Enrico era consciente de cuál era la manada que se había trasladado a las tierras vecinas.No obstante, esperaba no tener que coincidir con ellos, se encontraba feliz estando fuera de las leyes de los clanes. Esa era una de las razones por la que había decidido convertirse en un alfa solitario.El único problema era que pese a que era un alfa errante, conservaba un amor muy profundo por las tierras que lo vieron nacer, por lo que siempre se encontraba cerca, así tuviera que alejarse de todas las manadas que se encontrarán cerca de esas tierras.El aroma del nuevo alfa de la manada que había regresado al territorio se dejó sentir, indicándole que se encontraba demasiado cerca, tanto que su instinto territorial lo hizo acercarse a la casa grande en el instante mismo en el que lo vio aproximarse a esta.Sin embargo, Enrico negó y controló su instinto protector, escondiendo su olor y presencia entre las sombras. Sabía que de no hacerlo pondría en evidencia su presencia al alfa de esa mana
Enrico sonrió al escuchar que el alfa se había molestado con él. Era normal ya que conocía a ese alfa y sabía lo orgulloso que era y jamás que aceptaría que le gustaba un ser inferior, como consideraba a los humanos.Aunque si supiera que realmente Lysander no era humano. ¿Se comportaría con él de esa manera?El guardabosques estaba sumido en sus propias divagaciones mientras escuchaba al chico cuando sintió el incremento del aroma de un Omega a punto de entrar en su celo.Lo que lo hizo ponerse en guardia y sobre todo levantarse rápidamente.—Creo que necesitas marcharte— mencionó de pronto. No quería asustar al joven, pero no era seguro que se encontrará con él en ese momento a solas. Tampoco podía darle más de la esencia de acólito sin ponerlo en peligro y por supuesto no podría controlar a su alfa si se veía afectado por el aroma del omega en el hijo de sus patrones, eso sería algo que Enrico jamás se perdonaría.—Necesito que te vayas ¡Ahora!Lysander se comió su tercer bollo mi
Esa noche había luna roja, no era la primera, pero tampoco era la última. Sin embargo, esta era especial, Stefano podía sentir una extraña fragancia embriagante que lo estaba haciendo perder el control de su lobo, algo que lo mantenía ansioso y expectante porque la Luna roja siempre traía sorpresas para sus hijos predilectos.Su luna, por fin, su luna se encontraba cerca. Tenía que ser ella su luna, su hermosa ámbar que perdió siglos atrás, porque de no ser ella no había explicación lógica para que un alfa como él, perdiera el control de su lobo, solo su pareja predestinada podía causar aquello que estaba experimentando.No era un alfa joven, sus más de seiscientos años lo hacían un alfa en completo control, no solo de su parte humana, sino también de su lado salvaje y animal.La fragancia en el aire se intensificó llamándolo del mismo modo que su transformación se iba haciendo cada vez más imposible de contener.El sonido de las campanas de cristal se hicieron presente, haciendo que
«¡No huyas! ¡No te permitiré huir! Ámbar»Exclamaba Ónix en cada gruñido que daba, en cada nuevo paso que daba hacia el Omega.En ese momento eran el depredador y su presa. El gran lobo negro no dudó en cerrarle el paso al Omega. En hacerlo retroceder justo en el momento en que iba a salir corriendo, haciendo que chocara contra su cuerpo y se cayera hacia atrás.El cuerpo gran Ónix, más grande por un par de pulgadas, atrapó el cuerpo del Omega, de su luna bajo su cuerpo, su gran hocico lo tomó de su cuello, enterrando sus colmillos en su piel, sometiéndolo.«¡Mío! Será mejor que no te muevas, no quiero hacerte más daño del necesario»Le gruñó aplastándolo frotándose contra él y así empezar a quitar de su cuerpo el olor de esos otros alfas, ese olor que hacía que deseara herirlo y lastimarlo por haber dejado que otro olor se impregnara en él.Lysander había intentado huir, pero algo en esa voz lo hizo detenerse, parecía un sueño, pero se sentía muy real, desde dentro le decía a aquella
Un nuevo gimoteo se escuchó salir del omega cuando el miembro del alfa impactó en su próstata, como si exigiera sin palabras que le entregara su placer.Un aullido se hizo audible en medio de aquel bosque y el omega se corrió copiosamente sobre el musgo que les servía de lecho, Lysander pareció experimentar el orgasmo más intenso de su vida.Lysander cada vez se dejaba embriagar más por el placer, perdiendo la conciencia humana que pareció desaparecer por completo y la parte animal se entregó sin reparos a su alfa, a su pareja, al alma que se había mantenido unido desde hacía milenios.Exigiendo que lo reconociera, exigiendo que lo marcara como lo que era, la luna del alfa que había vuelto a él para ser de nuevo suyo.Ónix marcó a su luna, ella lo llamó y el alfa la reconoció. No había duda de quiénes eran ellos dos. Ambos se conocían, se reconocían en medio de gruñidos, de aullidos y de gimoteos que se escuchaban a varios metros a su alrededor.La luna en el cielo era testigo del enc
Lysander volvía a sentir aquel calor abrasador por todo el cuerpo y así despertó, en una confortable cama con olor a suavizante que impregnó rápidamente su olfato.¿Todo había sido un sueño? Abrió los ojos y miró a su alrededor descubriendo que aquella no era su habitación y su cuerpo emanaba un intenso aroma, uno que no le pertenecía y que lo tentaba a buscar a su alrededor para saber de dónde venía.— ¿Hola, hay alguien ahí?— preguntó todavía con cierto reparo mientras se levantaba de la cama y descubrió que estaba completamente desnudo.Las imágenes de su supuesto sueño lo golpearon con fuerza por el ardor en su trasero al moverse y la extraña humedad que sentía en ese lugar.No podía ser, aquello había sido solo un sueño ¿Pero qué hacía entonces allí desnudo? Se tapó con una sábana al no encontrar nada más en la habitación y caminó hasta la puerta para abrirla, pero esta no se abrió.— ¡Hay alguien ahí!— gritó, pero no encontró respuesta desde afuera — Suéltenme.Stéfano se encon
La forma en que Stefano le dijo que era suyo lo hacía estremecer, maldita sea, quería oírlo, decírselo otra vez y por eso acarició su espalda hasta llegar a su trasero y lo apretó contra él, indicándole que siguiera haciéndole saber lo que necesitaba.Los dedos de ese hombre sobre su piel parecían calmar el ardor doloroso de su cuerpo, solo cuando lo tocaba era capaz de aliviarlo y sentir placer, solo cuando se deslizaba por su piel, creando un mapa de su roce y su fricción.— Por favor… Hazlo, me duele— pidió Lysander al fin, abandonándose a la necesidad, a las sensaciones de su cuerpo, eso que no lograba comprender, pero para lo que ese hombre parecía ser la solución.— Señor Dumort…— rogó atrayendo su rostro para poder volver a mirarlo a los ojos.Sí, hubiera sido educado como el omega que era sabría que no debía hacer aquello, no debía mirar a los ojos de un alfa sin su permiso y, mucho menos, acortar la distancia entre sus bocas y besarlo de la forma en la que lo estaba haciendo e
Lysander ladeó el cuello, sintiéndo una inmensa necesidad de notar esas caricias, de perderse en el dolor de esos dientes, enterrándose en su piel la noche anterior cuando eran solo unas bestias, algo que todavía no lograba comprender.— Muérdeme Stéfano — pidió sin saber lo que eso implicaba llevando una mano a la nuca de ese hombre para mantenerlo contra su cuello mientras recibía un nuevo impacto en su próstata que hizo que se corriera de nuevo sin tan siquiera tocarse.Miles de diminutas descargas de placer se esparcieron por todo su cuerpo, contaminando cada celula apoderándose por completo de todo su ser.Haciendo que varias cuerdas de semen se derramaran sobre su propio abdomen y su esfínter, se apretara alrededor de la erección ajena para precipitarlo con él.— Hazlo… Quiero sentirte…Stéfano estaba resistiéndose a morderlo hasta que lo escuchó pedir que lo mordieran y dejó que su deseo de marcarlo como suyo se hiciera presente. Stéfano lo mordió justo en el lugar que lo había