profunda expresó;

—Suéltala ahora lentamente— al escuchar aquella voz Arantxa sintió como su corazón daba un brinco de emoción y alivio, sus ruegos al cielo habían sido escuchados y Leonardo llegó como caído del cielo para salvarla de la situación en la que se encontraba— no hagas nada estúpido, sino te voy a volar la tapa de tu asqueroso cráneo…

Arantxa poco a poco fue sintiendo como el agarre iba cediendo, al sentirse libre por completo respiró hondo lo que provocó que tosiera, llevó su mano instintivamente a su cuello, no sentía ningún abultamiento solo un pequeño escozor— ¿Estas bien? — sintió la mano de Leonardo que tomaba su muñeca para llevarla detrás de él;

—Si, gracias— contestó a duras penas con su voz ronca, tocio más veces antes de mirar al sujeto que tenía las manos levantadas en forma de rendición — ¿Quién te mando?

—Eso no lo sé— se escuchó una risita— me contrataron por medio de un mensaje de texto, preciosa yo nunca conozco a mis clientes, ni ellos me conocen…— abrió los ojos, como era posible eso, era claro que su oficio era de asesino a sueldo.

De repente de la nada se escuchó el rechinar de las llantas de una motocicleta, Leonardo miró a la calle notando el brillo del cañón del arma apuntando directamente a ellos, sin pensar dos veces protegió con su cuerpo a Arantxa, que la hizo agacharse mientras se podía escuchar las ráfagas de las balas que daban contra la pared que estaba detrás de ellos.

Todo fue tan rápido, el sonido seco de un cuerpo cayendo al suelo, fue lo último que se escuchó cuando la lluvia de balas cesó por completo, de nuevo el rechinar de llantas de la motocicleta volvió a sonar, alejándose entre la oscuridad de la noche.

—¿Estas bien? — ajustó el arma en su cintura, para poder tomar entre sus manos el rostro de Arantxa;

—Si— en un impulso rodeó con sus brazos el cuello de él, Leonardo la abrazó con fuerza, y respiró hondo tratando de calmar el miedo que sintió al verla en peligro, si, sus brazos eran los únicos donde ella podía estar segura. Ella había vuelto a sentir el peor miedo de su vida, que solo sentir el calor del cuerpo de Leonardo la confortaba— te debo mi vida— mira el bulto negro recargado en la pared que tenía la evidencia de las balas.

Corrió a revisarlo para ver si podía hacer algo por él, ese hombre podría llevarlo con quien quería matarla y quien había causado la muerte de Steven, al revisar sus signos vitales se percató que ya no podía hacer nada por él, sus agresores habían logrado su objetivo, silenciarlo.  

—¡Está muerto! — declaró mirando los ojos de Leonardo— tengo que decirle al agente Ramson…— él afirmo con la cabeza.

Esperaron hasta que el agente llegó y tomó la declaración de Arantxa y Leonardo, él en ningún momento se separó de ella, hasta que el agente los dejó ir, antes que Arantxa se subiera a su auto la detuvo y mirándola a los ojos le expresó el pensamiento que había ocupado su mente la última hora.  

—Acepto casarme contigo…

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—¡Son unos ineptos! — grito un hombre en las sombras de una oscura habitación— ¿no que ese imb3cil era el mejor para este tipo de trabajos? — los hombres que tenía al frente estaban temblando escuchando la voz de furia de su jefe— es solo una mujer ¿qué tan difícil es matarla?

—Lo siento señor, pero ya estaba por hacerlo cuando llegó un sujeto y la salvó— contesta uno que había visto todo desde el estacionamiento— ya lo tenía amagado, y temí que pudiera decir algo jefe, por eso terminé con su vida— el hombre comenzó a reír, él se había cubierto muy bien sus espaldas, nadie podía saber que él fue quien dio la orden de matar a Arantxa Olivares.

—Nadie lo sabrá, ese hombre nunca vio mi rostro, los mensajes siempre los mande por un teléfono que no se puede rastrear— soltó una risita— cuando termine con su vida, nadie sabrá que yo estoy detrás de las amenazas y los atentados contra esa mujer— dio media vuelta— ahora ve a investigar quien es ese hombre, mientras yo busco a otra persona que pueda terminar con la vida de Arantxa Olivares, ella no puede descubrir su origen, no voy a perder todo por su culpa…

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