«¡No huyas! ¡No te permitiré huir! Ámbar»Exclamaba Ónix en cada gruñido que daba, en cada nuevo paso que daba hacia el Omega.En ese momento eran el depredador y su presa. El gran lobo negro no dudó en cerrarle el paso al Omega. En hacerlo retroceder justo en el momento en que iba a salir corriendo, haciendo que chocara contra su cuerpo y se cayera hacia atrás.El cuerpo gran Ónix, más grande por un par de pulgadas, atrapó el cuerpo del Omega, de su luna bajo su cuerpo, su gran hocico lo tomó de su cuello, enterrando sus colmillos en su piel, sometiéndolo.«¡Mío! Será mejor que no te muevas, no quiero hacerte más daño del necesario»Le gruñó aplastándolo frotándose contra él y así empezar a quitar de su cuerpo el olor de esos otros alfas, ese olor que hacía que deseara herirlo y lastimarlo por haber dejado que otro olor se impregnara en él.Lysander había intentado huir, pero algo en esa voz lo hizo detenerse, parecía un sueño, pero se sentía muy real, desde dentro le decía a aquella
Un nuevo gimoteo se escuchó salir del omega cuando el miembro del alfa impactó en su próstata, como si exigiera sin palabras que le entregara su placer.Un aullido se hizo audible en medio de aquel bosque y el omega se corrió copiosamente sobre el musgo que les servía de lecho, Lysander pareció experimentar el orgasmo más intenso de su vida.Lysander cada vez se dejaba embriagar más por el placer, perdiendo la conciencia humana que pareció desaparecer por completo y la parte animal se entregó sin reparos a su alfa, a su pareja, al alma que se había mantenido unido desde hacía milenios.Exigiendo que lo reconociera, exigiendo que lo marcara como lo que era, la luna del alfa que había vuelto a él para ser de nuevo suyo.Ónix marcó a su luna, ella lo llamó y el alfa la reconoció. No había duda de quiénes eran ellos dos. Ambos se conocían, se reconocían en medio de gruñidos, de aullidos y de gimoteos que se escuchaban a varios metros a su alrededor.La luna en el cielo era testigo del enc
Lysander volvía a sentir aquel calor abrasador por todo el cuerpo y así despertó, en una confortable cama con olor a suavizante que impregnó rápidamente su olfato.¿Todo había sido un sueño? Abrió los ojos y miró a su alrededor descubriendo que aquella no era su habitación y su cuerpo emanaba un intenso aroma, uno que no le pertenecía y que lo tentaba a buscar a su alrededor para saber de dónde venía.— ¿Hola, hay alguien ahí?— preguntó todavía con cierto reparo mientras se levantaba de la cama y descubrió que estaba completamente desnudo.Las imágenes de su supuesto sueño lo golpearon con fuerza por el ardor en su trasero al moverse y la extraña humedad que sentía en ese lugar.No podía ser, aquello había sido solo un sueño ¿Pero qué hacía entonces allí desnudo? Se tapó con una sábana al no encontrar nada más en la habitación y caminó hasta la puerta para abrirla, pero esta no se abrió.— ¡Hay alguien ahí!— gritó, pero no encontró respuesta desde afuera — Suéltenme.Stéfano se encon
La forma en que Stefano le dijo que era suyo lo hacía estremecer, maldita sea, quería oírlo, decírselo otra vez y por eso acarició su espalda hasta llegar a su trasero y lo apretó contra él, indicándole que siguiera haciéndole saber lo que necesitaba.Los dedos de ese hombre sobre su piel parecían calmar el ardor doloroso de su cuerpo, solo cuando lo tocaba era capaz de aliviarlo y sentir placer, solo cuando se deslizaba por su piel, creando un mapa de su roce y su fricción.— Por favor… Hazlo, me duele— pidió Lysander al fin, abandonándose a la necesidad, a las sensaciones de su cuerpo, eso que no lograba comprender, pero para lo que ese hombre parecía ser la solución.— Señor Dumort…— rogó atrayendo su rostro para poder volver a mirarlo a los ojos.Sí, hubiera sido educado como el omega que era sabría que no debía hacer aquello, no debía mirar a los ojos de un alfa sin su permiso y, mucho menos, acortar la distancia entre sus bocas y besarlo de la forma en la que lo estaba haciendo e
Lysander ladeó el cuello, sintiéndo una inmensa necesidad de notar esas caricias, de perderse en el dolor de esos dientes, enterrándose en su piel la noche anterior cuando eran solo unas bestias, algo que todavía no lograba comprender.— Muérdeme Stéfano — pidió sin saber lo que eso implicaba llevando una mano a la nuca de ese hombre para mantenerlo contra su cuello mientras recibía un nuevo impacto en su próstata que hizo que se corriera de nuevo sin tan siquiera tocarse.Miles de diminutas descargas de placer se esparcieron por todo su cuerpo, contaminando cada celula apoderándose por completo de todo su ser.Haciendo que varias cuerdas de semen se derramaran sobre su propio abdomen y su esfínter, se apretara alrededor de la erección ajena para precipitarlo con él.— Hazlo… Quiero sentirte…Stéfano estaba resistiéndose a morderlo hasta que lo escuchó pedir que lo mordieran y dejó que su deseo de marcarlo como suyo se hiciera presente. Stéfano lo mordió justo en el lugar que lo había
—¿Acaso no te gusta sentirme de esa manera?— preguntó Stéfano moviéndose un poco más.Haciéndole sentir de nuevo el nudo, era suyo, su Omega, su luna, debía aceptar todo lo que él decía de una manera u otra.Lysander volvió a gemir por su movimiento, sintiendo como toda su piel se erizaba y su cuerpo experimentaba esas corrientes que parecían extenderse.—No hay nada que no pueda hacer— le mencionó Stéfano volviendo a besarlo, tenía razón, no era el momento para qué hablarán de cosas que no pasarían.Lysander saboreó su boca, era incapaz de negarse a sus besos, no recordaba haber disfrutado tanto besando a nadie como lo había hecho estando con él, succionando su labio inferior al sentirlo separarse y emitiendo un leve gruñido de queja por hacerlo.¿Otra vez, desde cuándo gruñía?—Lo que has recordado no es de ahora, es de hace mucho tiempo atrás. El celo hizo que los otros alfas errantes quisieran atacarte la otra noche. —¿Alfas errantes?— Lysander no entendía nada, era como si le ha
— No quiero irme — confesó Lysander girándose y mirando hacia la cama — pero debo saber qué ha pasado con mi familia o algo grave podría ocurrir.—Se movió nuevamente hasta la cama y gateó hasta sentarse sobre él.— Además, no seré uno más de tu harem de amantes. — aseguró dejando un beso en sus labios para luego levantarse y caminar hasta el baño.—Debe quedarte muy claro que no son mis amantes, es mi deber cómo alfa proveerles de aquello que les hace falta y asegurar la continuidad de mi linaje.La verdad es que el alfa solo tocaba a las omegas y omegas en la época de celo, nunca después o antes de eso y las dejaba marchar si encontraban a su luna.— Podemos vernos de vez en cuando, tú puedes llevar tu vida llena de amantes mientras yo me caso, no puedo romper mi compromiso.Propuso Lysander metiéndose en el baño para darse una ducha, odiaba esa idea, pero no entendía cómo ese hombre podía mostrarse tan posesivo cuando se sabía bien que tenía varios amantes y se mostraba abiertamente c
Lysander tenía una extraña y desagradable sensación de estar haciendo algo mal que creció todavía más en el instante en que abandonó la habitación de Da Rossa y bajó por las escaleras de aquel castillo.Ciertamente, todo era demasiado raro y abrumador, el tema de los lobos, sobre todo, el hecho de ser uno de ellos y haberlo desconocido hasta el momento. ¿Cómo podía ser cierto si sus padres eran completamente humanos? Negó, no era momento de tener esos pensamientos, tal vez no lo eran, pero jamás se lo habían contado, lo que tenía claro era que llegaría al fondo de la cuestión.Bajó las escaleras y se encontró de frente con esa mujer a la que ya había visto anteriormente, para ser más exactos, en su fiesta de compromiso acompañando a Stéfano.— Señor Simeone — lo saludó la joven feliz de librarse por fin de su visita — ¿Ya se marcha, necesita que nuestro chófer lo lleve a su casa? En otras circunstancias, Aurora no se habría molestado en aquello, pero los negocios con los Simeone era