Enrico era consciente de cuál era la manada que se había trasladado a las tierras vecinas.
No obstante, esperaba no tener que coincidir con ellos, se encontraba feliz estando fuera de las leyes de los clanes. Esa era una de las razones por la que había decidido convertirse en un alfa solitario.El único problema era que pese a que era un alfa errante, conservaba un amor muy profundo por las tierras que lo vieron nacer, por lo que siempre se encontraba cerca, así tuviera que alejarse de todas las manadas que se encontrarán cerca de esas tierras.El aroma del nuevo alfa de la manada que había regresado al territorio se dejó sentir, indicándole que se encontraba demasiado cerca, tanto que su instinto territorial lo hizo acercarse a la casa grande en el instante mismo en el que lo vio aproximarse a esta.Sin embargo, Enrico negó y controló su instinto protector, escondiendo su olor y presencia entre las sombras. Sabía que de no hacerlo pondría en evidencia su presencia al alfa de esa manada.Por lo que esperaba haber escondido su presencia a tiempo, y no haber llamado la atención ni del alfa, ni su beta, porque sin duda no era lo suficientemente poderoso para enfrentarse a una manada completa.Además, cómo alfa tenía dos opciones y ninguna de ellas le agradaba, mucho menos ahora. Que aunque no lo hubiera deseado, tenía bajo su responsabilidad a una persona.Enrico no podía irse, al menos no hasta cerciorarse que esa persona no correría peligro.La persona que le preocupaba era el hijo de sus patrones. Antes de irse o alejarse tenía que cerciorarse que estuviera a salvo de esa manada. Sobre todo del alfa.Pero por ahora tendría que esperar y aguardar hasta que la fiesta en la casa de sus patrones terminará. Estaba seguro de que al día siguiente tendría la oportunidad de hablar con el joven amo.—Sabía que vendría a verme, aunque no esperaba que viniera con una enorme bandeja de desayuno. Sabe en el predicamento que me pone el que usted desayune conmigo — bromeó Enrico al ver al hijo de sus patrones, aparecer frente a su cabaña con una gran sonrisa y una bandeja grande de desayuno en sus manos —pasa, ya tengo listo el café y el jugo de naranja recién hecho listo para el desayuno que ha traído.Lysander no había dormido nada bien aquella noche, todo su sueño estaba lleno de imágenes extrañas en las que se perdía en medio de un bosque oscuro y varios lobos lo perseguían.Pero los sueños no era lo único que había sido extraño, parecía que también había tenido fiebre o una subida de temperatura normal durante la noche porque se despertó completamente empapado, tanto que sacó las sábanas de su cama para que el servicio las cambiara.Tras darse una ducha para sacarse todo ese sudor del cuerpo, Lysander corrió a la cocina y le pidió a la cocinera que le prepara una gran bandeja de dulces para ir a visitar al guarda.Solía hacer eso después de cada fiesta, también cuando algo lo preocupaba y en ese instante pasaban ambas.— Enrico — gritó llegando con su gran bandeja de bollos y dejándola en la mesa.Enrico a penas había envejecido, a penas aparentaba unos pocos años más que él, tal vez 30 a lo mucho 35, pero no más y eso no sería extraño si no lo recordara con él mismo aspecto desde siempre.— Sabes que desde niño me encanta venir a verte, a veces me gustaría vivir como tú en una cabaña en medio del bosque cuidando a los animales y alejando a los extraños.Lysander se sentó en la mesa y tomó un poco de jugo que Enrico le había servido.—Lo sé, aunque realmente no entiendo por qué desearías ser un pobre guardabosque como lo soy yo.La verdad es que Enrico sabía la razón por la que el joven anhelaba la libertad que él tenía siendo un simple guardabosque, no por nada era igual a él, aunque claro, ¿Cómo lo sabría? Toda su vida lo estuvieron engañando y en gran parte era su culpa.Enrico sabía que Lysander era Gay, más bien lo había adivinado años atrás en su adolescencia, ya que no era un simple humano, un Omega no podía sentirse atraído por mujeres, al menos no humanas y había muy pocas hembras alfa, él al menos jamás había conocido ninguna.La única vez en que Lysander recordaba haberse enfermado y su guardabosques gracias a un preparado de plantas logró curarlo. Todavía podía recordar las fiebres altas que le provocaban dolor por todo el cuerpo y cómo, con apenas unas gotas de aquel medicamento que Enrico preparaba habitualmente para él, jamás volvió a enfermarse.Era gracias a su medicina milagrosa que el joven permanecía ignorante a lo que realmente era, por lo que guardaba silencio escuchando atentamente lo que tenía que contarle.— Ayer me sucedió algo muy extraño… — confesó algo avergonzado.— conocí al tipo este del que todo el mundo habla, el supuesto degenerado con un harén de amantes, creo que no le caí bien, parecía muy disgustado conmigo y ni sé por qué.Enrico se puso en guardia justo en el momento que mencionó al hombre misterioso del que todos hablaban.—¿Qué es lo que ha ocurrido con él? — le pregunto tratando de que su curiosidad o, mejor dicho, su molestia se notara en su expresión o en su rostro.— También hay algo más …Aunque realmente el guardabosque no solo se encuentra molesto, también se encontraba ansioso por lo que percibe en el chico, una fragancia que apenas es perceptible, pero que pronto se volverá un problema, sobre todo para él.—Deberías de contarme ya, o tendrás que esperar a que regrese de mis vacaciones, me tomaré una semana, tal vez dos para visitar a la familia—mintió Enrico quien no tenía familia, pero tenía muy claro que debía alejarse del chico.Lysander le dio un mordisco a su bollo, ya iba por el segundo, ese día había despertado con mucha hambre, era como si se preparara para un periodo de escasez o como si hubiera estado varios días sin comer nada.— Verás — dijo tras tragar — el tipo parecía molesto conmigo todo el tiempo y cuando me dio la mano para saludarnos yo…Sintió un escalofrío nuevamente, recorrer todo su cuerpo con el simple recuerdo de lo que había sucedido la noche anterior, el calor volvió para extenderse rápidamente por su cuerpo haciendo que la necesidad de volver a beber un poco de jugo se hiciera presente.Bebió de su vaso y observó a Enrico sin ser consciente de que el simple recuerdo de Stefano había adelantado el desarrollo de su celo y había hecho más fuerte su aroma de Omega a punto de entrar en sus días fértiles.—¿No hace mucho calor aquí?— preguntó Lysander desabrochándose los primeros botones de la camisa y luego remangándose las mangas.Enrico sonrió al escuchar que el alfa se había molestado con él. Era normal ya que conocía a ese alfa y sabía lo orgulloso que era y jamás que aceptaría que le gustaba un ser inferior, como consideraba a los humanos.Aunque si supiera que realmente Lysander no era humano. ¿Se comportaría con él de esa manera?El guardabosques estaba sumido en sus propias divagaciones mientras escuchaba al chico cuando sintió el incremento del aroma de un Omega a punto de entrar en su celo.Lo que lo hizo ponerse en guardia y sobre todo levantarse rápidamente.—Creo que necesitas marcharte— mencionó de pronto. No quería asustar al joven, pero no era seguro que se encontrará con él en ese momento a solas. Tampoco podía darle más de la esencia de acólito sin ponerlo en peligro y por supuesto no podría controlar a su alfa si se veía afectado por el aroma del omega en el hijo de sus patrones, eso sería algo que Enrico jamás se perdonaría.—Necesito que te vayas ¡Ahora!Lysander se comió su tercer bollo mi
Esa noche había luna roja, no era la primera, pero tampoco era la última. Sin embargo, esta era especial, Stefano podía sentir una extraña fragancia embriagante que lo estaba haciendo perder el control de su lobo, algo que lo mantenía ansioso y expectante porque la Luna roja siempre traía sorpresas para sus hijos predilectos.Su luna, por fin, su luna se encontraba cerca. Tenía que ser ella su luna, su hermosa ámbar que perdió siglos atrás, porque de no ser ella no había explicación lógica para que un alfa como él, perdiera el control de su lobo, solo su pareja predestinada podía causar aquello que estaba experimentando.No era un alfa joven, sus más de seiscientos años lo hacían un alfa en completo control, no solo de su parte humana, sino también de su lado salvaje y animal.La fragancia en el aire se intensificó llamándolo del mismo modo que su transformación se iba haciendo cada vez más imposible de contener.El sonido de las campanas de cristal se hicieron presente, haciendo que
«¡No huyas! ¡No te permitiré huir! Ámbar»Exclamaba Ónix en cada gruñido que daba, en cada nuevo paso que daba hacia el Omega.En ese momento eran el depredador y su presa. El gran lobo negro no dudó en cerrarle el paso al Omega. En hacerlo retroceder justo en el momento en que iba a salir corriendo, haciendo que chocara contra su cuerpo y se cayera hacia atrás.El cuerpo gran Ónix, más grande por un par de pulgadas, atrapó el cuerpo del Omega, de su luna bajo su cuerpo, su gran hocico lo tomó de su cuello, enterrando sus colmillos en su piel, sometiéndolo.«¡Mío! Será mejor que no te muevas, no quiero hacerte más daño del necesario»Le gruñó aplastándolo frotándose contra él y así empezar a quitar de su cuerpo el olor de esos otros alfas, ese olor que hacía que deseara herirlo y lastimarlo por haber dejado que otro olor se impregnara en él.Lysander había intentado huir, pero algo en esa voz lo hizo detenerse, parecía un sueño, pero se sentía muy real, desde dentro le decía a aquella
Un nuevo gimoteo se escuchó salir del omega cuando el miembro del alfa impactó en su próstata, como si exigiera sin palabras que le entregara su placer.Un aullido se hizo audible en medio de aquel bosque y el omega se corrió copiosamente sobre el musgo que les servía de lecho, Lysander pareció experimentar el orgasmo más intenso de su vida.Lysander cada vez se dejaba embriagar más por el placer, perdiendo la conciencia humana que pareció desaparecer por completo y la parte animal se entregó sin reparos a su alfa, a su pareja, al alma que se había mantenido unido desde hacía milenios.Exigiendo que lo reconociera, exigiendo que lo marcara como lo que era, la luna del alfa que había vuelto a él para ser de nuevo suyo.Ónix marcó a su luna, ella lo llamó y el alfa la reconoció. No había duda de quiénes eran ellos dos. Ambos se conocían, se reconocían en medio de gruñidos, de aullidos y de gimoteos que se escuchaban a varios metros a su alrededor.La luna en el cielo era testigo del enc
Lysander volvía a sentir aquel calor abrasador por todo el cuerpo y así despertó, en una confortable cama con olor a suavizante que impregnó rápidamente su olfato.¿Todo había sido un sueño? Abrió los ojos y miró a su alrededor descubriendo que aquella no era su habitación y su cuerpo emanaba un intenso aroma, uno que no le pertenecía y que lo tentaba a buscar a su alrededor para saber de dónde venía.— ¿Hola, hay alguien ahí?— preguntó todavía con cierto reparo mientras se levantaba de la cama y descubrió que estaba completamente desnudo.Las imágenes de su supuesto sueño lo golpearon con fuerza por el ardor en su trasero al moverse y la extraña humedad que sentía en ese lugar.No podía ser, aquello había sido solo un sueño ¿Pero qué hacía entonces allí desnudo? Se tapó con una sábana al no encontrar nada más en la habitación y caminó hasta la puerta para abrirla, pero esta no se abrió.— ¡Hay alguien ahí!— gritó, pero no encontró respuesta desde afuera — Suéltenme.Stéfano se encon
La forma en que Stefano le dijo que era suyo lo hacía estremecer, maldita sea, quería oírlo, decírselo otra vez y por eso acarició su espalda hasta llegar a su trasero y lo apretó contra él, indicándole que siguiera haciéndole saber lo que necesitaba.Los dedos de ese hombre sobre su piel parecían calmar el ardor doloroso de su cuerpo, solo cuando lo tocaba era capaz de aliviarlo y sentir placer, solo cuando se deslizaba por su piel, creando un mapa de su roce y su fricción.— Por favor… Hazlo, me duele— pidió Lysander al fin, abandonándose a la necesidad, a las sensaciones de su cuerpo, eso que no lograba comprender, pero para lo que ese hombre parecía ser la solución.— Señor Dumort…— rogó atrayendo su rostro para poder volver a mirarlo a los ojos.Sí, hubiera sido educado como el omega que era sabría que no debía hacer aquello, no debía mirar a los ojos de un alfa sin su permiso y, mucho menos, acortar la distancia entre sus bocas y besarlo de la forma en la que lo estaba haciendo e
Lysander ladeó el cuello, sintiéndo una inmensa necesidad de notar esas caricias, de perderse en el dolor de esos dientes, enterrándose en su piel la noche anterior cuando eran solo unas bestias, algo que todavía no lograba comprender.— Muérdeme Stéfano — pidió sin saber lo que eso implicaba llevando una mano a la nuca de ese hombre para mantenerlo contra su cuello mientras recibía un nuevo impacto en su próstata que hizo que se corriera de nuevo sin tan siquiera tocarse.Miles de diminutas descargas de placer se esparcieron por todo su cuerpo, contaminando cada celula apoderándose por completo de todo su ser.Haciendo que varias cuerdas de semen se derramaran sobre su propio abdomen y su esfínter, se apretara alrededor de la erección ajena para precipitarlo con él.— Hazlo… Quiero sentirte…Stéfano estaba resistiéndose a morderlo hasta que lo escuchó pedir que lo mordieran y dejó que su deseo de marcarlo como suyo se hiciera presente. Stéfano lo mordió justo en el lugar que lo había
—¿Acaso no te gusta sentirme de esa manera?— preguntó Stéfano moviéndose un poco más.Haciéndole sentir de nuevo el nudo, era suyo, su Omega, su luna, debía aceptar todo lo que él decía de una manera u otra.Lysander volvió a gemir por su movimiento, sintiendo como toda su piel se erizaba y su cuerpo experimentaba esas corrientes que parecían extenderse.—No hay nada que no pueda hacer— le mencionó Stéfano volviendo a besarlo, tenía razón, no era el momento para qué hablarán de cosas que no pasarían.Lysander saboreó su boca, era incapaz de negarse a sus besos, no recordaba haber disfrutado tanto besando a nadie como lo había hecho estando con él, succionando su labio inferior al sentirlo separarse y emitiendo un leve gruñido de queja por hacerlo.¿Otra vez, desde cuándo gruñía?—Lo que has recordado no es de ahora, es de hace mucho tiempo atrás. El celo hizo que los otros alfas errantes quisieran atacarte la otra noche. —¿Alfas errantes?— Lysander no entendía nada, era como si le ha