9. Mío.

Un nuevo gimoteo se escuchó salir del omega cuando el miembro del alfa impactó en su próstata, como si exigiera sin palabras que le entregara su placer.

Un aullido se hizo audible en medio de aquel bosque y el omega se corrió copiosamente sobre el musgo que les servía de lecho, Lysander pareció experimentar el orgasmo más intenso de su vida.

Lysander cada vez se dejaba embriagar más por el placer, perdiendo la conciencia humana que pareció desaparecer por completo y la parte animal se entregó sin reparos a su alfa, a su pareja, al alma que se había mantenido unido desde hacía milenios.

Exigiendo que lo reconociera, exigiendo que lo marcara como lo que era, la luna del alfa que había vuelto a él para ser de nuevo suyo.

Ónix marcó a su luna, ella lo llamó y el alfa la reconoció. No había duda de quiénes eran ellos dos. Ambos se conocían, se reconocían en medio de gruñidos, de aullidos y de gimoteos que se escuchaban a varios metros a su alrededor.

La luna en el cielo era testigo del enc
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