Lysander ladeó el cuello, sintiéndo una inmensa necesidad de notar esas caricias, de perderse en el dolor de esos dientes, enterrándose en su piel la noche anterior cuando eran solo unas bestias, algo que todavía no lograba comprender.— Muérdeme Stéfano — pidió sin saber lo que eso implicaba llevando una mano a la nuca de ese hombre para mantenerlo contra su cuello mientras recibía un nuevo impacto en su próstata que hizo que se corriera de nuevo sin tan siquiera tocarse.Miles de diminutas descargas de placer se esparcieron por todo su cuerpo, contaminando cada celula apoderándose por completo de todo su ser.Haciendo que varias cuerdas de semen se derramaran sobre su propio abdomen y su esfínter, se apretara alrededor de la erección ajena para precipitarlo con él.— Hazlo… Quiero sentirte…Stéfano estaba resistiéndose a morderlo hasta que lo escuchó pedir que lo mordieran y dejó que su deseo de marcarlo como suyo se hiciera presente. Stéfano lo mordió justo en el lugar que lo había
—¿Acaso no te gusta sentirme de esa manera?— preguntó Stéfano moviéndose un poco más.Haciéndole sentir de nuevo el nudo, era suyo, su Omega, su luna, debía aceptar todo lo que él decía de una manera u otra.Lysander volvió a gemir por su movimiento, sintiendo como toda su piel se erizaba y su cuerpo experimentaba esas corrientes que parecían extenderse.—No hay nada que no pueda hacer— le mencionó Stéfano volviendo a besarlo, tenía razón, no era el momento para qué hablarán de cosas que no pasarían.Lysander saboreó su boca, era incapaz de negarse a sus besos, no recordaba haber disfrutado tanto besando a nadie como lo había hecho estando con él, succionando su labio inferior al sentirlo separarse y emitiendo un leve gruñido de queja por hacerlo.¿Otra vez, desde cuándo gruñía?—Lo que has recordado no es de ahora, es de hace mucho tiempo atrás. El celo hizo que los otros alfas errantes quisieran atacarte la otra noche. —¿Alfas errantes?— Lysander no entendía nada, era como si le ha
— No quiero irme — confesó Lysander girándose y mirando hacia la cama — pero debo saber qué ha pasado con mi familia o algo grave podría ocurrir.—Se movió nuevamente hasta la cama y gateó hasta sentarse sobre él.— Además, no seré uno más de tu harem de amantes. — aseguró dejando un beso en sus labios para luego levantarse y caminar hasta el baño.—Debe quedarte muy claro que no son mis amantes, es mi deber cómo alfa proveerles de aquello que les hace falta y asegurar la continuidad de mi linaje.La verdad es que el alfa solo tocaba a las omegas y omegas en la época de celo, nunca después o antes de eso y las dejaba marchar si encontraban a su luna.— Podemos vernos de vez en cuando, tú puedes llevar tu vida llena de amantes mientras yo me caso, no puedo romper mi compromiso.Propuso Lysander metiéndose en el baño para darse una ducha, odiaba esa idea, pero no entendía cómo ese hombre podía mostrarse tan posesivo cuando se sabía bien que tenía varios amantes y se mostraba abiertamente c
Lysander tenía una extraña y desagradable sensación de estar haciendo algo mal que creció todavía más en el instante en que abandonó la habitación de Da Rossa y bajó por las escaleras de aquel castillo.Ciertamente, todo era demasiado raro y abrumador, el tema de los lobos, sobre todo, el hecho de ser uno de ellos y haberlo desconocido hasta el momento. ¿Cómo podía ser cierto si sus padres eran completamente humanos? Negó, no era momento de tener esos pensamientos, tal vez no lo eran, pero jamás se lo habían contado, lo que tenía claro era que llegaría al fondo de la cuestión.Bajó las escaleras y se encontró de frente con esa mujer a la que ya había visto anteriormente, para ser más exactos, en su fiesta de compromiso acompañando a Stéfano.— Señor Simeone — lo saludó la joven feliz de librarse por fin de su visita — ¿Ya se marcha, necesita que nuestro chófer lo lleve a su casa? En otras circunstancias, Aurora no se habría molestado en aquello, pero los negocios con los Simeone era
Lysander no pensaba echarse atrás, si tenía que pelear contra esa mujer tenía muy claro que lo haría. Sus ojos dejaron el tono verdoso y se pusieron rojos. Ámbar había tomado posesión de su cuerpo y estaba apunto de atacar a la joven y cuando la voz del alfa hizo que se estremeciera por completo y retrocediera un par de pasos para ver a Stéfano a los ojos, todavía con el color rojo de Ámbar presente en su mirada.— Quieren preparar una chica para usted, su cama todavía está caliente con nuestros aromas mezclados en ella y ya quieren meter a alguien más allí.Protestó Lysander girando el rostro para observar a la mujer mayor y dirigirse nuevamente a ella.— Vaya y póngale esos bloqueadores a esa chica, no le deseo el dolor del celo a nadie sobre todo cuando Stefano no va a aliviarlo.Solo de pensar en que eso sucediera, se llenaba de celos, estaba en un grave problema porque no podía permitir aquello pero tampoco podía anular su compromiso con Alessia y no tenía ni idea de lo que haría
En ese momento, Stefano se encontraba suspirando, conteniendo su ira ante su gloriosa y magnífica idea de dejar marchar al joven Lysander.El dolor de tenerlo lejos le afectaba en esos momentos, tanto como los primeros días hacía más de 200 años atrás.Su único consuelo era que el joven Simeone, lo estaría pasando mucho peor que él.Aurora llegó justo en el instante que su alfa miraba en dirección a la mansión de su socio Simeone, más allá del bosque que delimitaba la propiedad de los Da Rossa.—Sé que no es momento y que no deseas escuchar esto, pero debes dejarlo ir, sé que piensas que ese joven es tu luna; sin embargo, ¿Dónde se encuentra en este momento?Él no respondió nada a las palabras de su beta; sin embargo, su silencio hizo que Aurora callara y saliera rápidamente de la habitación, de quedarse podría sufrir la ira de su alfa.Por supuesto que sabía que ese joven era su luna. Era Ámbar su mate.Con solo pensar el nombre y recordar el rostro del joven Lysander, Stefano pudo c
— Ahora soy de su propiedad, como si fuera un caballo o una vaca ¿Cómo es posible que yo sea esto y nadie me haya contado nada?— preguntó el joven, quien no podía más que recordar la forma en que se habían despedido.Él giró el cuello y le mostró la marca que ese hombre le había hecho y que, a diferencia de todas las demás de su cuerpo, que se borraban con mucha rapidez, esa seguía intacta.—Esa marca no es para eso, esa marca significa que ahora ambos están completos, que se pertenecen del mismo modo que tú le perteneces, él también te pertenece. Él solo puede ser feliz contigo a su lado y tú solo podrás ser feliz con él a tu lado, romper ese vínculo es equivalente a morir, es incluso mucho peor que morir, el dolor de la perdida se vuelve insoportable a nivel físico y a nivel psicológico.Sin embargo, Enrico calló antes la pregunta del joven Simeone sobre el porqué nadie le había contado nada sobre lo que era en realidad, era imposible que el chico se hubiera convertido en un lobo so
Cuatro días, cuatro malditos días en los que no había vuelto a ver a Stéfano y él muy maldito, tenía razón, no podría dejar de extrañarlo, incluso sentía dolor, no solo por la ausencia, sino también se dolía de manera física por no tenerlo cerca, sobre todo en ese momento en el que la noche caía y no podía evitar pensar en quién ocuparía la cama del alfa, tal vez se encontraba sofocando el celo de otra omega mientras él no podía dejar de morirse de celos por eso.Negó y resopló para dirigirse a la puerta de salida de su casa, se acabó, lo que fuera que estuviera haciendo en ese instante terminaba porque estaría con él. Era su maldita luna, ni siquiera tenía muy claro lo que significaba aquello, pero se suponía que lo convertía en su pareja oficial.No tardó nada en estar arriba de su coche, conduciendo en dirección al castillo de Da Rossa. ¿Se podría ser más egocéntrico? Un jodido castillo. Como si fuera un rey o algo así.Lysander gruñó ante esas imágenes que no podía alejar de su me