— Creí que te gustaban más delicados … — dijo Alessia en un susurro, cada vez que le había conocido un amante a su prometido, esos chicos solían ser bastante delicados y se veían algo más jóvenes que él, por eso siempre asumió que su futuro esposo era el que llevaba el rol activo, pero aquel hombre al que no le sacaba el ojo de encima, además de parecer heterosexual por la mujer que llevaba al lado, se veía bastante masculino.
— No es eso… No me gusta, es otra cosa — Lysander era incapaz de explicar del todo lo que sucedía.— ¿Qué otra cosa?— dijo ella tras agradecer al camarero que le sirvió su copa de vino.— Se nota que has estado fuera mucho tiempo, que no sabes los cotilleos del tal Da Rossa — Lysander sonrió, estaba seguro de que a su futura esposa le fascinaría la historia, como siempre se divertían bastante contándose los cotilleos de los que se enteraban.— Pero espero que tú me los cuentes.Lysander también agarró su copa y se alejó un poco de la mesa de bebidas para estar en un lugar algo más discreto con Alessia.— El tipo tiene un montón de amantes, hombres y mujeres, parece que no le importa demasiado, aparece con personas distintas en los eventos a los que va y, dicen las malas lenguas, que vive con todos ellos en la misma casa.Explicó volviendo a mirar en su dirección solo para toparse con esa mirada de nuevo que le hizo apartar la suya de golpe, era extraño el modo en que le intimidaba y a la vez no podía dejar de desear observarlo.— Así que es un millonario excéntrico, interesante, a ver cómo encaja en esta sociedad tan retrógrada — Dijo Alessia observando como el tipo se acercaba a la mesa de las bebidas y queriendo comprobar si realmente le gustaban también los hombres se llevó la copa a los labios y se la bebió de golpe solo para dársela de vuelta a su prometido.— Sé un buen futuro esposo y ve a por otro de esos cócteles para mí.Pidió Alessia al ver como su padre se acercaba a ellos como si pretendiera ayudarla a enfrentar su plan.— Eso o enfréntate a las propuestas de negocios de tu agradable suegro.Lysander observó a su suegro caminando en su dirección y asintió.— ¿Cómo no le traería bebida a mi futura esposa?De repente él también se había bebido su copa de golpe y caminaba de vuelta a la mesa de las bebidas, Lysander tenía una gran tolerancia al Alcohol, era capaz de beber muchísimo, pero no recordaba haberse emborrachado jamás, como mucho había llegado a estar algo más feliz de lo normal a causa del alcohol pero nada más.Al llegar a la mesa de las bebidas tomó una de las copas ya servidas y se rozó con una mano, fue a penas una leve caricia, pero lo dejó completamente estático, congelado por un instante para descongelarse de repente al escucharlo hablar.Stéfano se percató de la presencia del joven Simeone, mucho más antes de que este apareciera. No podía explicarlo, pero él siempre lograba saber cuando el joven hijo de su socio estaba cerca.Sin embargo, eso no fue lo que hizo que Stefáno Da Rossa se molestara y gruñera. Lo que lo hizo hacer ese ruido fue el ver la forma tan familiar con la que trataba a la joven rubia que se lanzó a sus brazos nada más lo vio.—¿Ocurre algo?— le pregunto curiosa su pareja al ver el cambio de ánimo de su alfa, buscando el motivo.Como era de esperar, su alfa no respondió, al menos no del modo que ella esperaba. Su respuesta fue un gruñido que la hizo soltar un suspiro hondo.Sobre todo al ver acercarse a un par de hombres importantes de la alta sociedad.—Por favor trate de mantener el control, recuerde que necesitamos mantener las apariencias y las buenas relaciones con estos hombres.Alessia sonreía al confirmar lo que era evidente, a pesar de que el hombre parecía incómodo y huraño, algo parecía decirle que su incomodidad iba más allá de lo que parecía aparentar.— No sé porque Lucio invitó a ese hombre — empezó a hablar el padre de Alessia, quien esperaba junto a ella que su futuro yerno volviera hasta ellos para saludarlo — se cree un sultán o algo así, es un degenerado que vive con un montón de amantes.— Se inclinó levemente hacia su hija como si le diera vergüenza que alguien escuchará lo que iba a decir — alguno de ellos hombres…Stéfano Da Rossa no estaba de humor para fingir una amabilidad la cual no sentía —Entonces será mejor que te encargues tú misma de esas relaciones— le susurró al oído alejándose de ella.Necesitaba calmarse y la única manera que podría hacerlo era ir a tomar un poco del alcohol que los humanos acostumbraban a dar en ese tipo de fiestas, eso fue lo que se dijo, aunque en el fondo lo que deseaba hacer era estar cerca del joven,Le molestó la forma que este se había percatado de su presencia y se había alejado, la molestia que le hizo sentir en ese momento el joven con ese gesto era algo que no tenía explicación.Lo que no se esperaba era que al momento de tomar una de las copas con cocteles, el joven también lo hiciera, rozando ambos sus manos, fue solo un leve roce de sus manos, que hizo que la entrepierna de Stéfano se despertara en ese momento.Eso solo hizo que se mostrara hostil con el joven, alejando su mano de él y tomando la copa para el mismo,—Es mía, será mejor que te busques otro trago joven príncipe.— Sí, perdón. No importa, yo tomaré otra, hay muchas más.Por alguna razón que no comprendía algo lo impulsó a obedecer cuando seguramente en otras circunstancias se habría revelado por la forma en que el tipo le hablo, pero en ese momento solo quería descubrir si realmente aquella sensación al tocarlo fue solo casualidad o en realidad algo extraño sucedía con ese hombre.Stéfano deseaba alejarse de todos esos humanos, pero no irse solo. Si no tomar de la mano al joven que se encontraba en ese momento frente a él y salir de ahí.Eso lo hizo ponerse aún más de mal humor, sobre todo al sentir una especie de alivio al verlo sonreír y presentarse a él.— Perdón, no me he presentado — Lysander extendió su mano para saludar al otro hombre, ya estaba tenso ante el simple pensamiento de tocarlo, pero algo le decía que debía seguir experimentando con aquella sensación que no comprendía. — Soy Lysander Simeone, y no soy un príncipe — sonrió con una mueca tan amplia que su sonrisa le llegó a los ojos — Aunque es cierto que mi padre exageró un poco con la fiesta de compromiso.—Sé quien eres, eres el hijo de Lucio. Tu padre y yo somos socios, mi nombre es Stéfano Da Rossa.Fue verlo sonreír y sentir su corazón latir más fuerte, y que su entrepierna pulsara hasta incomodarlo. Él no podía sentir atracción por un humano, sobre todo por ese humano en particular. Pero eso no correspondía con lo que hacía en realidad, ya que todavía sostenía la mano del joven con la suya. Es más su cercanía de algún modo lo hizo relajarse, hasta que el joven le recordó el motivo de la fiesta. Soltando la mano del joven.Volviendo a su extraño y huraño humor, como si le molestara la presencia del hijo de su socio junto a él—Perdón por llamarte príncipe, pero realmente no entiendo por qué tanto alboroto por algo como un compromiso. No es como si se pertenecieran de algún modo.Stéfano no pudo evitar decir esas palabras, los humanos no solo eran seres inferiores, también eran seres superficiales que juraban amor eterno, del mismo modo que comían.Sí, definitivamente era una sensación extraña, Lysander lo pudo comprobar en el instante en que sus manos se estrecharon con firmeza y todo su cuerpo se estremeció provocándole una erección.«Maldita sea»—Realmente no creo que alguien de esta sala sepa lo que es estar enamorado. Mucho menos usted. Lo único que hacen es engañarse, para no estar solos.Lysander no sabía cómo reaccionar ante la cercanía de ese hombre, apenas lo escuchó hasta que habló de lo frágil y superficial que era el amor, Lysander no podía defenderlo, no sabía lo que era, nunca había estado enamorado, para él no estaba permitido enamorarse porque era obvio que no lo haría de una mujer y no podía permitirse hacerlo de un hombre o tendría graves problemas.— Supongo que el amor es algo incomprensible, en realidad ¿Cómo podría medirse?La mirada del hombre se endureció tras decir eso, volteando al ver al joven.—Ha sido un placer hablar con usted, será mejor que siga su camino y no se vuelva a cruzar conmigo— le amenazó, aunque era una advertencia para él mismo.La mirada de Lysander se oscureció ¿Lo había amenazado? Ciertamente, no entendía muy bien a ese hombre, lo que si le hubiera gustado preguntarle era que colon
Enrico era consciente de cuál era la manada que se había trasladado a las tierras vecinas.No obstante, esperaba no tener que coincidir con ellos, se encontraba feliz estando fuera de las leyes de los clanes. Esa era una de las razones por la que había decidido convertirse en un alfa solitario.El único problema era que pese a que era un alfa errante, conservaba un amor muy profundo por las tierras que lo vieron nacer, por lo que siempre se encontraba cerca, así tuviera que alejarse de todas las manadas que se encontrarán cerca de esas tierras.El aroma del nuevo alfa de la manada que había regresado al territorio se dejó sentir, indicándole que se encontraba demasiado cerca, tanto que su instinto territorial lo hizo acercarse a la casa grande en el instante mismo en el que lo vio aproximarse a esta.Sin embargo, Enrico negó y controló su instinto protector, escondiendo su olor y presencia entre las sombras. Sabía que de no hacerlo pondría en evidencia su presencia al alfa de esa mana
Enrico sonrió al escuchar que el alfa se había molestado con él. Era normal ya que conocía a ese alfa y sabía lo orgulloso que era y jamás que aceptaría que le gustaba un ser inferior, como consideraba a los humanos.Aunque si supiera que realmente Lysander no era humano. ¿Se comportaría con él de esa manera?El guardabosques estaba sumido en sus propias divagaciones mientras escuchaba al chico cuando sintió el incremento del aroma de un Omega a punto de entrar en su celo.Lo que lo hizo ponerse en guardia y sobre todo levantarse rápidamente.—Creo que necesitas marcharte— mencionó de pronto. No quería asustar al joven, pero no era seguro que se encontrará con él en ese momento a solas. Tampoco podía darle más de la esencia de acólito sin ponerlo en peligro y por supuesto no podría controlar a su alfa si se veía afectado por el aroma del omega en el hijo de sus patrones, eso sería algo que Enrico jamás se perdonaría.—Necesito que te vayas ¡Ahora!Lysander se comió su tercer bollo mi
Esa noche había luna roja, no era la primera, pero tampoco era la última. Sin embargo, esta era especial, Stefano podía sentir una extraña fragancia embriagante que lo estaba haciendo perder el control de su lobo, algo que lo mantenía ansioso y expectante porque la Luna roja siempre traía sorpresas para sus hijos predilectos.Su luna, por fin, su luna se encontraba cerca. Tenía que ser ella su luna, su hermosa ámbar que perdió siglos atrás, porque de no ser ella no había explicación lógica para que un alfa como él, perdiera el control de su lobo, solo su pareja predestinada podía causar aquello que estaba experimentando.No era un alfa joven, sus más de seiscientos años lo hacían un alfa en completo control, no solo de su parte humana, sino también de su lado salvaje y animal.La fragancia en el aire se intensificó llamándolo del mismo modo que su transformación se iba haciendo cada vez más imposible de contener.El sonido de las campanas de cristal se hicieron presente, haciendo que
«¡No huyas! ¡No te permitiré huir! Ámbar»Exclamaba Ónix en cada gruñido que daba, en cada nuevo paso que daba hacia el Omega.En ese momento eran el depredador y su presa. El gran lobo negro no dudó en cerrarle el paso al Omega. En hacerlo retroceder justo en el momento en que iba a salir corriendo, haciendo que chocara contra su cuerpo y se cayera hacia atrás.El cuerpo gran Ónix, más grande por un par de pulgadas, atrapó el cuerpo del Omega, de su luna bajo su cuerpo, su gran hocico lo tomó de su cuello, enterrando sus colmillos en su piel, sometiéndolo.«¡Mío! Será mejor que no te muevas, no quiero hacerte más daño del necesario»Le gruñó aplastándolo frotándose contra él y así empezar a quitar de su cuerpo el olor de esos otros alfas, ese olor que hacía que deseara herirlo y lastimarlo por haber dejado que otro olor se impregnara en él.Lysander había intentado huir, pero algo en esa voz lo hizo detenerse, parecía un sueño, pero se sentía muy real, desde dentro le decía a aquella
Un nuevo gimoteo se escuchó salir del omega cuando el miembro del alfa impactó en su próstata, como si exigiera sin palabras que le entregara su placer.Un aullido se hizo audible en medio de aquel bosque y el omega se corrió copiosamente sobre el musgo que les servía de lecho, Lysander pareció experimentar el orgasmo más intenso de su vida.Lysander cada vez se dejaba embriagar más por el placer, perdiendo la conciencia humana que pareció desaparecer por completo y la parte animal se entregó sin reparos a su alfa, a su pareja, al alma que se había mantenido unido desde hacía milenios.Exigiendo que lo reconociera, exigiendo que lo marcara como lo que era, la luna del alfa que había vuelto a él para ser de nuevo suyo.Ónix marcó a su luna, ella lo llamó y el alfa la reconoció. No había duda de quiénes eran ellos dos. Ambos se conocían, se reconocían en medio de gruñidos, de aullidos y de gimoteos que se escuchaban a varios metros a su alrededor.La luna en el cielo era testigo del enc
Lysander volvía a sentir aquel calor abrasador por todo el cuerpo y así despertó, en una confortable cama con olor a suavizante que impregnó rápidamente su olfato.¿Todo había sido un sueño? Abrió los ojos y miró a su alrededor descubriendo que aquella no era su habitación y su cuerpo emanaba un intenso aroma, uno que no le pertenecía y que lo tentaba a buscar a su alrededor para saber de dónde venía.— ¿Hola, hay alguien ahí?— preguntó todavía con cierto reparo mientras se levantaba de la cama y descubrió que estaba completamente desnudo.Las imágenes de su supuesto sueño lo golpearon con fuerza por el ardor en su trasero al moverse y la extraña humedad que sentía en ese lugar.No podía ser, aquello había sido solo un sueño ¿Pero qué hacía entonces allí desnudo? Se tapó con una sábana al no encontrar nada más en la habitación y caminó hasta la puerta para abrirla, pero esta no se abrió.— ¡Hay alguien ahí!— gritó, pero no encontró respuesta desde afuera — Suéltenme.Stéfano se encon
La forma en que Stefano le dijo que era suyo lo hacía estremecer, maldita sea, quería oírlo, decírselo otra vez y por eso acarició su espalda hasta llegar a su trasero y lo apretó contra él, indicándole que siguiera haciéndole saber lo que necesitaba.Los dedos de ese hombre sobre su piel parecían calmar el ardor doloroso de su cuerpo, solo cuando lo tocaba era capaz de aliviarlo y sentir placer, solo cuando se deslizaba por su piel, creando un mapa de su roce y su fricción.— Por favor… Hazlo, me duele— pidió Lysander al fin, abandonándose a la necesidad, a las sensaciones de su cuerpo, eso que no lograba comprender, pero para lo que ese hombre parecía ser la solución.— Señor Dumort…— rogó atrayendo su rostro para poder volver a mirarlo a los ojos.Sí, hubiera sido educado como el omega que era sabría que no debía hacer aquello, no debía mirar a los ojos de un alfa sin su permiso y, mucho menos, acortar la distancia entre sus bocas y besarlo de la forma en la que lo estaba haciendo e